He preparado el excel que hay enlazado a este post para que juguéis. A ver quién se acerca más a los resultados reales que se producirán el próximo 21 de diciembre.
Categoría: Política
Sobredosis de «procés»
Unos días antes del referéndum, un amigo tuiteó que le sorprendía la cantidad de gente que sólo escribía mensajes a favor o en contra, como si la vida no tuviera más cosas importantes. Me sentí interpelado porque soy consciente de que tuiteo demasiado sobre el “monotema”. No tanto por estos días, en los que es lógico que lo inunde todo. Es sobre todo por los años que hace que esto es así.
Es una reflexión que me he hecho de forma íntima muchas veces. Comprendo el mensaje de mi amigo porque hasta yo estoy cansado de mí mismo en twitter. Como si sólo me interesara esto. La vida es más una suma de retales; familia, amigos, trabajo, cervezas, viajes, retos, y aspiraciones, que un trozo de tela único, plano y repetitivo.
Mi vida sigue centrada en mis proyectos profesionales, me preocupa estar al día de cómo va la economía y los sectores que me afectan de forma más directa. Continúo apasionado por la ciencia y consumo libros y revistas como lo hacía. Me acuno viendo una película o serie casi a diario. Quizás es el mejor momento del día. Mucho mejor que cuando pienso o discuto sobre la independencia. Y ahora he añadido a mis entretenimientos escaparme a escuchar ópera de vez en cuando.
La pregunta lógica que me hago es, si me interesan tantas cosas, ¿por qué demonios escribo siempre de lo mismo? Suelo llegar a una serie de justificaciones, que no acaban de calmar del todo la mala conciencia por no mostrarme más diverso.
La causa principal es que me interesa. Es así. De hecho, siempre me ha interesado la política. Sobre todo, porque implica informarse un poco de todo. La identidad, como proceso de construcción personal, social y como espacio político me parece un tema apasionante. En él interseccionan presente, pasado y futuro, cuestiones mediáticas, culturales, históricas, y sociales muy complejas y donde, en mi opinión, se da una clara situación de injusticia en Catalunya desde muchos puntos de vista.
No voy a entrar en esto ahora, ni en rebatir su percepción de que las redes sociales han radicalizado al pueblo. Aunque han jugado un papel importante y las redes tienden a la endogamia y maniqueísmo, no estoy muy de acuerdo con él. Pero justificarme me obligaría entrar en unos matices, que me apartarían del tema central del artículo.
Además de interesarme mucho, cuando entro en twitter, hay un río de gente hablando sobre el monotema. En uno y en otro sentido. Es muy sencillo dejarse llevar por lo que todo el mundo habla. Twitter es una herramienta donde la clave está en la interacción entre usuarios y el grado de interacciones que obtengo hablando de esto es muy superior al resto de temáticas. Sé que, al integrarme en el debate de todos, alimento que en otros temas nadie interaccione conmigo, pero no puedo negar la sensación de hablar en el desierto si comento lo último que he leído en «Investigación y ciencia».
Antes de escribir un twitt, intento preguntarme si voy a aportar algo de verdad con él. Aunque me apasione, escribir digamos que sobre física o economía me da pudor. Me da la sensación de que hay gente más adecuada para hacerlos porque saben más. Reconozco que este filtro es muchísimo más liviano si es sobre política. Sí tengo seguridad cuando hablo de cine. Pero el problema es que no suelo ver las cosas cuando se estrenan y veo desfasados mis comentarios sobre una película que hace tiempo que abandonó las salas.
Los debates en twitter son muy limitados. El esfuerzo de síntesis te obliga a expresas cosas que son fácil de malinterpretar en temas polémicos. Pocas cosas son tan fáciles como acabar abrazándote a una discusión con un energúmeno que te lleva al barro. Y claro, él ahí se maneja mejor. Este es el motivo más importante por el que, algunas épocas, he tratado de distanciarme de twitter, pero la carne es débil.
Me he propuesto publicar twitts sobre otros temas y evitar un poco el debate sobre la independencia. Soy consciente que estos días va a ser complicado. De hecho, tengo algunos posts pensados y medio preparados para estos días. Pero me esforzaré en ir un poco más allá y hablar de la última película o serie que he visto (ahora miro “The night of” y es fantástica), de la próxima ópera que disfrutaré (llevo semanas escuchando “Un ballo di maschera” de Verdi, que veré en el Liceu en 15 días), trataré de compartir también los links de noticias de ciencia (como esta misma semana, que se entregó el nobel de física al equipo que detecto las ondas gravitacionales, o el nobel de medicina a los que explicaron bien los ritmos circadianos)…
En fin, la vida es más compleja y completa que un solo tema. Mostrar demasiado una misma cara en un ámbito en concreto (twitter en este caso), no significa que haya renunciado a todo lo demás. Creo de verdad que el tema es muy importante y que debe hablarse. Pero eso no es óbice para no hablar de nada más.
Las papeletas y las porras
Ayer fue un día de emociones muy fuertes. La noche anterior casi no dormí. Los nervios no me dejaron. Sabía que habría un antes y un después del 1 de octubre. Aunque llevaba meses afirmando que la policía no actuaría con violencia, sí era muy consciente que nos enfrentábamos a un estado muy poderoso. Y que podía tener consecuencias graves. Colectivas y personales.
Me levanté a las 4, y me fui a mi colegio electoral. Llegué a las 5 de la mañana y ya debía haber unas 50 personas. En menos de media hora, superábamos de largo el centenar. El primer temor era la llegada de los mossos. Así estábamos. Con la confianza que no nos echarían si éramos muchos, pero con el temor que nos cazaran justo introduciendo las urnas y se acabara todo antes de empezar. Había expectación. Una calma tensa que presagiaba lo que pasaría.
