POLICÍA
¿Dios mío, qué le ha pasado a su nariz?
JACK NOCHOLSON
Me corté afeitándome.
POLICÍA
Debe de dolerle mucho…
JACK NICHOLSON
Sólo cuando respiro.
La base de mi cultura profesional es audiovisual y las películas son, para mi, una pasión incontenible.
POLICÍA
¿Dios mío, qué le ha pasado a su nariz?
JACK NOCHOLSON
Me corté afeitándome.
POLICÍA
Debe de dolerle mucho…
JACK NICHOLSON
Sólo cuando respiro.
Valentí Sanjuan, uno de los fundadores de cine.cat, redactor del programa de cine de Àlex Gorina La finestra indiscreta y conductor del Vist i no vist de Catalunya radio, lleva un tiempo diciéndonos por twitter que ha coescrito un documental y que ahora mismo lo están presentando en Sundance. Acabo de ver el trailer y estoy encantado con lo que nos han dejado ver.
Ya hice un post en el que hablé, entre otras cosas, de cómo el documental estaba cogiendo una fuerza enorme en la producción de nuestro país y, sobre todo, en Barcelona. Algún día me gustaría hacer un post especial sobre algunos que me han gustado mucho.
Mientras tanto, os presento el trailer del que hablaba Valentí, Broadway showcase. Lo dirige Albert Uria, que ha realizado algunos anuncios muy conocidos (como los de IKEA) además de 6 cortometrajes. Entre ellos, codirigió Smoke city que ganó diversos premios y fue nominado a los Goya.
El guión es de los dos y retrata la historia de unos aspirantes a entrar en el circuito neoyorquino de Broadway. Para ello, se presentan a su primera audición profesional; el showcase, donde se juegan buena parte de sus oportunidades.
Tiene una pinta increíble. En estos pocos segundos he sentido muy reflejado el estado de ansiedad de los aspirantes a actores profesionales cuando he estado en el lado de la mesa que seleccionaba. Y eso que yo no iba a darles nada parecido a una oportunidad de Broadway.
Showcase trailer from NY Showcase on Vimeo.
No siempre es fácil explicar a qué nos referimos con las convenciones de género. En realidad, es una cosa muy simple. Es una fórmula de la industria para que, antes de que vayamos al cine, ya sepamos de qué tipo de película se trata; acción, aventuras, comedia romántica… Nos avanza si se ajusta a nuestros gustos. Pero, ¿cómo podemos anticipar si nos gusta o no?
Cuando vamos a ver una película de acción esperamos muchos tiros, alguna persecución, situaciones en las que el protagonista está a punto de morir, alguna personaje próximo al protagonista que lo traiciona… ¿Qué pasa si pagas la entrada para ver una película de acción y no pasa nada de esto? Probablemente saldrás de allí con la sensación de que te han estafado. A estas cosas que «esperamos» que aparezcan en el film en función del género es lo que llamamos convención de género.
Uno de los más recurridos (en televisión) es el de las risas enlatadas. Casi todas las sitcoms las tienen. Friends, Cómo conocí a vuestra madre o Los informáticos (IT Crow) no serían las mismas si les elimináramos las risas.
Con todo ello, aquí vienen dos experimentos geniales de desubicar las risas rompiendo la convención. ¿Qué pasará si a una serie como The Big Bang Theory le eliminas las risas o a una película de terror como El resplandor se las incluyes?
La convención es tan fuerte y condiciona tanto que, por si sola, cambia casi por completo el tono de lo que se está viendo. Hay, eso sí, que decir una cosa; este vídeo tiene una pequeña «trampa». Las comedias nos hacen gracia porque es tan dramático lo que vemos que resulta patético. Y el terror se basa en sustos pero acaba llevándonos a una situación absolutamente traumática. En cierto modo, casi se tocan. Si seleccionamos bien la escena (como en este caso), con otro contexto, acabamos en el género opuesto.
Por cierto, os recuerdo que ya colgué un experimento parecido a este, donde El resplandor se convertía en una comedia romántica.
P.D.: Creo que vi los enlaces de alguien que los colgó en facebook y siento no recordar quién fue.
P.D.P.D.: Por cierto, merece mucho la pena leer este post del guionista hastiado, donde explica la historia de las risas enlatadas. ¿Sabes cómo aparecieron? Fue en los años 30 en un programa de radio. Él lo cuenta.
