De vueltas al relato

Vía Catalana

He hablado varias veces en el blog sobre la importancia del relato en la política. Las sociedades tienen una mítica colectiva que otorga legitimades y poderes que se dan «de facto». Y los políticos tratan de llevar ese relato a su terreno tanto como pueden porque eso los convierte en centralidad política.

Un buen ejemplo de ello es Gibraltar. Los españoles, en general, sienten que aquel territorio es legítimo de España, aunque no forme parte de su mapa oficial. En cambio, los ingleses también lo sienten como propio. Ello lleva a un choque de legitimidades, que suele basarse en discursos más emotivos que, de verdad, racionales. Paradógicamente, la gente siente que sus opiniones son de lo más «razonadas». Esa es la gran fuerza del relato.

A raiz de un debate en twitter, he vuelto a sacar el concepto respecto al proceso independentista catalán. En alguna ocasión he justificado que la gran manifestación del 11 de septiembre de 2012 cambia por completo el relato. El derecho a decidir se convierte en centralidad. Y eso «centra» al independentismo. Por primera vez, los independentistas se miran y se plantean si son mayoría.

Recuerdo que en 2009 se presentó un libro «Jo no sóc espanyol» (Yo no soy español) donde gente conocida afirmaba que era independentista.Creo que el título dice mucho del independentismo pre sentencia del TC de 2010. La afirmación nacional era en negativo. Se hacía difícil sumarse a un proyecto en el que el objetivo principal no era ser catalán sino dejar de ser español.

Pero eso cambia radicamente en 2010. De los por qués no estoy muy seguro. Si sé que la reacción coherente con el pasado en aquel momento hubiera sido un cabreo monumental. Lo que pasó es que mucha gente dijo: «Basta». Pero fue un «basta» con voluntad de cambiar las cosas. De construir. Y eso traía como consecuencia abandonar el «yo no soy» para pasar al «soy y quiero afirmarme como». Diferencia sustancial.

Conforme el relato independentista ha ido calando, élites academicistas han dotado al independentismo de un cuerpo teórico muy potente. A cada argumento por la unidad, se ha enviado una respuesta razonada y razonable. Hasta el punto en el que mucha gente que se siente española se siente incapaz de contestar esas argumentaciones. Frente a eso, han tomado tres actitudes diferentes: los que aceptan los postulados de la independencia, los que lo entienden pero no pueden sumarse por el corazón, y los que se molestan porque son minoría, sin darse cuenta que antes les tocó a otros.

Una de las claves reside, precisamente, en que es factible sentirse español y, en cambio, querer la independencia. Porque el relato, a pesar de lo que publican en Madrid, no es anti español sino pro catalán. Sin ese click, hubiera sido imposible un cambio tan sustancial en una Catalunya donde, incluso los que se apellidan Puig o Domenech, de segundo apellido tienen Rodríguez, Martínez o Fernández.

En cambio, el relato español, paradógicamente, es profundamente excluyente. Ni los Martínez se pueden sumar a un «si os vais, os haremos la vida imposible». ¡Entre otras cosas porque viven aquí! No hay ni un solo argumento por parte de los «generadores» de relato (políticos, medios…), que vaya en la línea «España merece la pena». Algo sobre lo que los españoles deberían abrir una reflexión (con independencia del caso catalán).

Eso es lo que lleva a que gente muy cercana a mi hace muy pocos años lloraban (literalmente) al escuchar el himno de España (por ejemplo, en las olimpiadas de Barcelona, o después de ganar un Mundial de Fútbol) y hoy dudan. Cuando no, tienen claro que votarían un rotundo sí. Puedo equivocarme, pero mucha de esa gente está deseando un mensaje conciliador de España. Están deseando una buena oferta para tener una excusa para dar el no. Pero que llegue, se hace aún más imposible que la propia independencia (que ya es harto difícil).

A medio plazo y de seguir así las cosas, el relato catalanista ganará. Eso sí, su gran reto es que, ahora que se siente mayoría, no se pase al discurso excluyente. Sería un grave error estratégico hacer sentir a los que defienden el «no» que esta no es o no podrá ser su tierra si gana el «sí». Porque entonces muchos votarán «no». Y, sobre todo, porque aunque ganara el «sí», sus emociones van a seguir ahí. Donde estaban. Y han de tener el derecho que hoy no tengo dentro de España. O esto no merecerá la pena.

El federalismo del PSC

Consejo territorial PSOE Granada

Por lo que conozco de gente del PSC, su apuesta por el federalismo es real y sincera. Estoy convencido de que creen honestamente en que la única vía es el diálogo y la negociación. Incluso he expresado algunas veces que lo que proponen lo comparto e, incluso, lo secundaría.

