Alberto Lacasa

Audiovisual, política y más allá

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Un poquito de por favor

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Decía Karl Marx que, cuando a una realidad asentada llamada tesis, se le presentaba un grupo dispuesto a negar esa realidad (antítesis) se generaba un enfrentamiento o revolución que acababa llevando a una síntesis; una especie de negación de la negación. Y parece que estamos encadenados a esa forma de relacionarnos con el conflicto.

No escapa a esa estructura lo que ahora está sucediendo con la ley de economía sostenible de marras. Dejando de lado que esta ley, por lo que dicen, traerá algunas buenas noticias (creación de empresas en 24 horas y con un coste ridículo), en internet ha hecho estallar la indignación que bien puede acabar significando un serio cambio de statu quo.

En primer lugar, me gustaría hacer constar que no entiendo la ley y que, por tanto, dificilmente puedo aderirme o posicionarme en contra. Pero sí que he leído muchas cosas. Por un lado, el gobierno asegura que no pretende hacerse daño a ningún usuario ni ninguna web que use contenido con copyright sino a webs que hagan negocio con ello. Y yo, en esto, podría estar de acuerdo.

Los otros dicen que no tiene sentido preparar tanta artillería para un número tan limitado de webs y que el objetivo es crear una comisión (si no he entendido mal) mixta entre la SGAE y el ministerio de cultura que podría cerrar preventivamente webs sin necesidad de una orden judicial. Si esto es así, por mucho que digan la ministra que sólo van a por los que hacen negocio, me parece una situación que puede patinar con facilidad al terreno de la caza de brujas.

En segundo lugar, y a consecuencia de estas interpretaciones tan dispares, las posiciones, más que radicalizarse (ya lo estaban), se han reforzado. Y tengo la sensación de haber escuchado cosas que ya antes, en otros temas y ámbitos, había visto. Gente que pregona su predisposición a negociar y, a la práctica, hacen ostentación de intransigencia frente algunas injusticias.

Todo se ha llevado a un terreno de buenos y malos (tesis y antítesis) donde me niego a identificarme plenamente con ninguna de las dos posturas. Twitter, estos días, se ha llenado de mensajes del tipo “Ramoncín, caca”, “libre circulación de conocimiento (y mucha retórica vacía de contenido), guay”. Supongo que estamos todos un poco “calientes”, pero estoy seguro que todos entendemos que la cosa es bastante más compleja.

En uno de los lados de la mesa parecemos tener una industria que pretende mantener una situación que va en contra de la dinámica de las cosas. Demonizan las descargas y pretenden hacernos sentir como criminales cuando descargamos cosas de internet con anuncios ridículos que, más bien, incentivan mis ganas de hacer sacar humo a mi emule.

La industria puede decir lo que quiera, puede llorar tanto como aguanten sus lagrimales. Pero la realidad es que, si tiras una pelota al cielo, esta vuelve a caer. Y no, la industria no va a conseguir alcanzar la velocidad de escape de la atmósfera.

Respecto a los contenidos (ya sean libros, películas o lo que se les ocurra y sea digitalizable) no hay alternativa. Tienen una competencia que los canibaliza porque los contenidos, en realidad, los han creado ellos; el P2P y los servidores streaming que no controlan. Así que u ofrecen algo mejor que ellos, o acabarán por ahogarse. A mi sólo se me ocurre una alternativa; que ellos mismos que ofrezcan estos servicios (con más calidad incluída y ya veremos si con algún modelo freemium).

Todo esto es tan obvio que el sentido común me dice que la industria ya es consciente. Pero, entonces, ¿por qué no lo hacen? Creo que se juntan dos factores; Por un lado temen a una tecnología que no dominan. En realidad, han de competir en algo que aquellos que les están poniendo dificultades conocen mucho mejor. Por otro, suponiendo que lo hicieran todo bien, deben temer que aún no haya una garantía clara de igualar los ingresos que ahora perciben. Y razón no les falta.

Así, yo interpreto todo este proceso como la intención de ganar tiempo. Pero, como decía, time is over. Hagan lo que hagan, amenacen con lo que amenacen, la gente va a seguir descargándose películas siempre que para conseguir la versión “oficial” tengan que pagar y la “pirata” se la ofrezcan gratis. Más allá de si es justo o no y de si es legal o no, es la decisión económicamente racional como consumidor.