Me levanto esta mañana y recibo (sin demasiada sorpresa) que Avatar ha arrasado esta noche en los Globos de oro. Entre otros, la película se ha llevado el premio a la mejor película dramática y mejor director.
Que Avatar tenía vocación de ganar muchos premios (y probablemente se llevará muchos Oscars), no es un secreto.Las películas no se estrenan cuando lo hacen de forma improvisada. El hecho que avatar haya saltado a la palestra en diciembre, en fechas muy próximas a los dos premios más importantes del año, demuestra de forma casi explícita la voluntad de atracarse a premios.
Tampoco es nada nuevo que la industria (entendida en sentido amplio) haya apoyado subproductos que, por un motivo o por otro eran estratégicos. Y lo han hecho sin pensar en las posibles repercusiones negativas que esto pudiera tener para los premios.
Casi diría que hacen bien, pero sólo desde el punto de vista de negocio (que ya entiendo que es el prioritario). El público al que van dirigidas estas entregas tiende, no sólo a apoyar los resultados sino a apoyarse en ellos para basar sus opiniones y sus decisiones de compra de entradas.
Todo ello, por eso, no evita que debiera dar verguenza a más de uno que la industria se permita premiar este despropósito disfranzándolo de obra creativa y sobresaliente.
Quizás deba aceptar que para seleccionar a la mejor película hay que analizar valores más allá del guión. Quizás la realización, desde el punto de vista visual, desde el punto de vista coreográfico o desde la creación de un teórico mundo que sólo estaba en la imaginación de Cameron tiene un valor. Pero discrepo.
El guión es una condición sine qua non para que una obra cinematográfica pueda ser considerada aceptable. Es cierto que hay más elementos, algunos muy importantes. Incluso tanto como el guión. Pero eso no convierte al guión en algo prescindible.
Y tampoco nos equivoquemos. ¿De verdad es tan imaginativo el mundo creado por Cameron? ¿Pintar de azul a 4 (o 400) indígenas americanos es tener una gran imaginación? ¿Esa especie de conexión vía coleta-Ethernet con el planeta al estilo New Age es algo nuevo y sorprendente? Yo tengo serias dudas.
Supongo que muchos leerán en este post un ataque al cine comercial, pero eso tampoco es certero 100%. Yo reconozco que los productos pensados para venderse en volumen tienden a interesarme poco o nada. No soy target, pero me parece perfecto que se produzcan. Eso sí, que no me vendan gato por liebre.
Avatar competía con otras 4 películas; Malditos bastardos, En tierra hostil, Up in the air, y Precious. He visto las 3 primeras, todas ellas productos claramente comerciales y cualquiera de ellas infinitamente mejores que la premiada. Y las referencias que tengo de Precious también son buenas.
Cuando Cameron arrasó con Titanic yo dije que igual era algo desmesurado pero la película estaba muy bien hecha. Creo que la valoración de estas cosas no hay que hacerla tanto en base a gustos personales muy establecidos sino a criterios algo más abiertos y objetivos.
El año que viene tengo leído que se estrenarán 50 pelis en 3D y eso hay que rentabilizarlo como sea. ¿El precio? Permitirnos el lujo de dejar en la cuneta el trabajo brillante de otras personas. Quizás no es tan importante. Pero el día que se comete la atrocidad necesito criticarlo. Mañana será otro día.
Joe E. Brown interpreta a un hombre enamorado de Jack Lemmon, que se pasa toda la película disfrazado de mujer, así que el primero cree que es una mujer.
JOE E. BROWN
Hablé con mamá. Estaba tan contenta que hasta lloró. Quiere que lleves su vestido de novia. Es de encaje blanco.
JACK LEMMON
Osgood, no puedo casarme con el vestido de tu mamá. Seguro que ella y yo …no tenemos el mismo tipo.
JOE E. BROWN
Podemos arreglarlo.
JACK LEMMON
Oh, no hace falta. Osgood, he de ser sincera contigo. Tú y yo no podemos casarnos.
JOE E. BROWN
¿Por qué no?
JACK LEMMON
Pues, primero porque no soy rubia natural.
JOE E. BROWN
No me importa.
JACK LEMMON
Y fumo. ¡Fumo muchísimo!
JOE E. BROWN
Me es igual.
JACK LEMMON
¡Tengo un horrible pasado!. Desde hace tres años estoy viviendo con un saxofonista.
