Santi Nolla y la muerte de Tito Vilanova

Santi Nolla

Cuando leo prensa sé a qué juego. Entiendo que los diarios responden a líneas editoriales y que tras esas editoriales, muchas veces, hay intereses.

No voy a negar que, desde niño, me gusta Guardiola. Me gusta el futbolista, la persona, su sensibilidad. Me gusta la posición en la que jugaba y cómo el juego de un 4 condiciona una filosofía a la hora de mover la pelota. Subió al primer equipo cuando yo tenía 10 años. Siempre he dicho que, probablemente, sin Cruyff ni Guardiola, el fútbol me hubiera sido indiferente.

Eso no me convierte en cruyfista en el sentido que nunca me he sentido identificado con las trifulcas que ha habido siempre en Can Barça. Ni he dejado de ver los defectos de Johan, ni fui antinuñista, ni fui un Laportista convencido. Sandro siempre me pareció que tenía un doble fondo, pero tampoco utilicé nunca el famoso hashtag #SandroDimissio. Porque no lo sentía.

Cuando supe por los medios del enfrentamiento entre Tito y Guardiola me supo mal. Pero, al final, así es la vida. Hay miles de ejemplos de buenos amigos entre los que un día sucede algo que genera una espiral de desconfianza y todo se rompe. Era un asunto entre ellos. De cómo me enteré de todo, me supo peor. La voluntad de manchar la figura de Guardiola era evidente.

La línea editorial de El Mundo Deportivo y, más sutilmente, la de La Vanguardia, se mantuvo firme en un suave pero constante ataque a Guardiola. Me molestaba porque son diarios que he leído toda la vida. Pero lo acepté porque, como decía antes, sé a qué juego. Solté el lirio hace años.

Lo que no podía esperar es que Santi Nolla, 2 días después de la muerte de Tito Vilanova aprovechara para volver a arremeter contra Guardiola. Me parece lamentable, vomitivo, impresentable. Yo, a Santi Nolla le había escuchado mucho. Me parecía un tipo sensato. Quizás es porque entonces aún iba con el lirio. Pero lo que acaba de hacer no tiene perdón. No el mío.

Es poco defendible tratar de enfrentar a una parte de la masa social contra otra. Se trate de fútbol o de lo que sea. Ahora, después de una muerte sobrepasa todos los límites que soy capaz de tolerar. Yo siempre he sido muy guardiolista y probablemente lo seguiré siendo. Pero eso nunca me ha llevado a sentir aversión por Tito. Al contrario, Tito siempre ha tenido todas mis simpatías.

Santi, tu pluma no nos señala el camino. Desde hoy he decidido que no volveré a informarme sobre deportes a través de El Mundo Deportivo mientras tú seas director. Ni la web, ni el papel. Ojalá sean muchos los que hagan lo mismo que yo. Yo he aceptado el juego hasta ahora. Espero que tú seas capaz de hacer lo mismo.

Évole y el falso documental sobre el 23F

Jordi Évole

Este domingo pasado, y coincidiendo con el 23F, Jordi Évole no hizo un Salvados «normal» sino un documental especial sobre el golpe de estado de 1981. Évole osó hacer un falso documental donde un montón de los protagonistas de los hechos (políticos y periodistas de primera línea) explicaban que toda la historia oficial sobre el 23F era falsa. La alternativa que planteaban era tan delirante como divertida: todo había sido un montaje para evitar un golpe de estado real.

El documental provocó reacciones increíbles. Incluso algunos periodistas reconocidos mordieron el anzuelo, lo que demuestra que la producción era fantástica. Una historia inverosímil acababa cogiendo cuerpo gracias a la gente que sostenía el discurso: Leguina, Vestringe, Ónega, Gabilondo, Ussia, Garci… Y la propia credibilidad de la Évole. Según plantea el documental en su cierre, donde se evidencia la mentira, el objetivo es denunciar que, ni siquiera ahora después de más de 30 años, no se puede saber la verdad sobre lo que pasó.

Las reacciones a posteriori han sido diversas, pero al menos en mi twitter las críticas eran constantes. ¿Había Jordi Évole superado los límites del periodismo? ¿Es aceptable que un montón de periodistas aceptaran jugar a esta mentira cuando su deber es ser creíbles para informar después?

Mientras veía el debate posterior, recordé la importancia que mi profesor de guión le daba a las convenciones de género. Tenía un conocimiento muy profundo de lo que vulgarmente llamamos cine «comercial». Como explicaba la semana pasada, las convenciones son elementos que aparecen necesariamente en función del género: en una película romántica todos esperan un beso muy romántico. En una película de acción, una persecución. O en un thriller, un asesino obsesivo.

