Alberto Lacasa

Audiovisual, política y más allá

guion y cine

53 DÍAS DE INVIERNO

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No son pocas las veces en las que me quejo de que los problemas del cine español son dos; la falta de escuela y la falta de talento. Y en este orden. En síntesis, considero que en este país no sabemos a qué jugamos, no sabemos qué funciona, no tenemos identidad. Si resolviéramos esta parte, si tuviéramos una “escuela”, hacer sobresalir el talento sería mucho más fácil.
Pero no está todo perdido.53diasfotorodatge

Ayer tuve la oportunidad de ver 53 días de invierno, la segunda película de Judith Colell, después de Nosotras. Y me sorprendió gratísimamente. Viene a demostrar que, si se parte de un buen guión, de una buena plantilla de actores y de una dirección más que razonable, los resultados acaban por llegar.

53 días de invierno es un retrato de la soledad en su estado más puro, con personajes recorriendo todo el espectro de edades y de una gran verosimilitud. Desde una maestra que recibe el alta después de más de un año interpretada por una siempre genial Mercedes Sampietro, hasta un guardia de seguridad interpretado por un notable Álex Brendemuhl incapaz de asumir su cruda situación económica, pasando por una joven enamorada del director de su cuarteto de cuerda interpretada por uno de los mayores valores entre nuestra juventud; Aina Clotet. A todo eso, hay que sumarle una retahila de secundarios de excepción; Montserrat Salvador, Silvia Munt, Joaquim de Almeida, Abel Folk…

53-dias-de-invierno-02La película está cargada de dolor y de silencios, aunque en algunos momentos asome la esperanza. Es evidente el juego de claroscuros íntimamente ligados al estado de ánimo de los protagonistas. Los momentos más luminosos son aquellos en los que la fe les acompaña, mientras que la oscuridad llena la pantalla cada vez que el desanimo cierne sus corazones. Las tres historias quedan unidas mediante un programa de radio de madrugada, donde los solitarios se desnudan frente a la audiencia y, sobre todo, por un encuentro fortuíto en una parada de bus.

El nivel del metraje se sostiene siempre a una cierta altura, pero esto, de por sí, quizás no hubiera sido suficiente. Hay varios momentos de una simplicidad brillante. Recuerdo con especial cariño una llamada a su mujer del personaje de Brendemuhl, que me hizo vibrar.

La recomiendo y confío en que Colell sea capaz de mantener este nivel, porque estoy seguro que seguirá ofrenciéndonos algunos de los mejores momentos de nuestro cine.

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