La polémica campaña #EnvasOnVas

envasonvas

Tengo que decir que, como apenas no veo la tele, yo conocí la campaña #envasonvas a través de la radio. Después vi los anuncios de televisión. Y, personalmente, es una de las mejores campañas que recuerdo haber visto en los últimos años. La prueba es que todo el mundo estaba hablando de ella… para bien.

Para los que no seais catalanes, aquí podéis ver una de las versiones del anuncio.

A priori, la campaña incita a poner cada cosa en su contenedor. Muchos plásticos que no son envases no deberían ir al contenedor de envases. Uno, que desconoce cómo funciona esto, intuitivamente piensa que es bueno que nos «eduquen» y nos señalen cuál es el sitio apropiado.

El problema es que muchas veces la respuesta es el vertedero o rechazo, lo cual implica que no se recicla. Y es en este punto que aparecen las críticas. Si todos los productos de plástico y metal son reciclables, ¿por qué perder la oportunidad de reciclarlos?

Por lo visto, por cada envase que compramos, pagamos una pequeña tasa para cubrir parte de los costes de reciclaje. Estamos hablando de una cantidad inferior a 1 céntimo. Y, claro, todo aquello que no es envase no lo paga. Y las empresas recicladoras (en Catalunya son 2) no quieren reciclar cosas por las que no se les está pagando.

Antes he dicho que es un sector que no conozco, así que si aparece alguien que entiende, que comente sin manías desautorizándome si quiere. Pero abro varias reflexiones después de haberme leído esta crítica, entre otras:

1º/ Es profundamente inmoral que ya sea financiado en parte o totalmente por la Generalitat o sólo apoyado por esta, se haga una campaña publicitaria que invite a la gente a no reciclar. Es sencillamente lamentable. Y muy grave.

2º/ Comprendo perfectamente que las empresas que se dedican al reciclaje quieran cobrar por aquello que hacen. Me parece patético que intente señalarse como «una campaña que sólo busca aumentar los beneficios de empresas privadas». Seamos serios. Si les pedimos que hagan algo por nosotros, se lo tenemos que pagar. Punto.

3º/ Supongo que estas empresas no sólo cobran de la administración antes de reciclar sino también después de haberlo hecho vendiendo el producto que acaban generando. También intuyo que, si lo que no está marcado como envase no quieren reciclarlo, este precio no cubre los costes (si no, lo reciclarían igualmente y santas pascuas).

4º/ La Generalitat, en vez de apoyar una campaña de objetivos más que dudosos, lo que debería hacer es cargar también con un céntimo todo aquello que sea reciclable pero, en cambio, no es un envase. Así, las empresas cobrarían lo que es justo. Y los ciudadanos reciclaríamos mucho más. Y aquí todos contentos, ¿no?

5º/ Supongo que gravar plásticos que no sean envases debe ser más complicado (hay más cambios en el tamaño, el peso…). Si es así, que busquen alguna fórmula. Son auténticos expertos en hacer leyes complejas. ¿Por qué en este caso no lo hacen?

6º/ En vez de financiar una campaña que apuesta por reducir lo que reciclamos, ¿por qué no hacen una que apueste por el modelo de retorno de envases? ¿Qué mejor manera de reciclar que reutilizar?

7º/ La campaña hace un reclamo a compartir el asunto por la red. Incluso se nota que se han dejado los duros en la web. No ser honesto en la red puede salir muy caro. Sólo hay que ver lo que se está diciendo estos últimos días en twitter.

Me duele ver que una de las campañas más brillantes en lo comunicativo tenga unos fines tan discutibles. Me duele que mi administración gaste esfuerzos en cosas que no sólo no me ayudan sino que me perjudican. Así no se utilizan los recursos escasos de las administraciones. Y menos ahora.

La noche más oscura

La noche más oscura

Argumento

Basada en una serie de entrevistas, La noche más oscura reconstruye la persecución para cazar a Bin Laden.

 

Breve crítica

Igual que, En tierra hostil, Bigelow demuestra una enorme capacidad para emocionar a través del género bélico. Su visión parte de un punto de vista más emotivo que el que estamos acostumbrados. Cuando vi En tierra hostil lo asocié al hecho que no estamos acostumbrados a ver películas de guerra rodadas por mujeres. Creo que en este caso es, si cabe, aún más evidente. Sea porque realmente fue una mujer la que se le puso entre ceja y ceja perseguir hasta el final a Bin Laden o por decisión artística, el hecho es que funciona muy bien.

