Pagafantas

pagafantasValoración: 5/10

Argumento. Un joven se enamora de una chica que no se da cuenta de lo que él siente.

Breve crítica. De tanto en tanto te hace reir. Algunas ideas son muy originales. Me encanta lo de las «cobras» o la secuencia de la «persecución». De todas maneras, algunas escenas se hacen un poco pesadas y algunos gags no acaban de cuadrar del todo.

Género. Comedia.

Director. Borja Cobeaga.

Guión. Borja Cobeaga, Diego San José.

Actores/Actrices. Gorka Otxoa, Sabrina Garciarena, Julián López, Kiti Manver, Oscar Ladoire, María Asquerino, Michel Brown, Teresa Hurtado de Ory, Bárbara Santa Cruz, Ernesto Sevilla, Santi Ugalde.

Título original. Pagafantas.

Año de estreno. 2009.

País. España.

Gente con talento

Me acaban de enviar por mail esta pedazo de pieza. Ya sabéis que me gusta ir colgando vídeos de gente talentosa y este es un gran ejemplo. Por si alguien quiere referentes e ideas para hacer vídeos virales.

Imaginaos el trabajo que hay detrás de una realización de este tipo. Coordinar a tanta gente es tremendamente complejo. Y el resultado es muy llamativo.

Si queréis ver el making off en francés subtitulado en inglés os lo paso también.

New York en imágenes

Jesús Manuel Rubio, al que podéis seguir en twitter, ha colgado en el último mes dos vídeos sobres sus viajes, uno a Nueva York y otro a Indonesia. Los dos están muy bien a nivel visual pero, quizás por lo idealizada que tengo NY (que no he visitado), os paso el de esta ciudad.

Como decía, la parte visual es muy acertada. Pero destacaría por encima de todo el sonido. El sonido no siempre procede de lo que vemos, pero siempre está en continuidad con ello. Hacen lo que en música se llama harmonía; sin que siempre las imágenes y la banda sonora estén tocando la misma nota, encajan a la perfección. Así, hay un evidente trabajo en conseguir que el audio tenga vida propia. Y lo consigue.

Además, me gustan algunos de los detalles filmados. Ha tenido mucha paciencia para conseguir algunas imágenes seguro porque algunos planos no son fáciles de conseguir. ¡Disfrutadlo!

Somers Town

somers-townValoración: 5,5/10

Argumento. Tomo, un joven que escapa de casa y Marek, un adolescente inmigrante que llegó con su padre, se hacen amigos en la ciudad de Londres.

Breve crítica. Tiene algún momento interesante. De hecho, las interpretaciones están bastante bien resueltas. Aún así, es un poco aséptica. Los conflictos son muy suaves. Es verdad que la película justo juega a eso; una película donde el conflicto hay que buscarlo. Pero no han conseguido darle el suficiente relieve. El final me gustó bastante.

Género. Drama.

Director. Shane Meadows.

Guión. Paul Fraser.

Actores/Actrices. Thomas Turgoose, Piotr Jagiello, Elisa Lasowski, Ireneusz Czop, Kate Dickie, Perry Benson.

Título original. Somers Town.

Año de estreno. 2008.

País. UK.

Buscando un beso a medianoche

buscando-un-beso-a-medianoche

Valoración: 7/10

Argumento. Un joven solitario está harto de pasar la noche de fin de año solo y se apunta a una web para encontrar pareja. Allí conoce a una chica tan misteriosa como fascinante.

Breve crítica. Es una de esas pequeñas grandes obras. Me encanta la evolución que marca el personaje femenino, que pasa de ser tremendamente atractivo a descubrir sus puntos oscuros.

Género. Drama romántico.

Director. Alex Holdridge.

Guión. Alex Holdridge.

Actores/Actrices. Scoot McNairy, Sara Simmonds, Brian McGuire, Kathleen Luong.

Título original. In search of a midnight kiss.

