Alberto Lacasa

Audiovisual, política y más allá

guion y cine

La chica del tren

Basada en un hecho real, La chica del tren nos cuenta la historia de una joven que, en la búsqueda de la aceptación de su entorno, se inventa una agresión. El problema es que saltará a los medios de comunicación y se le escapará de las manos.

Muchas películas, cuando abordan un tema, cometen el error de focalizarse demasiado en el conflicto. Eso les arrastra a dar una visión superficial de aquello que abordan. Y cubren el interés propio del tema de un paralizante maniqueísmo.la chica del tren

El caso de la chica del tren no es ese. Los personajes tienen vidas muy definidas, con muchos elementos enriquecedores en torno al conflicto. Y esa es justamente su debilidad. Son tantas las cuestiones que aborda y tan fuertes que el núcleo de su narración queda diluído casi a una mera anécdota.

La historia arranca con el encuentro patinando entre la joven protagonista y un atractivo atleta de lucha griega. Es ahí justamente donde el director, André Téchiné, da con su mejor arma. La resolución visual de ese primer encuentro es de una enorme belleza.

Ese saber hacer se extiende a lo largo de todo el film pero nunca llegará a los niveles de los primeros minutos. Pero todo ello se verá compensado por un enorme trabajo de Catherine Deneuve y Michel Blanc. Sus interpretaciones y la elaboración de sus personajes es de lo más interesante.

Como decía, el gran problema llega con el guion. Advierto que no me estoy refiriendo a los diálogos (que son sólo una parte pequeña de ese trabajo) sino a la evidente dispersión que padecen sus algo mas de 100 minutos.

Cada uno de los conflictos que el film aborda dan para una nueva película. De tal forma que el interés se diluye e impide profundizar en ninguno de ellos hasta las cotas que, como espectadores, esperamos de él.

Advierto que a partir de este momento voy a explicar cosas que quizás no quieras saber.

Yendo un poco más al fondo de la cuestión, expongamos cuántas subtramas aborda el film a un nivel parecido; la relación amorosa entre la chica y el atleta, la relación entre el abogado y la madre, el intento de asesinato que padece el deportista e, incluso, la relación entre la chica y el niño.

Son demasiados temas a abordar, demasiado interesantes todos ellos, que centrifugan nuestra atención y el tiempo que el director le presta a lo que, de verdad, debería de ser sustancial: una joven que quiere encontrar la estima en la compasión.

Es evidente que la cuestión central del film (la falsa paliza a una joven en el metro por un grupo de nazis y el antisemitismo de Francia) dan para muchas horas del película. Es también cuestión central que los personajes no sean meros arquetipos si nuestro objetivo es abordar tal temática.

Pero, ¿de verdad había necesidad de afrontar una historia de mafiosos para llegar al corazón de la trama? ¿De verdad ayuda a comprender mejor los motivos de la protagonista a pesar de intentar mantenerlos velados a través de una cortina que sólo nos deja entrar en parte en su psicología? Me atrevería a decir que no.

Por otro lado, el film pasa de puntillas sobre la reacción de los medios de comunicación y el interés que tiene que, incluso un presidente de la república pueda llegar a presentar su solidaridad sin apenas pruebas. Toda esa hipocresía y esa concepción simplista del mundo no es abordada.

Asumiendo estos problemas que tiene el guion, el casting, aunque bien hecho, acaba por demoler las bases narrativas. La fuerza interpretativa de Catherine y Michel es tan fuerte que su verdadera protagonista (Emilie Dequenne) queda totalmente eclipsada.

En fin, diría que La chica del tren abre una puerta a una temática poco tratada en el cine y que no ha sido capaz de cerrar. Me deja con las ganas de ir más allá. Veremos si, con el tiempo, alguien tomará sus elementos y los combinará con más acierto.

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