A unos cuantos nos pidieron apoyar y defender un colegio electoral pequeño de una barriada donde no había ido casi nadie a protegerlo. Nos fuimos para allá con una furgoneta. Casi no había cobertura. Caminábamos unos metros para acercarnos a una plaza donde, según cómo, conseguíamos cazar un poco para enviar 4 whatsapps. Estaba lo bastante lejos como para sentirme “incomunicado”. Sobre las 9 empezaron a llegar las noticias. La policía estaba entrando a saco en un colegio electoral muy cerca al colegio donde me tocaba votar.
La sensación era muy estresante. La gente del colegio que abandoné creía que era cuestión de tiempo que se presentara la policía allí donde parte de mi familia esperaba para votar. Con unos cuantos, conseguí volver sobre las 10 y media. El torrente de imágenes ya había empezado. Ponía la piel de gallina ver a toda esa gente tan poco preparada como yo, plantando cara a la policía. Veías cómo los aporreaban, arrastraban por el suelo, los tiraban por las escaleras, rompían dedos, pegaban patadas a lo karate kid, formando como si cargaran contra un tumulto peligroso. Les daba igual la edad, el carácter pacífico de las concentraciones donde las únicas armas eran papeletas y urnas. Las cifras de heridos subían y subían. Y mientras, llegaban rumores constantes de que la policía se iba a presentar en los colegios donde estaban tus amigos, tu pareja, tu familia…
Pero entonces llegó el orgullo. Fue emocionante pasearme por el colegio de Sabadell, en el que la policía nacional había entrado a sangre sólo 1 hora antes. Habían vuelto a colocar urnas y unas colas enormes esperaban a depositar su voto. Sólo tenían eso. La dignidad de volver a levantarse mientras el entorno mantenía las cicatrices que había provocado la policía poco antes en forma de cristales rotos.
Pero no fueron los únicos. Sant Iscle de Vallalta es un pueblo chiquitín, con el que tengo una tremenda relación personal en el viven menos de 1300 personas. Las imágenes de la policía son impresionantes. Unos pocos habitantes defendían el colegio electoral mientras la policía nacional se aproximaba en formación. Y eso que, poco antes, habían tenido que defenderse de un ataque de la Guardia Civil.
Empezaron a llegar imágenes de mossos de escuadra defendiendo a la gente de las agresiones de las policías españolas, algunos llorando en una situación que los sobrepasaba, de los tractores ocupando calles para evitar el acceso de las lecheras, de los bomberos poniéndose en primera fila, de amigos que sabes que no comparten ni siquiera la idea del referéndum que bajaban a votar. Y lo compensaban todo. Absolutamente todo.
Así que pasabas rápido de las lágrimas de rabia a las de emoción. Lo que no desaparecía era la sensación de miedo, cuando toda la rumorología apuntaba a una reaparición de las cargas a última hora de la tarde para incautar las urnas, ahora ya sí llenas de votos.
Por la tarde recibí un mensaje que pedía ayuda en Cerdanyola, les faltaba gente. La cosa estaba tranquila en mi colegio y éramos muchos. Así que cogí el coche y me fui a Cerdanyola. Estuve allí casi toda la tarde. Muy tranquila. Tuve tiempo de charlar y de sentarme a mirar las noticias que llegaban de todas partes. La prensa internacional empezaba a denunciar lo que estaba pasando. Pero el tratamiento informativo que se le daba a la situación desde los medios que forman parte de la maquinaria del estado aumentaba la sensación de impotencia.
También empezaron a llegar imágenes de gente concentrada en ciudades españolas para denunciar lo que nos estaba pasando. Desde diversas ciudades gritaban “Cataluña, no estás sola”. Gente digna, que luchan por cambiar las cosas en unas condiciones diría que incluso peores que las nuestras, sobre todo mediáticas, y con los que muchos esperamos construir parte de nuestro futuro, pase lo que pase.
Los colegios empezaron a cerrarse entre aplausos y gente emocionada. Habían conseguido cerrarnos algunos colegios y llevarse algunas urnas con sus miserables órdenes. Pero habíamos llegado hasta el final, obligados a custodiar lo que ellos deberían proteger. Afortunadamente, los rumores de nuevas cargas no se cumplieron. Empezó el recuento y, de nuevo, viendo que mi colegio estaba protegido, decidí ir a recargar pilas para celebrar lo que sea que hayamos conseguido en la plaza Catalunya de Barcelona.
Un montón de gente, sobre todo jóvenes, vivía con emoción el final del día. Era una victoria, pero con un sabor muy amargo. Nos habíamos sabido organizar, y sus golpes no habían callado nuestra voz. Esperábamos el discurso institucional de Puigdemont. Los minutos pesaban cada vez más y, por fin, apareció flanqueado por todo el gobierno. El camino sigue, y abrió la puerta para que Europa medie la situación. Aunque difícil, es la única salida posible a todo esto. Impecable.
Sentí que, ahora sí, se había acabado el día. Me fui para casa con ganas de lamerme las heridas. De asumir todo lo que había pasado. Para dejarme ir. Sabía que me llevaría días aceptar todo lo que había pasado. Convencido que el 1 de octubre ha sido el día que todo lo cambia. Dolido por todo lo que hemos tenido que pasar, pero sabiendo que su violencia no ha sido suficiente para vencernos. Orgulloso de saber que, pase lo que pase, cuando piense en estos días, sabré que yo era de los que, en la mano, llevaban una papeleta. Y ellos… Ellos llevaban porras.
Dolorosa equidistancia
Desde que el soberanismo tomó relevancia pública en la famosa manifestación del 10J con el lema: «Som una nació. Nosaltres decidim.», las cosas han ido muy deprisa. El soberanismo ha crecido a la vez que el apoyo a la autodeterminación se ha mantenido estable en el 70-80%. Pero no podemos negar que una parte más o menos importante de los que están de acuerdo en que los catalanes tenemos derecho a la autodeterminación, y no son independentistas, no ve clara esta vía «unilateral». Gente del mundo de la cultura de la órbita que siempre representó el PSC, parecían estupefactos y se han expresado poco. Ahora parecen estar saliendo todos de la cueva. Que Coixet o Serrat expresen en voz alta lo que piensan, es bueno.
