LA CINTA BLANCA

La cinta blanca nos sitúa en el periodo previo a la Gran Guerra, en la década de los 10 del siglo pasado en un tranquilo pueblo del interior de Alemania. Sin causa aparente, empiezan a sucederse una serie de asesinatos y torturas. El terror empezará a atenazar a los habitantes sin que sean capaces de encontrar al culpable.

Dirigida por Michael Haneke, de origen alemán, la película intenta ser una metáfora sutil sobre los orígenes del nazismo que sólo 20 años más tarde llevaría a Hitler al gobierno. Los personajes no son más que una representación en pequeña escala de las relaciones que se establecían en la Alemania de principios del s. XX.

Creo que Haneke acierta en casi todas las decisiones que toma. Un conmedido guión, una fotografía en blanco y negro que transporta inevitablemente a la época, un casting más que acertado y el ritmo más adecuado para contar un drama de estas características. Es evidente que el director y guionista ha tenido muy en cuenta los detalles de la época documentándose, al menos en lo visual, para elaborar la trama.

Siempre intento que antes de explicar spoilers haya buena parte de la crítica. En este caso, La cinta blanca me parece tan interesante que prefiero aprovechar todo el espacio que viene a continuación para elaborar un discurso que entre en detalles. Así, si no lo has visto, te recomiendo no seguir leyendo y que vayas corriendo a verla. Eso sí, cuando lo hayas hecho, acuérdate de volver a pasarte por aquí.

Entrando en detalle, me encanta cómo están perfilados los personajes, tanto en lo que se refiere a su construcción narrativa como desde la creación en común con el actor en la fase de la dirección interpretativa, pasando por el momento de seleccionar a los actores.

Quizás cabría destacar la capacidad que Haneke ha tenido para dar dimensiones a los personajes en una película esencialmente coral. Ha sabido cómo transmitir que los personajes no son buenos o malos, sin caer en simplificaciones maniqueas. Para ello ha tenido la inteligencia de incluir detalles que atemperan, para bien y para mal, el diseño de los personajes.

Valga como muestra el pájaro del reverendo. El hecho de que acepte que su hijo se quede con el pájaro le hace ganar en densidad. Además, aprovecha nuestro prejuicio contra él haciéndonos creer que va a negarse. En cambio, su decisión nos sorprende y hace que descubramos una nueva forma de analizar el personaje.

También el caso del médico es paradigmático. Nada más empezar la película sufre un accidente, lo cual ya nos lleva a sentir ciertas simpatías por él. En la escena en la que reaparece, nos parece un padre preocupado por sus hijos. Además se trata del médico, persona a la que se le presupone que ayuda a la gente. Y, de hecho, lo hace. Eso entra en contraste con el trato que luego hace de la amante en una de las escenas más crudas que recuerdo. Y, claro, con los abusos a su hija.

Por otro lado, los personajes de La cinta blanca con menos peso dentro de la historia también permanecen con una cierta tridimensionalidad. Y, sobre todo, están muy bien dirigidos. Me encantaría destacar el trabajo de Leonie Benesch, la prometida del maestro. Una actriz que casi es su primera película (de hecho, la primera con un papel relevante y la segunda según el IMDB) consigue, en cambio, transmitir una especie de ingenuidad esperanzada.

Por último, me parece un gran reto (y no es la primera vez que lo destaco) trabajar con niños. En este caso, los niños tienen un gran protagonismo, lo que hace que sea crítico. Además, no se trataba de encontrar 1 o 2 niños sino una legión de estos. Y, por si esto no era poco, 1 de ellos con síndrome de Down, con el agravante añadido de que tiene escenas de una enorme carga dramática.

Pero si hay algo que destaca sobre el resto es la fotografía. Haneke ha dedicido con gran acierto transportarnos con las imágenes al cine de la época. No hay que olvidar la importante aportación que el arte alemán tuvo en la creación del nazismo. Cuanto menos, parece que hay referencias a una expresión del movimiento protonazi.

No se escapa ni la música y la pintura románticas, como expresión de un cierto sentido de la identidad. Y el cine también hizo su aportación con el expresionismo (y algunos experimentos futuristas) a pesar de que, al menos  sus representantes más relevantes, acabaron teniendo que huir cuando el partido nazi tomó el poder.

Uno de los grandes representantes de esa expresión artística que acabaría por tomar significación ideológica es la película de Robert Wiene El gabinete del Doctor Caligari de 1920. De hecho, se trata de la que está considerada como la primera película expresionista. En esta película, una persona es manipulada por su psicólogo, hecho que se interpretó como la expresión de la necesidad del pueblo alemán de ser dirigido por un gran líder.

