La paradoja de los gemelos

En el post de ayer hablé expliqué que, aunque la intuición nos diga lo contrario, el cálculo que hacemos del espacio y del tiempo dependen del observador. En concreto, a altas velocidades muy próximas a las de la luz, el tiempo pasa más despacio y el espacio se hace más pequeño.

Todo eso nos lleva a lo que se conoce como la paradoja de los gemelos. Imagina que montas una nave muy rápida y convences a un tipo que tiene un hermano gemelo a que se suba 40 años en la nave. El día del despegue, los dos gemelos se abrazan y se despiden entre lágrimas. Iban a regalarse fotos mutuamente, pero pensaron que con mirarse al espejo había suficiente.

La nave la lanzas a una velocidad próxima a la de la luz. Pasan los 40 años y el gemelo que se quedó en la Tierra, emocionado, llega ya con el pelo cano. Cuando la nave aterriza, la sorpresa es que el hermano viajero tiene prácticamente la misma edad que la que tenía cuando salió. Para él no han pasado 40 años sino apenas un rato. El reencuentro es de lo más curioso ya que, mientras uno está a punto de jubilarse, el otro aún tiene que acabar la carrera.

Si crees que el hermano viajero ha vivido 40 años sin envejecer te equivocas. De hecho, si le cobraste, ya puedes correr porque te va a reclamar. Para él, sólo ha pasado un rato. Así que, si a alguien se le ha pasado por la cabeza que podría subirse a una nave así para tener más tiempo y vivir más, que se olvide.

La verdad es que, de toda esta historia, lo que de verdad angustiaba a Einstein, no era exactamente que uno envejeciera más rápido que el otro. Para una cabeza preclara como la suya, esto que a nosotros nos parece incomprensible, para él, sólo era una consecuencia de la propia relatividad. Sin más. Lo que de verdad le aturdía era que, según su propia teoría, para el gemelo de la Tierra es el gemelo de la nave el que viaja a una velocidad próxima a la de la luz y, entonces, es lógico que sea el viajero el que envejece más. Pero, para el viajero es su hermano en la Tierra el que se aleja a toda velocidad. Y, por tanto, para el gemelo viajero, es su hermano en la Tierra quien debería envejecer más rápido. Y eso es absurdo. Esa es la auténtica paradoja.

Einstein desarrolló su teoría en dos partes. La gente la conoce como la teoría de la relatividad, pero en realidad está la relatividad especial y la general. La especial, que fue la primera que desarrolló en 1905, sólo sirve cuando los cuerpos van a velocidad constante. A la que hay aceleración como, de hecho, hay en el caso de los cohetes, deja de funcionar.

Hasta este punto, Einstein había hecho un trabajo muy importante, sobre todo, de interpretación de ecuaciones que otros habían descubierto pero no habían sido capaces de entender (en especial, lo que se conoce como transformación de Lorentz). Pero esa interpretación hubiera acabado haciéndola alguien quizás menos brillante que él pocos años después. La verdadera y gran aportación de Einstein vino en 1915 con la relatividad general porque hizo que la física se adelantara muchos años. La General, como el nombre indica, sirve para todos los casos, incluso cuando los cuerpos aceleran, y es bastante más compleja. Si alguien tiene interés (y un punto masoca) hay un libro excelente colgado en la red del propio Einstein sobre la Relatividad explicada para Bachilleres.

La paradoja de los gemelos (o de los relojes) se la planteó al desarollar la primera parte de la teoría y eso le trajo de cabeza unos cuantos años. La relatividad general demostró que es el hermano viajero el que envejece más lentamente. La demostración matemática de la paradoja no es demasiado complicada, pero la verdad es que hay que desempolvar las integrales de cuando estudiamos en el instituto. Yo os paso el enlace por si queréis disfrutarla.

¿Qué es un instante?

¿Te habías hecho alguna vez esta pregunta? Tranquilo, yo tampoco. Pero Albert Einstein sí. Por eso Einstein es Einstein y nosotros… En fin…

La pregunta puede parecer baladí. Intuitívamente nos parece que un instante no es más que un punto en el tiempo. Las fotografías retratan instantes. Sí, ya, diría el sabio. Pero, ¿cómo puedo saber si dos cosas pasan en un mismo instante? Y no se vale decir que si salen en la foto es porque pasan a la vez. A ver, ¿qué le pasó al famoso físico para que se preguntara estas cosas tan absurdas? Hagamos un poco de retrospectiva.