Año de estreno. 2007.

País. USA.

The Blues Brothers (granujas a todo ritmo)

blues-brothersValoración: 7/10

Argumento. Los dos hermanos Blues brothers deciden reunir a su vieja banda para garantizar la continuidad del horfanato donde se criaron.

Breve crítica. Con un humor absurdo hilirante, unas canciones muy bien escogidas y unos cameos que ponen los pelos de punta, la película es una delicia. Es una de aquellas piezas imprescindibles de la historia del cine. Y todo gracias a ese mítico programa de televisión Saturday night live.

Género. Musical.

Director. John Landis.

Guión. John Landis, Dan Aykroyd.

Actores/Actrices. Dan Aykroyd, John Belushi, Henry Gibson, Carrie Fisher, James Brown, Kathleen Freeman.

Título original. The Blues Brothers.

Año de estreno. 1980.

País. USA.

Censura y prepotencia

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Llegas un día a casa, con ganas de salir y le planteas a tu pareja ir al cine. ¿Por qué no ir a ver 2012? Parece que debe ser entretenida. 150 minutos de explosiones y ciudades destruídas. Coges a tu hijo de 10 años y, cuando llegas a la sala, te encuentras con que hay un cartel en el cine; «Esta película no está recomendada a menores de 13 años». Vaya, ¿y ahora qué hacemos?

¿Te has preguntado alguna vez quién hace esas calificaciones? ¿Quién decide si una película es o no apta? Pues se trata de un grupo de 6 personas que ejercen de tribunal. No son expertos en cine sino gente «que representan al espectador medio». Así, es un tribunal de «gente normal» que se renueva cada 2 años.

A esos «espectadores medios» les dan una lista diciéndoles que las pelis se pueden calificar de 4 maneras (apta para los públicos, no recomendada a menores de 13 años, no recomendada a menores de 17 y X, en las que se incluye pornografía y apología de la violencia). Y entonces vienen 6 tipos y ellos solitos en base a unos criterios muy subjetivos, deciden qué calificación debe recibir un film a modo de orientación, menos en el caso del X, que exige proyectarla en cines muy concretos. De hecho, sólo hay 8 en toda España.

Todo esto viene al follón que se ha liado con la sexta entrega de Saw. Resulta que después de que nos hayamos tragado los 5 primeros episodios de esta saga, los miembros del consejo de calificación de la ICAA (Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales) se reunió para decidir qué calificación darle. Uno no fue. Debió de dolerle la tripa antes de salir de casa. De los 5 que fueron a verla, una debía ser una ama de casa acostumbrada a cine de barrio y le escandalizó los litros de sangre por centímetro de celuloide. Otro pensó que sus hijos, después de ver el film, podían acabar cogiendo una catana y diseccionarle a él y su mujer en pedacitos. El último, debió ser un defensor de la moral al que le parecía perverso.

Sea como fuere, 3 de los 5 miembros decidieron calificarla X. Y así es como el criterio de 3 personas «representativas» del país han decidido la práctica censura no de la primera, ni de la segunda, ni de la tercera entrega. No. Ha sido la sexta. Hemos necesitado 6 películas para ver la apología de la violencia en el film.

Así, podríamos pensar que de las 300 copias que hizo la distribuidora, 292 se quedarán en las estanterías de algún almacen. ¡Se equivocan! Porque las salas X ya funcionan con DVD, así que probablemente todas las copias se quedarán para criar polvo.

Está muy bien que nosotros, que contínuamente nos sentimos justificados para acusar de mojigatos a los americanos porque censuran escenas de films. Y entonces les explicamos cómo han de hacer las cosas para ser contemporáneos. En realidad, no lo hacemos sólo con el cine, sino que les explicamos qué modelo sanitario deberían tener o qué relación establecer entre religión y educación, etc. etc.

