Hoy os paso un anuncio de compresas ruso. A ver qué os parece. Lo he encontrado en el facebook de Josep Maria Felip.
NOTA: Me corrige Pablo Olivares. El anuncio es falso. Forma parte de la película Movie 43.
Hoy os paso un anuncio de compresas ruso. A ver qué os parece. Lo he encontrado en el facebook de Josep Maria Felip.
NOTA: Me corrige Pablo Olivares. El anuncio es falso. Forma parte de la película Movie 43.
Total Media Beauty Group ha realizado un estudio sobre el uso que las mujeres hacen del vídeo online. El portal es un medio con todo tipo de contenido relacionado con belleza para mujeres.
El estudio no viene acompañado de datos técnicos, por lo que intuyo que se ha llevado a cabo con las ususarias de la web. Eso genera un evidente sesgo, ya que se trata de un portal de contenido de belleza. Tampoco viene acompañado de estudios anteriores, por lo que no pueden analizarse tendencias. Por último, añadiría que las usuarias deben ser norteamericanas, por lo que el perfil no es el mismo que el de nuestro país.
Así tomando las debidas precauciones, sí que hay algunos datos que pueden ser interesantes a tener en cuenta. Entre estos datos, me interesan sobre todo lo siguientes:
En primer lugar, los vídeos se me miran, sobre todo, desde ordenadores de sobremesa, seguido a continuación por portátiles. Los smartphones, a pesar de que el 70% de las mujeres tienen, no es un soporte habitual. Claro que las usuarias más jóvenes usan más los smartphones que las que ya superan los 35 años.
El estudio también concluye que los contenidos que más visitan las mujeres están relacionados con moda y belleza, seguido de noticias y cocina. Este creo que es el dato que puede estar más contaminado por el tipo de usuario que tiene el portal de Total Media Beauty Group. Además, los temas también pueden variar mucho en función de la edad de la usuaria. Intuyo que las más jóvenes son más proclives a ver vídeos musicales, aunque aquí sólo aparecen en la 5ª posición.
Quizás es más interesante que las mujeres no parecen interesadas en pagar por el contenido. Eso sí afecta, y mucho, a los posibles modelos de negocio sobre los que se pueden sustentar los publishers. Y si el publisher opta por la publicidad, debe saber que los vídeos preroll (aquellos anuncios que se sirven antes del vídeo) no son valoradas por la inmensa mayoría de las usuarias.
En contraposición a esto, están muy dispuestas a dar sus datos a cambio de poder ver un contenido que les interesa. Este dato hay que mirarlo con un poco de cuidado porque, si el estudio es con usuarias de su portal, es gente que ya ha dado sus datos antes, por lo que podría estar predispuesta a ello. En todo caso, apunta a que puede ser útil para hacer video marketing, ya que lo que se busca, finalmente, son leads.
Como decía, no podemos extraer conclusiones válidas sobre tendencias y es muy posible que tenga algunos sesgos. En todo caso, sí que coincide y refuerza algunas de las tendencias que ya conocíamos.
Genial anuncio de televisión de mucho humor. Demuestra que no son necesarios grandes diálogos para hacer cosas solventes y divertidas.
Hay una máxima en el enorno del marketing digital: la publicidad bien segmentada es contenido. Para entender este razonamiento hay que comprender ciertos conceptos previos que intentaré explicar brevemente.
Hasta ahora, la publicidad se ha visto obligada a destacar en medio de una especie de amalgama amorfa como son los canales de publicidad de toda la vida. Por ejemplo, la televisión vende publicidad «al por mayor». Venden audiencias agregadas. Es decir, venden porque le dicen al anunciante: «vale, el anuncio lo verá mucha gente a la que no le interesa, pero es tanta la gente que lo verá que seguro que tu comprador potencial está ahí en medio».
Eso genera ese efecto desagradable para el espectador de estar viendo montones de anuncios que no le interesan lo más mínimo. ¿Qué demonios hago yo viendo anuncios de compresas cuando jamás las neesitaré? Es un absurdo.