Isaac Newton, algo más de tres siglos antes, había desarrollado un conjunto de leyes que explicaban con mucha exactitud lo que pasa en nuestro mundo. Sus leyes tenían una gran ventaja y es que son deterministas. Eso quiere decir que, en base a unas condiciones inciales podíamos saber con exactitud lo que pasaría. Por ejemplo, si nos dicen de qué ciudad sale un coche y a qué velocidad va, podemos saber a qué hora llegará a nuestra casa para recogernos.

Una de las deficiones más útiles de la física newtoniana es la de velocidad, que no es más que una distancia que recorremos entre el tiempo que tardamos en recorrerla. En expresión matemática, la distancia dividida entre el tiempo.

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Esta teoría se basa en que hay dos cosas absolutas; el espacio y el tiempo. Dicho con otras palabras, el tiempo avanza de forma constante e inexorable sin que nada pueda hacerlo ir más rápido ni más lento. Y tanto más de lo mismo con el espacio. La distancia entre dos puntos ha de ser siempre la misma, con independencia de las condiciones que se den en ese momento. Esta idea tenía todo el sentido del mundo porque era más que intuitiva. Es lo que nos dice el olfato.

Pero el olfato falla, por lo menos el mío. Y no siempre lo que parece es. Durante años se estaban efectuando experimentos que iban en contra de toda lógica. Imagina la siguiente situación. Vas subido en un tren de cercanías que, claro, no pasa de los 40 Km/h. Ves que se acerca tu estación y decides levantarte de la silla. Y caminas en la misma dirección que lleva el tren a 10 Km/h.

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Pero el maquinista se duerme y tu madre, que te estaba esperando, ve pasar el tren a 40 Km/h. Si además tuviera la vista de Superman y pudiera ver a través del barro que se acumula en los cristales, a ti te vería pasar a 50Km/h. Ella, desde fuera, sumaría la velocidad del tren (40Km/h) y la tuya propia (10Km/h), por lo tu velocidad respecto a ella es de 50Km/h.

Ahora vamos a subirnos en un AVE, pero como todo el mundo sabe que a la alta velocidad le cuesta coger la velocidad punta, vamos reducir (y mucho) la velocidad de la luz. La velocidad de la luz es de 300 mil Km. cada segundo. No está mal. Casi como yo cuando hago los 100 metros lisos. Pero, para nuestro problema, vamos a suponer que es de 20 m/seg. El vagón tiene 40 metros de largo y el tren se desplaza a 10 m/seg. Y entonces, en la punta trasera del vagón, encendemos un foco. Al otro lado del vagón, un amigo calcula cuánto tarda en llegar la luz hasta allí. Como hemos impuesto la velocidad de la luz a 20 m/s, en 2 seg. recorrerá los 40 metros del vagón. Justo lo que esperábamos.

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Pero tu madre, que es muy paciente sigue en la estación preparada para medir ella también la velocidad de la luz. Siguiendo la misma lógica que antes nos llevó a la conclusión que íbamos a 50Km/h respecto a tu madre, ahora la luz debería viajar a los 20 m/seg que lleva la luz más los 10 m/seg del tren. Es decir, a 30 m/seg. Pero tu madre se lleva una sorpresa cuando ella mide exáctamente la misma velocidad que tú subido al tren, es decir 20 m/seg. ¿Cómo puede ser?

Y lo que es aún más extraño; vamos a tratar de entender qué recorrido ha hecho, según tu madre, la luz en el tren. Si, para ella, la luz también iba a 20 m/s, pasados los dos segundos que antes le permitían llegar hasta la otra pared del tren… ¡ahora sólo habrá recorrido la mitad del vagón! Porque el tren sigue avanzando a un ritmo de 10 m/seg, así que después de 2 segundos, habrá avanzado 20 metros más. Luego, los 40 que tenía que recorrer, más los 20 que ha avanzado, menos los 40 metros que ya ha recorrido, le quedan otros 20 metros.

