Alberto Lacasa

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Política

Dolorosa equidistancia

Desde que el soberanismo tomó relevancia pública en la famosa manifestación del 10J con el lema: “Som una  nació. Nosaltres decidim.”, las cosas han ido muy deprisa. El soberanismo ha crecido a la vez que el apoyo a la autodeterminación se ha mantenido estable en el 70-80%. Pero no podemos negar que una parte más o menos importante de los que están de acuerdo en que los catalanes tenemos derecho a la autodeterminación, y no son independentistas, no ve clara esta vía “unilateral”. Gente del mundo de la cultura de la órbita que siempre representó el PSC, parecían estupefactos y se han expresado poco. Ahora parecen estar saliendo todos de la cueva. Que Coixet o Serrat expresen en voz alta lo que piensan, es bueno.

¿No quieren la independencia? Me entristece, pero de eso se trata. Que lo expliquen. Que den sus razones. Que confronten sus ideas con los que defendemos el sí. No me molesta y no va a cambiar mi opinión sobre ellos. He visto muchas de las películas de Coixet y sigo escuchando los discos de Serrat. Y siempre he sabido lo que pensaban.

Lo que sí me duelen son las descalificaciones sin entrar en el fondo de la cuestión.  Dice Coixet que “es cuando [los independentistas] imponen sus aspiraciones, asumiendo que todos las compartimos, cuando empiezan los problemas”. Aclaremos una cosa; los independentistas no aspiramos a un referéndum. Queremos la indepedencia, como los unionistas seguir en el Reino de España. Junto con muchos no independentistas, defendemos un referéndum porque creemos que es la mejor manera de saber qué quiere la gente. En cambio, no hacer un referéndum sí impone una salida, que curiosamente coincide con la que ella prefiere: el no a la independencia.

Aún más grave es que diga que “[los no independentisas,] en el mejor de los casos, somos invisibles y se nos barre del ágora pública”. Ellos, los de la farándula, quizás se han expresado poco, pero sus tesis las han defendido muchos. En Catalunya se publican montones de diarios. Por ejemplo, El Mundo, ABC, La razón o El País, se publican desde Madrid. En ninguno de ellos publican de forma regular opinadores independentistas, salvo alguna excepción, como Joan B. Culla o Francesc Serés en El País. Además, los dos diarios catalanes más importantes en lectores están en contra; La Vanguardia y El Periódico. En ellos escriben, sobre todo, firmas que no desean la independencia. Carol, Pàmies, Costas, Foix, Jorba, Juliana, Puigverd, Montagut, Zarzalejos, Morán, Tapia, Évole, Fuentes, Sardà, Mejide, De España, Ollé, Palà, o Coll. Cuando abres cualquiera de estos dos diarios, es evidente la clara mayoría en contra.

¿Abrirlos? De hecho, muchas veces no hace falta. Las portadas de El Periódico y La Vanguardia son editorializantes y contrarias, ya no a la independencia, sino al referéndum. “Los comuns dan calabazas al 1-O“, “La purga de interior alarma a los Mossos“, “Los mossos, con la ley“, o cuando los dos diarios casi expulsaron de las portadas la filtración de la operación Catalunya. Hoy mismo, han utilizado la conmemoración de los 25 años de las olimpiadas para editorializar en contra ignorando, de pasada, que por primera vez, el presidente español comparece en la audiencia.

La crítica de “pensamiento único” acostumbra a referirse a TV3. Es chocante que, con un 10% de audiencia, sea la base de una supuesta idiotización de los catalanes. También que se acuse de sectario a su director y que, este, después fiche a una presentadora abiertamente contraria al proceso. Según ellos, en la televisión pública catalana, el no a la independencia no existe. ¿No? ¿Y qué dicen de esto tertulianos de TV3 como López Alegre, Mercader, Tomàs, Pardeiro, Boada, Sáenz-Diez, Moreno… ¿Y RAC1? ¡Oh! RAC1… Carol, Sardà, López Alegre, Galdón, López-Fonta, Bertomeu, Mármol…

¿Será entonces que silencian a la propia Isabel? Google también lo desmiente. En una búsqueda rápida, podemos ver que Coixet ha aparecido a menudo en los medios catalanes estos últimos años. En TV3, promocionó “Normal” (2016), fue entrevistada en Els matins también (2105), en el 33, Tria33 (2015)Bestiari Il·lustrat (2013), 33 recomana (2016), en Catalunya Ràdio, el los matins (2016)La Finestra (2015), o en RAC1 en 2016. Es una búsqueda nada exhaustiva, de un solo click.