El problema, como señalaba hace unos meses en el blog, es que, si no hay nadie al otro lado con quien negociar, es absurdo hacerse trampas al solitario. Mi tesis era que el federalismo en el sentido que se le está dando en Catalunya no tiene espacio en España. Lo que les decíamos algunos es que, una vez lancen sus propuestas a los partidos estatales, no les harán ni una sola concesión. Y, ante la negación rotunda de mis amigos del PSC, llega la declaración en Granada de este fin de semana.

El PSC se presentó con lo que en su programa electoral de noviembre llamaron las 4 R’s: Reconocimiento nacional (la constitución ha de decir claramente que Catalunya es una nación), Reglas (separación clara de competencias sin interferencias mutuas entre administraciones), Representación (reorganizando el Senado para que sea una cámara de representación autonómica de verdad) y Recursos (agencia tributaria propia consorciada con el gobierno español y cumplimiento del principio de ordinalidad añadiéndolo a la constitución).

Esto lo compraríamos muchos. Muchísimos. Nos sentiríamos cómodos en una España así. ¿Y con qué ha vuelto el PSC de negociar con un PSOE que, hoy por hoy, ni siquiera gobierna? Con la reforma del Senado, aunque no en la forma en que el PSC proponía (de hecho, hasta donde yo sé, no se ha concretado ninguna fórmula).

Respecto al reconocimiento nacional, de ponerlo en la constitución, nada de nada. En todo caso, cada estatuto podrá formular si es o no una nación. El PSC dice que si el estatut en el preámbulo dice que somos una nación es que se ha conseguido la misión. Lo que no dice es que esto es un café tan descafeinado como sea posible para todos. Y si no, al tiempo. No hay ningún reconocimiento explícito al hecho diferencial en la constitución que es, no lo que estamos dispuestos a negociar, sino lo que exigimos. Y también olvidan decir que el TC dejó muy clara la validez que tenía que nos declaráramos nación en el estatut; ninguna. Por lo tanto, ningún cambio en este sentido.

Además, también llevaban el derecho a la autodeterminación. Me imagino que aún hay gente en el PSOE con ataques de la risa. Por supuesto, y por mucho que ellos insistan en la negociación, esto no se negocia. Los poderes de Madrid controlan la ley y jamás lo aceptarán.

Por lo que se refiere a los recursos, la cosa ha sido más jocosa, si cabe. En un primer momento, el PSOE dijo que ni hablar de añadir el criterio de la ordinalidad porque «algunas comunidades se pueden molestar» pero que «recogerían el espíritu». El criterio de ordinalidad es algo tan sencillo y obvio como que la posición en el ranking que cada comunidad ocupa en pago de impuestos per cápita debe ser la misma que la posición en el ranking de lo que la administración gasta per cápita. Es decir, si soy el tercero pagando impuestos, tengo que pagar más que el cuarto pero nunca tanto como para perder esa tercera posición (lo contrario quiere decir que el tercero es muchísimo más solidario que el cuarto, lo cual, no tiene sentido si el cuarto también forma parte de los ricos).

Que recoja el «espíritu» significa lo mismo que cuando el PSOE se comprometió a empezar a pagar la deuda histórica con Catalunya dos años antes de lo que decía el papel (se movió 2 años por el compromiso español), papel mojado. Esto provocó que la prensa catalana y la gente se echara al cuello de Navarro y supongo que eso le hizo endurecer los criterios. No, el documento debía recoger explícitamente el término si, en realidad, no aceptaban nada más.

Vistas las circunstancias, el PSOE aceptó añadir la ordinalidad. A cambio, explicitaron también que «nunca sería ley». O sea, que nunca tendrán la obligación real de cumplirlo, vaya. Es decir, que a los catalanes nos tratan de imbéciles. No se me ocurre otra explicación. Deben pensar que, a estas alturas, aún nos las pueden dar con queso.

Llevo tiempo diciendo que los poderes españoles (afincados esencialmente en Madrid y de un nacionalismo de matriz castellana) no están haciendo el diagnóstico correcto. Los catalanes no nos fiamos. Nos han engañado demasiadas veces. Incluso un no catalán que no esté de acuerdo con la independencia debería poder ver que estos tejemanejes de «te hago ver que lo acepto sin aceptarlo» es insultar a nuestra inteligencia.