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Según las leyes que escribió Newton, ya os lo digo yo aunque es muy fácil de calcular, para tu madre, la luz tarda 4 segundos en cruzar todo el tren. Y aquí viene la clave de todo. Vamos a la ecuación de antes de la velocidad. Si v=distancia/tiempo y la velocidad de la luz (los físicos la llaman c) es constante para los dos observadores, necesariamente tiene que haber cambiado la distancia, el tiempo o las dos cosas. ¡Sorprendente! Y otra evidencia, las leyes de Newton no nos funcionan. Nuestro mundo se desmorona.

Bueno, no es para tanto. Es muy contraintuitivo, pero lo que realmente sucede es que, a velocidades próximas a las de la luz, el espacio y el tiempo dejan de ser constantes para volverse elásticos. Hablando en cristiano, a altas velocidades, el tiempo se dilata, es decir, pasa más poco a poco. En cambio, el espacio se contrae. Pero cuidado con esto y aquí viene lo más incomprensible y, claro, más abrumador y divertido.

Esto no quiere decir que el vagón y tu os hagáis más pequeños. Depende de para quien. Tu madre ahora, si midiera la longitud del tren, le saldría inferior a los 40 metros que hemos dicho que tiene el vagón. Pero tú, que vas a la misma velocidad que el tren, seguirías midiendo 40 metros. ¡Por eso Einstein llamó a esto Teoría de la relatividad! Porque las reglas de medida (tanto del espacio como del tiempo) son relativas y varían en función del que las mide.

Imagino que alguno puede pensar que esto es una paranoia que les ha dado a los físicos, que están un poco locos. Algo de razón tiene. Pero que sepáis que está comprobadísimo. En 1971, J. C. Hafele y R. Keating, subieron un reloj atómico (son los más precisos) a un avión supersónico y lo sincronizaron con otro en la Tierra. Hicieron volar al avión durante 40 horas y, cuando aterrizó de nuevo, los relojes ya no estaban sincronizados. El del avión iba algo atrasado.

¿Sorprendido? Esta nueva concepción de la física, Einstein la publicó en 1905. En realidad esto es sólo lo que llamó Teoría de la Relatividad Especial porque sólo funciona con objetos que van a velocidad constante. A la que algo acelera o se frena, todo se va al traste. Pero no os preocupéis, que años después, Einstein descubrió cómo tratar también a los objetos que se aceleran. Pero esa ya es otra historia; la de la Teoría de la Relatividad General.

¿Quieres leer más sobre física? ¡Lee aquí muchos más artículos!

Hasta que la muerte los separe

No sabía si publicar este vídeo porque ya, más o menos, todo el mundo lo ha visto. Después del de Susan Boyle, es el vídeo del momento. Al final, he llegado a la conclusión que debía estar en la web precisamente por eso. Si no lo habéis visto, valorad vosotros mismos.

Personalmente creo que tiene gracia y lo que está claro es que a la gente le ha encantado. La primera noticia que tuve de él fue en webTVwire, donde han planteado en dos posts debates bastante interesantes.

El primero de ellos sobre hasta qué punto es lógico hacer vídeos pensando en que sean virales. Su tesis se basa en el hecho de que el encanto de un vídeo domestico que se viraliza es su espontaneidad y, en este caso, parece hecho para conseguir ese efecto. Además, están convencidos, y comparto esa opinión, que ahora vendrán un buen puñado de copias. Desde mi punto de vista, el hecho de que un grupo de amigos haga algo pensando en que a la gente le pueda hacer gracia verlo y que tengan razón no me parece nada malo. Al final de la historia, lo que le pedimos a estos vídeos es autenticidad y poco más.

En el segundo, sus consideraciones giraban en torno a que, detrás de esto, youtube ha obtenido muchas visitas que acaban traduciéndonse en dinero. Por ahora son 16 millones y medio de visualizaciones. Y, por otro lado Sony y Chris Brown, creador de la canción que suena (forever), han visto aumentadas las visitas a sus vídeos. Sony podría haber borrado el vídeo porque, en principio, es ilegal utilizar temas con copyright como ya sabéis. En este caso lo han dejado y se han beneficiado claramente.

Albert de Nicodemo lo twitteo, y hoy me ha vuelto a llegar por el twitt de Nerea Madina, integrante de Transket, uno de los proyectos que se presentaron al campus de seedrocket de este julio pasado.

