Alberto Lacasa

Audiovisual, política y más allá

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Empresa y vídeo online

Google TV y la convergencia tecnológica

Ahora hacía (demasiado) tiempo que no hablaba sobre webTV, video online o convergencia tecnológica. Pero este anuncio de google, que era ya un secreto a voces, me obliga a volver a tocar el tema dedicándole, al menos, un post.

Hace ya tiempo que empecé a escribir en el blog. En varios de mis primeros posts ya hablaba superficialmente de la convergencia tecnológica; de cómo internet se volvía más televisión y la televisión más internet.

La clave del problema era que internet te da acceso a muchísimo contenido pero no es demasiado cómodo disfrutarlo para ocio. O, por lo menos, no tan cómodo como estar sentado delante de la televisión en el sofá y gozando de alta definición. Eso es lo que nos hacía pensar a todos en este proceso.

Además, a todo este juego se unía el móvil. Muchos de los contenidos que queríamos ver también buscábamos la posibilidad de poderlos disfrutar en el tren o en el coche sin demasiadas complicaciones.

Con el tiempo han ido surgiendo proyectos que buscaban cubrir ese espacio. Boxes para televisiones, proveedores de contenido en la red pensados para ser servidos en televisión e incluso nuevos gadgets como el iPad, que se sitúan entre la portabilidad y el tamaño suficiente para consumir letras e imágenes.

Ahora Google se lanza a esa carrera con una propuesta interesante. Básicamente se trata de televisiones que ya llevarán incorporado lo suficiente para poder navegar por internet buscando ese contenido (película, vídeo, live streaming…) que buscamos. Si nuestra televisión no lo llevara incorporado, podremos comprar una box, como la de la TDT o Canal Satélite y obtener los mismos servicios.

La pregunta que me surge es si la navegación será cómoda. Yo creo que el gran handicap de la navegación mediante televisión es escribir una URL sin necesitar un mando del tamaño de un camión. Para mi, escribir con teclados numéricos como si se tratara de un SMS de un móvil está totalmente descartado.

Un amigo me proponía que se lo imaginaba los nuevos mandos a distancia como una pantalla táctil de un smartphone actual donde estaría toda la navegación. No está mal como idea, ¿no? Claro que eso encarecería mucho los mandos a distancia. Al menos a corto plazo.
Yo personalmente tengo muchas ganas de probarlo. El problema es que ya veremos lo que tardará en llegar a nuestro país. Google dice que lanzará en 2011 en varios países, pero no dice cuáles. Así que tendremos que esperar.

¿Cómo redactar la premisa?

(NOTA: Si has aterrizado aquí buscando en google, te recomiendo que antes leas la introducción al capítulo que encontrarás aquí)

En esencia; ¿qué elementos clave ha de tener la premisa?

1º/ Sobre papel; Hay que escribirla en papel. Nada de tenerla en la cabeza. El esfuerzo de ponerla negro sobre blanco no es en balde. Y descubrirás más de una vez que no la tenías tan clara. Si no, prueba a hacerlo y verás qué pasa.

2º/ Síntesis; Ha de ser corta, lo máximo posible. Cuanta mayor síntesis consigas, de mayor fuerza y sentido dotará a tu historia. Si te vas más allá de la línea y media, ya te has pasado. Recuerda que nuestra obsesión ahora es sintetizar al máximo. Lo ideal, una sola frase.

3º/ 3 actos; Yo creo que es necesario que la frase tenga tres partes, dando una idea del inicio (soldado torturado), de la trama (se aparta de su gente) y del final (descubre que les hace aún más daño). Con ello garantizas que tienes en cuenta todas aquellas partes clave de la historia.

Esto quedará mucho más claro cuando te cuente de qué va esto de los tres actos y los arcos de transformación de los personajes. Déjame apuntar algunas cosas.

Descubriremos que los protagonistas suelen ver las cosas de modo distinto cuando empieza la historia de cuando acaba. Por ello es importante que ese final que presentemos sea una consecuencia lógica de nuestro argumento, pero entrañe la contradicción con la que se enfrentará el personaje.

Puesto en la historia del ex militar. El hecho de que descubra que hace más daño a su gente cuando está lejos entra en contradicción con la idea que tiene al principio de apartarse. ¿Debe o no volver con su gente? ¿Se ha apartado de verdad pensando en ellos o quizás lo ha hecho por él mismo?

¿Ves lo que quiero decir? Déjame precisar. Más que contradicción, debe- ría haber utilizado la palabra conflicto. Quédate con esta palabra porque aparecerá mucho. Sin ella, la ficción no existiría.

Conflicto.