Pero, ¿qué sucede con las mujeres en edad fértil? En ese caso, no sólo les interesa conocer los productos sino información relacionada con ello. ¿Qué pasaría si los canales fueran capaces de mostrar la publicidad sólo a la persona que le interesa el producto?
Eso es lo que hace internet. Cuando hacemos una búsqueda en Google, por ejemplo, lo que estamos haciendo es decirle al buscador qué es lo que nos interesa. Además, a esa información ya relevante a Google le damos otra información: dónde clicamos. Todo ello ajusta lo que nos interesa. No en ese momento, sino en la vida.
Los expertos en márketing digital llaman a esto «publicidad segmentada». Lancemos ahora la siguiente pregunta: ¿Cómo sería la vida de las mujeres en edad fértil si no conocieran los productos relacionados con la regla? Mucho peor. Por lo tanto, les interesa saber que existe las compresas. Así, las fronteras entre contenido y publicidad se diluyen.
Es cierto que el poder segmentar está llevando a las empresas a presentar sus productos de otra forma. En vez de presentar su producto, están pasando a explicar cosas relacionadas con su producto que atrae a la gente a realizar la compra. Ejemplos como las escuelas, que ofrecen pastillas de formación en vídeo, o empresas de alimentación que hablan de cómo hacer una dieta saludable (obviamente recomendando sus productos).
En teoría, si esto es verdad, todos ganan. A la hora de la verdad, esto genera ciertas dificultades al anunciante. Pero no pretendía hablar sobre este aspecto en este post. Ahora me preocuparé por los usuarios. O por los «receptores» de esa publicidad.
En el caso de las compresas está muy claro. Pero, ¿qué sucede si a mi me gusta mucho viajar y, gracias a mis búsquedas, Google lo sabe? ¿Qué pasará si busco información sobre lo que está sucediendo en Malí y Google decide presentarme información que «me interesa»?
Conste que esto no es un ataque al algoritmo de Google. Al fin y al cabo, nos ha aportado muchas más cosas buenas que malas. De lo que hablo es del concepto y de lo que es verdaderamente deseable. De hasta qué punto debemos limitar nuestra vida a los primeros 3 resultados que nos ofrecen los buscadores o a los intereses de nuestros cuatro amigos en facebook y twitter.
La segmentación tiene muchas virtudes. Ahorrará costes a las empresas y evitará que consumamos publicidad que está lejos de nuestros intereses. Pero también puede generar cegueras a usuarios. Pueden quedar tapadas realidades que también podrían interesarnos. ¿Es deseable que, incluso aquel al que le interesa mucho viajar no pueda saber que el Malí hay una guerra? Yo creo que no.
PD: Sabed que Google y los otros buscadores utilizan vuestras anteriores búsquedas para intuir qué es lo que os interesa. Para evitar eso, podéis utilizar un buscador sin loguearos a vuestra cuenta de Google. O podéis hacer lo siguiente:
1/ Haced la búsqueda como siempre.
2/ Cuando os dé los resultados, os dará una URL muy larga. Ves a la parte final de la URL y añade: «&pws=0».
3/ Todas las búsquedas que hagáis hasta que cerréis el navegador, los resultados no estarán personalizados.
La semana pasada publiqué un post en base a un estudio sobre publicidad realizado por IAB en el que la gran conclusión era que las pantallas ganan, cada vez, una mayor cuota de mercado frente al resto de soportes. Hay todavía otro dato, que me sugiere un nuevo post.
El estudio describe cómo la publicidad online basada en display (esto es, banners, robapáginas…) pierde cuota de mercado respecto la publicidad en búsqueda. La cuestión no es baladí porque las busquedas y los displays están en lugares diferentes, lo que implica que el dinero se lo llevan agentes diferentes.