Principio de indeterminación

¿Os acordáis de cuando llegabais a los temidos exámenes de matemáticas? Imaginad que el profesor hubiera llegado con los enunciados de los problemas y, una vez repartidos, os hubiera dicho algo así como; delante vuestro tenéis una serie 5 de problemas. Con que hagáis tres basta porque, de hecho, sólo 3 tienen solución. El tiempo empieza… ¡YA! ¡Menudo estrés! ¿A cuáles dedicas tu tiempo?

Eso es algo que le pasa a los matemáticos, lo llaman teorema de la incompletitud de Gödel y tiene mucho con que en el enunciado se hable del propio problema. Si yo digo; «Siempre miento», además de dejar de leer el blog ipso facto, ¿podréis decirme si es cierto o falso? Si siempre miento, la afirmación debiera ser falsa. Pero, de ser verdad, debería mentir siempre.

Esto, que en este caso parece muy obvio, no siempre tiene por qué estar tan claro. Tiene mucho que ver con una cierta autorreferencia en el enunciado. Lo que los informáticos llaman (y tanto temen) recursividad. Mmmm… A los informáticos seguro que les ha recorrido un escalofrío todo el cuerpo.

Pues por si los informáticos y los matemáticos se sentían solos, a los físicos les pasa algo parecido con lo que se conoce como principio de incertidumbre o indeterminación. Y si ya altera la idea de que no todos los problemas puedan ser resueltos, cosa que acaba con la esperanza científica de explicarlo todo, lo que les pasa a los físicos es aún más doloroso.

Pensad que, para explicar lo que un objeto (o partícula) va a hacer en un futuro próximo, bastaría con saber su posición y su velocidad. Me explico. Si yo sé dónde está un coche y la velocidad que lleva, podré calcular cuánto tardará en llegar a un cierto punto.

Y un día Heisenberg, un gran físico cuántico, se dijo; vale, entonces, quiero saber la posición de un electrón para poder predecir qué va a pasar con una partícula en concreto. Pero, ¿cómo? Un electrón es algo muy pequeño. Imagina que, para verlo, lanzamos un fotón (la unidad mínima de luz posible). El problema es que, aunque el fotón sea pequeño, el electrón también lo es. E, inevitablemente, lo desplazaremos y variaremos su velocidad.

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Es como si tuviéramos una canica que, para verla, sólo tenemos la opción de lanzar otra y que choque contra ella. Está claro que la canica de la que queremos saber la posición y velocidad verá variada tanto la velocidad como la posición. Y la solución no pasa por mejorar nuestras máquinas porque no tiene nada que ver con la sensibilidad de estas, sino con cómo es la materia. Porque el observador altera lo observado. Ya vimos un ejemplo de esto, ¿no?

Es un cambio enorme en la forma de entender la física. Hasta el s. XX, la física había sido determinista; sabiendo la posición y la velocidad del coche y podíamos determinar dónde estaría pasado un tiempo. Pero ahora es probabilística, porque lo más que sabemos es con qué probabilidad está una partícula en un punto.

Además de dar un vértigo horrible desde el punto de vista intelectual, el principio de indeterminación permite cosas increíbles. Un fenómeno curioso es que impide que haya un sólo punto en el Universo vacío, libre de partículas. ¿Por qué? Porque este principio sólo nos permite saber la probalidad de lo que hay, pero restringe la certeza. Y, de haber un punto vacío,sabríamos lo que hay (nada). Por tanto, no es posible.

Recuperemos al profesor de matemáticas, pero esta vez dando clase de física (era típico que el profesor de ciencias repitiera en alguna asignatura). Llegaba a clase y, sin decir nada antes, soltaba; «a ver, problema; lanzamos una pelota desde un sexto piso. Cuando bote, ¿a qué altura llegará?». Y entonces cometías aquel error imperdonable de que la energía no fuera igual al principio que al final. Y tocaba escuchar aquel peñazo de frase; «niño, la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma».

Pues eso es porque tu profesor no conocía las partículas virtuales, que se distinguen de las reales básicamente porque se dedican a saltarse a la torera todas las leyes de conservación, entre ellas la de la energía. El problema es que tienen una vida tan corta que, por culpa del principio de indeterminación, no somos capaces de detectarlas (aunque sí podemos medir sus efectos).