No es la primera vez que hacemos un ridículo espantoso de este tipo. Recuerdo que no hace mucho prohibimos una película que se llamaba «Fóllame» (ese es el título que le dimos nosotros, la original se llamaba bésame), que es cierto había mucho sexo explícito pero que hubiera tenido una carrera comercial de pena porque era mala de narices y, en cambio, fue mucha gente a verla.

¿De verdad hace falta alguien que califique las películas? ¿Los que fueron a ver la máscara no sabían que era una comedia? ¿Quién acaba en la Huérfana esperando una película de amor? ¿Cuánta gente de más de 20 años fue a ver Mentiras y gordas? Insisto como he dicho otras veces, la gente no es tonta. No necesita que nadie le diga qué han hecho pensando en él y qué no.

En vez de ser tan prepotentes e ir dando lecciones por el mundo, quizás podríamos fijarnos en nosotros porque puede que descubramos que ni somos tan modernos ni tan abiertos como creíamos.

Por cierto, si a alguien le hace ilusión ver la calificación de las pelis que ahora hay en carterelera, puede verlas aquí.

Películas de Noviembre de 2009

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Con algo de retraso llega el post sobre las pelis de noviembre de este año. Realmente, no ha sido el mejor mes de este año pero también hay que reconocer que otros meses han contado con la ventaja de que me tragué un buen puñado de obras maestras (en especial, musicales para poder hacer el especial). Eso sí, no ha sido ni mucho menos, un mes perdido;

La recomendación es una de las pelis que hicimos en el XISC; Vals con Bashir. Se trata de un espectacular documental sobre la guerra entre el Líbano e Israel. Pero, en vez de optar por la solución clásica, han hecho una animación. La propuesta es muy expresionista y te somete a una lluvia de emociones. Es, sin duda, una de las propuestas más inteligentes que he visto en tiempo.

El peñazo a uno de esos clásicos a los que me sometí para poder hacer con conocimiento de causa el especial sobre musicales; Fiebre del sábado noche. Como ya me olía, es una de esas pelis que he evitado toda la vida. Ya sólo la portada me daba grima. Una vez vista, es un auténtico acto de masoquismo desaconsejable para cualquier alma que precie su tiempo.

La sorpresa se la merece 500 días juntos. Cuando vi los carteles por primera vez pensé que sería la típica comedia romántica con la que no pierdo ni un minuto. Pero empecé a escuchar buenas críticas y algún amago de compararla con Once. Prefiero el musical, pero hay que reconocer que la nueva está muy bien. Tiene un discurso desenfadado y gamberro que engancha.

El clásico a un peliculón musical; música y lágrimas, un biopic sobre Glen Miller protagonizado por James Stewart. Me acuerdo que la primera vez que la vi era un niño y cogí un cierto cariño a la música de Miller, al que apenas conocía.

Por último, la película del XISC debería ser Vals con Bashir, pero como ya la he destacado, tengo un problema porque el resto no me han entusiasmado. Si me tengo que quedar con una, tomaría Esto es ritmo. Se trata de un documental sobre unos chicos de un barrio complicado que forman un grupo de baile. Es un documental muy tramposo y con un punto de vista que no comparto en absoluto. Pero tampoco es un desastre y hay que reconocer que tiene elementos interesantes.

Ya veremos qué nos espera en el mes de diciembre, aunque el arranque ha sido espectacular con In the loop y Un puente lejano. Ya os contaré cómo me ha ido.

Un poquito de por favor

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Decía Karl Marx que, cuando a una realidad asentada llamada tesis, se le presentaba un grupo dispuesto a negar esa realidad (antítesis) se generaba un enfrentamiento o revolución que acababa llevando a una síntesis; una especie de negación de la negación. Y parece que estamos encadenados a esa forma de relacionarnos con el conflicto.

No escapa a esa estructura lo que ahora está sucediendo con la ley de economía sostenible de marras. Dejando de lado que esta ley, por lo que dicen, traerá algunas buenas noticias (creación de empresas en 24 horas y con un coste ridículo), en internet ha hecho estallar la indignación que bien puede acabar significando un serio cambio de statu quo.