Sea o no sea una visión acertada, creo que La cinta blanca se enmarca en esta línea de sutileza. Por ello, Haneke busca esta estética que recuerda (aunque modernizada) a la de aquella época. El blanco/negro, con una iluminación muy contrastada, recuerda no sólo al cine alemán, sino al cine nórdico que habla sobre el bien y el mal. En especial, son evidentes las referencias a Dreyer.

Solemos, de forma natural, asociar el blanco al bien y el negro al mal. En cambio, hay una línea de tradición en el norte de nuestro continente de hacer una contrasignificación de colores. El negro se convierte en un color que casi nos protege, al que ampararnos y donde cobijarnos de un blanco que nos deslumbra, que nos duele en los ojos, que nos amenaza a cada segundo que aparece.

En este caso es aún más adecuado, ya que el nazismo asoció al blaco la pureza de la raza aria. Por eso, los personajes más terribles tienen en el blanco un elemento importante de su significancia; el duque, el médico, el reverendo (cuando la situación lo permitía, obviamente) y, claro, esa cinta blanca que representa la castración emocional (en algún momento casi literal cuando impide las masturbaciones del niño) causante de la futura revolución que acabaría en la II Guerra Mundial.

Añadiría que hay 2 escenas de La cinta blanca donde el blanco nos desborda, nos amenaza. En la primera es un paisaje nevado. Se produce después de uno de los hechos terribles (ahora no recuerdo cuál). El otro, cuando se narra el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria que desencadenaría la Gran Guerra.

Son constantes, para reforzar esa sensación de deja vu las panorámicas (que predominan sobre los travellings), los planos secuencia, las iluminaciones contrapicadas y los planos frontales que pueden llegar a recordar, sumándolo al uso de la dialéctica blanco/negro, a la mítica La pasión de Juana de Arco o La palabra, las dos de Dreyer. Y, de hecho, a toda una tradición audiovisual.

El guión es otro de los elementos que destacan. Creo que los diálogos están acertadísimos. Aportan una cadencia que encaja a la perfección con el ritmo del montaje. Además, ayudan mucho a los actores a hacer su trabajo.

Por otro lado, está muy bien construído el colorido que aporta la gama de personajes. Creo que Michael Haneke ha sabido encontrar el número adecuado de personajes para que toda la estratificación social que el film intenta reflejar están presente. En especial aquellas personas que tenían tanta importancia en la jerarquía de un pueblo; el duque, el cura, el maestro y el médico, además de una gran gama de personajes populares.

Por último, y en armonía con la sutileza de la que he estado hablando, el guión rezuma la represión y el miedo a Dios (cabría para otro post la relación que establece el film entre fe/Dios/miedo, muy en sintonía con el cine del que hemos estado hablando). También con sutileza, con delicadeza y con cuidado de no caer en un discurso excesivamente plano. Pero sí haciendo un entorno feroz, que te araña a cada mal paso que das.

En definitiva, creo que es uno de los films más completos que he tenido la oportunidad de ver en mis últimas visitas a la sala de cine. Por supuesto, espero vuestras opiniones del film.

El caballero oscuro

Argumento. Batman se ve obligado a enfrentarse a la impopularidad y al Jocker.

Breve crítica. Creo que el Christopher Nolan casi siempre hace cosas interesantes. El anterior Batman creo que está muy conseguido. Esta vez ha cosneguido crear un Jocker aún más temible que el primero basándose en una esencia del mal por el mal, más allá de los motivos que le llevaran. Y eso es lo que hace más terrible al personaje. Además, el gran reto de Batman de enfrentarse a la impopularidad de estar por encima de la ley también es muy interesante.

Valoración: 6,5/10

Género. Acción fantástica.

Director. Christopher Nolan.

Guión. Christopher Nolan, David S. Goyer, Jonathan Nolan.

Actores/Actrices. Christian Bale, Heath Ledger, Aaron Eckhart, Michael Caine, Gary Oldman, Maggie Gyllenhaal, Morgan Freeman, Eric Roberts, Cillian Murphy, Anthony Michael Hall, Michael Jai White, William Fichtner, Edison Chen, Monique Curnen, Chin Han, Nestor Carbonell, Ritchie Coster, Keith Szarabajka, Colin McFarlane, Joshua Reese, Melinda McGraw, Nathan Gamble, Michael Vieau.