Años después de salir del colegio, cuando descubrí esto, me quedé con las ganas de volver al colegio y decirle a aquel profesor, que en mi caso tiene nombre y apellidos, que mi pelota era virtual y que, por eso, no sólo no cumplía la ley de conservación de la energía sino que, además, era imposible saber a qué altura había llegado. Sí, me hubiera echado de clase, pero me hubiera quedado tan a gusto…

Películas de Julio 2009

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Pues nada, vamos al repaso mensual de las películas que he visto y que recomiendo y, claro, aquellas con las que es mejor no perder demasiado tiempo.

El mes de Junio ya recomendé una película sueca como la comedia de la vida. Esta vez vuelve a tocarle a una película sueca mucho más conocida. Se trata de Déjame entrar y, sinceramente, creo que hace recuperar el interés por un género que, a nivel creativo, hacía años que no encontraba nada. Aquello que Anne Rice intentó con gran éxito cuantitativo pero escaso cualitativo, esta película lo dibuja con casi perfección; vampiros con conflictos. Y lo mejor es que lo consigue haciendo a niños protagonistas en una película para adultos, experiencia que suele acabar en drama. No la historia sino el resultado. Para todos los que quieran ver una película vampírica o de amor. Sirve a la perfección a los dos públicos.

En la inesperada voy a poner un clásico porque, he de reconocer, yo no la conocía. Se trata de un musical (veréis que este mes he visto un buen puñado de los mejores). Se trata de All that jazz. Es de Bob Fosse, el mismo director de Cabaret y, aunque sigue un tono parecido a esta, a mi me parece mucho más interesante. Los temas de fondo son muy parecidos, la superficialidad, el mundo del espectáculo, el no pensar en el mañana mal entendido… Una auténtica joya de la que nadie me había hablado pero que os recomiendo muchísimo.

Y el peñazo es para… ¡Sí! Happy, un cuento sobre la felicidad. ¡Valiente tostón! La protagonista es como Barbra Streisand, que continuamente hace chistes como riéndose de todo y como autocompadeciéndose de sus problemas. Acaba por hacerse odiosa. En algunos momentos piensas que eres muy listo porque aciertas todo lo que va a pasar, pero no. Es la película, que de mala es previsible.

Y el clásico, esta vez hay muchos, sobre todo musicales. Es muy difícil escoger uno en concreto porque, aunque las notas que voy poniendo puedan estar muy claras, están puestas en un momento en concreto y todas podrían bailar un punto arriba o un punto abajo. Y cuando las miras con perspectiva no es tan sencillo.

De todas formas, me quedo con un tranvía llamado deseo. Vivien Leigh hace una de las mejores interpretaciones que he tenido la oportunidad de ver. Destaca a pesar de que al lado tiene a auténticos monstruos como Marlon Brando o Karl Malden, que también están increíbles. Además, el título me encanta por lo sutíl que es. Es el retrato de una mujer enloquecida por tener un marido. Yo me quedo sin palabras, no soy capaz de explicar lo que sentí, así que mejor verla.

Engañar a un electrón

El otro día, hablando con Amaia de yunu, me pidió que le explicara el experimento ese que en el que un electrón acaba pasando por dos sitios a la vez. Intenté explicarlo, pero no sé hasta qué punto lo conseguí.

Se conoce como el experimento de Young, el nombre de un tipo de hace más de 200 años. Poco antes, Isaac Newton, probablemente el físico más importante de toda la historia, había impuesto cátedra en casi todo. Supongo que por eso a todas las organizaciones pseudo secretas les encanta decir que era su gran jefe en aquella época.

Entre muchas otras cosas, Newton decía que la luz eran un montón de particulitas y como buenas partículas viajaban en línea recta (en algún momento entrará aquí un físico y me va a poner de vuelta y media. En fin…). Pero la cosa es que, en aquella época, algunos defendían que la luz eran ondas. Y ya sabéis lo que pasa cuando tiráis una piedra a un lago, que las ondas viajan en todas las direcciones y, además, interfieren entre ellas, es decir, que cuando se cruzan, o se suman (y la ola se hace más grande) o se anulan (y la ola desaparece).