La película tiene un potente sentido del ritmo. Llega a ponerte en mucha tensión. Y todo ello partiendo de la base que todos sabemos el final de la historia. Muy trabajada la tensión que genera ya no la propia persecución sino la relación con los estamentos políticos y burocráticos de la administración americana.

Jessica Chastain, a la que conocimos haciendo El árbol de la vida, está muy bien. Creo sinceramente que su personaje no tiene las complejidades que otros con los que nos ha obsequiado estos dos años. Pero lo que le exige el guión lo ejecuta a la perfección. Está muy creíble como mujer dura.

Desde el punto de vista ético, la película no cuestiona nada de lo que sucede. Ni lo bueno ni lo malo. Lo mira con una cierta asepsia. ¡Ah! Y la película deja claro en qué lugar está España en el imaginario norteamericano. Salen multitud de atentados pero ni palabra del 11M.

la noche más oscura

Valoración: 7/10

Género. Bélico.

Directora. Kathryn Bigelow.

Guión. Mark Boal.

Actores/Actrices. Jessica Chastain, Joel Edgerton, Taylor Kinney, Kyle Chandler, Jennifer Ehle, Mark Strong,Chris Pratt, Mark Duplass, Harold Perrineau, Jason Clarke, Édgar Ramírez, Scott Adkins,Frank Grillo, Lee Asquith-Coe, Fredric Lehne, James Gandolfini, Reda Kateb, Fares Fares,Stephen Dillane.

Título original. Zero Dark Thirty.

Año de estreno. 2012.

País. USA.

Los herederos del espíritu de Cambó

Alfons Quintà

Ha pasado algo más de 1 mes desde las elecciones catalanas. Los resultados dan una mayoría de partidos favorables a la independencia y una mayoría aplastante a favor del derecho a decidir.

En un primer momento, se hizo una lectura errónea desde las oligarquías de Madrid creyendo que los resultados indicaban que la gente no quería independencia. Desde mi punto de vista, también se hizo (y se mantiene) una lectura equivocada desde el catalanismo: la victoria pírrica de Mas deja el proceso en una situación tremendamente compleja.

Por un lado algunas personas han hecho movimientos que se están interpretando que tienen el objetivo de ocupar la silla de Mas desde el propio CDC. Incluso hay movimientos que algunos han acertado a llamar «hacer un Aguirre». Es algo que pasa en todos los partidos.

Pero a esos movimientos «normales» hay que sumar que Duran i Lleida parece dispuesto a utilizar UDC para descarrilar el proyecto de Mas. Sería interesante un día hablar de lo que pasa dentro de Unió, mucho más independentista que su líder. Pero es un tema que yo personalmente no conozco lo suficiente.

En ERC los movimientos, al menos, no han trascendido. Pero estoy seguro de que las bases apretarán en cuanto la tijera que ponga a funcionar. Está demasiado instalado en el imaginario colectivo que esto de recortar es pura ideología. Con independencia de si es cierto o no, les va a ser muy duro que alguien que era independiente hace sólo año, tome las riendas de ERC  y mantenga un pacto con CiU.

Por si fuera poco, hay una base de empresarios y periodistas, eso que llamamos sociedad civil por no llamar élites, que no lo ven claro y harán todo lo que esté en su mano por frenarlo. No quieren democracia. No sea que el pueblo discrepe de su punto de vista.

Y ahí los tenemos. Todos sabemos quienes son. Y también de dónde vienen. ¿Los Lara? ¿A esos tenemos que escuchar? O la familia Godó. ¿Analizamos el currículum de las dos sagas mediáticas más importantes del país? Digno de estudio el cambio radical de línea editorial de La Vanguardia. Y algunos mitos de nuestra historia personal como Alfons Quintà, hoy editor de El debat, un medio digital absolutamente enfrentado al govern.

El caso de Quintà también es de análisis. Uno de los fundadores de El Pais, tilda a TV3 de «soviética». Insinúa, si no dice abiertamente, que TVC es sectaria. Pero, ¿saben quién fue el primer director de la cadena? Él mismo. Así que debió sembrar la semilla. ¡Ah! Esos a los que llama sectarios, esos a los que acusa sutilmente de ladrones son los que le pusieron en el cargo.