Título original. The Dark Knight.

Año de estreno. 2008.

País. USA.

El cliché del espejo

He recibido un mail del autor de Planeta Oli esta mañana pasándome el link de un vídeo para que le echara un vistazo y me ha interesado tanto que voy a meterlo en blog. Se trata de una compilación de escenas en las que un espejo juega un papel relevante en la tensión de una escena.

Cuando he impartido algún curso de lenguaje cinematográfico, creo que lo que más le sorprendía a la gente era cuando les hablaba de la importancia del fuera de campo. Cuando hablamos de fuera de campo nos referimos a todo aquello que afecta a la historia pero que sucede «fuera» del marco de la imagen. De hecho, como ya he comentado alguna vez, para algunos teóricos, esta es la característica más definitoria del cine. No hay ningún otro arte donde se produzca una tensión tan fuerte en lo que hay «dentro» y lo que hay «fuera».

Esto que suena tan esotérico, en realidad, es algo que tenemos muy asumido. Por ejemplo en una película de terror, cuando vemos a la típica chica caminando por un pasillo lo que tememos es que pueda aparecer algo repentino que está «fuera de campo» pero que, en cualquier momento, puede «entrar» en el campo.

Una de las típicas fórmulas para «meter» en el campo algo que, en realidad, está fuera son los espejos. Se han convertido en un cliché en las películas de terror. Casi lo esperamos. No sólo eso, sino que cuando aparece un espejo en una puerta ya contamos con que, al girar la puerta, aparecerá alguien reflejado que, en realidad, no debiera estar ahí.

En realidad, ha llegado a abusarse de esta técnica. Eso ha llevado a que, en algunas películas, se haya utilizado justo para lo contrario. Nos llevan al lavabo con la típica chica preciosa secándose después de la ducha. Entonces abre el armario para sacar el cepillo y lo que esperamos es que, cuando lo cierre, aparecerá el «malo». Y no sucede. Es una perversión interesante del cliché que puede ayudar a recuperar el interés por planos de este tipo.

Hay otras perversiones casi más interesantes (como no utilizar espejos o espejos «curiosos») pero que ya veréis. La compilación es muy divertida. Veréis muchas imágenes que os recordarán viejos tiempos. Me han venido a la memoria películas que forman parte de mi mitología personal pero que hace mucho que no veo. Quiero destacar dos que me encantaban; Halloween (mi película de terror favorita de niño) y Un lobo americano en Londres.
En fin, disfrutadlo. ¡Gracias Oli! 😉

LA LUZ EN EL CINE de FABRICE REVAULT D’ALLONNES

El último libro que me he leído es «La luz en el cine», de Fabrice Revault d’Allones. Desde hace tiempo tengo la impresión (contrastada) que mi punto más débil en lo audiovisual es la luz. De hecho, yo creo que es lo más díficil. En lo personal, a pesar de haber leído unos cuantos libros y de haber recibido clases, sigo sintiendo que no tengo ni idea. Y es que una cosa es colocar cuatro luces y otra muy distinta, transmitir emociones con ellos.

He leído varios libros que explicaban cómo colocar luces. Pero creo que, para colocar focos, hace falta algo más que conocer 4 disposiciones de manual. Hace falta saber qué quieres transmitir. Al fin y al cabo, desde el punto de vista de la realización, es mucho más importante saber qué quieres contar que no cómo se hace eso técnicamente. Al menos, esa es mi opinión.

El caso es que compré el libro después de ojearlo y de ver que era un libro en esencia de «filosofía» de la luz, de su lenguaje. No trata tanto de cómo utilizar un cuarzo como de lo que se puede «transmitir» con ellos.

Creo que el libro está muy bien planteado, ya que lo hace girar todo alrededor de 3 conceptos muy claros y que ayudan mucho a la comprensión. En esencia, el libro distingue 3 tipos de tratamiento de luz; clásica, barroca y moderna.

Parte de la base de que la luz, tanto si se quiere como si no se quiere, transmite un cierto significado, por lo que llega a la conclusión que la luz es siempre significante, aunque algunas veces sea ciertamente insignificante. Y esa clasificación se basa en este hecho esencial de la luz.

La luz clásica es aquella que transmite un significado único y unívoco, muy típico de movimientos como el expresionismo o algunas de las estéticas cohetáneas. La luz barroca, aquella que transmite más de un significado, típico del cine clásico americano.

