Alberto Lacasa

Audiovisual, política y más allá

guion y cine

3 DÍAS CON LA FAMILIA

Cuando se habla mucho de un título español por parte de la crítica anunciándolo como una gran película, tiendo a desconfiar porque suele no utilizarse la misma vara de medir fuera y dentro. Y he de reconocer que tenía ciertos prejuicios respecto a 3 días con la familia. Me parecía poco creíble que una ópera prima sostenida en una protagonista que también es su primera vez, pudiera ser tan buena como proclamaban a los cuatro vientos. Y una vez vista, no podía estar más equivocado.

3 días con la familia narra la historia de Léa, una joven que estudia en Toulouse ingeniería y que tiene su vida allí montada, que vuelve unos días al funeral de su abuelo, el patriarca de una familia burguesa al que todos desprecian. La incomunicación, una suculenta herencia y conflictos silenciosos arrastrados desde hace tiempo, vehiculan la trama.

Suele ser un error dar un tono hiperrealista a un guión porque juega en contra de nuestra forma de entender la ficción. Pero si optas por esta vía, la historia debe entrar poco a poco, no dándole mascado todo al espectador para que participe en la historia. Y Mar Coll, la directora y coguionista junto con Valentina Viso, ha sabido hacerlo a la perfección. A cada minuto que pasa, el espectador es más partícipe de la familia hasta casi conocer todas las virtudes y defectos de sus integrantes.

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Uno de los principales aciertos es la utilización de personajes elípticos. Toda la trama gira en torno a la relación que establecían con el abuelo. Pero, a parte del desprecio que se respira, no llegamos a saber qué cara tenía, excepto por dos fotos que tampoco nos ayudan demasiado. Y una de las tías de Léa, Virginia, que ha escrito un libro inspirado en su vida, no aparece hasta la mitad del metraje a pesar de que se habla mucho de ella. Eso le da un áura magnética que, llegado el momento, Amália Sancho, la actriz que la interpreta, es capaz de sostener a la perfección con un aire seductor que carga el ambiente.

Y es que uno de los activos principales de la película es una gran combinación entre actores veteranos y novatos de mucho talento. La protagonista, Nausicaa Bonnín, está expléndida. Encuentra siempre el punto justo, sin pasarse y sin quedarse corta. No necesita hacer sobreinterpretaciones para que entiendas qué le está pasando. El resto de jóvenes, entre ellos David Verdaguer y Aida Oset, también están fantásticos y arropados por un plantel veterano de un gran nivel.

Qué decir de nombres como Eduard Fernández o Philippine Leroy-Beaulieu que no se haya dicho ya. Eduard es ese padre incapaz de asumir la separación de su mujer, que ni siquiera se atreve a contarlo a su familia por miedo a la reacción. Su vida parece estar en un compás de espera basado en la esperanza de la vuelta de su mujer. Esta, interpretada por Philippine Leroy-Beaulieu, vive yendo y viniendo y manteniendo la mentira por su marido sin entender porqué su hija (Nausicaa) no quiere relacionarse con ella.

tres-dies-amb-la-familia-02Creo que sobran las palabras cuando encuentras dentro de un mismo equipo a los protagonistas de Smoking room (Francesc Orella), del mítico Franco de Albert Boadella en ¡Buen viaje Excelencia! (Ramón Fontserè) o Isabel Rocatti, una de las protagonistas de la exitosa serie de TV3 Ventdelpla.

Pero todo el trabajo podría haberse ido al traste si la conclusión de la historia no hubiera sido la adecuada. 3 días con la familia me ha brindado uno de los mejores clímax que recuerdo del cine español. De una gran delicadeza, suavidad, realismo, inevitable… Tiene todas las virtudes que debieramos pedir a una secuencia final. Tan dramática por su sencillez y desnudez que conmueve como pocas.

He dicho varias veces que este país tiene un problema de escuela, de estilo, que permita a un conjunto de espectadores (mayor o menor) identificarse con ese tipo de historias y, a partir de ahí, crear la industria del entretenimiento que tanto reclama Gonzalo Martín. Quizás es porque me coge en un arrebato de optimismo, pero empiezo a tener la sensación que algo se mueve alrededor del ESCAC (Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya). Sus dos primeras películas, Lo mejor de mi y 3 días con la familia, demuestran que su formación que más que valida. Y los dos títulos, unidos a la película de Judith Colell 53 días de invierno y al trabajo ya hecho por directores como Cesc Gay (En la ciudad) y algunos otros podrían marcar un camino con un cierto público que, de seguir así, les será fiel. No tengo ninguna duda.

1 Comment 3 DÍAS CON LA FAMILIA

  1. Ángel

    Buen artículo, cuando vea esta película intentaré pasarme por aquí y darte mi opinión. El cine español se ha lastrado a sí mismo con una serie contínua de tics cinematográficos, entre ellos el que comentabas en blogdecine, el constante fluir del texto o verbomotriz, casi siempre sin más sentido que el de rellenar o explicar gratuitamente a personajes y situaciones, cosa que aborrezco profundamente. Otros detalles del cine español es la tendencia al chiste fácil o a la tragedia gratuita dentro del cine social, un cine social tocado por la afectación y la poca credibilidad. Pero tienes razón en que algo está cambiando de un tiempo para acá, quizás los cineastas más jóvenes (algunos no tan jóvenes) se han dado cuenta de lo que se está cociendo en las cinematografías más vigorosas de la actualidad, y no hablo del vigor USA o la estrategia protectora de Francia, hablo del cine rumano, de ciertos autores orientales, tampoco hablo de un vigor narrativo o de una habilidad especial con el guión, hablo del conjunto, del fondo y la forma, de la innovación de todo el conjunto, de otros aires. Por supuesto eso conlleva un problema: el espectador, acostumbrado a un contínuo adoctrinamiento de las formas más clásicas, y al que le está costando aceptar “otras formas”, formas que normalmente confunde con “carencias”, sean del tipo guión, dirección, montaje, etc. No se cómo se desarrollará todo esto en España, pero creo que vale la pena intentarlo, o eso o seguir copiando fórmulas y haciendo un cine cada vez más impersonal.
    Saludos

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