Y conste que esas acusaciones no empezaron después de dejar TV3. Tampoco después de dirigir El observador, un medio auspiciado por uno de los hombres fuertes de Pujol, Lluis Prenafeta. No, antes de su etapa en TV3 ya había realizado una serie de artículos en los que acusaba a Pujol de ladrón por el caso Banca Catalana. Curioso sectario Pujol que, tras llamarle ladrón, te da la dirección del medio de propaganda justo en su creación, cuando se sientan las bases. Y eso que el caso Banca Catalana da para unos cuantos libros.

Por cierto, sentado sobre la base que TV3 es la herramienta de propaganda del nacionalismo (la crosta que diría aquel) le preocupa mucho el tamaño de la tele catalana. Dice que tiene unos pocos empleados más que un portaviones. Pero, en cambio, no le he leído nunca que con la plantilla de TVE se puedan llenar varios de esos barcos.

Ya sabemos quiénes son. Heredan el espíritu de Cambó, que vendió el país financiando la guerra de Franco. Siempre han sido poderosos y ponen una dificultad más en el camino. Puede que la más grande de todas.

Lanzarse a la epopeya de una independencia con el medio escrito más importante en contra, con una TV3 que siendo líder sólo representa un 14% de la audiencia, con el Cercle de Economía trabajando básicamente en contra (aunque no todos, sí muchos de ellos) se hace difícil. Tanto que me resulta hasta demasiado épico.

Tienen todo el derecho del mundo a luchar por lo que creen. Por supuesto. Pero no a base de insinuaciones e insidias falsas. No a base de desligitimar nuestras instituciones. Hace unos días dije en twitter a unos amigos que veríamos brillar rayos C cerca de la puerta de Tannhäuser, en referencia al final de Blade runner. Y si no, al tiempo.

Cuando dije hace unas semanas que veía difícil que se celebrara el referendum ya pensaba en este tipo de cosas. Poco a poco se van concretando. Los riesgos son enormes pero, aún así, la lucha merece la pena. Y, además, no tenemos otra opción.

Critica de «El capital»

El capital

El capital cuenta la historia de un joven contradictorio y ambicioso que llega a la presidencia del banco más importante de Europa. Una vez allí se verá obligado a navegar entre las dos facciones del consejo de accionistas que pretenden dominar la empresa.

La película es de un clásico del cine, el casi octogenario (en Febrero de 2013 cumplirá los 80) director Constantin Costa-Gavras. El film, que supera en calidad su anterior Eden al Oeste, se enmarca a la perfección entre dos pilares básicos de su filmografía. La película combina su gusto por los thrillers, como lo fueron La caja de música o Desaparecido (missing), con su constante compromiso político.

Desde la bélica Amen, hace ya 10 años, Costa-Gravas no nos había dado un film de esta calidad. Dicho esto, el guión se mueve en la ambivalencia: creo que tiene un interesante sentido del ritmo y, en algunos momentos, presenta al protagonista frente a situaciones muy complejas y poliédricas que contrastan con muchos momentos del film algo superficiales y maniqueos. A ratos parece estar explicándole la crisis a un niño.

Dicho esto, y asumiendo que no trata al espectador como un adulto (como sí hacen otros films similares como Margin Call o Inside Job), la película pone el acento en la gestión política de la situación que vive un presidente de banco. Todo ello le permite esbozar un mundo donde la lucha por los puestos de 4 mandan al pacto del hambre a buena parte de la sociedad.

El discurso, por supuesto, recuerda a su propia filmografía, con toques de los míticos thrillers de Otto Preminger. Pero no es exactamente un film al puro estilo del modo de representación institucional. Son evidentes las trazas de influencias de cine francés y algunos efectos postmodernos, como el distanciamiento tan típico en el cine de Haneke.

Con inteligencia, Costa-Gravas interpela directamente al espectador con miradas y comentarios a cámara. Así antepone una distancia entre lo que el espectador está viendo y su vida cotidiana. Él no quiere que nos identifiquemos con los personajes. Al contrario, quiere convertir la realidad de estos magnates en un marco infantiloide. Incluso se refiere en diversas ocasiones a que todo es un simple juego.

El capital

El tono irónico del director franco-griego se entremezcla con un discurso casi fatalista, insinuando que las cosas difícilmente serán diferentes. Presenta un mundo donde el dinero manda en una especie de sinsentido. En un par de ocasiones, los personajes constatan la inevitabilidad de la realidad en la que vivimos. Donde entre dos elecciones, sólo podemos pensar en escoger aquella que nos perjudica menos.