¿No quieren la independencia? Me entristece, pero de eso se trata. Que lo expliquen. Que den sus razones. Que confronten sus ideas con los que defendemos el sí. No me molesta y no va a cambiar mi opinión sobre ellos. He visto muchas de las películas de Coixet y sigo escuchando los discos de Serrat. Y siempre he sabido lo que pensaban.
Lo que sí me duelen son las descalificaciones sin entrar en el fondo de la cuestión. Dice Coixet que «es cuando [los independentistas] imponen sus aspiraciones, asumiendo que todos las compartimos, cuando empiezan los problemas». Aclaremos una cosa; los independentistas no aspiramos a un referéndum. Queremos la indepedencia, como los unionistas seguir en el Reino de España. Junto con muchos no independentistas, defendemos un referéndum porque creemos que es la mejor manera de saber qué quiere la gente. En cambio, no hacer un referéndum sí impone una salida, que curiosamente coincide con la que ella prefiere: el no a la independencia.
Aún más grave es que diga que «[los no independentisas,] en el mejor de los casos, somos invisibles y se nos barre del ágora pública». Ellos, los de la farándula, quizás se han expresado poco, pero sus tesis las han defendido muchos. En Catalunya se publican montones de diarios. Por ejemplo, El Mundo, ABC, La razón o El País, se publican desde Madrid. En ninguno de ellos publican de forma regular opinadores independentistas, salvo alguna excepción, como Joan B. Culla o Francesc Serés en El País. Además, los dos diarios catalanes más importantes en lectores están en contra; La Vanguardia y El Periódico. En ellos escriben, sobre todo, firmas que no desean la independencia. Carol, Pàmies, Costas, Foix, Jorba, Juliana, Puigverd, Montagut, Zarzalejos, Morán, Tapia, Évole, Fuentes, Sardà, Mejide, De España, Ollé, Palà, o Coll. Cuando abres cualquiera de estos dos diarios, es evidente la clara mayoría en contra.
¿Abrirlos? De hecho, muchas veces no hace falta. Las portadas de El Periódico y La Vanguardia son editorializantes y contrarias, ya no a la independencia, sino al referéndum. «Los comuns dan calabazas al 1-O«, «La purga de interior alarma a los Mossos«, «Los mossos, con la ley«, o cuando los dos diarios casi expulsaron de las portadas la filtración de la operación Catalunya. Hoy mismo, han utilizado la conmemoración de los 25 años de las olimpiadas para editorializar en contra ignorando, de pasada, que por primera vez, el presidente español comparece en la audiencia.
La crítica de «pensamiento único» acostumbra a referirse a TV3. Es chocante que, con un 10% de audiencia, sea la base de una supuesta idiotización de los catalanes. También que se acuse de sectario a su director y que, este, después fiche a una presentadora abiertamente contraria al proceso. Según ellos, en la televisión pública catalana, el no a la independencia no existe. ¿No? ¿Y qué dicen de esto tertulianos de TV3 como López Alegre, Mercader, Tomàs, Pardeiro, Boada, Sáenz-Diez, Moreno… ¿Y RAC1? ¡Oh! RAC1… Carol, Sardà, López Alegre, Galdón, López-Fonta, Bertomeu, Mármol…
¿Será entonces que silencian a la propia Isabel? Google también lo desmiente. En una búsqueda rápida, podemos ver que Coixet ha aparecido a menudo en los medios catalanes estos últimos años. En TV3, promocionó «Normal» (2016), fue entrevistada en Els matins también (2105), en el 33, Tria33 (2015), Bestiari Il·lustrat (2013), 33 recomana (2016), en Catalunya Ràdio, el los matins (2016), La Finestra (2015), o en RAC1 en 2016. Es una búsqueda nada exhaustiva, de un solo click.
En cambio, Coixet no se queja de los medios de Madrid. No se queja de que, en el diario donde ha escrito uno y dos artículos en contra de la independencia, apenas haya firmas que la defiendan. En los medios de Madrid, da igual si son televisiones, radios o diarios, públicos o privados. El desequilibrio es tan apabullante que cuesta entender la queja de Coixet.
Continua con algo peor. Asegura que no es una fascista. La pregunta es: ¿quién la ha llamado así? ¿Y desde qué tribuna? He buscado en google. En ninguna de las 10 primeras páginas hay ningún artículo calificándola así. No he seguido. Alguien más fino podría decirme que en realidad la idea de fascista se asocia a la de «unionista» y no a Coixet en concreto. También he buscado en google. Que reunan los dos conceptos y que sea un artículo que pueda ser considerado catalanista, sólo he encontrado lo siguiente: un artículo de La Vanguardia donde habla del ataque de fascistas el 11 de septiembre de 2013 en Madrid, un blog con un artículo de trinitro en el que apela a los fascistas pero, en ningún caso equipara unionismo a fascismo, y un artículo en un blog personal con apenas 600 visitas que, aunque no equipara fascismo con unionismo, sí acusa de complicidad al gobierno español con el fascismo. Un artículo entre 100 y en un blog personal… Y, en todo caso, la comparación que hace no es muy distinta a la que hace la propia directora cuando afirma que «no ser indepedentista no es ser fascista, ni de Ciudadanos, ni del PP», donde pone todo un poco en el mismo saco.
Aquí es donde twitter se convierte en el comodín estrella de quién quiere justificar que ha sido acosado e insultado. Da igual si estos insultos se producen después de que ellos hayan proferido insultos brutales o insinuaciones como las que Coixet dice padecer y, esta vez sí, con tribunas poderosas. Por eso, su artículo no es naif. Es injusto.