Mientras tanto, y a la vez que el PP abre el melón del trasvase del Ebro (poniéndose en contra a la provincia menos independentista de Catalunya, haciendo más fácil el camino hacia el estado propio), ERC se iba al Baix Llobregat (uno de los feudos del unionismo) a proclamar las claves de la independencia y ha lanzar un mensaje sutil pero de gran calado: un partido que siempre ha hablado de «els països catalans» dice ahora que cada país (Catalunya, Baleares, Valencia y… el Rosselló en Francia) han de hacer su propio camino. ¿Sabéis qué significa esto? Que ERC se compromete a no molestar a los franceses, uno de los grandes poderes en contra de la independencia. Mientras unos juegan bien sus cartas, los otros…

Navarro decía ayer que había sido una «jornada histórica» y que esto provocará que el resto de partidos se posicionen alrededor de su propuesta. Yo no le doy más de 1 semana de vida (efectiva). Veremos quién tiene razón…

PD: Me ha llegado este vídeo a través de Jaume Clotet 10 minutos después de acabar el post. Esto es lo que sucede cuando te dedicas a molestar a los demás.

 

La caída de CiU

Artur Mas

Casi desde la misma celebración de las elecciones autonómicas catalanas, la rumorología ha apuntado a que CiU podría estar sufriendo un enorme desgaste. Por un lado, parece bailar al compás de ERC y dicen que la gente prefiere al «original». También CiU y Artur Mas están trasmitiendo un derrotismo que lleva a la gente a desapuntarse de una opción que no se percibe ganadora.

Lo sorprendente ha sido cuando alguien se ha atrevido a publicar los datos en forma de encuesta que luego el CEO ha confirmado. ERC sería la fuerza mayoritaria. Junqueras está haciendo un buen trabajo, eso es evidente. Pero que se giren las tornas tanto como para un cambio de este calibre llama la atención.

No puedo evitar pensar en aquellos que se burlaban de Artur Mas tras las elecciones y le decían que no había leído bien lo que decía la calle y añadían que el secesionismo había fracasado. Estos resultados no hacen más que consolidar que el camino a la consulta es imparable. Diga lo que diga la ley. ¿Cómo lo pararán? ¿Suspendiendo la autonomía? ¿Metiendo en la cárel a Mas por sedicioso? ¿Enviarán los tanques? ¿De verdad nos regalarán un error de ese calibre?

De todas maneras, no lo puedo confirmar pero, hasta donde yo sé, es cierto que ese tipo de estupideces ya sólo se dicen para el populacho. Las altas esferas de poder de Madrid parece ser que están preocupadas. Y además saben que una España sin Catalunya no es económicamente viable. Y que por mucho que sea el único país europeo que se niega sistemáticamente a reconocer todas las independencias que se producen en el mundo, la cosa no estaría tan clara a su favor como podría parecer.

Por otro lado, y tímidamente, ya empiezan a publicarse propuestas muy inteligentes para dificultar el proceso. Algunos están estudiando hacer un referendum con tres opciones. Ya le colaron una así a Jordi Hereu cuando era alcalde de Barcelona. Y así le fue. Algunos, desde Catalunya, parece que estarían dispuestos a apoyar una propuesta así. Lo que me pregunto es si los catalanes nos meteremos un autogol histórico (otro más) de este calibre.

Es verdad que la situación es muy difícil para Artur Mas. Necesita colaborar con Junqueras porque, como se desmarque, las acusaciones de que no quiere llegar hasta el final se corroborarán. Este tren va muy rápido y bajarse en marcha es muy peligroso. ¿Y continuar? ¿Qué costes tiene?

Yo tengo dudas. Muchas. Los datos arrojan unas cifras muy malas para CiU. Desde luego, Artur Mas ha de preocuparse. Pero yo no tengo claro que Junqueras pueda dormir convencido de que será el futuro presidente. En primer lugar, los movimientos estadísticos tan rápidos me generan una gran desconfianza. ERC recibiría algo más de 1 de cada 4 votantes de CiU en las elecciones anteriores. ¿En sólo 6 meses? Y estas estadísticas pierden fiabilidad con cambios así porque obliga a que se «cocinen» mucho.

En sengundo lugar, cuando preguntan a los votantes de ERC qué opinión les merece la gestión del gobierno y, sobre todo, qué opinan de Artur Mas, el apoyo es anormalmente alto. Lo que a mi me sugiere este resultado (y esto no es nada científico) es que muchos votantes de CiU se van a ERC como garantía de que se consuma el proceso y que si Mas cumple su palabra, muchos de ellos volverán.

De todas formas, quizás lo que estamos viviendo es un vuelco histórico. Pero no respecto a CiU sino respecto a la estructura del voto. La historia tiene mucho más peso en el presente de lo que nos pueda parecer. Quizás la anormalidad histórica haya sido la residualidad de ERC durante 40 años de democracia cuando en la república había sido el partido transversal. Quizás esa sea la función histórica de Junqueras, devolver a ERC a su sitio natural.