JOE E. BROWN
Te lo perdono.
JACK LEMMON
Nunca podré tener hijos.
JOE E. BROWN
Los adoptaremos.
JACK LEMMON
No me comprendes, Osgood. (Se quita la peluca). Soy un hombre.
JOE E. BROWN
Bueno, nadie es perfecto.
¡Por cierto! Si te interesan los guiones, puedes leer la guía sobre cómo escribir un guión paso a paso.
Estos días he estado leyendo un libro titulado Cómo escribir diálogos para cine y televisión de Francisco Rodríguez de Fonseca, profesor del master de escritura de cine y televisión de la Universidad de Barcelona.
El libro se compone de 4 partes; el diálogo, la imagen, la imagen+el diálogo, y escribir diálogos. El texto parte de la premisa de que hay muy pocas referencias (por no decir ninguna) bibliográficas de donde sacar información para tomar las bases necesarias para escribir un buen diálogo.
Con el diálogo se produce un fenómeno curioso. A pesar de que la gente cree que escribir un guión es justamente dialogar, si habláis con cualquier guionista os dirá que estos no deberían ser necesarios para entender la historia. Pero el hecho cierto es que, son pocos los que saben como afrontarlos.
Es verdad que el diálogo debe evitarse siempre que se pueda o convertirse en una comparsa que entre en conflicto con lo de verdad importante; la imagen. Lo llamativo es que una vez asumes esta premisa, pensar en imágenes es relativamente sencillo y el diálogo se torna algo muy complicado. Dicho con otras palabras, lo que en teoría es menos importante, es lo más difícil.
Y en ello redunda lo difícil que es encontrar información sobre el tema. Este libro intenta dar algunas pistas de por dónde debería encararse tamaña empresa. Y, desde mi punto de vista, es un libro muy interesante pero no ayuda demasiado a resolver la duda. Probablemente no es culpa del libro, sino que hay poco a decir.
La primera parte del libro se dedica a analizar la evolución del diálogo a lo largo de la historia. Desde Grecia hasta nuestros días y los elementos que han sido claves en cada una de esas largas etapas. También hace un análisis concienzudo de la importancia del sonido en el cine y cómo este liberó a las imágenes de ciertas tareas menos importantes.
Pero cuando llegas a la parte en la que el autor da las claves sobre cómo escribir, uno no tiene la sensación de que vaya a serle muy útil. Al final da toda una serie de consideraciones a tener en cuenta (en esencia; características del personaje, entorno y circunstancias condicionantes) que son de perogrullo.
¿Significa eso que su lectura no sirva para nada? Ni mucho menos. Yo a este respecto he llegado a 2 conclusiones a lo largo de los años;
1º (y muy obvio)/ A dialogar se aprende dialogando. Ningún libro te va a dar recetas porque no existen (excepto alguna regla muy vaga que aparecen en este libro). A base de escribir diálogos infumables que, una vez grabados no van ni con ruedas, vas cogiendo práctica. Con el tiempo, verás que cada vez cometes men0s errores.
2º/ Leer estos libros, o eres especialmente brillante, o vienen de perlas. Con uno no haces nada, pero la acumulación de algunos conceptos teóricos acaba por destilarse en tus textos. He leído ya bastantes cosas (sobre todo Syd Field y Linda Seger) y, cuando los leo, tengo una desalentadora sensación de pérdida de tiempo. Pero a veces me descubro pensando en algunos de los conceptos que manejan cuando estoy escribiendo. No sabes muy bien por qué, algunas de sus ideas acaban por servite. Y, desde este punto de vista, este es uno de los más interesantes que he leído. He aprendido muchísimas cosas que, estoy seguro, sin darme cuenta les daré sentido con el paso del tiempo.
En resumen, si lo que buscáis son soluciones mágicas olvidaos de este y de cualquier otro libro. En ese sentido, no responde al título ni a las expectativas que genera. Pero es una de las lecturas más edificantes y «prácticas» que, sobre cine, han caído en mis manos.
¡Por cierto! Recuerda que puedes leer mi guía sobre cómo escribir guiones en esta misma página web.
BENJAMIN
¡Oh, Dios mío! ¡Oh, no! ¡Señora Robinson, no!
SRA. ROBINSON
¿Qué pasa?
BENJAMIN
Es que… Esto no me lo esperaba…
SRA. ROBINSON
¿El qué?