Los ataques de nazismo, totalitarismo, bolivarianismo, estalinismo, complicidad de ETA, son tan constantes, tan repetitivos, desde tantas tribunas, desde tantas firmas, desde tantos lugares, que me da una punzada en la tripa cuando gente a la que respeto, como Coixet, Serrat, o Évole lo ignoran o, con suerte, me ponen a la misma altura. Y no, estos ataques no vienen de perfiles de otros tuiteros hiperventilados, que los hay en todas las casas. No. Son directores de diario, son ministros, son empresarios, son personas con responsabilidades civiles…
Si no es verdad que les silencien en los medios con línea editorial catalanista, ni tampoco sufren ataques de personas relevantes, ¿por qué, en vez de protegerme o, por lo menos, solidarizarse, me acusan de lo que hacen, no ellos, pero sí los que defienden lo que ellos quieren?
La respuesta es tan sencilla como trágica. No soportan la idea de no ser hegemónicos, de no controlar el relato. No soportan que los medios que sostienen su discurso no tengan ninguna capacidad de influir. Se les antoja increíble que mucha gente no compre sus tesis. Y el comodín del twitter es muy suculento…
Sí, twitter se ha agriado. Para todos. Y es una pena. El soberanismo no es tan generoso como lo era. Hay que estar ciego para no verlo. Está más crispado y no me gusta. Se acercan los momentos más duros y hay que volver a abrir los brazos.
Pero no es eso lo que dicen criticar. Se mantienen en una equidistancia que les otorga un plus de legitimidad. Se introducen con una crítica suave a los del «no» para luego arremeter con dureza a los del «sí». Equiparan el insulto de un tuitero con el de un ministro. Sin tener en cuenta los resortes de poder de las partes, ni el contexto. Ignorando cómo hemos llegado aquí. El por qué. Las manifestaciones masivas y cívicas. Los discursos de sus líderes, con predisposición a la acogida, apartándose de lo étnico y con mirada europeísta.
Es una equidistancia que me duele. Porque es falsa. Porque no es equidistante.
La salida fácil del Reino Unido
El Reino Unido ha decidido irse y llega el momento de las interpretaciones. ¿Cómo puede ser que los británicos, en especial los ingleses, no quieran permanecer en la UE? Mentiría si dijera que me ha sorprendido la lectura que abunda en mi TL. Los británicos son xenófobos. No nos quieren. ¡A nosotros!
No voy a negar que sus peores instintos de supervivencia como pueblo y su pasado como gran imperio hayan ocupado parte del debate. Pero, ¿eso es todo lo que vamos a decir? No creo que merezca la pena remarcar el cinismo que suponen estas lecciones cuando, en tu propio país, gana un partido que dispara a los inmigrantes mientras se ahogan. Ni la vergüenza que siento al escuchar a nuestros políticos dando lecciones a una democracia centenaria sobre qué es mejor que el pueblo no vote.
Lo que sí es remarcable es nuestra total incapacidad de autocrítica. O sea, que los británicos son racistas y aquí se acaba todo. ¡Qué bien! Porque, claro, la UE es el proyecto más ambicioso que se haya construido jamas. Y es raro que no quieran participar…
Si Europa fuera un proyecto ilusionante, ¿alguien cree que UK estaría ahora a punto de iniciar una negociación para abandonarla? Si las instituciones europeas dieran soluciones, ¿de verdad los ingleses preferirían vivir de lado?
No se trata de reclamar ni una Europa más socialdemócrata ni más liberal. Ni conservadora ni comunista. No se trata de si hace aquellas políticas o estas. Es mucho más básico. Se trata de que a la gente le sirvan de algo más que para poner el plato en la mesa a un puñado de burócratas. Así de crudo. De que la ciudadanía pueda incidir, ni que sea un poco. No son las políticas, es la democracia. No es que no nos guste el pilar, es que nos olvidamos de poner la base.
Podemos seguir bramando contra la xenofobia de los británicos o trabajar para que se arrepientan de la decisión que han tomado. Se trata de si forzamos a nuestros políticos a que mejoren las instituciones a través de las que dicen representarnos, o de si les damos, a ellos sí, la salida fácil.
El tacómetro sube de revoluciones
Contra pronóstico, tenemos acuerdo en Catalunya. Artur Mas cede su sitio a cambio de dos cosas: que el presidente sea de su confianza y que la CUP garantice estabilidad al gobierno en todo lo relacionado con el proceso. Y ahora sí. Las barreras en el camino del soberanismo casi desaparecen. ¿Garantiza eso la independencia? No, pero obligará a mover ficha a las instituciones españolas.
Repasemos un poco los hechos. Antes de las vacaciones ERC y CDC llegan a un acuerdo para formar Junts Pel Sí. ERC cede diluir su identidad a cambio de que Mas, aunque candidato, no lidere la lista, y de un programa de marcado carácter social. Tanto JxS como la CUP se comprometen a que, si tienen mayoría absoluta en el Parlament, iniciarán el proceso de desconexión. Si no superan el 50% de los votos, habrá que pasar por las urnas tarde o temprano.
Estos tres meses han generado un enorme desgaste emocional entre los soberanistas. La inoperancia de los políticos a los que se les ha delegado un proyecto duele entre los que les han votado. La semana pasada, la CUP rechazó a Mas. En el post anterior dije que la felicidad del unionismo demostraba que la CUP se había equivocado. En especial, se felicitaban los sectores de izquierda que esperaban comerse a la propia CUP con la leche del desayuno…
A Artur Mas se le ha humillado. Pero vista la situación, sólo tenía una opción racional: abandonar a cambio de forzar a la CUP hasta el límite. Presidente de la confianza de Mas y, sobre todo, justificar su derecho a volver después de todo esto. Jugada muy inteligente. Sólo sobraba el devolver la humillación tratando de humillar a la CUP a través del discurso. Muy desagradable.