La condición humana, según Costa-Gavras nos lleva indefectiblemente a renunciar a todo por dinero. Da igual lo que podamos llegar a ganar a cambio de renunciar a él. No se trata tanto de tener dinero para conseguir grandes cosas sino que es por el dinero en si mismo.

Desde el punto de vista del guión, lo que el director juega con mayor inteligencia son los clichés de género. Los personajes que esperamos que aparezcan en un film de género están presentes. Pero su devenir, evidente en la mayoría de films, no encuentran igual solución de continuidad en este caso. O, por lo menos, se nos hace menos evidente qué es lo que les pasará. Empezando por una prostituta de lujo, que juega el rol de femme fatale clásico del género o la esposa, que lo ancla a la realidad cotidiana, a sus orígenes.

En el middpoint (en la parte media de la película), el relato nos propone un alto en el camino. El único momento catártico. Después de 1 hora rodeados de espantosos ejecutivos sin escrúpulos, el protagonista vuelve a la cotidianidad y normalidad de una comida familiar. Por fin, allí el espectador se ve reflejado. Y eso le permitirá interpelar al protagonista que, por otra parte, actuará con el cinismo que se presupone a los ejecutivos.

Visualmente el film está bien resuelto. Tiene un buen ritmo y te atrapa desde el primer minuto. Además, saca un buen trabajo a los actores y actrices, que resultan absolutamente creíbles.

Costa-Gravas nos ofrece uno de sus mejores films de los últimos años sin llegar a los hitos que marcó años atrás con films como La caja de música. Y todo ello pese a que, quizás, hubiera podido tratar el tema con algo más de madurez, lo que hubiera redundado en favor de la crítica que hace al sistema.

Crítica a «El hombre de las sombras»

El hombre de las sombras parte de un dato real escalofriante. Cada año, 1000 niños desaparecen en USA. En base a ello, esta producción franco canadiense dirigida  por Pascal Laugier, nos introduce en la historia de un pueblo decadente que, tras el cierre de una mina, sufre la desaparición de sus hijos. Algunos habitantes hablan del hombre del saco.

Difícil de definir, la película transcurre entre el melodrama y el género de terror. Con una brillante combinación de ingredientes, la historia es apabullante. El espectador se ve inmerso en una trama muy potente que no olvida abrir ciertas reflexiones. El ritmo de la película es muy inteligente y pervierte, desde el principio, los clichés del terror.

Desde aquí, prefiero avisar que voy a destapar los secretos del film. Así que, si no la has visto, te recomiendo que no sigas leyendo. Disfruta de la película y, eso sí, no olvides venir a compartir conmigo qué te pareció.

el hombre de las sombras

La propuesta de la película es provocadora. No sólo en los aspectos que es evidente (dando el protagonismo a la mala del film sin decir que ella es la responsable) sino desde muchos puntos de vista.

El film propone una hibridación de géneros que no es habitual. Empieza haciendo uso de clichés típicos del terror. Sugiere una voz en voz que no asociamos exactamente con nadie, aunque no tardemos en intuir que se trata de la niña «muda». La primera mitad de película es una película de género. Después del midpoint (escena central del film), y de que se resuelva que la protagonista es la culpable, gira al melodrama. Todo ello sin que el cambio resulte incómodo para el espectador. Al contrario, se agradece tras una revelación tan fuerte.

Aunque no está exenta la historia del cine de films así, es cierto que no hay demasiados films de terror con componentes éticas. El discurso es profundo, más dado a formular preguntas que a contestarlas. Trata al espectador como alguien adulto, como alguien a quien puedes darle elementos de análisis para cuando «vuelvas a casa».

Es obvio que el guión de El hombre de las sombras es sobresaliente. Como comentaba, la primera parte del film es la típica del género de terror. Todo ello hasta llegar a la mitad del metraje. Allí se produce un punto de giro con reminiscencias de Psicosis, donde la muerte de la protagonista cambia el foco de la historia.

En este caso, también se produce una muerte, si no varias. Muere la protagonista a nuestros ojos. Nos ha engañado durante casi 1 hora. Creímos que quería ayudar a los niños y resulta estar dispuesta a asesinarlos. El film nos deja tan noqueados que la inocencia del espectador también muere. De alguna manera, sucede algo tan terrorífico que el terror, como género, deja de tener sentido.