BENJAMIN
No creerá usted que voy a hacer una cosa así.
SRA. ROBINSON
¿Cómo qué?
BENJAMIN
¿Qué cree?
SRA. ROBINSON
No sé…
BENJAMIN
Señora Robinson, estamos en su casa, me pone una bebida en la mano, pone música, me cuenta cosas sobre su vida, y ahora va y me dice que su marido estará varias horas fuera de casa…
SRA. ROBINSON
¿Y?
BENJAMIN
Señora Robinson, no estará intentando seducirme, ¿verdad?
Es un hecho. Incluso yo que me he significado por decir que Avatar es lamentable, he dejado claro que es imprescindible pasar por la sala 3D más cercana de casa para verla. No creo que nadie dude que su más que posible valor histórico.
Pero en paralelo a ello, en la crítica que hice, propuse un experimento mental. Imaginemos esta misma película dentro de 15 años, cuando el 3D ya no sea una novedad, cuando forme parte, incluso, de nuestra cotidianidad doméstica. Qué valor tendrá entonces el mismo metraje. ¿Mi opinión? Nulo.
Aquí la cuestión que se dirime es si el uso de la técnica y la espectacularidad tiene valor intrínseco o no. Y la respuesta para mi es obvia, no. Al menos no en un largometraje. Yo estoy dispuesto a aceptar que un ejercicio de estilo, un cortometraje, puede sustentarse sólo sobre una gran técnica. Pero un largometraje debe apoyarse sobre patas más sólidas.
Ya Aristóteles, hace casi 2500 años, hizo una clasificación de los elementos del drama; argumento, personajes, pensamiento, elocución, música y espectáculo. Y, de hecho, los ordenó en importancia tal y como yo los he escrito. La espectacularidad en si misma es el menos importantes de los elementos narrativos.
¿Qué llevaba al filósofo griego a opinar eso? Básicamente, le parecía facilón. Para un actor, es mucho más fácil hacer un personaje histriónico que uno contenido, para un guionista es más fácil unos diálogos de una gran violencia que una conversación donde el conflicto queda velado… Y eso podría extenderse a casi todos los aspectos de la ejecución de un film.
¿Y qué pasa si lo que a ti te emociona son los FX? ¿Acaso entonces no te gusta el cine o ver películas? Pues no. Aquí cada uno es libre de ver lo que le apetezca. No estoy metiéndome con los gustos de nadie ni estoy obligando a nadie a que deje de gustarle algo que le encanta. Pero lo que sí ha de saber es que lo que le gusta es lo que es fácil de hacer.
Que nadie se equivoque. Hacer buenos efectos especiales o la historia 3D más increíble de la historia es sólo cuestión de dinero. Dependen del Mac más potente del mundo y de un montón de gente trabajando en paralelo quemando montañas ingentes de dinero. ¡Ah! ¡Y lo más importante! Un departamento de marketing, este sí dotado de gran talento.
Ahora, un buen guión, un desarrollo narrativo al ritmo adecuado, unos diálogos ingeniosos, el plano adecuado, una interpretación ajustada a las necesidades de la narración dependen del talento, del esfuerzo y del cariño que se le pone a lo explicado. También hay marketing en eso (que nos convence de las interpretaciones del año), pero cuesta más esconder las carencias.
Por ese motivo me trae a la fresca si los personajes del Avatar están digitalizados, son maquillaje y tardaban 12 horas en ponerlo o los han ido a buscar al Pandora real. Si en los 15 años que Cameron se ha pegado para hacer la película no ha sido capaz de escribir una historia mejor, los personajes no son más que una caricatura bonita que me distrae los primeros 30 segundos.
Desde mi punto de vista, es una pena que no aparezcan nuevos realizadores que utilicen la maestría tecnológica con unas historias apasionantes como hicieron en sus inicios Spielberg o George Lucas. Aquellas han envejecido como lo han hecho, convertidas en clásicos y capaces de entretener a niños 30 años después. Ya veremos qué pasa con la oleada de 3D y croma que se nos avecina…
No deja de sorprender que algo que ya los griegos fueron capaces de ver, nosotros no podemos evitar caer en la trampa. Quizás forma parte de la esencia humana disfrutar con los últimos avances de la humanidad. Pero una cosa deben saber las majors. No es la primera vez que una nueva tecnología ha fascinado a la masa. Pero, eso sí, tarde o temprano, la misma masa que quedó fascinada, ha acabado reclamando buenos guiones. Las historias han tenido que volveral rescate. Y algo me dice que esto volverá a pasar. Y pronto.