Las reacciones de los líderes y defensores del unionismo en sus diversas formas demuestran un hecho: aún con los ojos chisposos por el cava que se han tragado esta semana, el acuerdo los deja en una situación muy complicada. Las acusaciones de fraude es de las cosas más psicodélicas que he leído en tiempo.
Lo que firman JxS y la CUP no es un acuerdo de investidura sino de legislatura. Los acuerdos de legislatura requieren un acuerdo de gobierno y estabilidad parlamentaria. Durante estos tres meses se ha discutido muchísimo de política, aunque alguno parece no haberse enterado. Lo último que se ha negociado es un plan de choque social con partida presupuestaria. Con partida presupuestaria. Insisto porque en nuestro país los fuegos artificiales legislativos son habituales.
También utilizan otro argumento; a Puigdemont no lo ha votado nadie. No. Ni a Mas. Ni a Rajoy, ni Zapatero, ni Aznar… En España estamos en un sistema parlamentarista. Esto significa que no votamos a un presidente sino un parlamento que escoge a un presidente.
Dicen también que el acuerdo es porque el soberanismo sabía que estas elecciones irían peor. Probablemente. Con ello interpretan que el soberanismo ha perdido apoyo social. Discrepo. Lo que ha perdido apoyo son sus representantes, que durante 3 meses han dado la sensación que fallaban a su electorado.
Algunos hablan de fraude de ley. No soy jurista. Si no me equivoco, esto implica utilizar una ley para infringir otra. Es decir, nos avisan de lo obvio; el soberanismo está dispuesto a saltarse la ley. En eso tienen razón. Llevamos avisándolo años porque creemos que la ley es absolutamente injusta. Legitimidad vs. legalidad. De lo que ha ido esto desde el principio…
Lo que es de traca es que algunos de los que nos acusan llevan años defendiendo a los okupas, a los insumisos de la mili, a los que han practicado la eutanasia activa, la retroactividad de la dación en pago, y a los que se saltan la ley en pos de lo que consideran un bien superior. En esto, se cogen de la mano con los que defienden a los médicos que se saltan la ley porque alguna intervención va en contra de su moral. Está claro que la moralidad de saltarse la ley también va por barrios.
Ahora el soberanismo puede apretar el pedal del gas. Ya analizaré en otros posts el escenario que veo. Sí avanzo que veo pocos obstáculos en el camino del soberanismo. Se ha pactado un camino para llegar y políticas sociales a aplicar de mientras. Habrá estabilidad parlamentaria.
Se abrirá un proceso constitucional en forma de debate público. Santiago Vidal lo ha explicado para quien ha querido escucharle. Estoy seguro que sumará apoyo social, sobre todo del espacio de Podemos. ¿Qué hará Podemos? ¿Votar en contra del plan de choque? ¿Esa es su alternativa?
Las instituciones españolas sólo tendrán dos opciones: hacer una propuesta que contrapese la catalana o actuar con beligerancia. La primera necesariamente ha de pasar por las urnas. La beligerancia puede salirles bien, pero lo dudo. Lo más probable que se les gire en contra.
La realidad es que este acuerdo garantiza la victoria del soberanismo. O independencia u oferta española con cara y ojos. Esto se acelera. Abrochense los cinturones.
Mejor solos
No lo voy a negar. Estoy jodido. Estoy dolido y decepcionado. Mucho. Estaba convencido que la decisión de la CUP sería otra. Vayamos por partes.
Aunque el primer impacto que tuve de los resultados de las elecciones catalanas era que el soberanismo lo tenía difícil, una segunda lectura me hizo verlos de una nueva manera. Cierto que sólo faltaron 2000 votos a JxS para que investir a Mas hubiera sido sencillo. Pero la necesidad de subir a la barca a la CUP tenía aspectos muy positivos: el proceso con todo el espectro catalanista desde el centro derecha hasta la izquierda era invencible.
Junts Pel Sí arrastró a CDC hasta posiciones de izquierdas impensables un par de años antes. Eso fue trabajo de ERC, que generosa en el pacto con Mas forzó algunas propuestas de carácter social. Un poderoso nudo entre los dos partidos principales del Parlament. Así, Mas ha acabado defendiendo en su discurso de investidura el decreto de pobreza energética, el carácter social de algunas reformas importantes, y hasta la renta básica universal.
Frente a eso, ya dije que la CUP debía optar entre aplicar políticas que ha defendido siempre o no investir a Mas. Entre cumplir su promesa de no hacer presidente al líder de CDC o la de acelerar el proceso.
Quiero dejar claro antes de seguir que considero obvio que la CUP estaba legitimada para tomar la decisión que les pareciera oportuna. El paternalismo, cuando no desdén con el que se les ha tratado han rozado lo patético. Pero esto no les exime del análisis y de la crítica. Si quieren participar de la política han de entender que forma parte del juego.
Todos sabemos que la CUP es un partido anticapitalista y asambleario. Nada más pasar las elecciones, el discurso de Antonio Baños insistía en algo que me parece inteligente: ellos son anticapitalistas, sí. Pero los resultados decían que la población no lo es. Frente a eso, decía, la CUP sabrá encaminar sus propuestas a escenarios socialdemócratas que recojan la esencia de sus posiciones.
Después del discurso de investidura de Artur Mas, la CUP exigió un plan de choque contra la pobreza. Junts Pel Sí accedió. Es verdad que no con los importes que exigía la CUP. Pero, ¿qué es si no negociar? La CUP exigió otro presidente. No querían que Mas tuviera tanto poder. Mas no cedió la presidencia, pero si buena parte de sus atribuciones. Negociar, negociar, negociar.