Todo esto viene a compilarse en lo que hace unos años Alberto Knapp explicaba en una charla sobre formatos: la gente no quiere sorpresas. Tiene más éxito un formato mil veces repetido que uno muy innovador. ¿Y esto por qué?

Por un lado, porque a la gente le gusta anticiparse. Es muy duro tener que reconocer que te has tragado una mentira. Hace falta una humildad que pocas veces es reconocida por el resto, cuando no se convierte en motivo de escarnio.

Por el otro, no podemos perder de vista que somos animales de costumbres. Nos da seguridad tener las cosas controladas y saber qué pasará forma parte de esa necesidad casi biológica. Hasta el punto de que, ante decisiones importantes de mucha incertidumbre, hacemos enormes rituales que nos ayudan a dar estos pasos. Por ejemplo casarnos.

En general, las críticas que he ido leyendo tienen mucho que ver con esta incomodidad ante el hecho de sabernos manipulados. Porque, ¿es esta causa de crítica a un formato que juega con los límites de la verdad? ¿Es admisible el juego que nos propone Évole?

Sobre el falso documental hay relativamente poco trabajo hecho. Tendemos siempre a hablar de los mismos (y conocidos) títulos : F of Fake de Orson Welles, Operación Luna, donde Évole dice que se ha inspirado, y Zelig, de Woody Allen. En especial los dos primeros, nos hacen reflexionar sobre lo sencillo que es utilizar los medios audiovisuales para mentir y llevar al espectador allí donde queremos.

¿Es esto deshonesto? Desde mi punto de vista, en absoluto. Justamente lo contrario. La honestidad se pierde en el momento en que se produce una mentira que se sostiene como cierta. Ahora, una vez se informa al espectador de la mentira, ¿Dónde está la deshonestidad?

La contraposición de sentimientos que había en mi casa, entre la incredulidad y la fe absoluta a lo que se estaba diciendo, era apasionante. La evolución que viví como espectador creo que es impagable: desde la credulidad absoluta en los primeros minutos de documental, a preguntarme cómo había convencido a toda aquella gente para que dijeran una mentira «cachonda» con un tema tan delicado, hasta el punto de la casi evidencia cuando Garci aparece, lo que implicaba la admisión de que » le han regalado » su Oscar.

Woody Allen, autor de uno de los falsos documentales que citábamos, decía que de todo se puede hacer humor y lo demostró en su discurso a la entrega de los Oscar tras el 11 -S. Poner en tensión al espectador, removerlo por dentro y, sobre todo, darle nuevas herramientas para que tome conciencia del uso que, a veces, hacen de los medios no sólo no me parece inmoral, sino un ejercicio que deberíamos de vivir más a menudo.

Storytelling, de Christian Salmon

Christian Salmon

Hace unos meses, me regalaron este libro. El ensayo gira en torno al uso que, en los últimos 20 años, se está haciendo de la técnica de contar historias en campos como la gestión o la política .

El autor describe cómo, tras la caída del valor de los logos y los eslóganes, lo que ha triunfado es el uso de estas técnicas . Él sitúa este cambio con la crisis de imagen que sufrió Nike raíz del documental de Michael Moore, donde este se entrevista con Phil Knight, presidente de la compañía. Moore llevó a la pantalla lo que algunos grupos de presión ya señalaban: Nike explotaba a Asia para abaratar costes.
Nike contrató algunos de sus detractores más importantes con el objetivo, según la empresa, de modificar lo que no estaba haciendo correctamente. Christian , en cambio , sostiene que lo más relevante del cambio no fue lo que se hizo sino la imagen que transmitieron al mercado.

Lleno de ejemplos, el libro intenta demostrar cómo, cada vez más, el objetivo de las grandes instituciones no es tanto hacer como generar un discurso o relato que se adecue a lo que los consumidores/votantes/trabajadores esperan de ellas. No hay duda de que es más difícil hacer que explicar que haces .

El riesgo, desde el punto de vista de Salmon es que la realidad tiende a simplificarse. Los relatos tienen una serie de resortes y elementos que se van repitiendo de una historia a la otra. Esto es lo que las hace tan efectivas. De hecho, a estos elementos, en cine, los llamamos » convenciones de género». Nadie entendería un western sin un duelo o una película de acción sin una persecución. Estos elementos generan sensación de confort y tranquilidad en el espectador. Y las instituciones que Salmon critica pueden, así, llegar a su objetivo con más garantías de éxito.

El riesgo, por tanto, es que los poderosos puedan manipular nuestras percepciones y convertir en » normales » o » banales», en asumidas e incuestionables, medidas que, más bien, nos perjudican. De hecho, su discurso entronca a la perfección con lo que Naomí Klein llamó «la doctrina del shock «.