Es bonita, ¿verdad? Sí, bonita. Si lo tuyo es la ficción, la felicidad es muy poco fotogénica. Sin conflicto, no tendríamos cine. Eso sí que me parece terrible.

Si para el protagonista no es doloroso apartarse de su gente, ¿qué interés tendría la historia?

En la primera historia, la de los zombies, sólo tenemos a un matazombies. ¿Tiene eso interés? No. Pero quizás si tu amigo se hubiera parado a pensar, quizás hubiera llegado a la conclusión de que era mucho más interesante la historia de un tipo que descubre que su mujer ha desaparecido en un submundo y decide ir a buscarla para descubrir, al final, que en realidad ella es la líder de ese grupo.

Todo ello generará un conflicto muy serio en nuestro protagonista, que deberá decidir si la mata como ha hecho con los demás o, por el contrario,

perdonarle la vida. Y, de repente, todo ese montón de tiros sin orden ni concierto toma un sentido de unidad interesante.

Fíjate que ese descubrimiento de la mujer como líder sí puede explicarse en nuestra premisa. Y vaya si nos hubiera conmocionado.

4º/ Suficiente y autocontenida; La frase ha de ser autosuficiente y auto- contenida. Es decir, por ella sola ha de ser toda una historia, sin necesidad de más elementos. Has de poder contársela a un amigo. Si, cuando lo ha- ces, necesitas añadir detalles extra, es que eres igual que el de la historia de zombies; un pesado.5º/ Flexible; Por último, si tan importante es, una vez decidida, ¿es inamovible? Por supuesto que no. Todo es modificable. Pero pronto descubrirás que eso te va a pasar muy pocas veces. Y cuando eso suceda es porque tu historia se ha estancado o ya no te gusta. Es decir, sólo te pasará en momentos de grave crisis.

¿Te atreves a seguir? Sigue aprendiendo cómo evitar que la premisa te empuje hacia un tópico.

Una historia en tres actos

(NOTA: Si has aterrizado aquí buscando en google, que sepas que este post es parte de una colección de artículos para aprender a escribir, que puedes encontrar aquí)

Pero antes de hacerlo, debes saber algo que te parecerá obvio. No siempre lo es tanto. Así que baja un poco el fuego y pon un poco de paciencia. Siento decirte que escribir es un trabajo de cocción lenta.

En el capítulo anterior te dije que la premisa debía contemplar las tres fases propias de una historia; inicio, trama y desenlace. En cambio, no entré en demasiados detalles a pesar de que es fundamental conocerlas bien. Sé que estarás pensando que eso ya lo sabes, que entiendes a la perfección qué significan las tres palabras y que lo que quieres es ponerte a escribir.

En cambio, no tengo más remedio que insistir y pedirte un poco de paciencia. Estoy seguro de que, cuando acabes de leerlo, me darás la razón.

¿Te atreves a seguir? Descubre cómo se forma la estructura en tres actos de cualquier relato.

La originalidad que nace del tópico

(NOTA: Si has aterrizado aquí buscando en google, te recomiendo que antes leas la introducción al capítulo que encontrarás aquí)

Lo sé. Casi te estoy oyendo. Te parece que estoy soltando una sarta de tópicos. Y tienes razón. Pero cuando tengas esa horrible sensación comiéndote las entrañas, recuerda que Hitchcock decía que era mejor partir de un tópico que caer en él.

Sé consciente de que, en este momento, no estamos buscando hacer nuestra historia diferente sino tener claro qué vamos a contar. Así que no te preocupes por tu brillante originalidad en este momento. Ya tendrás tiempo de demostrarla.

¿Por qué no intentas explicar en una frase algunas de las películas que te parezcan más originales? Las que más te gustaron. Por ejemplo, Star Wars es la historia de un joven aprendiz a Jedi quiere luchar contra el imperio sin saber que el líder del lado oscuro es su padre. Olvídate de mí narra la historia de un joven que, despechado, decide borrar de la memoria a su novia para descubrir que no quiere perder todos sus recuerdos. Quizás prefieras The Blues Brothers, granujas a todo ritmo, donde dos hermanos deciden reunir a su antigua banda de Blues para salvar la es- cuela donde estudiaron.

Vistas así, no parecen tan originales. Pero lo son. Pero eso no entra en contradicción con que son guiones donde sí hay un claro sentido y dirección. Y lo eran porque la idea de base era sólida. Si luego a partir de aquí, haces que Jim Carrey se bañe en un friegaplatos, o emocionas a todo el planeta con “Luke, yo soy tu padre” depende de otros pasos en la elaboración del guion.