Y entonces llegan los usuarios de la red. ¿Los usuarios? No, los que estaban en aquella reunión no eran usuarios sino gente muy vinculada desde el punto de vista profesional a la red. Tampoco podía ser de otra manera. Pero han de ser conscientes de que no son representativos de lo que es la red (y muchos lo han aceptado abiertamente). Ellos hablan de unos supuestos derechos “fundamentales”, de compartir lo que me venga en gana. Por cierto, ¿os habéis fijado que ahora usamos para todo eso de los derechos fundamentales?

La cosa es que, según nosotros, o sea, los  internautas en general, tenemos una especie de derecho natural a compartir lo que nos dé la gana. Y algunos de los argumentos son casi para echarse a reir. Que si “las películas que la gente se descarga no son españolas”, que si “la música que hace tal o cual es tan mala que por eso la gente se la descarga gratis”, que “aprendan del open source”, que “la SGAE chupa la sangre a pobres comerciantes que lo único que quieren es escuchar por la mañana a Luis del Olmo” o que “en la vida pagarían para ir a ver tal mierda de película al cine”. Y de aquí, triple salto mortal para ganarse la legitimidad para descargar lo que les plazca.

Y todo esto lo dicen personas que su trabajo (y esto es muy importante) no es “descargable” a un click. Está muy bien que algunos programadores decidan dedicar parte de su tiempo a programar software libre. Pero estoy seguro que cuando hacen un servicio específico a un cliente no aceptarían de ningún modo que ese código se licenciara. Y ahí reside la clave; es el programador el que decide qué comparte y qué no. Y como ellos, consultores, contables, gerentes, o comerciales.

¿Por qué los generadores de contenido no pueden hacer lo mismo? ¿Por qué ellos están obligados a compartir su trabajo gratis? Joan Planas tiene razón cuando dice los que defienden lo free tendrían que potenciar creadores que trabajan en creative commons (como, por cierto, él hace) y no tirar siempre de los creadores que libremente, deciden que quieren cobrar por lo que hacen.

Si alguien considera que una película como Mentiras y gordas apunta a bodrio insufrible yo le doy la solución; no hace falta que la descargue. Se ahorrará luz, ADSL y lo más valioso, 2 horas de su tiempo. Pero es una desfachatez descargarla, verla y luego decir; “es tan mala que no pagaría por ella”. ¡Pues no la veas! Pero, así como los programadores podían decidir qué era open source y qué no, ¿qué les queda a los productores de Mentiras y gordas si hago una descarga no controlada?

Con todo, también estoy de acuerdo con Joan en que, mientras acusamos de ladrones a los creadores que generan lo que disfrutamos (aunque algunos masocas decidan descargar cosas que no les gustan), otros se enriquecen del valor que estos generan. Me da igual quién tiene razón si Gonzalo o él en el debate que han mantenido respecto a si los proveedores de ADSL son o no distribuidores en el sentido clásico de la palabra. Lo que sí sé con seguridad es que yo no pagaría el ADSL que tengo si no fuera porque hay contenido interesante. Y creo que esto va más allá de si es o no un mercado regulado.

No quiero ser un cínico. Yo también me descargo cosas y la mayoría de nosotros lo hacemos. Pero todo esto me recuerda un poco a cuando me subo al metro y a mi lado alguien se cuela con aire triunfal sin pagar. Se me queda una cara de tonto que no puedo con ella porque sé que le estoy pagando el billete. Igual que cuando voy al cine, como fui anteayer a ver In the loop, sé que también pago la entrada de todos los que se la descargan.

Estamos en tiempos de un cambio de gran calado y puede que sea inevitable la dialéctica revolucionaria extremista que bascula entre la tesis y la antítesis. Es probable que sea gracias a estas posiciones que rozan lo fundamentalista sobre lo que edifiquemos el nuevo orden sintético. Pero yo no puedo evitar sentirme distante de estas dos visiones tan sesgadas. Quizás soy yo el que no está poniendo mi granito de arena. O quizás es que a muchos les falta un cierto sentido de la perspectiva.

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webTV y los debates televisados

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Si alguien se preguntaba qué tipo de contenidos iban a triunfar en internet, aquí va la respuesta; los mismos que lo hacían en la televisión convencional.

Leo en el blog de Javier Lasa, Director Adjunto de Desarrollo de Producto de Prisacom Grupo Prisa, explica que la FOX ha doblado su audiencia online con una programación en directo de noticias con un talk show de 8 horas diarias que se llama The Strategy Room.