La CUP debía optar entre aplicar algunas de las políticas que ha defendido, llegar más lejos de lo que jamás podrían haber soñado, o mantenerse en el no a Mas. Es la diferencia entre la realpolitik o la comodidad del desprecio al rival disfrazado de convicción. Entre sentar las bases para llevar a cabo la renta básica o el personalismo en negativo. Si la nueva política es plantarse en convicciones inamovibles, ¡bendita vieja política!
Y en este escenario, ¿quién gana y quién pierde? Sólo hay que ver en qué casas brindan con mejor cava. El escenario está tan movidito que de aquí a marzo pueden pasar mil cosas. Pero hoy por hoy, en Can Podemos hay sonrisas y alegría. Cava caro a raudales. En Can Ciudadanos, sonrisa medio torcida. Después de lo que ha pasado en Madrid… En Can CDC la camisa no les toca el cuerpo. Si ERC no quiere reeditar el pacto, tienen un problema grave. Eso hace que gravite mucha responsabilidad en Can ERC. Desagradable situación para ellos también. El PSC y el PP son tan residuales que, aunque estoy seguro que les preocupa volver a las urnas, es irrelevante. Y en Can CUP… Dudo que se hayan planteado seriamente la pinza que con seguridad les viene ahora entre JxS o ERC y Podemos.
Lo peligroso de reeditar JxS es la repetición de un escenario parecido reduciendo el peso de la CUP y aumentando el de Podemos. Lo peligroso de no hacerlo es dejar colgados a los candidatos voluntarios que se mojaron en las elecciones de septiembre. Y, en el supuesto probable que CDC no gané. la incertidumbre de ver quién toma el rumbo del partido para sustituir a Mas.
En alguna ocasión he dicho que el proceso sólo podía paralizarse a causa de conflictos internos del soberanismo. Aquí lo tenemos. Muchos hemos defendido que este camino no tiene sentido sin una síntesis de los que defendemos la soberanía catalana. Diciendo no a Mas, la CUP no sólo ha dicho que no lo quiere de presidente. También ha enviado el mensaje que, con según quién, no quieren hacer este camino. El «mejor solos», las autenticidades, el «nosotros somos los de verdad», las parroquias… las trampas en la que ha caído históricamente el catalanismo.
Mensaje recibido, cupaires. Pasaremos un par de días de duelo y a levantarse otra vez. En marzo nuevas elecciones. Y aunque el futuro es incierto, seguiremos remando. No queda otra…
La comodidad de la residualidad
No es nuevo que al catalanismo le cueste encontrar puntos de acuerdo. A cada nuevo paso, añadimos nuevas dificultades. El 9N, el acuerdo de Junts Pel Sí y ahora la investidura de Mas.
Los que no somos de la CUP, hemos de reconocer que tienen toda la legitimidad para llevarnos a nuevas elecciones si no pasa lo que han defendido. Tienen un papel muy complicado. En campaña prometieron dos cosas que se han mostrado incompatibles: no investir a Mas y no parar el proceso. Hagan lo que hagan, fallarán a algunos de sus votantes.
El soberanismo tiene dos posibilidades: o encontrar una síntesis y ganar o implosionar y poner en stand by por una temporada muy larga el camino hacia la soberanía. Así de sencillo. A estas alturas, me parecen increíbles las posiciones consistentes en defender la expulsión del proceso de la CUP. También de los que defienden el fin de Mas, que es la forma de simbolizar que se expulsa a CDC y a las personas con posición de centro derecha.
Hoy esta decisión está en manos de la CUP. Les guste o no. Diga la Gabriel lo que diga. Y hay otro hecho: Junts Pel Sí ha hecho un documento con una propuesta de acuerdo. Este incluye un plan de choque social. Y la red básica universal. Y una fórmula de control total sobre la figura del presidente (con vicepresidencias que vacían de competencias la presidencia y con una moción de confianza en medio año). Todo esto suscrito por una fuerza de centro derecha. Mientas, ¿qué movimiento ha hecho la CUP?
La CUP se ha de definir. Y debería analizar los escenarios posibles. Imaginemos que vota no a Mas y vamos a nuevas elecciones. Desde el punto de vista de partido, perderán una parte de los votos que buscaban garantizar que el proceso tenía en cuenta políticas de izquierdas y, a la vez, seguía avanzando. Acabarán en Junts Pel Sí (o ERC, si se presentan por separado). Está por ver si esta vez la Colau se mojará en el proceso electoral, lo que probablemente haría daño electoral a la CUP.
Desde el punto de vista de país, el desencanto palpable de la gente haría los resultados de las hipotéticas elecciones imprevisibles. Pero sobre todo haría que los votos que se fugaran de la CUP a Podemos no trabajaran por el proceso, lo que dejaría el soberanismo sin capacidad de articularse políticamente.
Pongamos que Mas acepta el reto de la CUP y deja de optar al cargo de presidente. CDC hoy sólo tiene un activo; el presidente. De esto todo el mundo es consciente. Y algunos creen que matando al líder carismático, matas la ideologia. Es un error terrible. Efectivamente, hoy Mas es la única garantía que el proceso se hará teniendo en cuenta su sensibilidad política. Igual que hacer el proceso sin la CUP seria un error porque dejaría de interesar a una parte importante de Catalunya, apartar a Mas haría lo mismo con el centro derecha catalanista. ¿Por qué Unió va loca por nuevas elecciones? ¿Y Podemos-Iniciativa? ¿Hace falta que lo digan más claro?