Aunque lo recoge, el libro habla poco de internet. Está escrito en 2008, por lo que las redes sociales apenas estaban poniendo en marcha los motores y no podía conocer el uso que haríamos a posteriori. Sí que insinúa que este será un nuevo canal en las manos de estas corporaciones con intereses.

Esencialmente, estoy de acuerdo con su discurso. Es evidente que hoy el storytelling en general, y el transmedia como técnica particular, son una realidad. Sin duda, hay mucha gente que vive enajenada de la realidad y estas técnicas las alejan aún más.

El elemento principal y troncal de su texto es que estas instituciones pueden hacer sesgar nuestra realidad hacia sus intereses. De ello se deduce que, en el terreno político, tenemos un cierto sesgo hacia la derecha. Es aquí donde yo discrepo más del discurso del autor.

Olvidando el hecho de que la alienación es, en algunos casos, un modus vivendi, es cierto que, por ejemplo, la derecha española genera un cierto relato. El autor habla de cómo la mejor manera de sustentar relatos es a través de casos particulares que se convierten en generalizaciones. El más claro, para mí, es el uso que el PP hace de María del Mar Blanco, hermana de Miguel Ángel Blanco, asesinado por ETA hace más de 15 años.

Sin ir más lejos, estos días tenemos un buen ejemplo: la Guardia Civil dispara bolas de goma a unos inmigrantes a punto de ahogarse. Ahora, las portadas de los periódicos están llenas de la cantidad de africanos que esperan el mejor momento para cruzar la frontera. Y las televisiones de imágenes de inmigrantes que, felices, han conseguido burlar las vallas fronterizas. Todo para justificar que, o utilizamos medidas drásticas, o sufriremos una potente avalancha de sin papeles.

Ahora, esto no invalida el hecho de que el pueblo y los medios ( no sólo de comunicación sino de todo tipo, políticos , asociativos , civiles … ) también generan relatos que se contraponen a los primeros. Muchos están señalando la manipulación que se está haciendo de la información. También del perfil de » personaje» que es el ministro de interior e, incluso, sobre el papel que están jugando los medios. Es decir, se trata más de un enfrentamiento de relatos que de la imposición de uno de ellos. Hoy Cataluña es un buen ejemplo de este tipo de dialéctica.

El libro es muy recomendable. El contenido hace pensar y ver cosas que no tienes presente en el día a día. El hecho de conocer que mucha gente intenta venderte su «producto » a través de relatos sólo puede ser positivo. A pesar del sesgo ideológico del autor.

El éxito y la autodestrucción

Kurt Cobain

 

El domingo pasado murió Philip Seymour Hoffman. Como comenté hace unos días , para mí , era uno de los mejores actores del momento. De hecho, con el que más he disfrutado últimamente. Teniendo en cuenta lo que me gusta el cine , es inevitable vivir su muerte como una gran pérdida.

También a raíz de su muerte , se abrió un debate en su muro del facebook de un amigo sobre los vínculos del arte , la creatividad y las conductas autodestructivas. Hasta qué punto la subversión que exige el Arte ( con mayúsculas ) implica actitudes que llevan al sufrimiento e, incluso, a la muerte.

Hay un hecho, y es que algunos de los personajes más creativos llevan una vida autodestructiva y caótica coherente con su arte; subversivo, rebelde, contradictorio, cargado de pulsiones… ¿Hubiéramos podido disfrutar del grunge , el rock progresivo o el postpunk sin el consumo de drogas ? Las mejores canciones de los Beatles son , esencialmente , psicodélicas . Sólo con Love me do nunca me hubieran interesado lo más mínimo.

Leyendo » Moteros tranquilos , toros salvajes «, un libro que describe los años 70 ‘s en Hollywood, descubres las experiencias lisérgicas con las que evolucionaron sus estilos los mejores creadores de lo que se conoce como el New Hollywood. Algunos de los más talentosos terminaron muriendo, como Hal Ashby, o dañaron su carrera, como Dennis Hopper .

Estoy seguro de que una parte muy importante del placer que siento al escuchar Tom Waits tiene que ver con su sufrimiento. Supongo que no tengo más remedio que agradecérselo. ¿Pero esto justifica los excesos de toda la gente vinculada al mundo del arte? Si por arte , entendemos la industria que hay detrás, hay multitud de actores o músicos que no destacan por su creatividad . Entonces, ¿Por qué también llevan vidas tortuosas?

Hay un TED maravilloso de Elisabeth Gilbert, la autora de » Come, reza, ama «, donde habla de esto . Ella explica que la causa de todo esto es el triunfo en el s. XVI del antropocentrismo. El ser humano pasó de poner a Dios en el centro de todo a ponerse a sí mismo. Siempre se hace una lectura positiva de esto: el ser humano necesitaba esto para ganarse la libertad que hoy tenemos.