Partamos de la base que cualquiera de estos diferentes tipos de films tienden a no buscar una luz naturalista, huyendo de los espacios abiertos (con una luz mucho menos controlable). Eso sí, no habría que confundir una estética barroca (con muchos elementos en la pantalla) y una luz barroca (polisémica). Por ejemplo, el expresionismo es tremendamente barroco en lo visual pero unívoca en el significado de la luz y, por tanto, clásica.

Se llegó a tal punto de exceso de control de la luz y de abuso de transimisión de significados, que con el modernismo se buscó evitar transmitir cosas con la luz, usando tanto como se podía luz natural que inunda de luz todo y, por tanto, la hace insignificante. Esa es la luz moderna.

El libro profundiza mucho en esta clasificación. Es clarificador, aunque hay que ser consciente de que es muy denso. También es verdad que me costaría mucho poner ejemplos de los que no usa el libro, así que quizás hubiera necesitado a ratos un discurso más llano y con ejemplos más asequibles (en este tipo de libros aparecen muchos títulos difíciles de ver). Aunque cuando lees un libro de un autor francés (allí el cine tiene mucho más prestigio que aquí) ya sabes lo que hay.

Me da la sensación de que necesitaré alguna cosa más para aprehender el uso de la luz, pero también creo que estos conceptos, cuando sedimenten, me van a ser tremendamente útiles. Creo que el libro no es adecuado para una primera aproximación ni para gente que no haya visto suficiente cine clásico, pero muy útil en caso contrario.

Cineforum Avatar: ¿un análisis sobre espiritualidad?

Avatar

Hace ya un tiempo (¡qué rápido pasa!) fui a ver Avatar e hice la crítica en el blog. Yo defendía que la película era superficial y facilona en los temas que trataba. Muchos han estado de acuerdo conmigo. Pero me ha sorprendido que la gente que no compartía este criterio conmigo, no sólo no estaban de acuerdo, sino que estaban radicalmente en contra.

Es un debate con el que también me he encontrado en la calle. En algunas cenas con amigos me han destacado que les parece casi heroico que una superproducción que viene de la gran industria se haya atrevido a defender con tanta fuerza valores ecológistas.

En el mismo blog, con fidoboy hemos mantenido un interesante debate. En esencia, él defendía que su belleza estética y el impacto visual que producen, ayudan a hacernos permeables a las ideas que trata de transmitir el film. Además, descubre ciertas referencias a la relación que algunas tribus establecen con el medio.

A mi, respecto a esto se me ocurren 2 comentarios;

Yo no creo que nadie dude de la importancia que tienen para todos nosotros lo que la película plantea. Son cuestiones muy profundas y que formulan las claves de nuestra existencia; ¿tiene sentido nuestra vida? ¿de dónde somos? ¿a dónde vamos? ¿estamos destruyendo nuestro entorno? ¿cómo tratamos a los demás? ¿todo se vale si el fin es muy valioso? ¿qué precio debemos pagar por el progreso?

Vale, ok. He planteado grandes preguntas. Pero, ¿eso implica que este post es profundo y toca grandes temas? Hombre, quizás sí que los toca. Pero no, no es profundo. Al menos no hasta ahora. Igual que el film de Cameron.

Hay muchas películas que hacen un trato mucho más serio sobre este tema; los mejores casi siempre de directores nórdicos; «El séptimo sello” de Bergman, Rompiendo las olas de Lars Von Trier, Dies Irae o La pasión de Juana de Arco de Dreyer son sólo algunos ejemplos.

Son películas para un público muy elitista. Soy consciente. Pero no es necesario ir tan lejos. Hay películas maravillosas y muy comerciales a la vez que tratan de forma mucho más seria los dos debates que plantea el film; la espiritualidad y el respeto al medio ambiente. Y, en algunos casos están muy enfocadas al gran público.

Los 10 mandamientos, El informe pelícano, Wall-e, Hijos de los hombres, Gattaca, Parque jurásico son algunos ejemplos. Hay otras que lo tratan tan mal como Avatar pero son igual de comerciales, como El día de mañana, 2012 o Waterworld. Otros films lo tratan de forma indirecta, por ejemplo, mostrando cariño por el medio. Películas como Liberad a Willy o Bambi no son manifiestos ecologistas, pero hacen mucho por él. Incluso hay películas que tratan sobre la prepotencia del ser humano en películas como El coloso en llamas o Titanic.

El segundo punto es casi una extensión del primero. La lectura que hace de nuestra relación con el medio es muy superficial. Ya acepto que los seres humanos no hemos tratado todo lo bien que deberíamos haber hecho el planeta. Ahora bien, de ahí a llegar a la conclusión que el modelo a seguir son las tribus prehistóricas, hay un trecho.