Por lo que a mi respecta, si un gobierno con todos implicados me pide algo, lo haré. Si hace falta, asumiré riesgos. Ahora, si ganan los que defienden que Mas se vaya, que no cuenten conmigo. La razón es sencilla; si a un presidente que ha sido imputado por poner las urnas, que ha defendido el proceso, que le han buscado las cosquillas durante 3 años, que lo han presionado las élites españolas y también las catalanas (no olvidemos qué quieren el establishment catalán), el pueblo lo deja colgado, ¿qué me harían a mi? Que se la jueguen otros…
¿Y si la CUP encuentra la forma de dar el consentimiento a Mas? Pagarán un precio, como en el caso del no. Pero Catalunya tendría un gobierno que llevará a cabo algunas políticas que han defendido durante años (decreto de pobreza energética, inicio del proceso, e inicio de importantes políticas sociales). Posiblemente se desencadene el proceso de golpe. Veremos qué reacción tiene Madrid frente al acuerdo. Y frente a una agresión de Madrid, ¿qué hará el sector próximo al soberanismo de Podemos y sus líderes?
Mirant de huir de personalismos, la CUP ha caído en el peor de todos: el personalismo en negativo. Sin mirar ninguna de las propuestas que ha hecho para ser investido. Olvidando lo que hicieron ellos mismos la pasada legislatura.
Ahora han de resolver su propio dilema vital. La política consiste en esto: gestionar la frustración cuando tomas conciencia que, incluso con poder, las cosas no siempre son como te gustaría que fueran. O eso o vivir en la comodidad de ser residual.
¿Camino del lost-lost?
En los últimos años ha hecho fortuna una expresión en inglés utilizada en negociación; el win-win. Esta se produce cuando dos partes encuentran un punto de acuerdo que beneficia a los dos. Todo el el que se sienta en una mesa de negociación, persigue encontrar este punto. Está claro que siempre es más fácil teorizar que hacer las cosas…
Ni que sea una lección teórica, los negociadores de la investidura al Parlament necesitan una. El catalanismo se encuentra en un punto de difícil salida en medio de una negociación que ha enloquecido. Ya es normal que esto pase en la búsqueda del punto común. Pero la cosa se está yendo demasiado lejos. Y creo que es porque se asumen como ciertas cosas que están para comprobar.
El sobiranismo ganó las elecciones catalanas. No sólo porque tiene más parlamentarios que el unionismo. No sólo porque, cada nueva elección gana apoyos. No sólo porque la realidad nos está demostrando que el sobiranismo no ha encontrado su techo. Sobre todo, porque el relato está calando. Porque el que vota a favor lo hace pensando en un futuro mejor y el que lo hace en contra lo hace porque cree que éste futuro es imposible. Porque el unionismo continúa basando su discurso en una ley que pasa por encima de los votos de la gente, en el miedo, en la amenaza… Si este es el panorama, el sobiranismo tiene mucho trabajo hecho.
Pero los resultados estaban envenenados. JxS necesita al menos dos votos de la CUP para investir su candidato. La CUP dijo por activa y por pasiva que bajo ningún concepto investirían a Mas. Y esto nos trae a un callejón sin salida de muy difícil solución.
Las negociaciones con Mas acostumbran a ser todas iguales. Todo y su hermetismo, su táctica ha sido la misma. Se abre la negociación con la otra “parte”. Algunas personas de su entorno dicen públicamente que el acuerdo quizás no será posible. Imagino que con esto pretende ablandar a la otra parte. Después empieza la negociación, que se alarga hasta el límite. Todo parece imposible, pero él siempre tiene una carta bajo la manga. Una oferta irrenunciable. Una oferta en la que se acerca mucho al que quiere la otra parte pero sin ponerse a él en un punto donde se escenifique una derrota. Esta táctica le ha salido bastante bien al menos dos veces; el 9N y el acuerdo de Junts Pel Sí.
Ahora tocaba negociar con la CUP. Las dos partes llegan con un punto irrenunciable y contradictorio a la mesa de negociación; la investidura de Mas. La primera semana hubieron declaraciones de las dos bandas explicitando que aquel punto era irrenunciable. Pero después sentaron e hicieron el que toca en una negociación. Discreción y, sobre todo, convertir la negociación en una cuestión poliédrica. Toca hablar de muchas cosas y hacer muchos acercamientos en diferentes cuestiones.
Todo el mundo daba por hecho que el martes del debate de investidura llegaríamos a la primera votación con un no de la CUP. Creo que en Mas tomó una decisión muy racional: dejar que la CUP escenifique el no. Y acto seguido, se sacó el as de la manga…
Artur Mas se puso en manos de la CUP. Cedió mucho poder a los vicepresidentes y, además, abrió la puerta a que la CUP pudiera echarlo de aquí a 10 meses. Es una jugada arriesgada pero difícil de rechazar. Pero la CUP lo hizo y tengo dudas que Mas pueda ofrecer algo “mejor”.
Además de todo esto, todo el mundo ha podido ver como JxS hacía aproximaciones a la CUP. Hizo una declaración parlamentaria que, parece, hubieran preferido hacer una vez formado el gobierno. Artur Mas hizo un discurso de investidura con un marcadísimo discurso social; incluso llegó a hablar de renta básica universal, una de las grandes banderas de la izquierda.
Pero la CUP se ha mantenido firme en su tesis inicial; esto no es posible con Mas al frente. Y entonces, todo aquello que hasta ahora se había gestionado con la cabeza, se está gestionando con el estómago. En especial, las presiones por parte de los diputados de CDC a la CUP desde todas las tribunas posibles, hasta expresiones ridículas, como la de Francesc Homs, diciendo que están junto al PP, Ciutadans…
Para mí, ERC ha hecho el que se tenía que hacer. Ha mantenido silencio. Estoy seguro que han facilitado este camino de CDC hacia un discurso más social que hiciera posible el acuerdo. Chapeau por ellos. Esta tarde han convocado una ejecutiva nacional extraordinaria. Confío que refuercen el papel que han estado haciendo hasta ahora.