Pero este desplazamiento del foco de un punto a otro fue completo. Dios abandona la responsabilidad y se la queda toda el hombre. También la responsabilidad de decidir. Y la de la calidad del arte. Los romanos, por ejemplo, pensaban que esta responsabilidad no recaía en el artista, sino en unos seres divinos a los que llamaban genios.

Que el genio estuviera no estuviera en el propio autor descargaba responsabilidad al artista. Pero desde el s. XVI se la ha quedado toda él: el éxito y el fracaso . Y todos sabemos que lo que hace que una pieza triunfe tiene que ver con elementos intangibles. Esto creo que explica la vida tortuosa de autores increíbles como Kurt Cobain.

Pero, ¿qué hace que Paul Walker , protagonista de Fast and Furious , se mate yendo en un coche como si estuviera haciendo una carrera? Por supuesto, no es su sentido del arte . ¿Y entonces? Un actor de este estilo ha triunfado: atractivo, rico, tiene las chicas que quiere, puede ser lo que quiera … ¿Por qué jugársela?

Pues por lo mismo: la responsabilidad. No la artística , por supuesto. Se trata de responder a ciertos estándares de vida. Y la exposición pública. Como has triunfado se espera de ti que sonrías, que hagas aquellas cosas que nos gustaría a todos hacer: vida intensa , relaciones explosivas aunque esto implicara que sean cortas …

A esto hay que añadir que nunca sabes por qué la gente se te acerca. ¿Gustas a las chicas porque eres en Walker o por tus atractivos intrínsecos (físicos, emocionales, intelectivos)? A la vez, todos le idolatraban, pero él tenía dolores de estómago , iba al váter y seguramente le caía la babilla cuando dormía . Y él lo sabía . Y también sabia que, después de una noche loca, al día siguiente se levantaba con mala cara y dolor de cabeza. El tópico de vivir en soledad rodeado de gente. Y dudo que esto sea satisfactorio.

No creo que haya demasiada gente preparada para tolerar presiones de este estilo. Difícil no volverse un egocéntrico. Difícil no querer apartarse de un mundo en el que no puedes confiar. Y las drogas se vuelven muy seductoras. Y si encima tienes una sensibilidad especial que nadie comprende (¡por eso es especial!), la insatisfacción se debe multiplicar hasta el infinito.

Making of de «No es lo que parece»

Hace tres o cuatro años tuve una época en la que traté de escribir muchos guiones de cortometrajes. No tenía tanto trabajo como el que tengo ahora y me ayudaba a no olvidar algunas habilidades que había ido adquiriendo durante años. La mayoría de las historias eran flojas. Y, las que más me gustaron, acabaron en un cajón.

Hace un año y medio empecé a pensar seriamente en recuperar alguna. Sin prisas, escogí una comedia. La reescribí unas cuantas veces cambiando el contexto y la mayoría de las replicas. Con mucha calma y aprovechando tiempos muertos, hice el guión técnico, reuní un pequeño equipo humano y busqué a los actores.

El domingo pasado, por fin, grabamos. Lo hicimos en el Restaurant Capicua de Cerdanyola del Vallès. Buenos amigos y con una cocina excelente. Mi idea es hacer una serie de posts sobre cómo ha ido y cómo avanza. Los por qués de algunas decisiones cuando estas puedan explicarse, por lo que también será un proceso de cocción lenta.

Mientras tanto, os dejo con el making off que aprovechó para hacer Xavi Montanyà, mi socio de Inquiets Media. ¡Espero que os guste!

Making corto «No es lo que parece» from inquiets media on Vimeo.

Y Philip Seymour Hoffman murió

Philip Seymour Hoffman

Cuando la gente me pide que haga listas de preferencias me ponen en un serio aprieto. Me cuesta mucho decidirme entre las 3 películas de acción que más me han gustado. Me pasa lo mismo con los libros, la comida, momentos de la vida… Los actores no son una excepción.

¿Actores que me gustan porque destacan? Sí, claro. Podría decir nombres que a todos nos vienen a la cabeza: Leo DiCaprio, Sean Penn, Johnny Depp, Ryan Gosling, Christoph Waltz… Y me dejo muchos. Hacer un ranking entre ellos me parece harto difícil. En cambio, y sin saber muy bien por qué, llevo años diciendo que mi actor favorito es Philip Seymour Hoffman.

No sé con seguridad cómo llegué a esa conclusión. Algo parecido me pasa con las actrices. No soy capaz de construir una lista, pero sé que Meryl Streep me entusiasma. Es la número uno en mis preferencias. Le doy vueltas a por qué se han vuelto tan importantes dentro de mi filias cinematográficas.

