Cuando la piratería pierde el sentido

Cuando la generalización de internet supuso el acceso de forma gratuíta a la inmensa mayoría de las personas a contenidos gratis, parecía el fin del mundo. Todas (absolutamente todas) las industrias relacionadas con los contenidos clamaron al fin de su sector.

Esa actitud tan generalizada (en todas las partes de nuestra sociedad), tenían dos características: una constante obsesión por mantener un statu quo que creían les beneficiaba y una evidente miopía frente a que no se estaba cambiando una industria sino su modelo de negocio.

El primero en demostrar que sólo se trata de un cambio de modelo de negocio fue la música. Cuando descubrimos Napster (que empezó con el P2P y hoy es parecido a spotify) para luego pasar a emule y finalmente a los torrents muchas empresas (y usuarios) creían que el futuro era esa libertad/libertinaje (según a quién preguntaras) sería para siempre.

Es comprensible que la industria no entendiera los modelos de lo gratis y que algunos vieran que se quedaban fuera de la cadena de valor. Pero la realidad, como ya decíamos algunos, están yendo allá donde tenía sentido que acabaran.

Una de las muestras de que la industria no entendía el cambio es que veían a youtube como un enemigo. Un lugar donde cualquiera podía subir la canción que a ellos tanto dinero le había costado grabar y, sobre todo, distribuir.

Pero hoy el tráfico de las redes de pirateo no hace más que bajar. ¿Para qué descargarse una canción si puedo escucharla gratis con la misma calidad y bajo demanda en tiempo real en spotify o youtube?

Costó tiempo, pero youtube desarrollo sistemas para descubrir si en la banda sonora (o en la visual) había contenidos con derechos de autor. Y, si este quiere, lo desactiva automáticamente. Pero les ofrece algo más interesante: cobrar medio céntimo por reproducción. ¿Os imagináis cuánto debe cobrar Shakira por reproducciones en youtube?

En cine vamos por el mismo camino con Netflix o filmin.  La gente pagará (directa o indirectamente) si vale la pena. La industria tendrá que convivir con canales paralelos que no controlan. Pero lo tienen más fácil de lo que creen hacerlos innecesarios.

Internet ha marcado una dirección que todos nos veremos obligados a tomar hasta su destino. Pero por el camino hay algunas estaciones por las que hay que pasar pero donde no vamos a bajarnos. Los que lo están entendiendo (ahora ya sí) estarán más preparados para el futuro.