He hecho muchos elogios a la CUP. No sólo en aspectos en los que coincido sino también en cuestiones en las que discrepo profundamente. Me parece que, como propuesta política, ha crecido como tiene que hacerse. Poco a poco, con un discurso sólido y creíble. Pero ahora les ha llegado el momento; por primera vez pueden influir de verdad en las decisiones finales. Lo más difícil de esto es renunciar a aspectos de su propuesta. Y es aquí donde tengo que decir que parece que la CUP está mostrando inmadurez.
La CUP tiene que optar entre hacer posible la renta básica universal o un presidente o presidenta con un pasado de carácter más social. Tiene que optar entre la oportunidad de crear un nuevo país condicionando la construcción a valores de izquierdas, o bloquear el acceso de Mas a la presidencia…
El gran problema de esta negociación es que, a nivel público, se ha escenificado que la clave está en la investidura. Cuando uno negocia sobre un solo punto, sólo puede ganar una de las partes. Y entonces es cuando se hace imposible el win-win. Entonces es cuando ninguna de las partes quiere escenificar la derrota. Y los discursos, poco a poco, van limitando el movimiento de todo el mundo. Si una de las dos partes cede en este aspecto, se interpretará como una derrota.
Las partes pueden considerar que no es problema si la cosa sale mal porque el soberanismo seguirá creciente. Discrepo. El soberanismo suma porque mucha gente ha creído que se podía construir una sociedad mejor. Pero el espectáculo que están dando ahora nuestros referentes políticos no ayuda. Si no hay acuerdo, cambiarán muchas cosas al sector soberanista. Muchísimas.
Esta situación sólo tiene una solución: las dos partes tienen que recuperar la negociación que se hacía a puerta cerrada. Se tienen que dar tiempo. No se pueden hacer a corto plazo porque hay demasiada tensión ahora mismo.
Continúo pensando que habrá acuerdo precisamente porque objetivamente todo el mundo pierde si no se llega a una confluencia. Dicho esto, no podemos perder de vista la realidad; muchas de las negociaciones que, efectivamente podrían acabar beneficiando las dos partes, acaban justo en el punto contrario. No son un win-win sino un lost-lost. Veremos cómo acaba…
No-razones para votar Sí el 27S: La corrupción
Uno de los argumentos en contra de la independencia es recurrente. Los españoles consideran un mal endémico la corrupción. Uno de los grandes problemas del estado. No les falta razón.
El caso Pujol les ha venido que ni pintado. La prueba definitiva que los catalanes somos igual que los españoles. Con esto ya se convencen
Uno de los argumentos en contra de la independencia es recurrente. Los españoles consideran un mal endémico la corrupción. Uno de los grandes problemas del estado. No les falta razón.
El caso Pujol les ha venido que ni pintado. La prueba definitiva que los catalanes somos igual que los españoles. Con esto ya se convencen que la independencia no será útil. No cambiará nuestros políticos. Como si la independencia lo único que cambiaria fuera las personas que gobiernan…
En Catalunya no sólo hemos tenido uncaso de corrupción. Tenemos hasta casos probados, como el Caso Pallerols. Por cierto, siempre lo habíamos llamado Cas Treball e implicaba a una parte importante de la plana mayor de Unió. Todos indultados por el gobierno español. Casos abiertos tenemos algunos más que afectan Santa Coloma, Lloret…
En fin, que sí. Que tienen razón. En Catalunya también hay corrupción.
Pero ellos no se paran aquí. Insinuan que en Catalunya hay mucha, muchísima corrupción. Les falta poco para decir que es la región más corrupta del mundo. Qué digo del mundo, del Universo.
Pues sí. Hay demasiada. Pero los datos son los datos. No dejan espacio a la subjetividad. Los índices de corrupción en Catalunya están por debajo de la media española según Transparencia Internacional. También se han hecho otros estudios que lo refuerzan.
¿Me consuelan esos datos? Para nada. Más cuando veo que tener menos corrupción que la media estatal no significa nada. Es aquello de que en el país de los ciegos, el tuerto es el rey.
No, yo querría que no hubiera corrupción. Pero la hay. Como la hay en el Reino Unido, donde un Lord ha tenido que dimitir este verano por un escándalo por drogas. Como la hay en Francia. Como la hay en Italia. Y como la hay en España, con casos como los ERE, como la Gurtel, como la Punica, como el Campeón…
La independencia no acabará con la corrupción en Catalunya porque ser independiente no es la cura a la corrupción. Pero las instituciones de España me han demostrado que no saben o no quieren luchar contra los corruptos.
Lo que distingue dos países es lo que hacen con el corrupto cuando lo cazan. Me gustaría construir un país donde, al que cojan con la mano en la caja, acabe en la cárcel. La independencia no es ninguna garantía de que vayamos hacerlo pero sí abre una oportunidad que España parece no darnos.
Mientras tanto, seguimos en el país donde Pujol pudo hacer lo que le vino en gana mientras no se metió con los poderes del estado. Seguimos en un país donde se utiliza la corrupción política con finalidades partidistas. Incluso los medios catalanes se suman a la fiesta. Hace unos días, el día de la presentación de Junts Pel Sí, se realizó una operación policial en contra de CDC. El objetivo; desplazar de las portadas la presentación.
Lo consiguieron. Incluso los dos medios escritos más importantes aprovecharon para atacar a la lista.
El Periódico relacionó las dos noticias. Por un lado el asalto a las sedes de Convergència. Por otro, la frase destacada de Artur Mas. Que quede clara la vinculación…
En La Vanguardia desplazaron la noticia de la presentación con decenas de miles de personas a un titular menor.
El caso Pujol demuestra que la independencia no es ningún antídoto para la corrupción, como seguir en España tampoco lo es, como lo demuestra Bárcenas. Votaré sí, pero eso no acabará con todos los males de Catalunya. Aunque tendré los instrumentos para mejorar.
Si quieres descubrir más motivos, descárgate gratis el libro de los 10 motivos para la independencia.