Argumento. Un grupo de presos preligrosos se revelan contra el orden establecido a la vez que un funcionario novato deberá hacerse pasar por uno de ellos para sobrevivir.
Breve crítica. La película tiene momentos en los que hace aguas, pero también tiene alguna secuencia que brilla (en especial porque prescinde del tópico de la banda sonora). Tosar está increíble, casi mejor que siempre, cosa realmente difícil. Algunos de los presos son muy creíbles (otros menos por lo exagerado). Aún así, creo que se explora la parte menos interesante de la historia (me atrae mucho más lo que pasa fuera de la prisión a nivel jerárquico y, sobre todo, político).
Género. Acción.
Director. Daniel Monzón.
Guión. Daniel Monzón, Jorge Guerricaechevarría.
Actores/Actrices. Luis Tosar, Alberto Ammann, Antonio Resines, Carlos Bardem, Marta Etura, Vicente Romero, Manuel Morón, Manolo Solo, Fernando Soto, Luis Zahera, Félix Cubero, Joxean Bengoetxea, Jesús Carroza.
Título original. La celda 211.
Año de estreno. 2009.
País. España.
Donde viven los monstruos es la historia de Max, un niño muy travieso que se siente incomprendido y escapa de casa tras una terrible discusión en busca de la tierra de las cosas salvajes. Allí encontrará a una especie de osos de peluche gigantes que le aceptan a cambio de que les haga felices.
Spike Jonze, el director, puso cardíaco a más de un ejecutivo de la Warner con su primer montaje y parece ser que el realizador de Cómo ser John Malkovich y Adaptation tuvo que rehacer parte de algunas secuencias. Supongo que, cuando aceptaron el proyecto, no entendieron que su mayor valor es, precisamente, su particular punto de vista.
Jonze decide tratarnos como personas adultas, sin condescendencia. Sin servirnos un puré donde los sentidos son unívocos. Lo hace con los niños, a los que considera seres racionales (algo no muy común en nuestra sociedad). Pero también lo hace con nosotros. Algo, dicho sea de paso, demasiado infrecuente.
Y para ello nos presenta a un protagonista complejo, cargado de contradicciones. Incapaz de entender el mundo que le rodea y con una imaginación portentosa que usa cual escondite donde albergarse cuando las cosas en el mundo real se ponen feas.
Un grave conflicto, apenas insinuado cuando descubre a su madre con Mark Ruffalo (al que ya casi podríamos considerar del clan, junto con Michel Gondry y Charlie Kaufman). Jonze podría haberse extendido, podría haber mostrado a un niño llorón o con cara de pena mirando a través de los barrotes de una escalera (en una ya tópica metáfora de la prisión en la que se supone que está el niño). Pero no. Prefiere a un niño activo, que se enfrenta al dolor que le presenta la situación.
Y ello desencadena el eje principal de Donde viven los monstruos; Max no es capaz de comprender qué les pasa a los adultos sin caer en el cliché del puber con exagerado espíritu de Peter Pan.
Todo ello convierte esta historia en una película sobre los niños, pero no únicamente para niños. De hecho, su tono tiende en algunos momentos a dar pinceladas oscuras. No artificiosas como podría darlas Tim Burton, sino en la psicología de los personajes, tanto del niño como de los monstruos a los que, por cierto, han dado voz actores tan relevantes como James Gandolfini (que da voz a Carol, el monstruo con mayor protagonismo), Forest Whitaker, o Chris Cooper.
El conflicto acompaña toda la narración, pero siempre de forma tranquila. Durante muchos minutos como espectadores sentiremos que, tras las sonrisas, los juegos, la felicidad, se esconde la semilla del rencor y del futuro enfrentamiento.
Todo ello viene acompañado de una enorme fotografía muy en la línea de lo que Spike Jonze nos tiene acostumbrados. Sus planos tienden a buscar una imperfección bella, sutil, de una fuerza enorme. Se hace notar el esfuerzo que se ha puesto al planificar los planos que iban a ejecutarse.
Donde viven los monstruos es, con toda seguridad, una de las mejores opciones que hoy podemos encontrar en nuestras carteleras. Con una ejecución excelente, la mejor alternativa al topicazo de Avatar (¡aixx, no lo he podido evitar!)