remakes, actualizaciones o falta de ideas

El cine es, en realidad, un arte muy joven si lo comparamos con sus hermanos mayores, la pintura, escultura o literatura. A pesar de ello, los remakes o revisiones de clásicos se suceden continuamente. Y la pregunta es; ¿qué sentido tiene volver a hacer una película de la que ya se ha hecho una gran obra?

king_kongEjemplos los hay para cansarse, desde Drácula, de la que hay cientos de versiones, hasta Mujeres, estrenada hace relativamente recuperando el clásico de George Cukor. ¿Es una cuestión de falta de ideas, pura comodidad, garantía de éxito o revisiones necesarias?

Sin duda, en la mayor parte de los casos las nuevas versiones resultan frustrantes. Los motivos son variopintos; desde unas expectativas enormes porque el remake es de una gran obra maestra, hasta copias literales (plano a plano) pero sin alma como Psicho de Gus Van Sant, pasando por directores que se han copiado a si mismos como rio bravo y río lobo de Howard Hawks.

Parecería mucho más razonable, a priori, retomar aquellos títulos que no llegaron a la altura para auparlos donde se merecen (algún caso hay como en Charlie y la fábrica de chocolate o El señor de los anillos). Aún así, como concepto, no me parece mal revisar viejas obras. Al fin y al cabo, sólo un tercio de las películas parten de un guión original, ya que la mayoría son adaptaciones de novelas. Y eso no nos parece tan terrible. Es cierto que, en el caso de adaptar una novela, en realidad lo que estamos haciendo es cambiar el medio, el soporte o lienzo sobre el contamos la historia y eso, de por si, ya comporta un cierto grado de interés, que en el remake no se produce.12

El problema radica en que, en general, detrás de la revisión hay la voluntad de afrontar poco riesgo, en usar algo ya «validado» por el mercado potencial, al menos, una vez. Es algo que también se esconde tras las sagas (qué es la serie de James Bond sino un remake tras otro y así hasta 22).

Pero el remake encierra un gran valor si el director y el guionista son capaces, gracias a la distancia en el tiempo o en el espacio, de ofrecer un punto de vista distinto al original que lo haga diferente, que lo convierta en una nueva experiencia. A riesgo, eso sí, de no cumplir con la expectativas.

El mayor ejemplo que yo recuerdo últimamente es el de King Kong de Peter Jackson, donde el amor que la chica profesa por el gorila cambia radicalmente el punto de vista de la historia y la convierte en una nueva experiencia.

Todo este planteamiento viene a cuento de que este fin de semana pude ver 12, la nueva versión a la rusa que Nikita Mikhalkov, algo así como el Spielberg ruso, ha hecho de la obra mestra 12 hombres sin piedad. El título me parece algo irregular en la narración, pero creo que los cambios introducidos en el final y la lectura que realiza del conflicto entre rusos y chechenos le confiere de un interés del que carecen la mayoría de remakes.

Así pues, bienvenidos sean los remakes si están dispuestos a actualizar su mirada. Si no, mejor no tocar los grandes clásicos que, como el vino, ganan con los años.