La tendencia no tiene por qué mantenerse a lo largo del tiempo y, por tanto, que sea más una cuestión coyuntural. A favor de esta forma de pensar está el hecho de que la publicidad basada en búsquedas está más orientada a venta que la displays, más orientada a marca. En tiempos de crisis, donde los recursos escasean, parece lógico pensar que las empresas prefieran gastar el dinero en publicidad que convierte hoy y no de aquí a un tiempo (como lo es la generación de marca).
Pero si esto no fuera así, la forma en la que debe plantearse la publicidad varía. Por lo que respecta al vídeo, implica que los vídeos de producto serán muy relevantes de cara al futuro. En el caso de servicios, aquellos que estén realcionados con las cuestiones que, de verdad, preocupen al cliente, pueden hacer mella en nuestros resultados.
Más importante es, si cabe, para los grandes mass media. Las televisiones basan su negocio en la agregación de audiencias. Es decir, ellos juntan a mucha gente alrededor de la televisión segmentando muy poco los intereses de los espectadores. La que se avecina, por ejemplo, junta a toda la familia delante de la televisión.
Las teles aprovechan a esas grandes masas para vender sus espacios publicitarios. Al anunciante le ofrecen un precio que, por espectador, es pequeño. El anunciante, de paso, ahorra el mucho dinero que le costaría si diversificara mucho los canales. Es una relación win–win clara.
El problema es que, algo que ha sido relativamente fácil de solucionar con fusiones en las televisiones a que emiten a través del espacio radioeléctrico, en internet la cosa no es tan sencilla. Aparecen dos nuevos elementos que colocan a estas grandes corporaciones en dificultades.
Si, al final, resulta que en el vídeo, las búsquedas también son las que concitan mayor interés por parte de los anunciantes, parte del dinero que hoy veían las teles, irá a parar a manos del todopoderoso Google. Se les quedará una parte importante de su pastel.
Por si eso fuera poco, dentro del mercado de display el top 10 de las empresas de mayor cuota han pasado de tener el 84,4% en 2008 a un 70,5% en el primer semestre de 2012. Aunque parece que la tendencia a la baja se ha estabilizado, implica que el 30% de la publicidad se la están llevando players pequeños. Eso «desagrega» audiencia, lo que va muy en contra de lo que, de verdad, venden las teles. También, si esa relación se reproduce en el futuro del vídeo, es un nuevo elemento de preocupación.
Quiero dejar claro que sólo abro una reflexión pensando en cómo pueden ir las cosas en el futuro pero que a mi me parece que tiene sentido darle una vuelta. Si la realidad nos indica que las televisiones han padecido mucho cuando sus audiencias se han desagregado en unos pocos canales, qué no les pasará cuando los límites que marca el espacio radioeléctrico no condicione la presencia de nueva competencia.
Hace unos meses que leí este post de Juan Varela que habla sobre un estudio de IAB sobre la inversión publicitaria en el primer semestre de 2012. La conclusión general es que la inversión baja mucho. Concretamente un 16,1%. Incluso el sector digital nota la caída, aunque es muy pequeña en comparación (del orden del 1,1%).
Es comprensible que la inversión baje. El contexto es malo y los datos son de España, la cual cosa contrasta con algunos datos «idílicos» que llegan de USA y que publicamos y replicamos como si fueran una realidad en nuestro país. Pero más allá de lo coyuntural, se dan algunas tendencias interesantes que merece la pena resaltar.
La caída en general es muy grande, pero si hacemos una mirada más concreta nos damos cuenta que el peso de la caída se lo llevan, por un lado la televisión (que representa casi la mitad de la inversión), junto con los diarios y los exteriores (vallas de anuncios y similares). También el cine, pero su peso es irrelevante.
Lo que a mi me parece relevante es que la caída de la televisión es del mismo orden que la caída global (16,5% frente al 16,1% que indicamos como media). En cambio, los exteriores (18,1%) y, sobre todo, los diarios (20,5%) caen en una cantidad muy superior. Ello hace pensar que, mientras que en la televisión, la caída depende de la coyuntura, los exteriores y los diarios están sufriendo un correctivo más sistémico, de mayor calado.