Y viene la pregunta del millón; ¿qué hago con aquel caldo enriquecido que tan bueno me estaba quedando en el tren y que tú ahora me dices que no sirve? Sí, sí que sirve. Pero hay que saber cuándo servirlo. Te cuento.

Vuelca en una libreta todo ese batiburrillo mental que tienes. A poder ser, grande. Y no pienses demasiado. Escribe. Saca todo lo que puedas. No te preocupes ni por el orden, ni por lo estúpido que pueda ser lo que escribes, pero no dejes que el bolígrafo se pare ni un segundo. No exagero. Ni un sólo segundo. Si en algún momento no te sale nada de la historia, escribe lo que sea. Como si es un “no sé qué escribir” repetido 4 veces. Pero no te pares.

De hecho, esto de escribir sin pensar mucho en lo que haces se conoce como escritura automática. Lo vamos a utilizar tantas veces en el proceso de escritura del guion como veces nos trabemos.

Después pueden pasar dos cosas; Una es que, casi sin quererlo, des con la dichosa premisa o algo parecido. La otra es que acabes con la impresión de que aquello que te pareció maravilloso no es más que un montón de basura. Bueno, aún no es momento de tirarlo. Quizás es que tus expectativas eran tan altas que ahora todo te parece poco.

Guarda la libreta en un cajón y la retomas en un tiempo. Depende de cómo eres y de lo implicado que estés con el texto. Unas veces basta con un día. En otros casos, necesitarás más de un mes. Pasado el tiempo necesario en el que las prisas ya no te empujen igual, lo relees con todos tus “no sé qué escribir”. Puede que descubras por donde retomar la historia. O, aún mejor, que descubras una perla a la que el otro día no habías dado importancia. Yo, incluso, he llegado a sorprenderme de cosas que había escrito.

Es tentador ignorar la necesidad de escribir una premisa. La idea que nos corre por la cabeza es obvia; “Total, yo ya sé lo que quiero contar”. Ve con mucho cuidado. Esto es como el “Total, yo controlo” del borracho que coge el coche. Y te diría que tienes casi más probabilidades de estrellarte tú que él.

Ten en cuenta que, si tienes la capacidad de contar tanto en tan poco, le habrás encontrado el corazón a tu historia. Con su ritmo y cadencia propios. Le habrás dado una vida a tu protagonista y tu brújula indicará por siempre más el norte.

Por último, sólo te insistiré en una cosa más. No tienes por qué hacerme caso, pero es bueno que una vez encuentres la premisa, la dejes descansar. Lo vamos a llamar estado de la libreta encadenada.

Es comprensible que, cuando tienes toda la ilusión y toda la locura y vorágine, te vuelvas loco escribiendo y haciendo avanzar la historia. Mira, es una opinión y no sé muy bien qué opinarán otros. Pero, para mí, es casi una garantía de fracaso. Del peor fracaso; la frustración. Te- nías tantas expectativas puestas en esa idea que, si el resultado no te satisface, te va a doler.

Así que lo más inteligente es encadenar la libreta en la que estás escribiendo la historia. Así de duro.

Y si resulta que, en ese momento estás inspirado. Con unas ganas de entrar a tropel que es una pena desecharlas, ¿no? ¿Qué hago? Mi respuesta es; recicla toda esa energía. Escribe. ¿Sobre qué? Sobre cualquier otra historia en la que estés trabajando. O sobre nuevas historias que puedan interesarte.

Voy a darte una idea para matar el gusanillo de seguir escribiendo. Sigue leyendo. Antes de la siguiente tarea en la elaboración del guion, tengo muchas cosas que contarte.

¿Te atreves a seguir? Sigue aprendiendo por qué el conflicto es la principal materia prima de cualquier escritor de ficción.

El conflicto

(NOTA: Si has aterrizado aquí buscando en google, te recomiendo que antes leas la introducción al capítulo que encontrarás aquí)

Sí amigos y amigas. Todos los medios que viven de la ficción, como el cine, o de la pseudo-ficción, como la televisión, requieren de esta palabra denostada. Yo voy a reivindicarla. Qué necesario es el conflicto en el cine y, por supuesto, en la vida.

El típico niño que consigue las cosas con sólo pedirlas siempre decimos que no valora las cosas. Claro… No hubo conflicto. No se encontró con una dificultad delante que le pusiera trabas para conseguir ese álbum de cromos o esa nueva consola.

Los hay también que se ponen a llorar si no consiguen lo que quieren. Ahí ya ha habido un pequeño conflicto. El niño se ha visto obligado a hacer un esfuerzo para conseguir su objetivo; dar la vara a sus padres hasta que estos, para poder descansar, van y lo compran. Pero aún nos parece que es un conflicto demasiado pequeño como para darle valor.