En primer lugar, me gustaría hacer constar que no entiendo la ley y que, por tanto, dificilmente puedo aderirme o posicionarme en contra. Pero sí que he leído muchas cosas. Por un lado, el gobierno asegura que no pretende hacerse daño a ningún usuario ni ninguna web que use contenido con copyright sino a webs que hagan negocio con ello. Y yo, en esto, podría estar de acuerdo.

Los otros dicen que no tiene sentido preparar tanta artillería para un número tan limitado de webs y que el objetivo es crear una comisión (si no he entendido mal) mixta entre la SGAE y el ministerio de cultura que podría cerrar preventivamente webs sin necesidad de una orden judicial. Si esto es así, por mucho que digan la ministra que sólo van a por los que hacen negocio, me parece una situación que puede patinar con facilidad al terreno de la caza de brujas.

En segundo lugar, y a consecuencia de estas interpretaciones tan dispares, las posiciones, más que radicalizarse (ya lo estaban), se han reforzado. Y tengo la sensación de haber escuchado cosas que ya antes, en otros temas y ámbitos, había visto. Gente que pregona su predisposición a negociar y, a la práctica, hacen ostentación de intransigencia frente algunas injusticias.

Todo se ha llevado a un terreno de buenos y malos (tesis y antítesis) donde me niego a identificarme plenamente con ninguna de las dos posturas. Twitter, estos días, se ha llenado de mensajes del tipo «Ramoncín, caca», «libre circulación de conocimiento (y mucha retórica vacía de contenido), guay». Supongo que estamos todos un poco «calientes», pero estoy seguro que todos entendemos que la cosa es bastante más compleja.

En uno de los lados de la mesa parecemos tener una industria que pretende mantener una situación que va en contra de la dinámica de las cosas. Demonizan las descargas y pretenden hacernos sentir como criminales cuando descargamos cosas de internet con anuncios ridículos que, más bien, incentivan mis ganas de hacer sacar humo a mi emule.

La industria puede decir lo que quiera, puede llorar tanto como aguanten sus lagrimales. Pero la realidad es que, si tiras una pelota al cielo, esta vuelve a caer. Y no, la industria no va a conseguir alcanzar la velocidad de escape de la atmósfera.

Respecto a los contenidos (ya sean libros, películas o lo que se les ocurra y sea digitalizable) no hay alternativa. Tienen una competencia que los canibaliza porque los contenidos, en realidad, los han creado ellos; el P2P y los servidores streaming que no controlan. Así que u ofrecen algo mejor que ellos, o acabarán por ahogarse. A mi sólo se me ocurre una alternativa; que ellos mismos que ofrezcan estos servicios (con más calidad incluída y ya veremos si con algún modelo freemium).

Todo esto es tan obvio que el sentido común me dice que la industria ya es consciente. Pero, entonces, ¿por qué no lo hacen? Creo que se juntan dos factores; Por un lado temen a una tecnología que no dominan. En realidad, han de competir en algo que aquellos que les están poniendo dificultades conocen mucho mejor. Por otro, suponiendo que lo hicieran todo bien, deben temer que aún no haya una garantía clara de igualar los ingresos que ahora perciben. Y razón no les falta.

Así, yo interpreto todo este proceso como la intención de ganar tiempo. Pero, como decía, time is over. Hagan lo que hagan, amenacen con lo que amenacen, la gente va a seguir descargándose películas siempre que para conseguir la versión «oficial» tengan que pagar y la «pirata» se la ofrezcan gratis. Más allá de si es justo o no y de si es legal o no, es la decisión económicamente racional como consumidor.