En el caso de Seymour Hoffman, puede que sea porque me ha llegó poco a poco. No sé con seguridad cuándo reparé en el talento del actor norteamericano. La gente se volvió loca con él en «Capote». Yo no la vi. Sigo sin haberla vista. Antes de esta película, ya había trabajado unas cuantas veces con un director que confiaba plenamente en él, Paul Thomas Anderson. Dos de esos films son «Happiness» y «Magnolia». Las dos las descubrí muchos años después.

Quizás sea porque era capaz de tocar registros muy diferentes. Interpretaba muchos tipos de personaje  y tenía una capacidad enorme para transformarse de un film a otro. Algunas veces gracias al maquillaje. Pero eso es algo que está al alcance de cualquier actor. En su caso, era una transformación real. Trascendia.

Creo que lo que más me apasiona de un actor es su capacidad de expresar mucho con muy poco. Creo que es una virtud de algunos cineastas en general: actores, directores, guionistas… Una simple mirada y te llegaban sus emociones. Perdedor, ganador, mente inquieta, brillante… Tanto da.

Justamente dos dias antes, en una cena familiar, defendí a Philip poniéndolo en mi altar particular. El día de su muerte, yo estaba dirigiendo un corto. Los rodajes son situaciones muy intensas de trabajo y de emociones. Estableces unos lazos afectivos con el equipo muy fuertes.

Hacía mucho que no me ponía a hacer un proyecto personal. Me enteré a través de un mensaje de mi hermana. «¿Te has enterado de lo de Philip Seymour Hoffman?». Primero el impacto. Después el «me sorprende sólo a medias». Finalmente una pequeña punzada de dolor. Pequeña, pero real. Y a seguir rodando, con una emoción especial.

Mi forma ir al cine es algo particular. No suelo informarme sobre lo que se estrena. Las noticias suelen explicar demasiado de las historias, cosa que aborrezco. Tampoco me relaciono con demasiados cinéfilos como para que me pongan al día. Así que prefiero ir a la sala y dejarme llevar por la sorpresa. Desde el domingo sé que, quizás tras un par de títulos, nunca más entraré en una sala empujado por su nombre en el cartel. Lo echaré de menos.

El déficit fiscal de Montoro

Montoro

Este fin de semana pasado, el PP desembarcó en Barcelona. Hacía pocos días que el Rajoy había anunciado que tenía un plan para frenar el soberanismo. El espectáculo de dos días que nos ofrecieron los políticos de su partido dibujan un horizonte claro: buscan el cuerpo a cuerpo.

Entre otras cosas, Montoro ha anunciado que, finalmente, no presentará las balanzas fiscales de las comunidades autónomas. No olvidemos que el gobierno español se comprometió en sede parlamentaria a presentar esos números. No lo hizo en el mismo momento porque, según el presidente Zapatero, los números eran casi idénticos a los ya publicados de 2005. Eso implica 16 mil millones de déficit fiscal durante, al menos, 3 años más. Es decir, justamente lo que publica de forma periódica la Generalitat.

Montoro hubiera podido decir que eso lo dijo el gobierno de Zapatero y que no es su compromiso. Pero la realidad es que él también anunció que las publicaría a finales de 2013. Luego dijo que se retrasaría. Finalmente que estaban casi acabadas. Y ahora dice que no y que la causa es que sería utilizado de forma irresponsable por parte de los independentistas.

A cambio publicarán unas Cuentas Públicas Regionalizadas sin explicar en qué consisten. Como hoy explican en La Vanguardia Lopez- Casasnovas (consejero del Banco de España) y Joan Rosselló países como Australia, EEUU, México, Bélgica o Canadá han utilizado el método de las balanzas para analizar sus flujos económicos. Eso al ministro no le sirve. Tiene que inventarse un método.

Como ha publicado Germà Bel, esto no hará que los catalanistas se olviden del asunto y lo consideren una prueba de que están equivocados. No sólo eso. Genera, entre otras cosas, que el poco proclive a aventuras empresariado catalán salga exigiendo su publicación.

Más bien hacemos la lectura contraria; que la publicación de las balanzas sería un escándalo. Ni siquiera en la mejor de sus versiones para las posiciones del ministro es aceptable. Y hoy nos lo confirma Ángel de la Fuente, que es a quien el ministro ha encargado la elaboración de la nueva metodología.

Este giro sólo puede sustentarse sobre la prepotencia y la jerarquía. Como un padre cuando le dice a su hijo antes de cenar «no te voy a dar un caramelo».

Por supuesto, el mal uso que haríamos los catalanes se debe a que no tiene sentido hablar de las balanzas porque «los impuestos los pagan los ciudadanos, no los territorios». Supongo que es irrelevante que las carreteras se hagan sobre el territorio.