Esto hará (y está haciendo) daño a Mas, pero a quien creo que más le afecta es a PSC. Al fin y al cabo, Catalunya independiente o no, necesitará una referencia conservadora donde CiU puede instalarse sin mucha competencia. Pero si ERC se hace con el centro izquierda moderado, ¿qué lugar le queda al PSC? Y, aunque no es el tema de este post, debo reconocer que me sorprendió un poco el tono de El Periódico respecto a la encuesta que publicó. Es evidente que hace daño a CiU. Pero, ¿será también un giño a ERC? ¿Estará descontando que el PSC se queda fuera de juego?

sorpasso de ERC

Sea como fuere, lo que no se mueve ni un milímetro son las respuestas respecto a la independencia. La centralidad política se mantiene en el derecho a decidir y en que se celebre una consulta (incluso los datos podrían considerarse altos en partidos del no). Eso sí, la esquizofrenia catalana se mantiene. De entre todas las opciones sobre el futuro de Catalunya, la mayoritaria es la independencia, pero la suma de preferencias por ser una región, una autonomía y un estado federal gana. Respecto a si estaríamos de acuerdo en que Catalunya fuera un estado independiente, arrasa (literalmente) la independencia. Y, finalmente, si creemos que la gente votará sí o no, empate técnico. Por cierto, para los que teman por la lengua española en una Catalunya independiente, gana por goleada una cooficialidad con el catalán, también entre los independentistas.

Compra en Sabadell y la notoriedad

compra en sabadell

En el momento de escribir esta entrada, hace sólo 3 días, (intuyo que alguna asociación de comerciantes) subió un vídeo animando a la gente a comprar en Sabadell y ya lleva casí 120 mil reproducciones.

Lo primero que ha de quedar claro es que conseguir 120 mil reproducciones es una auténtica barbaridad. Yo diría que es casi una proeza. Además, hay que tener el cuenta que hacer un vídeo con tanta gente y en tantas localizaciones comporta un trabajo descomunal. He contado, por lo menos, el Taulí, Sant Roc, aeropuerto, gran vía, río Ripoll, piscines de La Bassa, la Fira, pista de atletismo, teatre principal, eix macià, el nuevo eje comercial que no sé cómo se llama…

De lo que no hay duda es de que han alcanzado notoriedad. Gente de todos los rincones de España están hablando de Sabadell. Así que, si lo que buscaban era que se hablara de ellos, lo han conseguido. Tienen su premio: la notoriedad. Y además, es memorable. Esto les acompañará un tiempecito.

Ahora, ¿conseguirá atraer a más compradores a la ciudad? Yo tengo dudas. El vídeo pretende ser simpático, desenfadado y hasta atrevido. Yo creo que estos valores son buenos. Pero cuando uno quiere «hacerse el freak» hay que ir con mucho ojo de no «ser freak» porque es la diferencia que hay entre que la audiencia empatice contigo a que se burle.

reproducciones #compraensabadell

Es muy revelador que, a pesar del ingente número de reproducciones tiene un voto positivo por cada 3 negativos. Twitter está ardiendo. Sabadell es trending topic y el hashtag #CompraEnSabadell corre como la pólvora, pero los twitts critican al vídeo. Las noticias hablan de estupor, hasta el punto de que la asociación de comerciantes ha pedido la retirada porque dice que hace daño a la ciudad.

Y claro, cuando a uno se le va tanto la mano, los golpes caen por todo. Desde criticar que el cantante no sabe pronunciar Sabadell  o Ripoll (no es nada fácil esa «ll» final para un castellanoparlante), a cada una de las freakadas que aparecen en el vídeo. Incluso un amigo de Madrid en el facebook decía que había sufrido un shock del síndrome de Stendhal (que se produce en gente con una alta sensibilidad a la belleza cuando ven algo que, de bello, los sobrepasa: se marean, sufren palpitaciones…).

La máxima «que se hable de mi aunque sea mal» es muy cuestionable. Las cosas hay que planteárselas muy bien antes de hacerlas, por divertidas que puedan parecer. Es probable que no esperaran tanta repercusión. Pero, por si acaso, hay que asegurarse que uno transmite aquello que quiere que llegue. Si no, los efectos pueden ser muy perniciosos.

PD: Nota aparte merece que mis dos ciudades (Sabadell y Cerdanyola) se han visto «atacadas desde dentro» por dos vídeos perpetrados por su propia población. Curioso link que, espero, no se repita.

Las buenas noticias

paro

Hoy han salido los nuevos datos del paro y la noticia, a priori, parece buena. Resulta que es el mejor mes de mayo desde que tenemos datos en cuanto a reducción de paro. 134.660 personas han encontrado empleo y casi 100 mil parados menos.

En cambio, uno mira las redes sociales y… la gente más bien está quejosa. Seguro que hay trampa. No sólo eso. Algunos diarios ya apuntan a que el gran hito es, en realidad, mínimo. El paro desestacionalizado sólo se ha reducido en 265 personas. Y las contrataciones sólo han aumentado en 6.000.