Como espectador, incapaz de recuperar el aliento, empieza a recibir señales que, quizás, la intención no es tan mala. ¿Por qué, si no, la adolescente querría irse con el hombre del saco? Y todo ello acaba en un fascinante clímax que nos tranquiliza como espectadores. Nos hemos identificado con alguien bueno, que «salva» a los niños. Dispuesto a hacer todo esto sin nada de dinero a cambio y sólo por las pobres criaturas.

Pero toda la reflexión vuelve a ser una manipulación. Puro cine. El director nos vuelve a llevar a donde quiere. Y, una vez allí, nos sacude. Es muy habitual en la ficción que nos identifiquemos con cosas que, en la vida real jamás aceptaríamos. Policías corruptos, mafiosos, asesinos… Y la voz en off final nos lleva a un terreno en el que podríamos llegar a decir: «si los niños ahora están fuera del pozo en el que estaban, ya me está bien». Pero la adolescente acaba su reflexión con un right? (supongo que doblada debe ser ¿verdad?) que pone en duda todo el planteamiento. Aunque sea bueno para el futuro de los niños, ¿es bueno para los niños? Y, dentro del propio film, volvemos a la realidad.

Personalmente me encanta el género de terror pero, en cambio, la mayoría de films tienden a aburrirme porque son repetitivos. En ese sentido, El hombre de las sombras es estimulante, inteligente y sobrecogedora. Una pieza que me hace recuperar la fe en el género.

Critica de «El hobbit»

El hobbit

A nadie nos sorprende que, después del exitazo de El señor de los anillos, llegue una versión en película de El hobbit. La saga basada en los libros de J.R.R. Tolkien había sido capaz de juntar dos cosas que, demasiadas veces, parecen antagónicas: comercialidad y calidad.

No me sorprende tanto que, después de la expectativa creada, la gente critique la nueva película. Es algo sistemático. Yo lo llamo el efecto Star Wars. Lo siento por los amantes de la saga (a mi me hace disfrutar, pero tampoco soy un ultra de la serie), pero a mi me parecen igual de buenas o malas la primera saga que las segunda saga. Lo siento por el sacrilegio.

Daré 2 motivos que creo que alimentan esa sensación de desagrado suave (los ataques a la segunda trilogía de Star Wars fueron mucho más duras), no deja de sorprenderme todo el debate que se ha arrancado alrededor de los 48 frames por segundo.  Para los que hayáis tenido la suerte de escapar a este debate, sabed que este film está diseñado para ser visto en 3D y al doble de fotogramas por segundo de una peli normal.

Lo han hecho de esta manera porque el 3D tiene un grave problema. Las gafas que utilizamos no dejan de ser filtros que se «comen» parte de la luz que se proyecta a la pantalla. Eso hace los films en 3D más oscuros. La manera de solucionar eso es aumentando los fotogramas y, en paralelo, la «cantidad» de luz que se proyecta para compensar este efecto .

No puedo evitar la sorpresa de la gente comentando la nueva tecnología, llamada HFR 3D y espectadores diciendo que los personajes parecen Chaplin o que la profundidad de campo es demasiado grande. ¿De verdad lo notan? Yo no la he visto en esta tecnología. Y aunque duermo igual de tranquilo, me cuesta creer que la gente, de forma natural, note que la película está «demasiado» enfocada.

El Hobbit

En todo caso, sí señalaría dos aspectos que juegan en contra de la película. En primer lugar, la decisión de convertir el libro en una trilogía quizás sea una decisión comercial acertada, pero es un grave error narrativo. Los libros de El señor de los anillos, y aquí voy a cometer otro crimen, me parecen un tostón. Los he leído y sobran páginas por todas partes. Hacer una película por libro le permite a Peter Jackson eliminar montones de páginas intrascendentes e, incluso, de organizar mejor la historia.

La decisión de convertir un librito relativamente corto en 3 películas le obliga justo a lo contrario. A coger todo el material intrascendente y, además, a inflarlo hasta lo tedioso. Es verdad que el film «pasa» bien. Pero si hubieran optado por un solo film, la experiencia hubiera podido ser tan deslumbrante como en la primera trilogía.

Respecto a las expectativas de la gente, hay un elemento de El hobbit que le juega en contra. El señor de los anillos es una novela épica. Está llena de grandes batallas y de una increíble lucha entre el bien y el mal. En cambio, El hobbit es una aventura de un grupito de personas. Eso lleva al director a meter escenas del Sirmarillion en la película. Este es un libro que explica lo que sucede antes de El hobbit, donde se narran multitud de batallas.