El niño que se toma la molestia de trabajar para conseguir su nueva consola, lo aplaudimos. Nos parece que está tomando el camino difícil; es decir, que el conflicto ha sido enorme y la satisfacción que recibirá será enorme.

Además, imagina que los padres de este niño están en contra de que se compre la consola, pero él quiere conseguir ser el mejor del mundo en no sé qué juego. Huye de casa, viéndose obligado a convivir con unos traficantes. La policía lo detiene por error y eso supone aún mayores dificultades para encontrar trabajo, pero, al final, lo encuentra como ven- dedor de consolas. Acaba robándola porque no le pagan suficiente, lo que le hace perder el trabajo y el alimento, pero consigue ganar el concurso internacional. Entonces diríamos que es un viciado. Pero en el cine… En el cine nos encantaría.

Conforme aumenta el grado de conflicto, aumenta en igual grado lo que sufrimos por el protagonista. Y con ello la identificación.

Como antes he dicho, la felicidad no es nada fotogénica. Por mucho que digan, un programa de televisión como Operación Triunfo o Gran Hermano no interesan si la relación entre todos es maravillosa.

Por eso en Gran Hermano buscan a gente con caracteres parecidos, lo que garantiza el conflicto a la que arrancamos 3 o 4 hojas del calendario.

OT se lo podría permitir evitar esto porque “pasan cosas” que generan conflicto. Alguno de los participantes está frente al riesgo de ver roto su sueño en unos días. Y lo que es peor; es o él o un buen amigo. Nuevo conflicto.

Sé que he pecado. Estoy exigiendo que me expliques tu historia en una sola línea y yo, en cambio, me he perdido en muchos detalles para explicar la historia del jugador de consolas. Tengo una excusa…

Todo lo que pase en la historia, como en el caso del viciado a las consolas, debe girar en torno a ese conflicto. Nuestro protagonista ha de tener un eje en torno al cual gira toda su voluntad, todos sus intereses.

Si un personaje quiere dejar de fumar, cuando vea a una persona con la gripe toser estará seguro de que es porque fuma.

Cuando un personaje quiere ser actor de teatro y no puede porque le supera el pánico escénico, cuando vea alguien con ganas de cruzar la calle y no lo consiga, recordará su miedo al escenario.

Y si se trata de un guitarrista que sueña con un gran futuro, el motor de los coches le sonará a una escala musical.

Si estamos dando tanta importancia al conflicto hasta el punto de decir que toda la historia debe girar a su alrededor, y la premisa ha de condensar los elementos clave, parece obvio que el conflicto debe formar parte de la premisa.

En efecto, el conflicto es indisociable de la premisa. Si en tu premisa no hay conflicto, no tienes historia.

De todas maneras, no te estreses. Cuando pensamos en una historia, incluimos el conflicto sin darnos cuenta. No creo que hayas pensado en una historia que carezca de ella. Ya forma parte de nuestra estructura genética que, al crear una historia, buscamos punto de enfrentamiento.

Entonces, ¿por qué insisto en ello? Porque, aunque al principio está ahí, al ponernos a escribir, lo olvidamos… A veces. Partimos de la base de que hay una situación conflictiva, ya sea una guerra o una pelea, pero olvidamos que esa guerra o pelea debe ser clave para el protagonista. No tiene por qué haberla motivado él, pero si es un tipo sin miedo a morir y sin un reto delante, ¿qué importancia tiene esa guerra para mí como espectador?

Así, este conflicto tiene que afectar mucho al protagonista. Y debe ponerle en jaque; no conseguir ser el mejor en el videojuego de marras es casi una muerte en vida. Por el motivo que sea; para ganarse una novia, para dejar atrás un pasado de derrotas, para demostrar a un amigo que él también es habilidoso.

¿Cómo medir si el conflicto es lo bastante fuerte?

¿Te gusta el fútbol? Yo soy culé y el sábado que viene da la casualidad que se juega el Madrid-Barça (te prometo que es cierto). Para mí, ese partido es CONFLICTO. Así, en mayúsculas. CON-FLIC-TO. La cara de idiota que se me quedará si perdemos, los comentarios de mis amigos merengues, el miedo al lunes en la oficina… Evitar todo eso hace valioso que mi equipo gane.

Si a tu protagonista le va la vida en lo que hace, entonces seguro que el conflicto cumple los mínimos. Pero si no es así, a tu protagonista se le ha de quedar la misma cara de tonto que se te queda cuando pierde tu equipo un partido importante.

Si no te gusta el fútbol… ¡No sé cómo explicártelo! No, es broma. Busca referencias personales graves en las que te juegas mucho; quizás en el trabajo, o retos deportivos. Pero recuerda que lo importante no es la felicidad sino la cara de tonto.