Además, la caída descomunal de los diarios de 465 a 369,7 millones de facturación le llevan a tener hoy menos peso que los soportes digitales, que han facturado 434,4 millones. Este cambio parece haber venido para quedarse. Y provoca un nuevo escenario: como señala Juan Varela, las pantallas acaparan más del 60% de la inversión (digital y televisión sumadas).
Ello conlleva una conclusión: los discursos publicitarios están sobre soportes cada vez más visuales. Y eso tiene consecuencias evidentes. De hecho, ese tránsito se visualiza en el hecho que los spots de vídeo en la red han crecido un 136%, pasando de representar un 3,8% en el primer semestre de 2011 a representar un 9% en el primer semestre de 2012.
Así, las televisiones reciben una de cal y una de arena. A la buena noticia de que lo audiovisual está ganando volumen de negocio deben contraponer que su modelo se basa en la agregación de audiencias (y de ahí las fusiones de los canales de televisión en torno a dos empresas) e internet funciona con el modelo de la larga cola, que implica justamente desagregación de audiencias. Ello hace muy difícil amortizar los contenidos tal y como hasta ahora se han diseñado para la televisión convencional.
El modelo publicitario está llevando a cabo una revolución navegando sobre la marea que produce la crisis económica, que genera escasez de recursos. Las pantallas ganan peso. Y ello condiciona la forma en la que las empresas llegan a sus clientes.
Tengo que decir que, como apenas no veo la tele, yo conocí la campaña #envasonvas a través de la radio. Después vi los anuncios de televisión. Y, personalmente, es una de las mejores campañas que recuerdo haber visto en los últimos años. La prueba es que todo el mundo estaba hablando de ella… para bien.
Para los que no seais catalanes, aquí podéis ver una de las versiones del anuncio.
A priori, la campaña incita a poner cada cosa en su contenedor. Muchos plásticos que no son envases no deberían ir al contenedor de envases. Uno, que desconoce cómo funciona esto, intuitivamente piensa que es bueno que nos «eduquen» y nos señalen cuál es el sitio apropiado.
El problema es que muchas veces la respuesta es el vertedero o rechazo, lo cual implica que no se recicla. Y es en este punto que aparecen las críticas. Si todos los productos de plástico y metal son reciclables, ¿por qué perder la oportunidad de reciclarlos?
Por lo visto, por cada envase que compramos, pagamos una pequeña tasa para cubrir parte de los costes de reciclaje. Estamos hablando de una cantidad inferior a 1 céntimo. Y, claro, todo aquello que no es envase no lo paga. Y las empresas recicladoras (en Catalunya son 2) no quieren reciclar cosas por las que no se les está pagando.
Antes he dicho que es un sector que no conozco, así que si aparece alguien que entiende, que comente sin manías desautorizándome si quiere. Pero abro varias reflexiones después de haberme leído esta crítica, entre otras:
1º/ Es profundamente inmoral que ya sea financiado en parte o totalmente por la Generalitat o sólo apoyado por esta, se haga una campaña publicitaria que invite a la gente a no reciclar. Es sencillamente lamentable. Y muy grave.
2º/ Comprendo perfectamente que las empresas que se dedican al reciclaje quieran cobrar por aquello que hacen. Me parece patético que intente señalarse como «una campaña que sólo busca aumentar los beneficios de empresas privadas». Seamos serios. Si les pedimos que hagan algo por nosotros, se lo tenemos que pagar. Punto.
3º/ Supongo que estas empresas no sólo cobran de la administración antes de reciclar sino también después de haberlo hecho vendiendo el producto que acaban generando. También intuyo que, si lo que no está marcado como envase no quieren reciclarlo, este precio no cubre los costes (si no, lo reciclarían igualmente y santas pascuas).