En cambio, Coixet no se queja de los medios de Madrid. No se queja de que, en el diario donde ha escrito uno y dos artículos en contra de la independencia, apenas haya firmas que la defiendan. En los medios de Madrid, da igual si son televisiones, radios o diarios, públicos o privados. El desequilibrio es tan apabullante que cuesta entender la queja de Coixet.

Continua con algo peor. Asegura que no es una fascista. La pregunta es: ¿quién la ha llamado así? ¿Y desde qué tribuna? He buscado en google. En ninguna de las 10 primeras páginas hay ningún artículo calificándola así. No he seguido. Alguien más fino podría decirme que en realidad la idea de fascista se asocia a la de “unionista” y no a Coixet en concreto. También he buscado en google. Que reunan los dos conceptos y que sea un artículo que pueda ser considerado catalanista, sólo he encontrado lo siguiente: un artículo de La Vanguardia donde habla del ataque de fascistas el 11 de septiembre de 2013 en Madrid, un blog con un artículo de trinitro en el que apela a los fascistas pero, en ningún caso equipara unionismo a fascismo, y un artículo en un blog personal con apenas 600 visitas que, aunque no equipara fascismo con unionismo, sí acusa de complicidad al gobierno español con el fascismo. Un artículo entre 100 y en un blog personal… Y, en todo caso, la comparación que hace no es muy distinta a la que hace la propia directora cuando afirma que “no ser indepedentista no es ser fascista, ni de Ciudadanos, ni del PP”, donde pone todo un poco en el mismo saco.

Aquí es donde twitter se convierte en el comodín estrella de quién quiere justificar que ha sido acosado e insultado. Da igual si estos insultos se producen después de que ellos hayan proferido insultos brutales o insinuaciones como las que Coixet dice padecer y, esta vez sí, con tribunas poderosas. Por eso, su artículo no es naif. Es injusto.

Los ataques de nazismo, totalitarismo, bolivarianismo, estalinismo, complicidad de ETA, son tan constantes, tan repetitivos, desde tantas tribunas, desde tantas firmas, desde tantos lugares, que me da una punzada en la tripa cuando gente a la que respeto, como Coixet, Serrat, o Évole lo ignoran o, con suerte, me ponen a la misma altura. Y no, estos ataques no vienen de perfiles de otros tuiteros hiperventilados, que los hay en todas las casas. No. Son directores de diario, son ministros, son empresarios, son personas con responsabilidades civiles

Si no es verdad que les silencien en los medios con línea editorial catalanista, ni tampoco sufren ataques de personas relevantes, ¿por qué, en vez de protegerme o, por lo menos, solidarizarse, me acusan de lo que hacen, no ellos, pero sí los que defienden lo que ellos quieren?

La respuesta es tan sencilla como trágica. No soportan la idea de no ser hegemónicos, de no controlar el relato. No soportan que los medios que sostienen su discurso no tengan ninguna capacidad de influir. Se les antoja increíble que mucha gente no compre sus tesis. Y el comodín del twitter es muy suculento…

Sí, twitter se ha agriado. Para todos. Y es una pena. El soberanismo no es tan generoso como lo era. Hay que estar ciego para no verlo. Está más crispado y no me gusta. Se acercan los momentos más duros y hay que volver a abrir los brazos.

Pero no es eso lo que dicen criticar. Se mantienen en una equidistancia que les otorga un plus de legitimidad. Se introducen con una crítica suave a los del “no” para luego arremeter con dureza a los del “sí”. Equiparan el insulto de un tuitero con el de un ministro. Sin tener en cuenta los resortes de poder de las partes, ni el contexto. Ignorando cómo hemos llegado aquí. El por qué. Las manifestaciones masivas y cívicas. Los discursos de sus líderes, con predisposición a la acogida, apartándose de lo étnico y con mirada europeísta.

Es una equidistancia que me duele. Porque es falsa. Porque no es equidistante.