Hoy Ciutadans pedía que se publicaran las balanzas. Y también las balanzas comerciales. Como el flujo comercial es positivo para Catalunya creen que eso nos convencerá de que nos sale a cuenta ser «solidarios» porque luego ese dinero sirve para que nos compren. Es un argumento que el PP ha utilizado a menudo.

Pediré al Zara que me regale 1000€ y me comprometeré a gastarlo en su tienda. A ver qué piensa Amancio Ortega del asunto. Seguro que está muy interesado. Y que no se nos escape un detalle. Si las balanzas no se deberían tener en cuenta porque «los impuestos los pagan los ciudadanos y no los territorios», ¿no deberíamos olvidar las balanzas comerciales? Al fin y al cabo, los territorios tampoco venden.

Las instituciones españolas deberían pensar muy bien el camino que están tomando. Cada vez queda menos tiempo para que hagan un gesto y cada vez el descrédito mayor, por lo que el gesto también deberá ganar en tamaño. No duden que, después de este fin de semana, el secesionismo ha ganado en masa. Señor Montoro, siga usted alimentándolo.

Breaking Bad, las virtudes de la irregularidad

Breaking Bad

Conocía el punto de partida de Breaking Bad y sabía que mucha gente estaba encantada. Aunque la idea inicial me seducía, el éxito popular no suele ser suficiente para plantearme entregar tantas horas a una ficción. Pero una persona me dijo que la evolución del protagonista era muy interesante y eso me decidió.

Breaking Bad tiene algunos aspectos de sobresaliente. El mayor de todos ellos, sus personajes. Están perfectamente dibujados. Las situaciones que viven los hacen evolucionar. En algunos casos no siempre un personaje sufre cambios en la misma dirección y, a pesar de eso, no parece que estos no respondan a una misma psicología coherente.

Los personajes son perfectamente complementarios, lo que facilita un divertido juego de contrastes: Walter White, el protagonista está a las antípodas de su cuñado Hank, policía que se ocupa de cazar a traficantes. La mujer de Walter es una mujer madura, centrada, con las ideas claras. Su hermana Marie y mujer de Hank es todo lo contrario: superficial, con graves problemas de autoestima.

A los personajes de la familia hay que sumar al segundo personaje de la serie, Jesse, un joven drogadicto de carácter débil pero que trata de mostrarse como el chico duro. Es el socio de Walter. El personaje de Walter no podría haber encontrado a un espejo mejor para contrastar su evolución de la debilidad extrema a la máxima falta de empatía. Y, sin entrar en detalles para no contar más de la cuenta, los personajes de Gus y Mike son perfectos. Enriquecen el menú.

Me encanta también la fotografía. Es, a priori, poco atractiva. No sé si decir oscura, pero seguro que deprimente. Hay algo de sucio, con predominio de colores amarronados. Además, la cámara suele mantener una cierta tensión. Los planos no mantienen la talla de forma constante y, aunque cada vez estamos más acostumbrados, eso le añade tensión.

La serie, en cambio, también tiene puntos débiles que me llegaron a hacer dudar de continuar. En especial, es problemática la debilidad de sus tramas. Al menos en sus primeras 3 temporadas. Uno tiene la sensación de que no saben muy bien dónde están llevando la historia. Con perspectiva, probablemente alimentados por el éxito de la serie, decidieron dejar lo mejor para el final añadiendo historias innecesarias.

Reconozco que, en la primera temporada, era desconcertante el punto donde se abrían y cerraban las tramas. Eso tenía un punto atractivo para mi: eran imprevisibles. Pero el problema es que, al no evolucionar hacia un clímax, los finales eran muy débiles y superfluos.

El caso más grave es el de la segunda temporada, donde a través de unos flash backs anticipan al espectador hacia un final que sugiere espeluznante. Esta técnica, que en algunos momentos utiliza con inteligencia, se diluye cuando las imágenes se corresponden a un final que poco o nada tiene que ver con lo que les sucede a los personajes. Ese final casi me llevó a abandonar la serie.

La tercera casi parece una introducción a todo lo que tendrá que venir después. Lo único que sostiene al espectador hasta ese momento es unos personajes brillantes. Pero a partir de la segunda mitad de la tercera temporada y hasta que acaba, el nivel de las tramas no hace más que mejorar. Lo que, en un principio era una incómoda sensación de que los guionistas estaban perdidos, ha acabado siendo una de sus bazas. Porque las 2 últimas temporadas sí tienen un fin claro. Pero no pierden ese punto de imprevisible.

Las tonalidades oscuras en la fotografía y en las tramas no se abandona nunca. Toda la evolución lleva hacia un final en el que la esperanza se diluye a cada paso con una eficacia pocas veces vista.