Creo que hay algo de cierto en que deberíamos más que aprender recuperar ciertos aspectos de la vida de la vida de nuestros ancestros. Pero la idealización de esa vida… ¿Qué esperanza de vida tenían? Con la enfermedad, ¿cuánto sufrían? ¿Qué cantidad de alimentos diferentes podían disfrutar? ¿Cuántas opciones de hacer cosas distintas (llamese libertad) tenían? ¿Qué sistema político (extremadamente jerárquico, al menos hasta donde yo sé) tenían? ¿Qué trato se daba a los más débiles en la escala social? ¿Vivienda digna? ¿Y trabajo digno? ¿Guerras? ¿Seguridad?

Está claro que tenemos muchas cosas que cambiar. Sigue habiendo mucha hambre, calamidades, gente que sufre… Pero creo que nos equivocaríamos si pensaramos que la mayoría de las cosas «malas» que hacemos son de forma «gratuíta». Lo hacemos con un «buen» fin.

Cuando ponemos el aire acondicionado a una temperatura demasiado baja, no lo hacemos frunciendo el entrecejo y frotando las manos pensando en todo el mal que vamos a causar. Y la película lo muestra como si de eso se tratara.

He de reconocer que sólo me sorprende en parte que la película sea considerada por muchos como profunda. A veces, con buena fe, tendemos a confundir la defensa de valores positivos con discurso inteligente. Pero yo creo que es un grave error de estrategia. Prefiero un discurso que ponga en crisis mis posiciones que defensas acérrimas pero planas.

Avatar está claro que ha generado mucha controversia, pero básicamente entre defensores y detractores de su calidad. Pero no sentará las bases de ningún reencuentro entre el planeta Tierra y el ser humano. És sólo un blockbuster como El día de mañana y en eso quedará. Y si no, al tiempo.

El cine indi de papá se acaba

miramax

Hace un par de semanas cerró Miramax, una de las productoras más importantes de las últimas 3 décadas. Su especialidad ha sido producir films de cine independiente en USA. Pero su cierre es mucho más que un cierre. Significa el fin de un cierto cine independiente acomodado. Quizás te preguntes por qué.

Miramax la fundaron en 1979 dos hermanos muy conocidos; Bob y Harvey Weinstein. En sus inicios, lanzaron sus primeras producciones y distribuyeron algunos films europeos en América. Pero, en mi opinión, lo más importante llegó cuando fue comprada por Disney en 1993.

De repente pasó de producir films con cuatro duros, financió películas igualmente de corte «minoritario» pero, eso sí, con todo el dinero que hiciera falta. Es lo que Salvador Llopart en La Vanguardia ha acertado en llamar cine indi de papá. La imagen me ha parecido genial.

El estandarte de Miramax podríamos decir que ha sido Tarantino, que ha crecido a su auspicio. Sus películas, de corte vanguardista pero plagadas de estrellas, responden muy bien a este nuevo estilo que se abrió.

A raiz de este movimiento, muchas de las grandes productoras realizaron movimientos similares; o adquirían una productora independiente o, directamente, creaban la suya. Ejemplos hay muchos.

Warner Bros. creó una división para films de menos de 20 millones de dólares que llamó Warner Independent Pictures, que acabó adquiriendo New Line Cinema. Paramount Vantage fue creada por la Paramount a finales de los 90. La lista de empresas subsidiarias creadas es enorme; Go Fish Pictures, Fox atomic o Hollywood pictures son sólo algunos ejemplos.

Pero ahora casi todas han cerrado (las de la lista anterior todas). De hecho, importante queda Sony Classics y poca cosa más. Así, parece que Miramax inició un modelo productivo y parece que también lo ha cerrado.

Ahora cuesta de creer que en los años 40 la industria del cine fuera quien financiara en gran parte la II Guerra Mundial. Su hegemonía ha ido cayendo. Daría para otro post hablar de cómo las grandes productoras, en realidad, ya no tienen autonomía para decidir su estrategia, ya que dependen de grandes conglomerados mediáticos.

Teniendo en cuenta las dificultades propias ya de la industria, ahora se ha unido la crisis financiera que ha dado la última estocada al sector. De hecho, los hermanos Weinstein, cuando a mediados de esta década pasada abandonaron Miramax, crearon The Weinstein Company. A pesar de tener valores tan reconocidos como Tarantino, Michael Moore o Rob Marshall y de todo el conocimiento que tienen del sector, está al borde de la quiebra.