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Y ahí llega Young, más chulo que un ocho, proponiendo un experimento que daría la respuesta definitiva; ¿es la luz una partícula o una onda? Sé que es largo, pero lo bueno, como en una buena peli, llega al final. Así que aguantad un poco.

Se le ocurrió la siguiente solución. Proyectamos luz sobre una pared con dos rendijas que dan a una habitación oscura. ¿Qué pasará si son partículas? Pues que en la pared de enfrente obtentendremos dos franjas de luz, porque hemos dicho que las partículas se desplazan en línea recta.

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Pero, en cambio, si son ondas… ¡Ah, amigo! Si son ondas, estas se desplazan en todas las direcciones y, además, interfieren. Así que lo que veremos en la pared de enfrente serán franjas de luz y franjas de oscuridad.

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Así que montó el circo con sus amigos en la Royal Society que, por cierto, montó él con otros, y observaron lo que pasaba. ¿Y qué fue? Pues que el bueno de Young tenía razón.

Desde entonces hasta principios del s. XX la cosa quedó clara. La luz es una onda y se comporta como tal. Pero el problema es que la realidad es muy tozuda. Y muchos experimentos entraban en contradicción con esa forma de entender la luz. En especial en química, donde en muchos casos, la luz parecía empeñarse en comportarse como una partícula.

Así que Gilbert N. Lewis le puso nombre a la criatura (fotón), y Planck lanzó una hipótesis según la cual la luz sólo interacciona con la materia en cantidades discretas. Eso no quiere decir que la luz sea vergonzosa, sino que lo hace en intensidades concretas. Es como si la luz llegara en paquetitos (los físicos lo llaman cuantos). Tú puedes tener un paquetito o dos, pero nunca 1 y medio. Y claro, eso parece más propio de las partículas que de las ondas.

Total, que Claus Jönsson decidió que había que repetir el experimento de Young. Eso ya fue en 1961, por si alguno piensa que hablo de algo antiquísimo, y se hizo con electrones. Y, en este caso, se añadió algo al experimento. Se hizo pasar a los electrones por una sola rendija. Si Young estaba en lo cierto, lo que se hubiera obtenido es un punto de mucha luz en el centro de la pantalla y luego, poco a poco, a izquierda y derecha la luz hubiera ido reduciendose. Claro, era una onda…

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Pero lo que se obtuvo fue una sola franja de luz, ¡lo que indicaba que eran partículas!

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En este punto los físicos ya aceptaban que las partículas tenían una doble naturaleza; por un lado de las de onda y por otra la de particula, sin entender muy bien el por qué. Y en un alarde de querer comprender esta locura se dijeron; lo que aquí está pasando cuando ponemos 2 rendijas es que, como lanzamos tantos electrones, unos pasan por una rendija y otros por otra y, pasada la rendija, entonces actúan como onda, interfieren y pasa lo que pasa. Dicho con otras palabras; pensaron que antes de la rendija se comportaban como partículas y después de la rendija se comportaban como ondas.

Solución; ¿Por qué no lanzamos los electrones de uno en uno? Entonces no tendrán con quien interferir y, necesariamente, veremos cómo los electrones generan sólo dos franjas o, lo que es lo mismo, se comportarán como particulas. O sea, esto;

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Y llegamos a lo bueno… A los físicos se les quedó cara de boniato cuando vieron que, en realidad, los electrones lanzados uno a uno, volvían a interferir. Es decir, que seguían obteniendo lo de esta imagen;

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Pero, ¿con quién interferir si cada electrón viajaba solo? Sólo podían interferir… ¡consigo mismos! Y ello llevaba a una conclusión necesaria. ¡El electrón debía pasar por las dos rendijas a la vez!

¡Eso no podía ser! Pero los físicos, que como buenos humanos pensaban que eran los más listos del parque, se dijeron; vamos a tomarle el pelo a los electrones estos. Muy bien, vamos a observar justo antes de la rendija si, antes de entrar, se están comportando como particulas o como ondas. Y el experimento se repitió.