Para añadir más agua al vino, también parece que ha aumentado la precariedad laboral, por lo que el crecimiento ha sido a costa de empeorar las condiciones de los trabajadores. Así que nada cambia. Todo sigue siendo un desastre.

Pues sí, los datos no son magníficos. No son estupendos. La economía está en un estado lamentable. Tenemos muchos más parados de los que somos capaces de mantener, lo que comporta auténticas injusticias y lo que es casi peor, dramas terribles. Llevamos años oyendo hablar de gente a la que le iban bien las cosas y que ahora están en la calle, cuando no se han sucididado porque perdían su casa.

Y si queréis seguimos con la letanía. Pero yo prefiero ver el lado positivo sin hacer sonar las castañuelas. Mirad este documento del INE. Desde el 2º trimestre de 2007 no hay ni uno solo en el que el paro desestacionalizado se reduzca. Ni uno. Ni aumenta la ocupación desde el 1r trimestre de 2008.

El patio está muy complicado. Hace 1 año y medio ya dije que los salarios se reducirían si no había un aumento de la productividad enorme (cosa que, en este país, con unos preocupados por sus pérdidas y los otros preocupados por sus derechos, es impensable). Pero debemos contextualizar las cosas. Y un dato desestacionalizado que, precisamente, habla de parar la caída, no me parece un mal dato.

Entiendo que la gente esté abrumada por las malas noticias. Pero a veces tengo la sensación que estamos como la gente negativa. Es gente no le vale que le cuentes buenas noticias. Seguro que encuentra algún motivo para no creerla o para desacreditarla. Es una actitud vital. Y desgasta mucho a la gente que tiene alrededor y a la propia persona.

Yo no apostaría nunca por el autoengaño. La situación está mal y estos datos no necesariamente tienen por qué sostenerse a lo largo del tiempo. Pero si tenemos un motivo para estar contentos, tampoco hace falta que nos martiricemos más de la cuenta. No descorchemos las botellas de cava, hagamos caso al señor Lobo. Pero tampoco borremos de nuestra vida las cosas que apuntan en la buena dirección.

Alella Emprèn

alella empren

Hoy arranca Alella Emprèn, una semana sobre emprendeduría organizada entre el Ajuntament d’Alella y Lab885. En el cartel destacan nombres como Xavier Verdaguer, Valentí Sanjuan, Albert Garcia Pujades, Marta Alonso, Xavier Güell… En fin, un cartel de primera línea.

En primer lugar, he de decir que estoy gratamente sorprendido que un ayuntamiento que no es de los «grandes» (en tamaño), de los que se supone que han de preocuparse por estas cosas, se haya decidido a hacer una apuesta tan fuerte. Creo que otras poblaciones deberían aprender de esta actitud. ¿Quién ha dicho que sólo ciudades como Barcelona o Mataró pueden hacer un buen cartel?

En segundo lugar, también me gusta ver el cartel que han conseguido generar. Debe ser muy fácil convencer a gente de que vaya a dar conferencias a Barcelona. Fuera no debe serlo tanto. Y es bueno para el territorio que se pueda asistir a este tipo de conferencias sin necesidad de acercarse a la capital.

Quiero recomendar la conferencia que hoy hace Clara Torà. Con ella hemos arrancado una aventura de lo más divertida. Algún día os lo contaré con detalle. Esta tarde, en Alella, explicará cómo hacer un plan de negocio. Tiene una experiencia brutal haciendo proyectos y estoy seguro que aportará muchísimo valor a todos los asistentes.

A mi me han invitado mañana para hablar de cómo organizar una estrategia de marketing digital. Será una charla introductoria, pensada para personas que están poco familiarizadas en el tema. Los que lo estéis, el objetivo será ordenar ideas. ¿Cómo hay que afrontarlo? ¿Hace falta mucho dinero o poco? ¿Qué es más importante tener en cuenta?

Si queréis venir es a las 5 de la tarde en las Antigues Escoles Fabra. Podéis apuntaros aquí. ¡Os espero!

El gran Gatsby

El gran Gatsby

Baz Luhrmann es un director que no deja indiferente. Todos sus films son grandilocuentes, excesivos, de un barroquismo visual atrevido y muy rico en detalles. Le conocimos con Romeo + Julieta de William Shakespeare, donde encontró la firma que ya había buscado en El amor está en el aire y culminó con Moulin Rouge. Por el camino nos ofreció Australia, también grandilocuente pero sin el estilo que le ha hecho conocido.

Hablemos claro. Baz Luhrmann es un hortera. Con gracia, con un gran sentido de la estética. Pero hortera. La «gracia» de los que, para mi, son sus dos mejores films (Romeo + Julieta y Moulin Rouge) es que pisa el terreno de lo excesivo, rozando lo ridículo, pero quedándose justo en la línea. Un punto que es muy difícil encontrar y, por tanto, tiene mucho mérito.