Por desgracia, tampoco es que haya muchas formas de financiar cine outsider. Cine que no forme parte de la estructura de las grandes productoras. Ese es un grave problema que tiene el cine en general y el norteamericano en concreto. En el fondo, es como acabar con la cantera o, lo que es lo mismo, caminar hacia el estancamiento creativo (si es que no estamos ya en ese punto).

Aún así, uno no deja nunca de ser optimista. Si en su día valores como Wes Anderson, Spike Jonze o Michel Gondry encontraron el camino para darse a conocer, no tengo dudas que los jóvenes talentos acabarán por dar con él también. ¿Será youtube?

Eso sí, el cine como industria deberá plantearse cómo facilitan ellos ese proceso que tanto puede enriquecerlos. O el dolor puede ser aún más intenso.

Mi propia teoría de Lost

Como muchos sabéis, soy un viciado de Lost, serie que empieza su última temporada mañana. Me costó mucho decidirme a verla pero las circunstancias facilitaron que la engullera en muy poco tiempo hasta la 4ª temporada. La quinta ya la vi tal y como iban estrenándose los episodios. Y espero con gran ansiedad la nueva temporada.

No he podido evitar, imagino que como todos los fieles, intentar descubrir cómo acabará la serie. Tengo una propuesta y me apetece compartirla. No tengo ni idea de si irá por ahí o no. Pero sí que os advierto a los que no os gusta leer teorías que no sigáis (y ya no digamos aquellos que NO hayáis llegado al final de la 5ª). No tengo ni idea de si hay publicadas o no teorías similares a la mía porque yo soy de los que se niega a leerlas.

El final de la 5ª temporada supuso un quiebro con el último episodio con la aparición de Jacob. Parece obvio que la historia tiene que tomar un giro. Al menos, los intereses de la gente han cambiado. Preguntémonos por qué.

Hasta ahora nos preocupaba; ¿cómo pueden pasar las cosas que pasan en la isla? Lo que sucede es que, en el momento en el que aceptamos que hay una especie de seres divinos o semidivinos que controlan la isla, esa pregunta deja de tener importancia. Por eso los espectadores (al menos la gente que yo conozco) ahora está mucho más preocupada por el desenlace de los protagonistas; ¿deberán sacrificarse? ¿Volverán al punto donde estaban sin conocerse y como si no hubiera pasado nada?

Demos un paso atrás y hagámonos dos preguntas clave; ¿Qué sabemos? y ¿De qué ha ido la serie de verdad?

Sabemos que la isla la controlan dos personajes antagónicos donde, al menos uno de ellos, se ha corporizado, al menos una vez, en un muerto. Sabemos por el trailer que todo ha sido una especie de partida de ajedrez, donde los protagonistas han sido sólo piezas. Queda reforzado por dos elementos; uno obvio, el trailer de la sexta temporada. El otro mucho más sutil y que demuestra que el desenlace está claro desde  el día uno; la partida de Mahon (¿se llama así?) que John juega con Walt. ¿Es casual que Jacob y «el otro» vistan uno de negro y el otro de blanco? ¿Y que John sea blanco y juegue, precisamente, con el niño negro? Lo dudo.

¿Y sobre qué ha ido de verdad? Hagamos un esfuerzo por olvidarnos de las aventuritas, de los enfrentamiento entre «indígenas» y «los otros», bombas atómicas, piratas… En mi opinión, si desnudas Lost, lo que queda es; razón vs. fe. Diría más; el perpetuo enfrentamiento entre Jack (razón) y John (fe). No sólo eso, el primer episodio de la segunda temporada, a modo de anuncio de la temática real de ese ciclo de episodios, se titula hombre de ciencia, hombre de fe.

¿Y ahora qué tenemos? Resulta que nos encontramos con dos divinidades enfrentadas, como John y Jack. Es más, una de ellas se ha corporeizado en John. Esa corporeización ha «matado» a Jacob (que en el último episodio nos han presentado un poco como el causante del mal). Y aquí viene, para mi, el siguiente paso lógico; si John y Jack han simbolizado el enfrentamiento, John es ahora «la otra» divinidad (no sé cómo se llama) y Jacob ha perdido su cuerpo… Jack «asumirá» el papel de Jacob y se enfrentará definitivamente a John.