Y entonces llegan los usuarios de la red. ¿Los usuarios? No, los que estaban en aquella reunión no eran usuarios sino gente muy vinculada desde el punto de vista profesional a la red. Tampoco podía ser de otra manera. Pero han de ser conscientes de que no son representativos de lo que es la red (y muchos lo han aceptado abiertamente). Ellos hablan de unos supuestos derechos «fundamentales», de compartir lo que me venga en gana. Por cierto, ¿os habéis fijado que ahora usamos para todo eso de los derechos fundamentales?

La cosa es que, según nosotros, o sea, los  internautas en general, tenemos una especie de derecho natural a compartir lo que nos dé la gana. Y algunos de los argumentos son casi para echarse a reir. Que si «las películas que la gente se descarga no son españolas», que si «la música que hace tal o cual es tan mala que por eso la gente se la descarga gratis», que «aprendan del open source», que «la SGAE chupa la sangre a pobres comerciantes que lo único que quieren es escuchar por la mañana a Luis del Olmo» o que «en la vida pagarían para ir a ver tal mierda de película al cine». Y de aquí, triple salto mortal para ganarse la legitimidad para descargar lo que les plazca.

Y todo esto lo dicen personas que su trabajo (y esto es muy importante) no es «descargable» a un click. Está muy bien que algunos programadores decidan dedicar parte de su tiempo a programar software libre. Pero estoy seguro que cuando hacen un servicio específico a un cliente no aceptarían de ningún modo que ese código se licenciara. Y ahí reside la clave; es el programador el que decide qué comparte y qué no. Y como ellos, consultores, contables, gerentes, o comerciales.

¿Por qué los generadores de contenido no pueden hacer lo mismo? ¿Por qué ellos están obligados a compartir su trabajo gratis? Joan Planas tiene razón cuando dice los que defienden lo free tendrían que potenciar creadores que trabajan en creative commons (como, por cierto, él hace) y no tirar siempre de los creadores que libremente, deciden que quieren cobrar por lo que hacen.

Si alguien considera que una película como Mentiras y gordas apunta a bodrio insufrible yo le doy la solución; no hace falta que la descargue. Se ahorrará luz, ADSL y lo más valioso, 2 horas de su tiempo. Pero es una desfachatez descargarla, verla y luego decir; «es tan mala que no pagaría por ella». ¡Pues no la veas! Pero, así como los programadores podían decidir qué era open source y qué no, ¿qué les queda a los productores de Mentiras y gordas si hago una descarga no controlada?

Con todo, también estoy de acuerdo con Joan en que, mientras acusamos de ladrones a los creadores que generan lo que disfrutamos (aunque algunos masocas decidan descargar cosas que no les gustan), otros se enriquecen del valor que estos generan. Me da igual quién tiene razón si Gonzalo o él en el debate que han mantenido respecto a si los proveedores de ADSL son o no distribuidores en el sentido clásico de la palabra. Lo que sí sé con seguridad es que yo no pagaría el ADSL que tengo si no fuera porque hay contenido interesante. Y creo que esto va más allá de si es o no un mercado regulado.

No quiero ser un cínico. Yo también me descargo cosas y la mayoría de nosotros lo hacemos. Pero todo esto me recuerda un poco a cuando me subo al metro y a mi lado alguien se cuela con aire triunfal sin pagar. Se me queda una cara de tonto que no puedo con ella porque sé que le estoy pagando el billete. Igual que cuando voy al cine, como fui anteayer a ver In the loop, sé que también pago la entrada de todos los que se la descargan.

Estamos en tiempos de un cambio de gran calado y puede que sea inevitable la dialéctica revolucionaria extremista que bascula entre la tesis y la antítesis. Es probable que sea gracias a estas posiciones que rozan lo fundamentalista sobre lo que edifiquemos el nuevo orden sintético. Pero yo no puedo evitar sentirme distante de estas dos visiones tan sesgadas. Quizás soy yo el que no está poniendo mi granito de arena. O quizás es que a muchos les falta un cierto sentido de la perspectiva.