¿Camino del lost-lost?

Artur Mas i Antonio Baños

En los últimos años ha hecho fortuna una expresión en inglés utilizada en negociación; el win-win. Esta se produce cuando dos partes encuentran un punto de acuerdo que beneficia a los dos. Todo el el que se sienta en una mesa de negociación, persigue encontrar este punto. Está claro que siempre es más fácil teorizar que hacer las cosas…

Ni que sea una lección teórica, los negociadores de la investidura al Parlament necesitan una. El catalanismo se encuentra en un punto de difícil salida en medio de una negociación que ha enloquecido. Ya es normal que esto pase en la búsqueda del punto común. Pero la cosa se está yendo demasiado lejos. Y creo que es porque se asumen como ciertas cosas que están para comprobar.

El sobiranismo ganó las elecciones catalanas. No sólo porque tiene más parlamentarios que el unionismo. No sólo porque, cada nueva elección gana apoyos. No sólo porque la realidad nos está demostrando que el sobiranismo no ha encontrado su techo. Sobre todo, porque el relato está calando. Porque el que vota a favor lo hace pensando en un futuro mejor y el que lo hace en contra lo hace porque cree que éste futuro es imposible. Porque el unionismo continúa basando su discurso en una ley que pasa por encima de los votos de la gente, en el miedo, en la amenaza… Si este es el panorama, el sobiranismo tiene mucho trabajo hecho.

Pero los resultados estaban envenenados. JxS necesita al menos dos votos de la CUP para investir su candidato. La CUP dijo por activa y por pasiva que bajo ningún concepto investirían a Mas. Y esto nos trae a un callejón sin salida de muy difícil solución.

Las negociaciones con Mas acostumbran a ser todas iguales. Todo y su hermetismo, su táctica ha sido la misma. Se abre la negociación con la otra “parte”. Algunas personas de su entorno dicen públicamente que el acuerdo quizás no será posible. Imagino que con esto pretende ablandar a la otra parte. Después empieza la negociación, que se alarga hasta el límite. Todo parece imposible, pero él siempre tiene una carta bajo la manga. Una oferta irrenunciable. Una oferta en la que se acerca mucho al que quiere la otra parte pero sin ponerse a él en un punto donde se escenifique una derrota. Esta táctica le ha salido bastante bien al menos dos veces; el 9N y el acuerdo de Junts Pel Sí.

Ahora tocaba negociar con la CUP. Las dos partes llegan con un punto irrenunciable y contradictorio a la mesa de negociación; la investidura de Mas. La primera semana hubieron declaraciones de las dos bandas explicitando que aquel punto era irrenunciable. Pero después sentaron e hicieron el que toca en una negociación. Discreción y, sobre todo, convertir la negociación en una cuestión poliédrica. Toca hablar de muchas cosas y hacer muchos acercamientos en diferentes cuestiones.

Todo el mundo daba por hecho que el martes del debate de investidura llegaríamos a la primera votación con un no de la CUP. Creo que en Mas tomó una decisión muy racional: dejar que la CUP escenifique el no. Y acto seguido, se sacó el as de la manga…

Artur Mas se puso en manos de la CUP. Cedió mucho poder a los vicepresidentes y, además, abrió la puerta a que la CUP pudiera echarlo de aquí a 10 meses. Es una jugada arriesgada pero difícil de rechazar. Pero la CUP lo hizo y tengo dudas que Mas pueda ofrecer algo “mejor”.

Además de todo esto, todo el mundo ha podido ver como JxS hacía aproximaciones a la CUP. Hizo una declaración parlamentaria que, parece, hubieran preferido hacer una vez formado el gobierno. Artur Mas hizo un discurso de investidura con un marcadísimo discurso social; incluso llegó a hablar de renta básica universal, una de las grandes banderas de la izquierda.

Pero la CUP se ha mantenido firme en su tesis inicial; esto no es posible con Mas al frente. Y entonces, todo aquello que hasta ahora se había gestionado con la cabeza, se está gestionando con el estómago. En especial, las presiones por parte de los diputados de CDC a la CUP desde todas las tribunas posibles, hasta expresiones ridículas, como la de Francesc Homs, diciendo que están junto al PP, Ciutadans…

Para mí, ERC ha hecho el que se tenía que hacer. Ha mantenido silencio. Estoy seguro que han facilitado este camino de CDC hacia un discurso más social que hiciera posible el acuerdo. Chapeau por ellos. Esta tarde han convocado una ejecutiva nacional extraordinaria. Confío que refuercen el papel que han estado haciendo hasta ahora.

He hecho muchos elogios a la CUP. No sólo en aspectos en los que coincido sino también en cuestiones en las que discrepo profundamente. Me parece que, como propuesta política, ha crecido como tiene que hacerse. Poco a poco, con un discurso sólido y creíble. Pero ahora les ha llegado el momento; por primera vez pueden influir de verdad en las decisiones finales. Lo más difícil de esto es renunciar a aspectos de su propuesta. Y es aquí donde tengo que decir que parece que la CUP está mostrando inmadurez.

La CUP tiene que optar entre hacer posible la renta básica universal o un presidente o presidenta con un pasado de carácter más social. Tiene que optar entre la oportunidad de crear un nuevo país condicionando la construcción a valores de izquierdas, o bloquear el acceso de Mas a la presidencia…

El gran problema de esta negociación es que, a nivel público, se ha escenificado que la clave está en la investidura. Cuando uno negocia sobre un solo punto, sólo puede ganar una de las partes. Y entonces es cuando se hace imposible el win-win. Entonces es cuando ninguna de las partes quiere escenificar la derrota. Y los discursos, poco a poco, van limitando el movimiento de todo el mundo. Si una de las dos partes cede en este aspecto, se interpretará como una derrota.

Las partes pueden considerar que no es problema si la cosa sale mal porque el soberanismo seguirá creciente. Discrepo. El soberanismo suma porque mucha gente ha creído que se podía construir una sociedad mejor. Pero el espectáculo que están dando ahora nuestros referentes políticos no ayuda. Si no hay acuerdo, cambiarán muchas cosas al sector soberanista. Muchísimas.

Esta situación sólo tiene una solución: las dos partes tienen que recuperar la negociación que se hacía a puerta cerrada. Se tienen que dar tiempo. No se pueden hacer a corto plazo porque hay demasiada tensión ahora mismo.

Continúo pensando que habrá acuerdo precisamente porque objetivamente todo el mundo pierde si no se llega a una confluencia. Dicho esto, no podemos perder de vista la realidad; muchas de las negociaciones que, efectivamente podrían acabar beneficiando las dos partes, acaban justo en el punto contrario. No son un win-win sino un lost-lost. Veremos cómo acaba…