Lo que sucede es que Jacob ha sido presentado como el malo y eso es incompatible con otorgarle ese rol a Jack. Intuyo que este no es más que otro truco de la serie y que acabarán girándolo. De hecho, no olvidemos que el padre (resucitado) y la hermana de Jack corren por la isla. Parece muy probable que jueguen un papel clave en este cambio.

¿Y qué suerte correrán los protagonistas? Si me lo preguntáis como espectador mi respuesta es «no tengo ni idea» y me muero por saber si Jack y Kate acabarán juntos (lo mismo siento por el resto de tramas). Me inclino por pensar que acabarán juntos. Veo difícil de justificar (aunque no imposible) la idea esa que me han comentado que puedan volver al punto donde se conocieron de forma forzada y vivan sus vidas como si no se conocieran. Yo me inclino por pensar que saldrán con alguna cantilena que habrán insinuado pero no expresado claramente con el fin de sorprendernos.

Pero si la pregunta de cómo acabarán los protagonistas me la hacéis como guionista; es irrelevante. Cualquier final es válido. Y nadie va a acabar insatisfecho en función del final de los personajes si lo importante (lo que yo propongo como enfrentamiento entre Jack y Locke, pero que pudiera ser otra cosa) está bien planteado. Lo único que veo obligado (y reconozco que no tiene por qué ser así) es que ha de acabar bien.

¿Qué significa acabar bien? Bueno, que acaben felices, que hayan aprendido algo de este proceso aunque no recuerden nada. Puede ser simplemente que, aun no conociéndose, Jack y Kate se giren como si la cara les sonara y eso les permitiera reconstruir sus destrozadas vidas. La ficción tiene estas cosas…

Soluciones hay mil; desde planteamientos algo trasnochados tipo Matrix (todo el mundo es una mentira de estas dos divinidades o de sus «padres»), un sueño premonitorio en pleno vuelo que cierre la serie de forma circular, o que bajen un montón de Dioses al más puro estilo Jasón y los Argonautas (¿os acordáis de aquellos dioses moviendo a los humanos en un tablero como si fueran piezas de un juego?)…

De todas formas, los guionistas tienen delante un riesgo elevadísimo de caer en un Deus ex machina, del que ya he dicho muchas veces que hay que huir como de la peste. Tratándose de Lost y de lo pesados que están/estamos los fieles, mucho más. Ya lo he explicado alguna vez, pero por si acaso habéis aterrizado aquí por primera vez, un Deus ex machina es una solución sin causa, como si bajara Dios y nos sacara del embrollo. En ficción, todo ha de tener su causa. Nada de tomar atajos narrativos. Y cuando tienes tan a mano seres divinos, como reza el título, La tentación vive arriba y es muy fuerte.

Ya veremos con qué nos sorprenden sus creadores. No sé donde escuché/leí/me dijeron que, cuando J.J. Abrams reunió a los guionistas el primer día les dijo; «Esta es la historia de unos tipos que se pierden en una isla en la que pasan cosas raras y al final lo que pasa es…». Así que, a juzgar por la imaginación del personaje, la cosa promete. 17 capítulos y la respuesta.

P.D.: Buscando imágenes de Jack y John me he encontrado que una de las teorías más aceptadas van en la dirección que yo indico. Lo que no he visto es que lo hayan hecho desde un punto de vista sobre todo de guión (como es mi caso). Puede que estemos llegando todos a conclusiones similares por caminos diferentes.

Invictus

La nueva película de Clint Eastwood está ambientada en el primer año de gobierno de Nelson Mandela. El presidente de Sudáfrica, en su afán por unir a un pueblo al borde de la guerra civil, utiliza el mundial de rugby que se ha de jugar en su país. Arriesgada empresa si se tiene en cuenta que este deporte era un símbolo de la opresión blanca en el apartheid.

Si por algo se ha significado Eastwood a lo largo de estos últimos años en los que se ha dedicado a dirigir sus films es por ser uno de esos clásicos que te garantizan un nivel altísimo. Invictus no es una excepción. Sin dejar de ser la típica película de deportes, tiene algo que la hace diferente.

Por un lado destacaría que el diseño de producción es impecable. Cada plano, cada frase del guión, cada detalle en el arte tiene una justificación. No sobra nada, no falta nada. Todo en su justa medida.

Las películas de deportes suelen recordarme en mayor o menor medida al cine de masas de los años 20 y 30, cuando el cine soviético (por definición sin protagonistas individuales) y el nazi (sobre todo en los siempre recurridos documentales de Leni Riefenstahl).