Lo que concepualmente parece inteligente para rellenar la historia se convierte en eso. Un relleno, como el de una almohada de viscoelástica. Espectacular, pero un relleno al fin y al cabo. Y eso, narrativamente, se paga.

Visualmente tiene una planificación muy similar a la trilogía anterior. La película tiene el encanto de recuperar lugares y personajes que ya conocemos. También, y en esto ya demostró Jackson es que brillante, da una lectura de los personajes que en el libro no existe y que él aprovecha para darles profundidad.

Es cierto, pues, que El hobbit es menos brillante que sus predecesoras. Pero también lo es que la película aguanta bien las dos horas largas de metraje y que, visualmente, vuelve a ser portentosa.

El teu petit món

el teu petit món

Pocos días antes del fin de año, recibo un mensaje privado a través de facebook. Es de una amiga a la que conocí hace muchos años en mi época de monitor de esplai. Aunque no éramos del mismo centro, compartimos años en los que coincidimos en encuentros de monitores y hasta montamos algunas actividades para niños juntos. Incluso compartimos más de una y de dos cervezas.

El mensaje era para avisarme que arrancaba un nuevo proyecto con otras dos personas, en el que intuyo han juntado varias de sus sensibilidades personales: gusto por los niños, ecología, sostenibilidad y una cierta cultura de cómo debe ser un jueguete (y, por tanto, cómo no debe ser).

Entre los 3 han lanzado un ecommerce de juguetes infantiles. Le han llamado El teu petit món (Tu pequeño mundo) y, por lo que respira la web, intuyo los valores que hace muchos años compartimos en montones de reuniones. Todo ello alimentado por un optimismo patológico de la emprendedora, que conozco bien.

Vender significa aportar algún valor a los clientes con tu trabajo. Ellos cubren un espacio del que pocos se ocupan y que tiene a un mercado cautivo; como ellos mismos son y explican en la web. Así que estoy seguro de que tendrán mucha suerte. Os invito a que le echéis un vistazo.

El año del martes y 13

2013

Pues ya está. El 2012 tenía que ser el fin del mundo. No sólo de la Tierra, también de la economía. Y, de una manera u otra, ya lo estamos dejando atrás. Nos prometieron que las cosas nos irían muy mal. Y tenían razón.

Ha sido un año en el que hemos añadido a 1 millón de personas más a la inactividad. Algunos puede que sea definitiva. Los hemos empobrecido de golpe a ellos y al resto de nosotros un poco más de lo que ya lo estábamos. Y también nos hemos enterado que hay gente que se ha suicidado viendo que era incapaz de pagar sus facturas.

Aunque no se ha ejecutado aún, es el año que hemos aceptado sin remedio que pagaremos las facturas de unos bancos que pagaban unos salarios a sus directivos que no se ganaron. También es el año en el que hemos pasado de no querer ser rescatados a casi suplicarlo. ¡Ah! Y en el que, por desgracia, se ha demostrado que tampoco la derecha sabe gestionar tanto como pregona, para mal de todos.

Y empieza un 2013 de malas perspectivas. El año del 13 y en la peor recesión de nuestra historia, empieza en martes. Como un chiste de humor negro que no quiere dejarnos levantar cabeza. Estamos frente al que dicen, de nuevo, que será un año terrible. Y si a eso le sumamos la desesperanza que llevamos acumulada, no nos va a ser fácil.

Si el desasosiego es casi inevitable, me niego a poner el primer pie en el 2013 con malos mantras. Me niego a aceptar el destino que me prometen. Y a repetirmelo cada mañana. A negarme el derecho a pensar que esto se acabará algún día, más pronto que tarde, y que saldremos reforzados.

Miro a mi alrededor. Y, os soy sincero. No veo a gente con problemas. Veo a gente a la que ayudar. No veo empresas cerrándose. Veo empresas que sobreviven y que con la muerte de su competencia salen reforzadas. No veo a gente consumiendo Gandia Shore. Veo gente con ganas de arrancar proyectos nuevos. No veo que el paro se dispara. Veo que nuestras exportaciones crecen muchísimo bailando al ritmo de mejoras en la productividad enormes.

No soy un optimista patológico. No me engaño. Sé que la gente lo está pasando mal y que los que intentamos vender cosas tenemos muchas más dificultades que hace 5 o 6 años. Montar una empresa es trabajo para funambulistas. No es que no haya red. Es que no sabes si, dos pasos más allá, habrá cuerda.