El gran Gatsby busca la fastuosidad, las luces y los colores de aquellas dos piezas. Lo que encuentra, en cambio, es un film al que le falta alma. Parece más la repetición industrial de una franquicia, sobrecargado de temas musicales sin ningún tipo de personalidad (una de las grandes virtudes, sobre todo, de la película protagonizada por Nicole Kidman y Ewan McGregor).

Los planos musicales del film podrían servir, perfectamente, para un videoclip de la MTV. Cualquiera de ellos. ¿En qué consiste su propuesta estética? ¿En planos grabados con grua a los que se les varía la velocidad? ¿Grandes angulares muy cerca de las caras deformando las facciones? ¿Planos generales llenos de confeti y gente bailando como poseída? ¿Planos difíciles de leer?

A pesar de que en los anteriores films del director el peso de la estética superaba el de lo narrativo, en El Gran Gatsby las dos parecen soltarse las manos. Luhrmann no es capaz de dotar de continuidad al discurso visual. Y el romanticismo propio del personaje acaba despersonalizado por culpa de los excesos videocliperos (románticos, si se quiere) del director.

No hay duda de que el film trata de lanzar una crítica al sistema económico. Entrando en contracción con el lenguaje personal que ha desarrollado todos estos años, Luhrmann critica los excesos de nuestra sociedad contando una historia ambientada en los felices 20. Convierte sus excesos en los nuestros. Y nos alerta, de forma velada, en qué acaba todo eso.

Lo que sucede es que el propio personaje de Gatsby es superficial y excesivo. Organiza fiestas con objetivos que harían levantar a Marx de la tumba. El amor, ese placer burgués…

El gran Gatsby

Los actores están bastante bien. Me gusta mucho DiCaprio, y Tobey Maguire no está mal. Carey Mulligan se ha convertido en una fija en films alternativos. Desde que la vi en An education, me la he ido encontrando en algunos de los films más interesantes (Shame o Drive, las dos que más me han gustado). Me gusta cómo trabaja, aunque tampoco es una de mis actrices favoritas.

A pesar de todo ello, la película tiene algunos momentos interesantes. No intento decir que el film es terrible. Critico que está muy lejos de la altura de sus anteriores obras. En algunos momentos, la historia se me hizo tediosa y lenta. Sobrecargada sin aportarme nada a cambio.

Baz Luhrmann ha caído en el esencialismo de su estilo olvidando las necesidades de lo que trataba de contar. Es un riesgo cuando tu obsesión es que no haya ningún plano montado sobre trípode. No nos queda otra que esperar a su próximo film para disfrutar de la fastuosidad de sus propuestas.

 

Valoración. 5,5/10

Género. Drama romántico.

Director. Baz Luhrmann.

Guión. Baz Luhrmann, Craig Pearce.

Actores/Actrices. Leonardo DiCaprio, Tobey Maguire, Carey Mulligan, Joel Edgerton, Isla Fisher,Elizabeth Debicki, Amitabh Bachchan, Jason Clarke, Adelaide Clemens, Max Cullen,Steve Bisley, Richard Carter, Vince Colosimo, Brendan Maclean, Kate Mulvany,Callan McAuliffe, Jack Thompson.

Título original. The Great Gatsby.

Año de estreno. 2013.

País. Australia.

Nacionalismo y patriotismo

No son pocas las veces que hemos escuchado «yo no soy nacionalista, yo soy patriota». Pero, ¿cuál es la diferencia entre un concepto y el otro? Los que defienden la distinción señalan que el patriotismo tiene que ver con el amor a la patria, a lo propio. Un concepto que viene muy de lejos. En cambio, el nacionalismo es un concepto más moderno y tiene que ver con el desprecio a lo ajeno.

En cambio, esas mismas personas hablan sin tapujos que la única nación es la española. No dudan que España es una gran nación. Al gran debate político anual le llamamos debate del estado de la nación. Lo «otro», suponiendo que lo concedan, son «nacionalidades». ¿Cómo es posible que «nación» esté tan denostado para unas acepciones y, en otras, sea positivo?

El concepto nación nace con la revolución francesa unido al de ciudadanía y se expande en la época del romanticismo. Con él se forjan la nación y democracia francesa, las unificaciones alemana e italiana… Y cala la idea del estado nación. Los problemas del nacionalismo llegan cuando un señor con mala leche, que provocó 50 millones de muertes, decidió llamar a su máquina de matar nacional socialismo. Es curioso. El concepto socialismo quedó intacto, quizás porque tuvo un contrapoder. El nacionalismo estará unido para siempre al genocidio.

No es de extrañar que una mente tan privilegiada como la de Einstein recelara de una región al norteste de España donde unos tipos se hacían llamar nacionalistas. Lo cierto es que, cuando lo conoció de primera mano, dijo: «ahora os entiendo, pero no le llaméis nacionalismo».