Si completar un maratón te hace feliz, pero no hacerlo no es traumático, ya no vale. Estamos en el mundo de la ficción, no en la vida real. ¡Por Dios, ni falta que hace!

En breve, publicaré el siguiente capítulo para que sigas el proceso de creación de tu propio guion.

La premisa

(NOTA: Si has aterrizado aquí buscando en google, te recomiendo que antes leas la introducción al capítulo que encontrarás aquí)

Tu primer ejercicio será contar tu historia en menos de 20 segundos. Como el amigo 2. La mayoría llaman a esta frase premisa. Su importancia, me parece que ha quedado claro con los ejemplos anteriores. Aun así, te daré algunos elementos clave.

Es muy importante que tu historia vaya a algún sitio, con una especie de leitmotif. Una guía que garantice que la gente comprenda qué estás tratando de contarles. Una película donde se pegan muchos tiros a zombies puede ser muy divertida. Pero si tú, como guionista no vas más allá la gente sólo habrá visto tiros. Eso sí, no les preguntes qué los provocaba, porque no sabrán explicarlo. Y eso acaba siendo aburrido.

En la primera historia sólo sé que el tipo mata a su mujer y luego a un montón de zombies. En cambio, en la segunda, gracias a la premisa, tengo a un protagonista con una motivación. Ésta condiciona todas las decisiones que tome en su camino.

El mismo hecho de haber optado por contar la historia de alguien que decide aislarse para proteger a los demás, acabará por condicionar todo lo que le suceda en la película.

Otro elemento importante es ¿qué información relevante me aclara el

primer argumento? ¿Y el segundo? Del primero sólo sé que hay muchos disparos. En cambio, el segundo nos da información de las tres partes más importantes de una historia; inicio, trama y desenlace. Hablaremos en detalle en el siguiente capítulo.

Sabemos que la historia arranca presentando a un excombatiente torturado. También la trama; abandonará a su gente para no hacerles sufrir. Y, por fin, un desenlace; descubrirá que lejos les provoca aún más dolor.

OK. Quizás aceptas que la primera historia es caótica. Pero la segunda te parece demasiado abierta. ¡Bien! Me gusta la gente respondona. Vamos a analizarlo.

Uno de los grandes problemas a la hora de poner en orden la cocción de ideas es la montaña de condimentos maravillosos que hemos acumulado para nuestra historia. No te voy a pedir que renuncies a ellos. Luego te explico cómo los recuperaremos. Pero, al principio nos van a estorbar.

Es probable que tu primer amigo haya quedado fascinado con la imagen mental que se ha recreado de la fastuosa colección de rifles, o de la secuencia en la que asesina a su mujer y al amante. Pero ello le ha hecho perder el sentido de la historia.

Pero, ¿Y el segundo? ¿Traumatizado por qué? ¿O por quién? ¿Desde cuándo? ¿Cuáles son las causas? ¿Quién es su gente? ¿A quién genera dolor? Y, ¿qué le hace descubrir que sienten más dolor apartados de él?

Tienes razón. Las opciones son múltiples. La historia puede ser la de un excombatiente que ha perdido un miembro en la batalla y esa minusvalía es la que le hace sufrir. ¿Y si el protagonista vio a sus compañeros hacer cosas innombrables y ahora se ha vuelto antisocial? Quizás era artificie- ro, un oficial sin escrúpulos, mató a un niño a sangre fría o tomó tanta droga que perdió el sentido lógico de las cosas. Ahora le arrastra la carga de la culpabilidad.

¿Y su gente? Podríamos hablar de unos padres preocupados por el futuro laboral de su hijo, o sólo de su salud mental. También podría ser una es- posa que, con su vuelta, tuvo que dejar a un amante. Sólo para recuperar a un personaje torturado, sólo una sombra de lo que fue.

Cualquiera de estas ideas puede ser buena. Pero no es el momento de tenerlas en cuenta. Piensa que son como las sirenas de Ulises. En su erotismo, nos despistan y nos hacen perder de vista lo más importante; ¿qué contamos?

Entiendo que pueda preocuparte que, si limitas tanto la explicación de la historia, sea difícil hacer una historia original. Diferente a la que haríamos el resto de los guionistas.

Piénsalo con tranquilidad. ¿Tú crees que si yo cojo tu premisa escribiría el mismo guion que tú?

La gracia es que nos garantiza que no perdemos el foco de la historia. La recuperación física de un herido de guerra puede ser muy interesante. Sin nuestra premisa, podríamos intentar explicar la recuperación médica con muchos detalles y, a la vez, la relación con su “gente”. Eso podría provocar que no contemos nada con profundidad y, por lo tanto, nada en concreto. La historia acaba siendo aburrida para los espectadores porque parece que no va a ninguna parte.