Pero nos toca cambiar el foco. Pensar que nuestra cotidianidad no puede mejorar es la peor de nuestras condenas. Es casi como pensar que el año será malo porque nace en martes y es 13. Y cambiar nuestra propia realidad es el primer paso para mejorar nuestras condiciones y, también, las de los demás. Si los que tenemos opción de mejorar no lo hacemos, los que lo tienen más difícil estarán condenados del todo.

Hagamos que el 2013 no sea el final de nada sino el principio de muchas cosas. Aceptemos de una vez qué hemos hecho mal, como individuos y como sociedad. Aceptemos que probablemente tendremos que pagar la factura de unos ladrones. Pero, a partir de ahí, miremos adelante. Metamos en la cárcel a esos ladrones. Y, sobre todo, luchemos con optimismo. El 2013 tiene que ser el año en el que los motores giren de sentido. De nosotros depende (en gran medida).

Y los hombres cobran más que las mujeres…

competencia entre hombres y mujeres

Una de esas cosas que te preocupan como sociedad son las diferencias de género. Parece incomprensible que durante tantísimos años haya habido diferencias por razones de sexo. De hecho, me lo parece por cualquier tipo de razón, ya sea por color de piel, origen, religión, orientación sexual…

Puedo llegar a admitir que eso en el pasado fuera una realidad. Incluso que aún tengamos ciertos tics que, sin darnos cuenta, forman parte de nuestra cotidianidad: expresiones como «coñazo» frente a «cojonudo». Hay que eliminarlos pero, por sutiles, son más costosos de erradicar.

Lo que parece de un cinismo apabullante es alguien que para una misma responsabilidad le pague más a un hombre que a una mujer. Ahí hay plena conciencia, hay una decisión. Pero, ¿aún hay gente con esa predisposición en nuestros puestos de gerencia? Y cuando hablo de gente me refiero a una cantidad significativa de gente. La suficiente como para justificar las enormes diferencias de salario que hay entre hombres y mujeres.

Según datos publicados estos días en la prensa, las diferencias son de un 16%. Una barbaridad. Intentemos ir un poco más allá del titular. ¿Hay algo que justifique que los hombres cobren ese tanto más?

Podría haber un argumento: las mujeres tienen un sobrecoste porque se quedan embarazadas y, por lo tanto, durante unos meses no pueden trabajar. Como, además, todavía tenemos algunos de esos «tics», las empresas descuentan que, cuando el hijo se ponga malo, será ella y no el padre quien deje de ir a trabajar. Pero, ¿justifica ello la diferencia de salario?

Las mujeres en España tienen menos de 2 hijos a lo largo de su vida. Así, para ir sobre seguro, contemos 2. La baja maternal es de 4 meses y algunas mujeres tienen que dejar el trabajo 1 o 2 meses antes (excepto en algunos casos que es desde el primer día). Como, además, muchas veces son ellas las que se quedan en casa cuando el niño se pone enfermo, añadamos 4 meses más (eso representan casi 100 días de dejar de ir a trabajar). Por embarazo, eso implican 10 meses de baja. Así que 2 embarazos son 20 meses.

Asumiendo que una vida laboral son unos 35 años de trabajo, por 11 meses de trabajo al año, significa que trabajamos 385 meses en una vida. 20 meses representan entonces el 5,2%, muy lejos del 16% del que hemos hablado antes. Es cierto que, cuando alguien coge la baja maternal hay un sobrecoste de contratar a alguien temporalmente que tiene que aprender y, por tanto, no es tan productivo. Pero también que el estado asume el salario de la baja materal (no la seguridad social). Sin entrar en los cálculos, eso significa que el estado asume el 2,8% de ese sobrecoste. Lo que significa que el sobrecoste ya sólo es del 2,4%. ¡Y eso que lo contamos al alza!

Asumiendo que este 2,4% (bien calculado porque lo mío sólo es aproximativo) debería soportarlo el estado y no las empresas ni las mujeres (a través de salarios o de paro), me parece injustificable la diferencia entre una cifra y la otra. ¿Puede ser que aún hoy haya gente que esté predispuesto a pagar diferente por razones de sexo? Desde luego, aunque en mi entorno personal hay algún caso, no es ni de lejos mayoritario. Y la mayoría de las chicas me dicen que todavía es así pero, en cambio, a ellas no les pasa. ¿Dónde está el desajuste entonces?