Aquellos dos cines, que se separaban en muchas cosas, se unían en el protagonismo que asume la masa como colectivo capaz de cambiar cosas. Eso sí, se separaba en que uno exaltaba únicamente la masa como elemento revolucionario y el otro la utilizaba para exaltar a un líder.

El cine de deportes tiende, por definición, ha estar más cerca del facismo por aquello de que unos héroes en el terreno de juego hacen vibrar a la masa. En este caso, lo que sucede es más llamativo porque la película se sitúa con total equidistancia a estos dos modelos cinematográficos.

Es cierto que el equipo (liderado por el capitán interpretado por Matt Damon y el único negro que viste la camiseta verde y oro) y Nelson Mandela (interpretado por el gran Morgan Freeman), son los protagonistas del film y los que enaltece el film.

Pero también lo es que lo realmente relevante del film es como un pueblo, al que sólo le faltaba el fusil para enfrentarse definitivamente, acaba reconciliándose. Ningún valor hubiera tenido los riesgos que (al menos en el film) asume Mandela y el triunfo de la selección nacional de rugby, si no se hubiera conseguido que negros y blancos se dieran de la mano en la búsqueda de un objetivo común; la victoria en el mundial.

Ese es, sin duda, el elemento diferencial de la película. A todo ello le acompaña unas interpretaciones de alto nivel. Matt Damon está más que correcto en su representación de François Piennar. Aunque personalmente es un actor que me ha costado mucho que me gustara, he de reconocer que cada vez lo hae mejor.

Pero por encima de todos destaca el gran Morgan Freeman. Espectacular el timbre que ha conseguido imitando el del propio Mandela. Por ello, recomiendo mucho verla en versión original. Para los que no estéis acostumbrados, pensad que no hablan demasiado rápido y muchas escenas, al ser de deportes, son de «acción» y se habla poco.

La decisión de convertir en película el libro The human factor de John Carlin entrañaba, al menos, 3 riesgos;

Invictus, con personajes tan conocidos en la vida real exigía un casting muy minucioso para dar con los actores de nivel adecuados. Como ya he justificado, creo que Clint Eastwood dio en el clavo. Quizás tampoco lo tenía difícil teniendo en cuenta las veces que había trabajado ya con Freeman.

Otro riesgo era que un personaje como Mandela es profundamente anticinematográfico. Por lo menos la imagen que tenemos de él es la de una gran persona, dada a los demás, dispuesta a todo por reconciliar a dos familias enfrentadas, que lo convierte en alguien muy plano y poco dado al conflicto.

La solución la encuentra en dar protagonismo a la gente de la calle, al pueblo sudafricano. Pero ello entrañaba una dificultad; ¿cómo puedes hablar de tanta gente a la vez y, simultáneamente, dar un poco de profundidad a la «masa»?

Eastwood lo resuelve con gran destreza. Los agentes de su seguridad personal está compuesto por blancos y negros que irán evolucionando conforme la historia avance. Y para subrayar el hecho de que el cambio no se produce sólo entre las personas próximas al mítico político, añade dos elementos más; una masa que al principio la abuchea y que al final corea su nombre y un simpático niño que rechaza la camiseta antes del mundial y acaba abrazado al equipo en los últimos minutos de la final.

Por último, lo histórico suele ser insulso. Eso suele llevar a que los hechos históricos reales se ficcionizan para hacerlos más «agradables». En cambio, en Invictus, da la sensación que ha querido respetarse las situaciones históricas que se dieron sin apoyarse en cosas que no pasaron.

Por ejemplo, hubiera sido mucho más fácil para escribir el guión que el presidente y el capitán se hubieran visto más veces de las que sale en el film. Hubiera dado más tiempo a construir una relación que, en realidad, se sustenta en la distancia.

Sin embargo, Eastwood ha sido capaz de aprovechar elementos que debieron darse en la realidad para dar relieve a una amistad que va más allá. La visita a la prisión y la posterior reflexión que Damon hace con su novia en la habitación del hotel.

Parece que el director americano refuerza su interés por los conflictos raciales en Invictus después de triunfar con Gran Torino y, de otra manera, en films como Banderas de nuestros padres y Cartas de Iwo Jima. Personalmente creo que esta vez ha reflejado mejor en conflicto que en Gran Torino, en un discurso mucho menos maniqueo.

En lo que nunca falla Clint es en explicar bien aquello que se propone hacer llegar al espectador. Y no cabe ninguna duda de que Invictus no es una excepción. Si no la has visto, no te la pierdas. En mi opinión, una de sus películas más interesantes.