Una de las ventajas de las series respecto al cine es las posibilidades que da a los guionistas a profundizar en la descripción de los personajes. Breaking Bad es de las series que mejor lo aprovechan. Todo y la espera del principio, os recomiendo que la llevéis hasta el final. No os dejará indiferentes.

PD: Recordaré toda la vida una de las que, para mi, es una de las frases de la historia de la televisión. Os dejo con la secuencia. La frase es la última. Os recomiendo que no la veáis si no habéis acabado la serie:

 

Operación Catalunya 2.0

Rajoy en Barcelona

En 1959 el director de La Vanguardia, Luis Galinsoga, salió de una iglesia gritando que «todos los catalanes son mierda». Aquello provocó una reacción que acabó con la destitución de Galinsoga. Llegó Manuel Anzar Gubigaray, abuelo del expresidente. Fabián Estapé siempre decía que el nieto era la prueba viviente de que la inteligencia no se hereda.

Después de la irritación catalana, Franco trató de hacer un acercamiento, que se conoció como la Operación Catalunya. Lo hizo apareciendo en los lugares comunes del catalanismo, pero prohibiendo sus símbolos. También eso acabó en drama para el franquismo. En su visita al Palau de la Música eliminó del repertorio El cant de la senyera. El público acabó cantándola a capela. Aquella operación, que pretendía suavizar la imagen de Franco en Catalunya, acabó perjudicándola.

No quisiera hacer un paralelismo directo entre Franco y el PP. Como catalanista, me veo a menudo sometido a comparaciones odiosas; totalitarista, sedicioso y hasta filoterrorista. Yo no culparé en absoluto al PP de los crímenes del franquismo. Pero lo que ha pasado este fin de semana demuestra la misma sensibilidad respecto a Catalunya: ninguna.

Digo esto después del desembarco del PP en Barcelona. Antes de que llegaran me preguntaba si harían algún movimiento inteligente. Hoy el independentismo gana por goleada y, en parte, es porque las estrategias del españolismo son fáciles de predecir. El PP podría haber aprovechado para aflojar en algunos aspectos, lo que nos hubiera descolocado a muchos.

Es la muestra de lo que sucede cuando uno diseña una estrategia desde fuera del lugar al que quiere acercarse. Franco pensó que sólo con una visita visualizaría un acercamiento, cuando sus prohibiciones no hicieron más que visualizar la represión. Estos dos días, el PP nos ha equiparado con ETA y nos ha dicho que hacemos las cosas a «hachazos», entre muchas otras cosas.

Sólo un estratega a muchos más 600 kilómetros emocionales de Catalunya puede pensar que eso nos seducirá. También sorprende que alguien pensara que Montoro debía decir que cambiarían la metodología de cálculo de las balanzas. ¿Creyeron que los catalanes lo interpretaríamos como una prueba de que el déficit fiscal es falso? No, lo que hace es alimentar la idea de que es verdad.

Seguramente, como dice Enric Juliana, el cálculo del PP tiene más que ver con las futuras elecciones europeas. Y mucho más con lo que sucede fuera de Catalunya que con lo que sucede en Catalunya. Y el cálculo puede ser correcto en el regate corto, en lo táctico. Pero es un grave error si el objetivo es mantener la unidad del estado.

Quizás la comparación del PP con Franco pueda parecerle a alguno desmesurada. Puede que sí. Pero quien me ha servido la comparación ha sido el propio PP. Viernes y sábado discurso profundamente anticatalanista en Barcelona. Domingo, 75 aniversario de la entrada de las tropas de Franco en Barcelona.

La gente que se dedica a la comunicación entienden perfectamente lo que es la semiótica. Comprenden que las portadas de hoy domingo en Catalunya compartirán la noticia de su visita con la efeméride. Así, sólo quedan dos posibles explicaciones: o bien nadie le dio importancia (lo que muestra un grave desconocimiento de la realidad catalana) o bien les es indiferente (del tipo: «si nos viene bien esta fecha, no la vamos a cambiar», que transmite una visión del mundo, cuanto menos, distante).

Lo que la prensa española llama deriva nacionalista o actos de sedición no va a solucionarse con un mitin insultante. No en la dirección que ellos querrían. Y es que, el gobierno español, la oposición, los medios y las instituciones del estado se empeñan, a través de operaciones mal pensadas, en dar la razón a los soberanistas.

Los cálculos del PSC

Pere Navarro

Hoy el PSC perpetrará (o habrá perpetrado, en función de la hora a la que leas esto) uno de los mayores actos de cinismo político que he vivido en toda mi vida. Aunque son muchos los que han repasado declaraciones de Pere Navarro estos últimos meses, no puedo evitar recopilar algunos textos.