Algunas veces, la gente que nos dedicamos al vídeo online parece que queramos descubrir las sopas de ajo y puede que no haga falta. Si en la televisión de toda la vida los programas más vistos son telediarios, humor, corazón y ficción, probablemente los tiros irán por ahí.

Yo creo que no se trate tanto de los contenidos como de integrar las posibilidades que da un entorno más participativo, signifique esto lo que signifique.

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Facebook el 3º en vídeo en streaming

crecimiento¿Dónde va la gente a buscar vídeos online? Esta respuesta es fácil de contestar; la gente que quiere ver clips cortos, divertidos, espontáneos, fuera de los círculos del sistema de producción clásico, en youtube. Los que buscan sus series favoritas y grandes producciones con gran calidad, en USA, buscan Hulu (en España, aunque hay varios proyectos que quieren hacer lo mismo, aún no tenemos un estandar ni un nivel de contenidos similar).

No es extraño pues, como leo en un post de webTV wire, que las dos primeras posiciones del ranking de los servidores de streaming sean para estos dos portales; youtube tiene 6,6 miles de millones de streams y 105 millones de visitas frente a los 632 millones de streams y 13 millones de visitantes de hulu.

Pero la sorpresa ha llegado con la tercera posición. Facebook se ha plantado en la 3ª posición con 217 millones de streams y 31 millones de usuarios. No sé de qué cifra partía pero parece que el crecimiento ha sido espectacular.

Hasta ahora una de las grandes preocupaciones que creo debíamos tener los creadores de contenidos era el monopolio que se está generando en torno a youtube y a google en general. Pero, ¿puede estar indicando este crecimiento espectacular un cambio de tendencia?

Muchas veces, cuando charlamos entre gente del sector detectamos un claro cambio en el consumo de blogs. Leemos lo mismo en cantidad, pero ya no usamos tanto los lectores de feeds como las recomendaciones de nuestros contactos en twitter. En el fondo, hemos pasado de un; “¿A quién lees?” a un “¿De quién te fías?”. Es un cambio de unas consecuencias increíbles aunque lo hayamos vivido con gran naturalidad.

En el fondo, viene a implicar que, si hace antes había una serie de medios que decidían qué merecía la pena ser publicado, hemos pasado a un modelo donde una serie de usuarios-nodo son los que hacen esa tarea. Ahora, los medios que basan su estrategia en la calidad y no en el SEO, no tienen más remedio que interesar a esos pocos prescriptores de contenidos.

Este crecimiento entronca a la perfección con esta evolución, pero esta vez con el usuario de a pie. Ya no el geek, altamente tecnificado, sino la verdadera masa del 2.0.

Puede que la pregunta del futuro ya no sea; ¿dónde van los usuarios a buscar sus vídeos? sino ¿de quién se fían

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Video respuestas y las experiencias meme

Como todo esto va muy rápido, ya ni me acuerdo cuánto hace que youtube empezó a permitir hacer video respuestas. Es (o debería ser) cosustancial a la televisión por internet el elemento social. Los que no os hayáis fijado, veréis que muchas veces ves un vídeo y tiene un aviso de que es una respuesta a otro o que tiene respuestas. Viene a ser los memes que ahora quizás han caído en desuso.

Eso ha generado modas en torno a ciertos tipos de vídeos. El ejemplo más claro son los que aprovechan canciones muy conocidas para hacer algún tipo coreografía o, sencillamente, alguien haciendo un playback. Ni que decir que esto da la razón a Gonzalo cuando habla de que el futuro de la narrativa pasa por el transmedia. En síntesis, cada unidad narrativa (una novela, una película o una serie…) era independiente. Pero cada vez más, parece que las experiencias narrativas se encaminan a una relación muy intensa entre formatos. Salen los libros de Harry Potter, con las películas, obras de teatro, juguetes… Y dar la posibilidad a los “usuarios”/oyentes de música la posibilidad de reinterpretarlas a su manera creo que camina en esa dirección. Y no olvidemos que, además, ¡ahora las discográficas ya pueden monetizar ese trabajo de los usuarios!