Por otro, el hecho de que tú y yo obtengamos resultados distintos no es algo negativo. Al revés. Quiere decir que le ponemos nuestro punto de vista. Es decir, la mirada del autor. Y evita que esa mirada sea errática. Nos permite ponerle un vestido a medida. El que nosotros queramos y sin miedo a perdernos con los flecos porque siempre podremos recurrir a nuestra premisa.

Volvamos a las ideas que hemos tenido en el metro y que no caben en la premisa. ¿Las desechamos? ¡Ni en broma! Nosotros, los guionistas, no cocemos. Enriquecemos. Y esas ideas maravillosas las has de guardar para cuando llegue su momento. Una pequeña libreta que siempre lleves encima es una buena solución. Fácil, ¿no?

¿Te he convencido de que vale la pena tener una premisa breve? Espero que sí. Si no, la práctica se ocupará de darme la razón.

¿Te atreves a seguir? Sigue aprendiendo cómo redactar la premisa.

La premisa, el corazón del relato

(NOTA: Si has aterrizado aquí buscando en google, recuerda que esto forma parte de un libro que he colgado en mi blog y que empieza aquí)

Dos historias

Después del viaje de metro, no sabes por qué, tu cabeza es un hervidero de ideas. Parecen fluir sin demasiado orden ni concierto. Y llegas a casa. Es el momento de dar algo de sentido a todo eso que te pasa por la cabe- za. Pero, ¿cómo?

Imagina que tienes dos amigos, cada uno con una idea. Tanto el uno como el otro, están convencidos de que te encantará escribir la suya. Después de invitarles a las preceptivas cervezas, empiezan a contarte.

AMIGO 1
Mi idea es genial, te encantará. Ya verás… Resulta que… Bueno, es la historia de un tío que coge el coche, un rifle y… Bueno, lo tiene en casa. El rifle, quiero decir. Tiene así como un cuarto donde las guarda… Porque tiene como una co- lección. El caso es que el tío, con su coche se va a un piso como muy viejo y se encuentra a una pareja en la cama. ¡Bang! Les pega un tiro. Y… Ya verás, es brutal. Bueno, es que ella era su mujer. Total, que cuando sale de la casa, el mundo ha cambiado porque, aunque él no lo sabía, estaba casado con una diosa del submundo. Así que, al matarla, arma un follón considerable. Y empiezan a salir todos los bichos y él va ahí ¡bang! ¡bang! Pegando tiros a todo bicho viviente. Y, claro, acaba yendo a buscar su colección de rifles y… La gente va a flipar. ¿Qué? ¿Qué me dices?

AMIGO 2
Un excombatiente de Iraq traumatizado decide apartarse de su gente para no hacerles daño, hasta que descubre que su marcha les genera más dolor aún.

¿Con qué historia te quedas? Quizás la primera idea, bien ejecutada, funcionaría muy bien. Al fin y al cabo, las historias de zombies tienen su público, y le es muy fiel. El problema no es ese, sino que tu primer amigo parece no tener claro qué quiere contar. En cambio el segundo tiene claro dónde va.

¿Te atreves a seguir? Descubre cómo se construye el esqueleto de una ficción.

Política

Dolorosa equidistancia

Desde que el soberanismo tomó relevancia pública en la famosa manifestación del 10J con el lema: “Som una  nació. Nosaltres decidim.”, las cosas han ido muy deprisa. El soberanismo ha crecido a la vez que el apoyo a la autodeterminación se ha mantenido estable en el 70-80%. Pero no podemos negar que una parte más o menos importante de los que están de acuerdo en que los catalanes tenemos derecho a la autodeterminación, y no son independentistas, no ve clara esta vía “unilateral”. Gente del mundo de la cultura de la órbita que siempre representó el PSC, parecían estupefactos y se han expresado poco. Ahora parecen estar saliendo todos de la cueva. Que Coixet o Serrat expresen en voz alta lo que piensan, es bueno.

¿No quieren la independencia? Me entristece, pero de eso se trata. Que lo expliquen. Que den sus razones. Que confronten sus ideas con los que defendemos el sí. No me molesta y no va a cambiar mi opinión sobre ellos. He visto muchas de las películas de Coixet y sigo escuchando los discos de Serrat. Y siempre he sabido lo que pensaban.