Podría empezar por el programa electoral:

«Nos comprometemos a promover las reformas necesarias para que los ciudadanos y las ciudadanas de Catalunya puedan ejercer su derecho a decidir a través de un referendum o consulta acordado en el marco de la legalidad.»

Y podría seguir por unas míticas declaraciones de inicio de legislatura:

«Nuestro partido pondrá palos en las ruedas. Ni uno solo. El PSC se abstendrá en todas y cada una de las votaciones que afecten a este tema [el derecho a decidir] durante toda la legislatura y permitiremos así que usted [Artur Mas] y su socio [ERC] lleven adelante su pacto. No nos opondremos. Nos abstendremos. Ahora le toca a usted [Mas] y al señor Junqueras hacerlo posible: legal y acordado

Yo me hago la misma pregunta que mucha gente: ¿Pedir que sea legal no incluye la posibilidad de hacer una petición de transferencia de las competencias a través del 150.2? ¿Y hay un sitio más adecuado para lograr un acuerdo que el parlamento español? ¿Dónde sería mejor que se produjera ese acuerdo? ¿Es esa la forma que tiene el PSC de «promover» reformas para que los catalanes puedan ser consultados?

Es verdad que el PSC no es el primer partido en incumplir el programa electoral. De hecho, es la costumbre. Ahora, en este caso, la excusa es sangrante: Como el proceso está condenado al fracaso, votarán en contra. ¿Y esa máxima la aplicarán siempre a partir de ahora?

Me imagino que, al  menos los diputados del PSC no votarán en contra de la nueva ley del aborto. Votarán a favor porque votar en contra, cuando la ley es seguro que será aprobada, es absurdo. Supongo que no harán más propuestas parlamentarias en Catalunya porque tienen todas las votaciones clave perdidas.

Para evitar la fractura de forma pública, echarán a los diputados que no voten en contra. El problema es que servirá de poco. El propio PSC ha visualizado la fractura definitivamente con esta decisión. Yo respeto y comprendo que en el partido ha habido unos congresos en los que han ganado unos y no otros. También me parece razonable que, si alguno no se siente cómodo dentro del partido, debe marcharse. Ahora bien, cuando hoy voten en contra de solicitar la transferencia estarán incumpliendo su programa electoral. ¿Ese debe ser motivo para que se vayan los que cumplen o los otros?

¿Cómo pueden estar haciendo un cálculo tan incorrecto desde Nicaragua? La única explicación posible es que se conforman con recuperar las tres comarcas que son feudos fuertes: Barcelonés, Vallès Occidental y Baix Llobregat. Pero es incorrecto porque Pere Navarro no es creíble como el más español de los españoles. Y más si le haces competir con la demagogia españolista de Albert Rivera. Todo ello sin decir que es imposible gobernar Catalunya sólo desde 3 de las 41 comarcas, por mucha población que tengan.

A estas alturas, y como me decía hoy un amigo, cuesta creer que el PSC quiera presentar a las elecciones a un candidato tan desgastado. Tampoco en eso aciertan con la calculadora. Es posible que tardemos menos de 1 año en volver a votar. ¿Buscarán un perfil más netamente PSOE? ¿A qué esperan?

El tercer cálculo en el que se equivocan es en el valor de la marca PSOE. ¿No miran lo que dicen las encuestas? El PSOE es una marca lamentable en España. La marca Ciudadanos, en Catalunya, es mucho más potente. Por mucha historia que arrastren PSC y PSOE. Y si no, veremos qué pasa en las próximas elecciones.

El cuarto cálculo erróneo es entender todo esto como un complot anti-PSC. Se equivocan. Yo (y los que criticamos sus estrategias) no odiamos al PSC. Justo al revés. Es la estima que le siento la que hace que me duela que estén renunciando a sus valores fundacionales (entre los que se encuentra el catalanismo y la defensa del derecho a decidir). Además, deberían aprender una cosa del movimiento independentista: mientras fue victimista, nadie se sumaba al carro.

Algunos se quejan de lo mucho que se habla del PSC para criticarlo. ¿Tanto hay que hablar de un partido que tiene 20 diputados? He leído varios twitts de gente del partido en esta línea. Preferirían que les trataran como un partido irrelevante. ¡Deberían dar gracias porque es verdad que su peso electoral no merece tanto interés mediático!

A veces parece que algunos estarían mejor si el sector catalanista se marchara. Los viven como si fueran cálculos renales y que, lo mejor, sería expulsarlos (de forma directa o indirecta). En mi opinión, lo que les hará subir la fiebre y sangrar serán las malas estrategias. El PSC parece querer optar a la irrelevancia crónica. Todo un mal cálculo. Estratégico, por supuesto.