De acuerdo, hemos convertido la palabra en pecado. Pero, ¿qué diferencia real hay? Quiero decir, ¿cómo puede alguien sentir con orgullo que él forma parte de la nación española, y luego añadir que no es nacionalista? De otra manera: ¿qué hace diferente a un patriota español y a un nacionalista catalán?

Un patriota espalol disfruta viendo ganar a la selección española. Le gusta ver a Alonso en lo alto del podium y saca pecho cuando un científico español da con la clave del cáncer. Se enorgullece de los pintores que la historia ha decidido prestarle y se emociona viendo la riqueza paisajística de su país. Por no hablar de la gastronomía. Por supuesto, le duele que sus políticos tengan poca influencia en el mundo, o que le insulten porque es «vago».

¿Y un nacionalista catalán? Pues no puede ver la selección catalana, pero le gustaría. Le gusta que gane Pedrosa o Jaume Alguersuari. Valora sus científicos, paisajes, gastronomía. Y, claro, le molesta que sus políticos no decidan tanto como le gustaría a él, que le insulten… Es decir, lo mismo.

¿Lo mismo? De hecho, no. Porque él no disfruta de su selección. Tampoco puede decir que a él Alonso le importa tanto como a un español Romain Grosjean. Le miran raro. Por ley, sus símbolos son menos símbolos que los del patriota español. Por ejemplo, las banderas españolas han de estar en el sitio preeminente. Y, por supuesto, aunque proteja la lengua mucho menos que el patriota español, se excede. Es decir, que son lo mismo. Lo que les diferencia es que el patriota español está legitimado. El catalán, no.

¿De dónde emana la legitimidad? Del estado. Los sociologos se pasaron muchas décadas asimilando patriotismo y nacionalismo. Hace 30 años que dejó de ser así. Siempre encontraremos filósofos dispuestos a decir lo contrario y, curiosamente, son los mismos que se llaman a si mismos patriotas. Pero la mayoría reconocen que no hay distinción posible.

El debate lo abre el experto en psicología social Michael Billig, que construye el concepto nacionalismo banal. Banal no porque sea minúsculo, sino por lo contrario. Lo banal es tan habitual, forma tanto parte de la vida cotidiana, que se percibe como «lo normal».

Por ejemplo, es normal ir a la plaza de la Cibeles de Madrid y que esté llena de banderas. Y es normal que, cuando salen los toros, la plaza esté presidida por banderas españolas. No es que pase, es que es «lógico». No puede ser de otra manera.

cibeles

Hasta hay cosas preocupantes. En la semana santa, los pasos salen a la calle con el himno de España seguidos por la legión, que canta «el novio de la muerte«. Menudo cockel, ¿eh? Patria, fe y ejército.

Ya hablaré otro día de los medios de comunicación, pero hoy un apunte. Se dice que TV3 trata de imponer una idea de nación catalana. La prueba gráfica es el mapa del tiempo. Representan «els paisos catalans» y no sólo el principado. Lo que no dicen es que Tv3 se veía en las 3 comunidades hasta que lo impidió el PP. Es decir, que era el territorio de su audiencia. ¿No parece normal que una televisión dé el tiempo del territorio donde se emite?

mapa del tiempo

Muy bien, a pesar de lo dicho, acepto que un mapa del tiempo configura la percepción de la realidad. Si asumimos esto, ¿pensáis que el mapa del tiempo de TVE y del resto de cadenas no crea marco de referencia? ¿Qué le confiere al mapa de TV3 de un poder especial que el mapa de TVE no tiene? Son líneas, son mapas…

mapa del tiempo tve

La fuerza del nacionalismo banal es que, a través de su normalización, se incorpora con fuerza en el imaginario colectivo. Es así como niega su propia existencia. Se le detecta porque lleva a sus defensores a respuestas del tipo: «porque es lo normal», «¿dónde estamos?», «lo pone en tu DNI»… Razones que son más emociones que realidad.

Nacionalismo y patriotismo

No son pocas las veces que hemos escuchado «yo no soy nacionalista, yo soy patriota». Pero, ¿cuál es la diferencia entre un concepto y el otro? Los que defienden la distinción señalan que el patriotismo tiene que ver con el amor a la patria, a lo propio. Un concepto que viene muy de lejos. En cambio, el nacionalismo es un concepto más moderno y tiene que ver con el desprecio a lo ajeno.

En cambio, esas mismas personas hablan sin tapujos que la única nación es la española. No dudan que España es una gran nación. Al gran debate político anual le llamamos debate del estado de la nación. Lo «otro», suponiendo que lo concedan, son «nacionalidades». ¿Cómo es posible que «nación» esté tan denostado para unas acepciones y, en otras, sea positivo?