Y sucedió algo mágico, casi maravilloso pero, a la vez, aterrador. El electrón sólo pasaba por una de las dos rendijas. Pero cabía esperar que, cuando alguien mirara a la famosa pared donde chocan los electrones, el resultado fuera el mismo que en la vez anterior. Pero no. Esta vez aparecían las 2 franjas que esperaron cuando lanzaban los electrones uno a uno. Pasada las rendijas, se estaban comportando como partículas.

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Y ese es uno de los resultados más increíbles de la física, al menos para mí. Es como si el electrón supiera que alguien le observa, lo cual parece absurdo. O no… En realidad, lo que quiere decir es que el observador afecta al resultado del experimento. Es de las cosas más bellas que he tenido la oportunidad de conocer porque me abruma.

Estoy seguro que, si habéis llegado hasta aquí, estaréis de acuerdo conmigo en lo mágico que resulta todo. Alguno puede pensar que esto es un rollo de los físicos para pasar el rato pero que la realidad no es así. Mirad este vídeo. La primera parte es un ejemplo de esto.

Y para acabar, os dejo un vídeo que explica todo esto de forma genial para niños sin tanto rollo histórico. Es de donde he sacado las imágenes. Vale mucho la pena y deja las ideas muy claras.

Mis queridos amigos, bienvenidos al misterioso mundo de la mecánica cuántica.

Física, la poesía de la ciencia

Cuando llega el mes de agosto, los medios de comunicación sufren una transformación curiosa. Las bajadas de audiencias se convierten en lógicas bajadas en los ingresos por publicidad. Y a ese proceso, ellos suelen llamarlo algo así como dar un tono fresco a los contenidos.

Básicamente consiste en hacer artículos de prensa o programas de televisión y radio en los que el interés del contenido es cero pero, eso sí, en color amarillo y naranja, que parece que encaja con la época del año. Ellos dicen que la gente tiene ganas de contenidos más ligeros. Total, que si durante el año ya tenemos que soportar a muchos personajes extravagantes, en verano se multiplican por doquier.

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Pues puestos a llevar la contraria, yo voy a tratar de hacer el camino inverso y además, con un tema que me apasiona pero que no suelo tocar; la ciencia. El tema es densito pero, a quién no le apetece un buen batido de fresa de esos que hay que ir al gimnasio para soberlo con la cañita.

Y si hay una ciencia dentro de las ciencias que me atrae es la física. ¿Qué tiene la física que no tengan otras? Pues que son incomprensibles, al menos para mí, pero de una belleza increíble. Muchas veces trato de explicar que son poéticas, pero no acabo de explicarme bien porque la gente no lo entiende.

Decía Eisntein que, para que una ecuación fuera válida debía ser bella. A parte de que a alguno le pueda parecer que con esas pintas estudiaba algo más que la relatividad, el hecho cierto es que tenía razón. Entonces, ¿qué quería decir?

Yo, que no soy físico ni nada que se le parezca, estaría de acuerdo con él porque es curioso como procesos naturales supercomplejos, como la relatividad o muchos fenómenos cuánticos están descritos por ecuaciones más que sencillas. A un sólo golpe de vista, si sabes leer la ecuación, que es todo un arte, comprendes el fenómeno. Por ejemplo, algo que hemos estudiado todos en el colegio y que aún no acabamos de entender por qué pasa es la gravedad. No podemos ni imaginar qué debe suceder entre dos planetas (por ejemplo) que se atraen. Creemos (hasta donde yo sé sólo creemos) que se envían mutuamente unas partículas a las que hemos llamado gravitones. Y, en cambio, algo tan difícil de entender, se describe sólo por una relación (división en cristiano) entre las masas de los planetas y la distancia que los separa al cuadrado. Ya sé que hay una constante, pero es sólo una especie de «ajuste» matemático. ¿Cómo puede ser que un fenómeno que parece tan complejo es tan… sencillo que lo puede estudiar un niño de 12 años?

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Así que muchos de mis próximos posts serán sobre estas ecuaciones tan bellas y sorprendentes a ratos. ¡Ah! Y la próxima vez que veáis una, en vez de pegar un bufido, miradla a ver si sois capaces de encontrarles el encanto, que lo tienen.

Ashes of Time Redux

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Valoración: 5,5/10

Tag line. Es el retrato Ouyang Feng, un hombre amargado y solitario, que vende sus servicios como asesino a sueldo, con un profundo miedo al amor.