Pero yendo más allá. ¿Y si esos fenómenos se producen en hechos especiales pero relativamente cotidianos? ¿Recordáis la entrada a la boda de JK wedding entrance? Aquel vídeo fue un bombazo, ahora ya tiene más de 32 millones de visualizaciones e, incluso, están aprovechando el tirón para hacer una campaña en contra de la violencia doméstica con la que han recogido más de 20 mil dólares.

Era bastante obvio que habría respuestas. Yo esperaba que las canciones fueran variadas pero la mayoría son con la misma canción. Así que, de alguna manera, la han convertido en la nueva versión de la Marcha Nupcial de Mendelssohn. Al menos una pareja española ya lo ha hecho.

¿Es trivial? Quizás sí. Quizás no. Me tengo que ir un poco pero pronto vuelvo al hilo. Hay dos aspectos muy importantes a tener en cuenta;

– Todo es semiótica, todo lo que hacemos y decimos nos retrata en cierta medida. Cuando alguien decide poner esta canción, hacer todo el bailoteo, y colgarlo en la red, está transmitiendo cosas.

– Hay algunos pasos que nos dan mucho miedo hacer y, por eso, las hemos dotado de liturgia y las hemos ritualizado. Las religiones, en general, han tendido a apropiarse del monopolio de esos procesos; nacer mediante el bautismo o juntarnos con alguien mediante la boda, son dos ejemplos. Ahora el estado les disputa ese papel pero, en todo caso, no pasa de oligopolio. De forma inconsciente, esos rituales nos hacen sentir ciertas garantías de que las cosas saldrán como queremos.

Con todo ello, este vídeo ha sido capaz de dar un salto importante; una cosa es que modifiquemos nuestra forma de vivir las canciones de nuestros cantantes favoritos. Otra es que alguien, sin siquiera buscarlo, modifique algo tan sagrado (no en sentido religioso, sino de inmodificable por su importancia) como nuestra boda.

Es evidente que las nuevas tecnologías modifican nuestra forma de compartir información acelerando todos los procesos. Y está llegando a impactar a algunas de las áreas más importantes de nuestra vida. ¿Tiene esto límite? Creo que no, y cuando las fronteras entre offline y online estén más difusas, cuando se acepte que el 2.0 no es propiedad sólo de la red, aún tendrá mayor impacto.

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Nace Embed.at

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¿Qué puede suceder si dejas que coman juntos tres tipos como Alberto Tognazzi, organizador de Movil Film Fest, Felipe, organizador de Zemos98 y Joan Carles, director de microfísica, uno de los cortos que han utilizado la red en nuestro país de una forma más innovadora? Pues que montan un embed.at.

¿Y qué es embed? Según ellos mismos explican, se trata de un espacio de reflexión compartida acerca de la creación de vídeo 2.0. En esta época de transformación, donde los caminos de la televisión 2.0 (y de la creación de narrativa audiovisual en general) todavía ni existen, es algo yo diría que imprescindible.

No hay duda que muchas de las reglas del juego han de cambiar. Muchos players, que hasta ahora tenían muy clara su función, tienen que analizar sus alternativas y ver cuál es su nuevo papel en la nueva sociedad de la información que estamos construyendo.

Todo ello genera recelos, miedos y acciones a golpe de lobby. Pero a mi me parece mucho más inteligente lo que nos propone este trío. Merece la pena pararse a pensar porque todavía hay demasiadas preguntas para las que no tenemos respuesta. Tomo del blog de Alberto unas frases que me parecen muy interesantes y que tratan de definir el proyecto.

Un lugar de discusión y reflexión sobre el sentido de producir audiovisuales en tiempos de internet, remezclas y licencias Creative Commons.

Un lugar para discutir qué sentido tienen festivales como los nuestros en épocas de distribución libre on line.

Un lugar para analizar y compartir las propuestas audiovisuales que consideramos más interesantes.

Un lugar donde compartir esa pasión que tenemos para el audiovisual “avanzado” que felizmente nos rodea.

Embed, como no podía ser de otra manera, tiene vídeo promocional. Lo ha hecho Jose Víctor Fuentes, que ahora tiene la suerte de estar rodando en New York. Os dejo con él.

EMBED promo 1 from EMBED.at on Vimeo.

P.D.: Acaba de twittear Alberto una frase de Umberto Eco (pedazo de maestro) que no puedo evitar reproducir porque me viene al pelo; “La sociedad de la información cambiará nuestra cabeza”. Amén.