Lo que sí me duelen son las descalificaciones sin entrar en el fondo de la cuestión.  Dice Coixet que “es cuando [los independentistas] imponen sus aspiraciones, asumiendo que todos las compartimos, cuando empiezan los problemas”. Aclaremos una cosa; los independentistas no aspiramos a un referéndum. Queremos la indepedencia, como los unionistas seguir en el Reino de España. Junto con muchos no independentistas, defendemos un referéndum porque creemos que es la mejor manera de saber qué quiere la gente. En cambio, no hacer un referéndum sí impone una salida, que curiosamente coincide con la que ella prefiere: el no a la independencia.

Aún más grave es que diga que “[los no independentisas,] en el mejor de los casos, somos invisibles y se nos barre del ágora pública”. Ellos, los de la farándula, quizás se han expresado poco, pero sus tesis las han defendido muchos. En Catalunya se publican montones de diarios. Por ejemplo, El Mundo, ABC, La razón o El País, se publican desde Madrid. En ninguno de ellos publican de forma regular opinadores independentistas, salvo alguna excepción, como Joan B. Culla o Francesc Serés en El País. Además, los dos diarios catalanes más importantes en lectores están en contra; La Vanguardia y El Periódico. En ellos escriben, sobre todo, firmas que no desean la independencia. Carol, Pàmies, Costas, Foix, Jorba, Juliana, Puigverd, Montagut, Zarzalejos, Morán, Tapia, Évole, Fuentes, Sardà, Mejide, De España, Ollé, Palà, o Coll. Cuando abres cualquiera de estos dos diarios, es evidente la clara mayoría en contra.

¿Abrirlos? De hecho, muchas veces no hace falta. Las portadas de El Periódico y La Vanguardia son editorializantes y contrarias, ya no a la independencia, sino al referéndum. “Los comuns dan calabazas al 1-O“, “La purga de interior alarma a los Mossos“, “Los mossos, con la ley“, o cuando los dos diarios casi expulsaron de las portadas la filtración de la operación Catalunya. Hoy mismo, han utilizado la conmemoración de los 25 años de las olimpiadas para editorializar en contra ignorando, de pasada, que por primera vez, el presidente español comparece en la audiencia.

La crítica de “pensamiento único” acostumbra a referirse a TV3. Es chocante que, con un 10% de audiencia, sea la base de una supuesta idiotización de los catalanes. También que se acuse de sectario a su director y que, este, después fiche a una presentadora abiertamente contraria al proceso. Según ellos, en la televisión pública catalana, el no a la independencia no existe. ¿No? ¿Y qué dicen de esto tertulianos de TV3 como López Alegre, Mercader, Tomàs, Pardeiro, Boada, Sáenz-Diez, Moreno… ¿Y RAC1? ¡Oh! RAC1… Carol, Sardà, López Alegre, Galdón, López-Fonta, Bertomeu, Mármol…

¿Será entonces que silencian a la propia Isabel? Google también lo desmiente. En una búsqueda rápida, podemos ver que Coixet ha aparecido a menudo en los medios catalanes estos últimos años. En TV3, promocionó “Normal” (2016), fue entrevistada en Els matins también (2105), en el 33, Tria33 (2015)Bestiari Il·lustrat (2013), 33 recomana (2016), en Catalunya Ràdio, el los matins (2016)La Finestra (2015), o en RAC1 en 2016. Es una búsqueda nada exhaustiva, de un solo click.

En cambio, Coixet no se queja de los medios de Madrid. No se queja de que, en el diario donde ha escrito uno y dos artículos en contra de la independencia, apenas haya firmas que la defiendan. En los medios de Madrid, da igual si son televisiones, radios o diarios, públicos o privados. El desequilibrio es tan apabullante que cuesta entender la queja de Coixet.

Continua con algo peor. Asegura que no es una fascista. La pregunta es: ¿quién la ha llamado así? ¿Y desde qué tribuna? He buscado en google. En ninguna de las 10 primeras páginas hay ningún artículo calificándola así. No he seguido. Alguien más fino podría decirme que en realidad la idea de fascista se asocia a la de “unionista” y no a Coixet en concreto. También he buscado en google. Que reunan los dos conceptos y que sea un artículo que pueda ser considerado catalanista, sólo he encontrado lo siguiente: un artículo de La Vanguardia donde habla del ataque de fascistas el 11 de septiembre de 2013 en Madrid, un blog con un artículo de trinitro en el que apela a los fascistas pero, en ningún caso equipara unionismo a fascismo, y un artículo en un blog personal con apenas 600 visitas que, aunque no equipara fascismo con unionismo, sí acusa de complicidad al gobierno español con el fascismo. Un artículo entre 100 y en un blog personal… Y, en todo caso, la comparación que hace no es muy distinta a la que hace la propia directora cuando afirma que “no ser indepedentista no es ser fascista, ni de Ciudadanos, ni del PP”, donde pone todo un poco en el mismo saco.

