En 1959 el director de La Vanguardia, Luis Galinsoga, salió de una iglesia gritando que «todos los catalanes son mierda». Aquello provocó una reacción que acabó con la destitución de Galinsoga. Llegó Manuel Anzar Gubigaray, abuelo del expresidente. Fabián Estapé siempre decía que el nieto era la prueba viviente de que la inteligencia no se hereda.
Después de la irritación catalana, Franco trató de hacer un acercamiento, que se conoció como la Operación Catalunya. Lo hizo apareciendo en los lugares comunes del catalanismo, pero prohibiendo sus símbolos. También eso acabó en drama para el franquismo. En su visita al Palau de la Música eliminó del repertorio El cant de la senyera. El público acabó cantándola a capela. Aquella operación, que pretendía suavizar la imagen de Franco en Catalunya, acabó perjudicándola.
No quisiera hacer un paralelismo directo entre Franco y el PP. Como catalanista, me veo a menudo sometido a comparaciones odiosas; totalitarista, sedicioso y hasta filoterrorista. Yo no culparé en absoluto al PP de los crímenes del franquismo. Pero lo que ha pasado este fin de semana demuestra la misma sensibilidad respecto a Catalunya: ninguna.
Digo esto después del desembarco del PP en Barcelona. Antes de que llegaran me preguntaba si harían algún movimiento inteligente. Hoy el independentismo gana por goleada y, en parte, es porque las estrategias del españolismo son fáciles de predecir. El PP podría haber aprovechado para aflojar en algunos aspectos, lo que nos hubiera descolocado a muchos.
Es la muestra de lo que sucede cuando uno diseña una estrategia desde fuera del lugar al que quiere acercarse. Franco pensó que sólo con una visita visualizaría un acercamiento, cuando sus prohibiciones no hicieron más que visualizar la represión. Estos dos días, el PP nos ha equiparado con ETA y nos ha dicho que hacemos las cosas a «hachazos», entre muchas otras cosas.
Sólo un estratega a muchos más 600 kilómetros emocionales de Catalunya puede pensar que eso nos seducirá. También sorprende que alguien pensara que Montoro debía decir que cambiarían la metodología de cálculo de las balanzas. ¿Creyeron que los catalanes lo interpretaríamos como una prueba de que el déficit fiscal es falso? No, lo que hace es alimentar la idea de que es verdad.
Seguramente, como dice Enric Juliana, el cálculo del PP tiene más que ver con las futuras elecciones europeas. Y mucho más con lo que sucede fuera de Catalunya que con lo que sucede en Catalunya. Y el cálculo puede ser correcto en el regate corto, en lo táctico. Pero es un grave error si el objetivo es mantener la unidad del estado.
Quizás la comparación del PP con Franco pueda parecerle a alguno desmesurada. Puede que sí. Pero quien me ha servido la comparación ha sido el propio PP. Viernes y sábado discurso profundamente anticatalanista en Barcelona. Domingo, 75 aniversario de la entrada de las tropas de Franco en Barcelona.
La gente que se dedica a la comunicación entienden perfectamente lo que es la semiótica. Comprenden que las portadas de hoy domingo en Catalunya compartirán la noticia de su visita con la efeméride. Así, sólo quedan dos posibles explicaciones: o bien nadie le dio importancia (lo que muestra un grave desconocimiento de la realidad catalana) o bien les es indiferente (del tipo: «si nos viene bien esta fecha, no la vamos a cambiar», que transmite una visión del mundo, cuanto menos, distante).
Lo que la prensa española llama deriva nacionalista o actos de sedición no va a solucionarse con un mitin insultante. No en la dirección que ellos querrían. Y es que, el gobierno español, la oposición, los medios y las instituciones del estado se empeñan, a través de operaciones mal pensadas, en dar la razón a los soberanistas.