El concepto nación nace con la revolución francesa unido al de ciudadanía y se expande en la época del romanticismo. Con él se forjan la nación y democracia francesa, las unificaciones alemana e italiana… Y cala la idea del estado nación. Los problemas del nacionalismo llegan cuando un señor con mala leche, que provocó 50 millones de muertes, decidió llamar a su máquina de matar nacional socialismo. Es curioso. El concepto socialismo quedó intacto, quizás porque tuvo un contrapoder. El nacionalismo estará unido para siempre al genocidio.

No es de extrañar que una mente tan privilegiada como la de Einstein recelara de una región al norteste de España donde unos tipos se hacían llamar nacionalistas. Lo cierto es que, cuando lo conoció de primera mano, dijo: «ahora os entiendo, pero no le llaméis nacionalismo».

De acuerdo, hemos convertido la palabra en pecado. Pero, ¿qué diferencia real hay? Quiero decir, ¿cómo puede alguien sentir con orgullo que él forma parte de la nación española, y luego añadir que no es nacionalista? De otra manera: ¿qué hace diferente a un patriota español y a un nacionalista catalán?

Un patriota espalol disfruta viendo ganar a la selección española. Le gusta ver a Alonso en lo alto del podium y saca pecho cuando un científico español da con la clave del cáncer. Se enorgullece de los pintores que la historia ha decidido prestarle y se emociona viendo la riqueza paisajística de su país. Por no hablar de la gastronomía. Por supuesto, le duele que sus políticos tengan poca influencia en el mundo, o que le insulten porque es «vago».

¿Y un nacionalista catalán? Pues no puede ver la selección catalana, pero le gustaría. Le gusta que gane Pedrosa o Jaume Alguersuari. Valora sus científicos, paisajes, gastronomía. Y, claro, le molesta que sus políticos no decidan tanto como le gustaría a él, que le insulten… Es decir, lo mismo.

¿Lo mismo? De hecho, no. Porque él no disfruta de su selección. Tampoco puede decir que a él Alonso le importa tanto como a un español Romain Grosjean. Le miran raro. Por ley, sus símbolos son menos símbolos que los del patriota español. Por ejemplo, las banderas españolas han de estar en el sitio preeminente. Y, por supuesto, aunque proteja la lengua mucho menos que el patriota español, se excede. Es decir, que son lo mismo. Lo que les diferencia es que el patriota español está legitimado. El catalán, no.

¿De dónde emana la legitimidad? Del estado. Los sociologos se pasaron muchas décadas asimilando patriotismo y nacionalismo. Hace 30 años que dejó de ser así. Siempre encontraremos filósofos dispuestos a decir lo contrario y, curiosamente, son los mismos que se llaman a si mismos patriotas. Pero la mayoría reconocen que no hay distinción posible.

El debate lo abre el experto en psicología social Michael Billig, que construye el concepto nacionalismo banal. Banal no porque sea minúsculo, sino por lo contrario. Lo banal es tan habitual, forma tanto parte de la vida cotidiana, que se percibe como «lo normal».

Por ejemplo, es normal ir a la plaza de la Cibeles de Madrid y que esté llena de banderas. Y es normal que, cuando salen los toros, la plaza esté presidida por banderas españolas. No es que pase, es que es «lógico». No puede ser de otra manera.

cibeles

Hasta hay cosas preocupantes. En la semana santa, los pasos salen a la calle con el himno de España seguidos por la legión, que canta «el novio de la muerte«. Menudo cockel, ¿eh? Patria, fe y ejército.

Ya hablaré otro día de los medios de comunicación, pero hoy un apunte. Se dice que TV3 trata de imponer una idea de nación catalana. La prueba gráfica es el mapa del tiempo. Representan «els paisos catalans» y no sólo el principado. Lo que no dicen es que Tv3 se veía en las 3 comunidades hasta que lo impidió el PP. Es decir, que era el territorio de su audiencia. ¿No parece normal que una televisión dé el tiempo del territorio donde se emite?

mapa del tiempo

Muy bien, a pesar de lo dicho, acepto que un mapa del tiempo configura la percepción de la realidad. Si asumimos esto, ¿pensáis que el mapa del tiempo de TVE y del resto de cadenas no crea marco de referencia? ¿Qué le confiere al mapa de TV3 de un poder especial que el mapa de TVE no tiene? Son líneas, son mapas…

mapa del tiempo tve

La fuerza del nacionalismo banal es que, a través de su normalización, se incorpora con fuerza en el imaginario colectivo. Es así como niega su propia existencia. Se le detecta porque lleva a sus defensores a respuestas del tipo: «porque es lo normal», «¿dónde estamos?», «lo pone en tu DNI»… Razones que son más emociones que realidad.