4º/ La Generalitat, en vez de apoyar una campaña de objetivos más que dudosos, lo que debería hacer es cargar también con un céntimo todo aquello que sea reciclable pero, en cambio, no es un envase. Así, las empresas cobrarían lo que es justo. Y los ciudadanos reciclaríamos mucho más. Y aquí todos contentos, ¿no?
5º/ Supongo que gravar plásticos que no sean envases debe ser más complicado (hay más cambios en el tamaño, el peso…). Si es así, que busquen alguna fórmula. Son auténticos expertos en hacer leyes complejas. ¿Por qué en este caso no lo hacen?
6º/ En vez de financiar una campaña que apuesta por reducir lo que reciclamos, ¿por qué no hacen una que apueste por el modelo de retorno de envases? ¿Qué mejor manera de reciclar que reutilizar?
7º/ La campaña hace un reclamo a compartir el asunto por la red. Incluso se nota que se han dejado los duros en la web. No ser honesto en la red puede salir muy caro. Sólo hay que ver lo que se está diciendo estos últimos días en twitter.
Me duele ver que una de las campañas más brillantes en lo comunicativo tenga unos fines tan discutibles. Me duele que mi administración gaste esfuerzos en cosas que no sólo no me ayudan sino que me perjudican. Así no se utilizan los recursos escasos de las administraciones. Y menos ahora.
Darren Aronofsky, el director de Requiem por un sueño y Cisne negro, ha dirigido una campaña publicitaria en USA concienciando a los jóvenes acerca del consumo de cristal.
Compuesto por 4 spots, son muy potentes cargados de barroquismo visual. El lenguaje es el expresivo imaginario del autor. Realmente conmociona.
Los encontré en el blog de fimin donde podéis ver los otros 3.
Veo en reportarte una entrevista a Eduardo Madinaveitia y a Mapi Merchante, Director General Técnicoy Directora de Investigación de Zenith Media, donde exponen algunos datos interesantes sobre la fuerza del vídeo online y de la publicidad preroll.
Como sabéis, los anuncios preroll son aquellos vídeos publicitarios que aparecen antes de que veamos el vídeo que, de verdad, deseamos ver. Zenith ha hecho un estudio para ver el impacto real que tiene sobre nosotros este y otros formatos.
El estudio tiene dos patas: una cuantitativa y otra cualitativa. Respecto a la cuantitativa, han hecho un eye-tracking. Esta tecnología permite saber qué lugar de la pantalla estamos mirando. Así, saben qué vemos y qué no. La cualitativa ha consistido en una encuesta para ver qué recordamos de lo que hemos visto.
Las conclusiones más importantes son dos: los vídeos preroll tienen un impacto visual del 100% (es decir, los vemos siempre) y un recuerdo del 47%, que es altísimo. A este respecto, algunas reflexiones:
– Las cifras son espectaculares. Tan altas que, incluso, cuestan de creer. Creo que todos hemos cambiado de página o pestaña del navegador mientras esperábamos que el anuncio se acabara para ver el vídeo que, de verdad, nos interesaba. Es posible que, en el marco del estudio, el patrón de navegación de los usuarios sea algo diferente. En todo caso, si las comparamos con las que da su hermana la televisión son mucho mejores aunque pueda haber un cierto sesgo.
– Si comparamos la fuerza del vídeo con otros soportes publicitarios del propio internet, este sigue teniendo unos datos infinitamente mejores. Por tanto, es lógico pensar que el futuro pasa por aquí (más visto su crecimiento). Las marcas han de estar y querrán estar aquí.
– La publicidad en vídeo está ya muy consolidada en televisión. Tiene un lenguaje definido que entra en contradicción con la publicidad tal y como se entiende en internet. Los publishers suelen utilizar en su argumentario cosas muy «medibles» como el CTR. Pero la televisión vende sensaciones, emociones. En una palabra: marca. El sector creo que tendrá que entender que es importante dejar de vender clicks.
