“Un semáforo rojo, un estruendo y todo se apaga”.
Así comienza mi novela “Madreperla”, un thriller político, que es uno de mis subgéneros favoritos y que, aunque estos últimos años hemos podido disfrutar de algunas ficciones maravillosas, se ha explorado menos de lo que se merece.
Ya la primera frase introduce al lector en la trama a través de un accidente de causas desconocidas. Laura, la protagonista, se verá interpelada porque la víctima, Manu, es periodista y la expareja más importante de su juventud. No tendrá más remedio que abandonar su vida tranquila para aclarar las causas que llevaron a Manu a su final fatal. Además de una compleja red de intereses, no podrá evitar preguntarse por los sueños abandonados, las razones por las que se apartó y si estos son compatibles con su vida actual.
Otros dos personajes protagonizan las principales subtramas; Julio es un ambicioso e ilustrado político que aspira a todo para reparar el fracaso de su padre que, postrado en una cama como un vegetal durante años, había luchado por lo mismo. Finalmente, Sergio creó una startup en el sector biomédico que acaba en fracaso, pero recibe una misteriosa oportunidad que lo salvaría de la quiebra y, de pasada, de perder a su hijo.
Me he tomado con calma su escritura, dejándola solo para cuando de verdad me apetecía y, tras muchas relecturas y ajustes, estoy orgulloso del resultado final. Incluso las decisiones pequeñas han sido emocionantes. Me encantaría compartir una relevante para que se entienda a qué me refiero. Cuando me decidía por un subtítulo, opté por “lo que el poder esconde” porque, ciertamente, es de lo que va la historia. Sin embargo, durante tiempo, estuve decidido a formular una pregunta que los tres personajes se hacen en diferentes momentos de sus tramas. ¿Cuál es el precio de la honestidad? No es que sea una cuestión muy explícita, pero es fundamental en el desarrollo de las pericias de cada uno de ellos, y me seduce ese nivel de sutilidad.
Las intrigas, los claroscuros y las persecuciones al límite son los ingredientes fundamentales con los que he trabajado. No he dejado de lado las relaciones amorosas ni, por supuesto, las familiares y las toneladas de contradicciones con las que vivimos el día a día. Pero, sobre todo, espero que a los lectores los acompañe durante muchas páginas una pregunta: ¿Qué demonios es Madreperla?