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Lo intangible de la viralidad

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Mucha gente pasa horas y horas intentando encontrar la clave de la viralidad, ya sea para teorizar sobre ella o para hacer negocio. Como, además, la palabra está de moda, algunos encargos te los hacen abiertamente con la intención de ser virales.

Pero la viralidad sólo es tangible una vez se constata su efecto. No hay manera de diseñar algo viral en el sentido radical de la palabra. Hacer un vídeo, colgarlo en una televisión online y que sea seguido por mucha gente es tremendamente complejo y parece, más bien, fuera del alcance de lo comprensible. Hay algo de intangible en el por qué algo pasa a serlo.

Una vez me preguntaron cuáles eran las claves para conseguir la viralidad y no supe qué contestar. En realidad, el único nexo en común que veo entre todos los vídeos virales es el humor. En la mayoría de los casos, además, tienen un tono desenfadado. Pero ejecutar algo así promentiendo viralidad es garantía de problemas con el cliente.

Prueba de que es difícil de prever, esta semana pasada webTV wire publicó un artículo en el que hablaba del caso de Fred. Se trata de un chaval que de forma amateur empezó a hacer vídeos y ahora está a punto de hacer una peli en Hollywood. A ver qué os parece;

Después de ver este y otros vídeos llego a varias conclusiones;

1º/ A mi me pone histérico. Es más, me parece insoportable. Cada vez que cruza los ojos con esa voz histriónica, le daría una colleja. ¿He perdido el pulso a las narrativas de los más jovencitos? Podría ser.  La única manera de entenderlo es enmarcándolo en esta especie de narrativa barroca en la que crecen los preadolescentes. Ahora que los emmos y los góticos (ya sé que se enfadan mucho unos y otros, pero hay que reconocer que se parecen mucho) son los reyes de la fiesta, es comprensible que pueda “triunfar” algo así. En parte, los Harry Potters y Crepúsculos son caldo de cultivo de estos valores.

2º/ ¿Alguien podía suponer que esto generaría millones de visualizaciones por vídeo colgado? A mi me parece que no. Lo que demuestra que esto es imprevisible y que no se puede diseñar algo con viralidad. Es mucho más inteligente hacer un contenido de calidad de forma recurrente. Con el tiempo acabará por encontrar su público.

3º/ Nunca como ahora el amateur tenía acceso a las grandes oportunidades. ¡Este joven va a hacer una película en Hollywood! ¿Hubiera sido eso posible sin un youtube? Parece obvio que no. Ahora, si eres capaz de demostrar que tienes algún talento que interesa a la gente, puedes dar el gran salto.

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La guerra de las travesuras

No sé si conocéis su nombre (The prank wars), pero estoy seguro que todos habéis visto vídeos. Se trata de una guerra de travesuras (utilizo travesuras para no utilizar otra palabra más fuerte porque se lo merece) entre dos amigos que trabajan en collegehumor; Amir y Streeter.
La cosa empezó bastante suave; Streeter editó una canción que le encanta a Amir incluyendo los gritos de Streeter y una exnovia suya en plena faena. Pero el tono de las bromas ha ido subiendo y han llegado a un punto muy fuerte.
El penúltimo se hizo muy famoso; uno de ellos ganaba la posibilidad de tirar con los ojos tapados una canasta de medio millón de dólares en el estadio de baloncesto. Con los ojos aún tapados, el estadio empieza a chillar como si lo hubiera conseguido. Pero en este último se superan. Streeter se va a lanzar en paracaídas y Amir le hace creer que el paracaídas no se va a abrir.

Yo soy muy crédulo para algunas cosas y puedo estar equivocado, pero a mi me da la sensación que todo va en serio y que las gamberradas se las hacen de verdad. Sea como sea, lo que está claro es que esto ha ayudado mucho a collegehumor porque es de una viralidad increíble.

Os dejo con los vídeos y, si alguien no ha visto ninguno, os recomiendo verlos todos por orden. Disfrutaréis del crescendo. Como son 8 vídeos y son bastante largos, os recomiendo verlos en varias tongadas. ¡Pero vosotros decidís! Y si ya los habéis visto, el nuevo es el último. ¡Espectacular!

Episodio 1; La canción perturbadora
Como decía, Streeter está harto de que Amir cante mientras trabaja, así que edita una canción que le gusta mucho a Amir para que escuche a una pareja practicando sexo.

Episodio 2; La gran cita de Streeter
Amir se hace pasar por una supuesta chica espectacular que quiere quedar con Streeter.