– Estos datos tan buenos que sólo se pueden entender desde la perspectiva de que la saturación hoy es poca. Es evidente que estos datos empeorarán con el tiempo. Esto marca una ventaja competitiva para el que empiece a hacerlo primero. Ganar cuota de mercado es muy caro. Cuando la publicidad en vídeo online sea más común el efecto será menor, por lo que, como en televisión, será más un juego de suma cero. Pero hoy sí que es una ventaja competitiva.
– Aunque hablo de que la saturación se incrementará con el tiempo, sostengo que su efectividad será mayor de lo que es hoy la televisiva. La explicación reside en el hecho de que la publicidad en internet es y será más «vertical», más «sectorial». Más cercana a los intereses del espectador. Los hombres, dejaremos de ver anuncios de compresas. Las agencias de publicidad tienen por delante el atractivo reto de transformar el clásico anuncio de televisión en algo más adaptado al medio.
No soy ningún experto en regulación en los medios de comunicación, pero creo que la nueva ley audiovisual permitirá que los canales de televisión emitan hasta 29 minutos por hora. Así que, a la práctica, la mitad del tiempo, las teles podrán ser anuncios.
Las asociaciones en defensa de los consumidores han protestado. No les parece bien. Claman a que la saturación de publicidad perjudica a los espectadores y a los anunciantes. Y yo digo, ¿y qué?
¿Por qué hay que marcarles un tope de tiempo? Si una televisión quiere ser publicidad las 24 horas del día, ¿por qué no podría serlo? Si hay alguien dispuesto a anunciarse y otro dispuesto a verlo en esas condiciones, yo no tengo nada que decir.
El tema es que, como en casi todo, el mercado debería autorregularse. La gente no es tonta y, si en una cadena hacen menos publicidad que en otra y esta llega a estorbarles, pues sólo se pasarán a la competencia. Por otro lado, los clientes, que son los anunciantes y no los espectadores (no olvidemos este detalle), saben perfectamente que los espectadores aprovechamos para ir al lavabo o preparar la cena mientras ellos se dejan un dineral. Así que ellos tampoco entrarán en un espacio que esté demasiado saturado.
Alguien quizás podría pensar que hay pocas televisiones y pueden ponerse de acuerdo; todas metemos 40 minutos de publicidad y el que no quiera tendrá que asumirlo. Aunque ya no es así (en Barcelona tenemos casi 50 canales de televisión), aceptándolo como premisa, no tengo ninguna duda de lo que pasaría. Sería un incentivo a la fuga de espectadores. ¿A dónde? Allí donde no hay barreras en el campo… todavía; internet.
Yo, y no soy el único, sólo miro en televisión fútbol. Y, algunos domingos, fútbol americano. Nada más. Las películas y algunos programas los veo por internet. Y una vez se llega a la red, no hay duda que los medios ya no podrán ponerse de acuerdo porque, de hacerlo en contra del espectador, acabarán por encontrarse alguien que lo haga sin tanta publicidad.
En este país tenemos la mala costumbre que el papá estado tiene que velar siempre por nosotros. Eso acabará por traducirse, ya lo veréis, en que regularán la publicidad también en internet. ¿Por qué no iba a hacerlo si es a lo que está acostumbrada la gente?
En mi opinión, el estado sólo debería controlar dos cosas; el horario infantil (cosa que, por cierto, no hace) y que cuando se hace publicidad, se avise (cosa que tampoco hace siempre). Traspasado a internet, lo único que queda es el control sobre avisar de la publicidad, porque el horario infantil pasa a ser responsabilidad total de los padres (no tiene sentido hablar de horario en internet, es asíncrono).
Nos hace falta un cambio de chip. El espectador/usuario lo tiene ahora más fácil para tomar decisiones. Las empresas están obligadas (estamos obligadas) a gustarles o nos abandonarán. Que el estado no juege ni el papel del ciudadano ni el de las empresas. Con que haga de estado, es suficiente.