Breve crítica. Tengo que reconocer que no la he entendido con mucho detalle porque cruzaba personajes y la historia me parece algo confusa. Ahora en casa he leído sinopsis, creo que es la vez que he encontrado más disparidad de supuestos «argumentos». Aún así, es un Kar Wai, todo un sello de calidad, en especial fotográfica.

Género. Drama de acción.

Director. Kar Wai Wong.

Guión. Kar Wai Wong.

Intérpretes. Jacky Cheung, Leslie Cheung, Maggie Cheung, Carina Lau, Tony Leung Chiu Wai, Tony Leung Ka Fai.

Título original. Ashes of time redux.

Año de estreno. 1994

País. Hong Kong, China, Taiwan.

V.O.S. (Versión original subtitulada)

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Valoración: 6,5/10

Tag line. Curiosa mezcla entre realidad y ficción, donde Cesc Gay nos explica la historia de dos parejas, una de muchos años y otra que, en realidad no lo son aunque buscan un hijo.

Breve crítica. Muy entretenida. Los actores están, por lo general, bien, sobre todo ellas. Las situaciones están bien encontradas. La propuesta es algo abstracta a ratos, cosa que la hace algo más interesante. A veces chirrían algunos cambios de secuencia, pero nada demasiado grave.

Género. Comedia romántica.

Director. Cesc Gay.

Guión. Cesc Gay.

Intérpretes. Àgata Roca, Vicenta N’Dongo, Andrés Herrera, Paul Berrondo.

Título original. V.O.S.

Año de estreno. 2009

País. España.

Julio 2009

56 – Déjame entrar [2009] 7,5/10

Un preadolescente marginado entre sus compañeros de clase traba amistad con una vecina que resulta ser un vampiro.

57 – The Contract [2006] 4/10

Un padre preocupado por el empobrecimiento de su relación con su hijo, decide ir a la montaña con él, donde encuentran a un grupo de ladrones peligrosos.

58 – La dolce vita [1960] 8,5/10

Venturas y desventuras de un paparatzzi que vive entre la gloria y el infierno, entre los claros  y los oscuros.

59 – Happy, un cuento sobre la felicidad [2008] 3/10

Estúpida historia que intenta ser una Amelie pero que más quisiera Audrey Tatoo (para ayudarla a quitarse la imagen del personaje que tanto la ha marcado).

60 – My fair lady [1964] 9/10

Un experto en fonética se dispone a convertir a una medio vagabunda en una auténtica princesa. Absolutamente maravillosa e imprescindible.

61 – West Side Story [1961] 9/10

Romeo y Julieta moderno basado en peleas callejeras. Tony y Maria ven su amor frustrado porque pertenecen a bandas rivales.

62 – Cabaret [1972] 8/10

En la Alemania prenazi, una pareja afronta la vida con toda la superficialidad que pueden hasta que les estalla en la cara.

63 – Viaje a Darjeeling [2007] 6/10

Tres hermanos americanos que habían perdido el contacto por enfrentamientos del pasado, hacen un viaje iniciático en un tren en la India.

64 – Hannibal [2001] 6/10

La agente especial Starling se ve obligada a perseguir al doctor Hannibal Lecter, quien le ayudó a cazar a un peligroso asesino en serie.

65 – Sombrero de copa [1935] 8,5/10

Comedia de enredos musicada donde una pareja ve imposible su relación por un buen cúmulo de malentendidos.

66 – Annie [1982] 7,5/10

Annie es una huérfana con una actitud muy optimista y que es adoptada por un rico empresario republicano.

67 – Tres días con la familia (crítica) [2009] 7/10

Una joven universitaria vuelve a Barcelona al entierro de su abuelo, que era tan odiado como temido por toda la familia.

68 – Tetro [2009] 5,5/10

Bennie va a Argentina buscando respuestas de por qué su hermano se marchó de casa sin pensar en él.

69 – All that jazz [1979] 9/10

Obra maestra de los musicales. Visión más que contemporánea de la vida al límite, superficial, y el precio que se paga por ello.

70 – Un tranvía llamado deseo [1951] 9,5/10

Espectacular retrato de la soledad y los conflictos de pareja. Y cómo pueden, incluso, arrastrarte a la locura.