Cuando la gente me pide que haga listas de preferencias me ponen en un serio aprieto. Me cuesta mucho decidirme entre las 3 películas de acción que más me han gustado. Me pasa lo mismo con los libros, la comida, momentos de la vida… Los actores no son una excepción.
¿Actores que me gustan porque destacan? Sí, claro. Podría decir nombres que a todos nos vienen a la cabeza: Leo DiCaprio, Sean Penn, Johnny Depp, Ryan Gosling, Christoph Waltz… Y me dejo muchos. Hacer un ranking entre ellos me parece harto difícil. En cambio, y sin saber muy bien por qué, llevo años diciendo que mi actor favorito es Philip Seymour Hoffman.
No sé con seguridad cómo llegué a esa conclusión. Algo parecido me pasa con las actrices. No soy capaz de construir una lista, pero sé que Meryl Streep me entusiasma. Es la número uno en mis preferencias. Le doy vueltas a por qué se han vuelto tan importantes dentro de mi filias cinematográficas.
En el caso de Seymour Hoffman, puede que sea porque me ha llegó poco a poco. No sé con seguridad cuándo reparé en el talento del actor norteamericano. La gente se volvió loca con él en “Capote”. Yo no la vi. Sigo sin haberla vista. Antes de esta película, ya había trabajado unas cuantas veces con un director que confiaba plenamente en él, Paul Thomas Anderson. Dos de esos films son “Happiness” y “Magnolia”. Las dos las descubrí muchos años después.
Quizás sea porque era capaz de tocar registros muy diferentes. Interpretaba muchos tipos de personaje y tenía una capacidad enorme para transformarse de un film a otro. Algunas veces gracias al maquillaje. Pero eso es algo que está al alcance de cualquier actor. En su caso, era una transformación real. Trascendia.
Creo que lo que más me apasiona de un actor es su capacidad de expresar mucho con muy poco. Creo que es una virtud de algunos cineastas en general: actores, directores, guionistas… Una simple mirada y te llegaban sus emociones. Perdedor, ganador, mente inquieta, brillante… Tanto da.
Justamente dos dias antes, en una cena familiar, defendí a Philip poniéndolo en mi altar particular. El día de su muerte, yo estaba dirigiendo un corto. Los rodajes son situaciones muy intensas de trabajo y de emociones. Estableces unos lazos afectivos con el equipo muy fuertes.
Hacía mucho que no me ponía a hacer un proyecto personal. Me enteré a través de un mensaje de mi hermana. “¿Te has enterado de lo de Philip Seymour Hoffman?”. Primero el impacto. Después el “me sorprende sólo a medias”. Finalmente una pequeña punzada de dolor. Pequeña, pero real. Y a seguir rodando, con una emoción especial.
Mi forma ir al cine es algo particular. No suelo informarme sobre lo que se estrena. Las noticias suelen explicar demasiado de las historias, cosa que aborrezco. Tampoco me relaciono con demasiados cinéfilos como para que me pongan al día. Así que prefiero ir a la sala y dejarme llevar por la sorpresa. Desde el domingo sé que, quizás tras un par de títulos, nunca más entraré en una sala empujado por su nombre en el cartel. Lo echaré de menos.