Entramos en la letra pequeña. Resulta que las diferencias por razones de sexo son más pequeñas cuanto más jóven es el contratado. Esto arroja algo más de luz. ¿Cómo de pequeñas son entre los menores de 35 años? Sólo de un 2%. ¡Sólo de un 2! Aunque me disguste que hayan diferencias, un 2% me parece mucho más asumible que un 16%. Porque un 2% no significa que las mujeres estén discriminadas. Quiere decir que aún quedan 4 imbéciles anclados en el s. XIX pero que no son representativos.

Por tanto, quien está pagando ese sobrecoste son las mujeres de más 45 años (hasta los 45, las diferencias son poco acusadas) y las que tienen más responsabilidad (donde más que salarios fijados lo que hay es una negociación y ahí sí volvemos al terreno de las sutilidades más difíciles de corregir).

La conclusión es que vamos por el buen camino. Lentamente, siempre lentamente. Pero tan injusto es decir que la situación es aceptable como negar que se están produciendo progresos en la dirección correcta.

Wert y la ley de educación

wert y la ley de educacion

Desde hace un par de semanas el debate español vuelve a estar centrado en la relación entre Catalunya y España. Ha trascencido que Rajoy quiere bajar la tensión con Convergència sin, eso sí, calentar una relación en horas muy bajas. Pero Wert parece que no se enteró y, en su afán por «españolizar a los niños catalanes» ha presentado una ley de educación que cambia sustancialmente el estatus del catalán en la escuela.

No pienso perder un minuto justificando de nuevo el por qué de la necesidad de la inmersión lingüísitica en Catalunya. Ya lo hice. Y expliqué que tratar de forma igualitaria a dos lenguas suele implicar no tratarlas de forma idéntica.

También cuesta creer que haga falta demostrar la obviedad de que el PP tiene, entre sus sueños húmedos, hacer desaparecer, ya no el catalán, sino la cultura catalana. Todo ello siguiendo aquella máxima del «divide y vencerás» con la lengua después de que todas las formas de catalán excepto la balear toman nombres diferentes al propio, en algunos casos de lo más sui generis. Y el balear ya se están insinuando. Y si no, al tiempo.

Lo que ya es de un cinismo descomunal es una España tan preocupada porque los niños catalanes no aprenden castellano (aunque los estudios internacionales digan lo contrario) cuando hay una decena de casos de demanda de estudiar en castellano y a ninguno le preocupe los miles que piden escolarizarse en valenciano y, en cambio, no les ofertan la plaza.

Y algunos bien intencionados dicen, y no con falta de razones, que quizás lo que busquen es precisamente que discutamos esto para no debatir lo «realmente importante»: la calidad de la educación. A mi me parece fantástico. Eso relega a que la lengua «no es importante», lo que casi roza lo insultante. Pero si hay que debatir sobre «lo importante», lo hacemos. Si hace falta discutimos por qué los jóvenes no encuentran trabajo. Porque somos tan malos en matemáticas y en comprensión lectora.

Tienen razón. No hay debate. Al menos no educativo. Si incluso PISA dice que el nivel de castellano de los niños catalanes es tan bueno o tan malo como el del resto de españoles. La inmersión funciona para enseñar las dos lenguas. ¿Este debate que abren las instituciones españolas es educativo? No, es identitario. Nacionalista.

Discutamos, pues, de lo importante. Pero si ello implica que deje pasar como si nada que el catalán pase a ser una «especialidad» me niego. No es mi responsabilidad que el debate esté desnaturalizado. Es de ellos, de la oligarquía de poder instalada en los aledaños del congreso de los diputados.

Así que, si hay envite del toro Wert, responderé. Responderemos como pueblo. Ya lo estamos haciendo. El mismo día que nos decían que somos unos esencialistas, los parlamentarios españoles recurrían en Europa una ley de patentes porque no podía patentarse sólo en la lengua de Cervantes.

Wert es un toro bravo. Y nosotros no tenemos demasiado poder. Muchas veces, cuando queremos echar mano no tenemos ni banderillas ni estoque. Incluso a veces nos cuesta encontrar el capote. Quizás nos dé caza con sus temibles astas. Pero lucharemos. No nos lo miraremos desde la barrera.

Lo digo con todo el respeto, pero nosotros no somos la Comunidad Valenciana. Y sí. Desde aquí le pido a mi futuro gobierno que, en caso de que nos impongan esta ley, se declare insumisa. Y, sin perder un minuto, entonces sí. Hablemos de hay que hablar: educación.