Episodio 3; El casting
Amir se traga que le quieren hacer un casting en el que saldrá representando papeles de lo más absurdo para una supuesta sitcom. No contento con hacer que Amir se grabe delante de una webcam, lo pondrá delante de toda la empresa.

Episodio 4: Streeter explota
Amir se pone de acuerdo con el público de un stand up, un club de monologuistas, para que no se rían de un solo chiste de los que Streeter hará desde el escenario. Además, algunos del público le insultarán.

Episodio 5: El gran fracaso de Amir (con Human Gigant)
Streeter hace creer a Amir que les han cogido para hacer una serie en Los Ángeles. Pero una vez allí, el equipo de la serie le dirá a Amir que no es capaz ni de decir una frase.

Episodio 6: The Yankee Prankee (intraducible; el partido de beisbol es en el campo de los yankees y prank es travesura)
Amir se venga esta vez después de descubrir que Streeter va a ir a un partido de beisbol con su novia Sharon. Amir consigue que en las pantallas del estadio aparezca un mensaje como si fuera de Streeter pidiendo matrimonio a su novia.

Episodio 7: La canasta del medio millón de dólares
Streeter se entera de que Amir va a ir a ver un partido de baloncesto y consigue que le dejen tirar la canasta del medio millón de dólares con los ojos tapados. Pide al público que grite como si hubiera acertado la canasta.

Episodio 8: La gamberrada del paracaídas

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Estigmas se estrena en internet

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La semana pasada gracias a un twitt de Gonzalo Martín, me enteré de que Estigmas, la nueva película de Adán Aliaga se estrenaba primero por internet y era gratuíta para los primeros 1000 espectadores.

Lentamente, pero con seguridad, el cine está empezando a utilizar internet como una nueva vía de distribución, algo que se enrola con una tendencia muy clara de los espectadores y de las nuevas estrategias de las salas de cine (donde están diversificando su oferta con partidos de fútbol, óperas en directo interpretadas a miles de quilómetros…).

Ya hablamos en su día cuando se estrenó Tiro en la cabeza de Jaime Rosales. Parece evidente que las productoras acabarán por distribuir sus ficciones (acaben siendo lo que acaben siendo estas) por internet.

Y vuelve la pregunta recurrente. ¿Y las salas? Bueno, como digo, ya están empezando a diversificarse y, sin haber entrado mucho en el tema, parece obvio que sobran muchas. Así que imagino que se reducirá la oferta para ajustarse a la demanda.

A parte del exhibidor hay otro rol que podría cambiar; las distribuidoras. Si las películas ya no tienen que distribuirse de forma física, ¿para qué las quieren las majors? Ojo, porque estas distribuidoras juegan otro papel tan importante o más que la propia distribución en si.

Cuando las majors están dispuestas a producir un nuevo film, buscan una distribuidora que paga por anticipado a cambio de los derechos de distribución. Así, tienen ante todo una función financiera; yo te presto dinero a cambio de unos réditos en el futuro. ¿En qué lugar dejará a este player la distribución online? Lo que es seguro es que su dinero hace falta y desconozco hasta qué punto pueden estar paralizando ese vuelco hacia internet.

En todo caso, el que quiera ver Estigmas por internet puede hacerlo por 2,95 €. Respecto a la película, explica la historia de Bruno, un tipo lamentable que al que un día le aparecen unos estigmas que le cambian la vida. Basada en un comic, creo que es un buen intento de hacer algo que va un poco más allá aunque , a ratos, carece de ritmo y peca de pretenciosa.

Siento decir que Manuel Martínez no me gusta nada como lo hace. De hecho, este rollito que tiene de artista total no acaba de convencerme. Me da la sensación que cuando alguien que no es actor hace un papel que no es ridículo, ya se le señala como sorpresa y gran trabajo. Yo esencialmente creo que eso es una perversión de la profesión del actor. No es que me parezca mal que no-actores hagan papeles, sino todo lo contrario. Pero lo que no se vale es exigir menos el trabajo de alguien sólo porque, en realidad, es un lanzador de bolas de hierro. Si no vale, no pasa nada. En lo suyo es un fuera de serie.

A pesar de todo ello, no deja de ser una ópera prima. La propuesta me interesa y limando un poquito de allí y de aquí, Adán puede acabar haciendo grandes películas.