Aquí es donde twitter se convierte en el comodín estrella de quién quiere justificar que ha sido acosado e insultado. Da igual si estos insultos se producen después de que ellos hayan proferido insultos brutales o insinuaciones como las que Coixet dice padecer y, esta vez sí, con tribunas poderosas. Por eso, su artículo no es naif. Es injusto.

Los ataques de nazismo, totalitarismo, bolivarianismo, estalinismo, complicidad de ETA, son tan constantes, tan repetitivos, desde tantas tribunas, desde tantas firmas, desde tantos lugares, que me da una punzada en la tripa cuando gente a la que respeto, como Coixet, Serrat, o Évole lo ignoran o, con suerte, me ponen a la misma altura. Y no, estos ataques no vienen de perfiles de otros tuiteros hiperventilados, que los hay en todas las casas. No. Son directores de diario, son ministros, son empresarios, son personas con responsabilidades civiles

Si no es verdad que les silencien en los medios con línea editorial catalanista, ni tampoco sufren ataques de personas relevantes, ¿por qué, en vez de protegerme o, por lo menos, solidarizarse, me acusan de lo que hacen, no ellos, pero sí los que defienden lo que ellos quieren?

La respuesta es tan sencilla como trágica. No soportan la idea de no ser hegemónicos, de no controlar el relato. No soportan que los medios que sostienen su discurso no tengan ninguna capacidad de influir. Se les antoja increíble que mucha gente no compre sus tesis. Y el comodín del twitter es muy suculento…

Sí, twitter se ha agriado. Para todos. Y es una pena. El soberanismo no es tan generoso como lo era. Hay que estar ciego para no verlo. Está más crispado y no me gusta. Se acercan los momentos más duros y hay que volver a abrir los brazos.

Pero no es eso lo que dicen criticar. Se mantienen en una equidistancia que les otorga un plus de legitimidad. Se introducen con una crítica suave a los del “no” para luego arremeter con dureza a los del “sí”. Equiparan el insulto de un tuitero con el de un ministro. Sin tener en cuenta los resortes de poder de las partes, ni el contexto. Ignorando cómo hemos llegado aquí. El por qué. Las manifestaciones masivas y cívicas. Los discursos de sus líderes, con predisposición a la acogida, apartándose de lo étnico y con mirada europeísta.

Es una equidistancia que me duele. Porque es falsa. Porque no es equidistante.

Política

Falacias sobre la independencia: Por etnicismo

Los medios desde Madrid tratan de vender la imagen de que este es un proyecto étnico. Como si los Puig, los Benseny o los Fuster, quisieran acabar con los García, los López o los González. Hay que conocer muy poco Catalunya para creer algo así.

Recuerdo cuando Carod-Rovira era el líder de ERC como los medios insistían en que el político quería esconder que su padre era aragonés y, encima, guardia civil. La realidad es que, antes de la campaña de desprestigio, ya sabíamos que era así porque lo había explicado muchas veces… ¡él!

Ejemplos como el de Carod hay a patadas. Ha habido una obsesión en buscar orígenes no catalanes en gente que ha defendido la independencia como si eso fuera una contradicción. Lo que sucede es que los independentistas hemos hecho bandera de no ser pura sangre catalanes.

Raül Romeva, el candidato de Junts pel Sí, nació en Madrid. Antonio Baños, el candidato de la CUP no tiene un apellido catalán. El ya ex número uno de la CUP en el parlamento es David Fernández y ya ha explicado varias veces que su madre no es catalana.

El lugar donde se probó la inmersión lingüística fue en Santa Coloma, animado por unos padres llegados del resto de España. Los líderes de Súmate hacen bandera de sentirse españoles y, a la vez, luchar por la independencia.

El hecho de que muchos que somos nietos o hijos de gente nacida fuera de Catalunya es, en realidad, un motivo de orgullo. Alguna cosa habremos hecho bien en esta tierra si tantos recién llegados se abren a empujar un proyecto de este tipo.

Lo curioso es que son entidades españolistas las que han hecho campaña por los apellidos. También son ellos los únicos que hacen un uso constante de la palabra insultante “charnego”. No hablo de twitter, donde todos sabemos que hay de todo en todas las casas y donde todos hemos perdido más de una vez los nervios. Hablo de tribunas importantes.

También es curioso que les preocupe tanto que algunas entidades de inmigrantes muestren su apoyo al proceso. Por lo que a mi respecta, cada vez que el 9N vi entrar a un inmigrante en el colegio electoral, lo viví como un triunfo.

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