Alberto Lacasa

Audiovisual, política y más allá

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Cuando la piratería pierde el sentido

Cuando la generalización de internet supuso el acceso de forma gratuíta a la inmensa mayoría de las personas a contenidos gratis, parecía el fin del mundo. Todas (absolutamente todas) las industrias relacionadas con los contenidos clamaron al fin de su sector.

Esa actitud tan generalizada (en todas las partes de nuestra sociedad), tenían dos características: una constante obsesión por mantener un statu quo que creían les beneficiaba y una evidente miopía frente a que no se estaba cambiando una industria sino su modelo de negocio.

El primero en demostrar que sólo se trata de un cambio de modelo de negocio fue la música. Cuando descubrimos Napster (que empezó con el P2P y hoy es parecido a spotify) para luego pasar a emule y finalmente a los torrents muchas empresas (y usuarios) creían que el futuro era esa libertad/libertinaje (según a quién preguntaras) sería para siempre.

Es comprensible que la industria no entendiera los modelos de lo gratis y que algunos vieran que se quedaban fuera de la cadena de valor. Pero la realidad, como ya decíamos algunos, están yendo allá donde tenía sentido que acabaran.

Una de las muestras de que la industria no entendía el cambio es que veían a youtube como un enemigo. Un lugar donde cualquiera podía subir la canción que a ellos tanto dinero le había costado grabar y, sobre todo, distribuir.

Pero hoy el tráfico de las redes de pirateo no hace más que bajar. ¿Para qué descargarse una canción si puedo escucharla gratis con la misma calidad y bajo demanda en tiempo real en spotify o youtube?

Costó tiempo, pero youtube desarrollo sistemas para descubrir si en la banda sonora (o en la visual) había contenidos con derechos de autor. Y, si este quiere, lo desactiva automáticamente. Pero les ofrece algo más interesante: cobrar medio céntimo por reproducción. ¿Os imagináis cuánto debe cobrar Shakira por reproducciones en youtube?

En cine vamos por el mismo camino con Netflix o filmin.  La gente pagará (directa o indirectamente) si vale la pena. La industria tendrá que convivir con canales paralelos que no controlan. Pero lo tienen más fácil de lo que creen hacerlos innecesarios.

Internet ha marcado una dirección que todos nos veremos obligados a tomar hasta su destino. Pero por el camino hay algunas estaciones por las que hay que pasar pero donde no vamos a bajarnos. Los que lo están entendiendo (ahora ya sí) estarán más preparados para el futuro.

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Estigmas se estrena en internet

estigmas

La semana pasada gracias a un twitt de Gonzalo Martín, me enteré de que Estigmas, la nueva película de Adán Aliaga se estrenaba primero por internet y era gratuíta para los primeros 1000 espectadores.

Lentamente, pero con seguridad, el cine está empezando a utilizar internet como una nueva vía de distribución, algo que se enrola con una tendencia muy clara de los espectadores y de las nuevas estrategias de las salas de cine (donde están diversificando su oferta con partidos de fútbol, óperas en directo interpretadas a miles de quilómetros…).

Ya hablamos en su día cuando se estrenó Tiro en la cabeza de Jaime Rosales. Parece evidente que las productoras acabarán por distribuir sus ficciones (acaben siendo lo que acaben siendo estas) por internet.

Y vuelve la pregunta recurrente. ¿Y las salas? Bueno, como digo, ya están empezando a diversificarse y, sin haber entrado mucho en el tema, parece obvio que sobran muchas. Así que imagino que se reducirá la oferta para ajustarse a la demanda.

A parte del exhibidor hay otro rol que podría cambiar; las distribuidoras. Si las películas ya no tienen que distribuirse de forma física, ¿para qué las quieren las majors? Ojo, porque estas distribuidoras juegan otro papel tan importante o más que la propia distribución en si.

Cuando las majors están dispuestas a producir un nuevo film, buscan una distribuidora que paga por anticipado a cambio de los derechos de distribución. Así, tienen ante todo una función financiera; yo te presto dinero a cambio de unos réditos en el futuro. ¿En qué lugar dejará a este player la distribución online? Lo que es seguro es que su dinero hace falta y desconozco hasta qué punto pueden estar paralizando ese vuelco hacia internet.

En todo caso, el que quiera ver Estigmas por internet puede hacerlo por 2,95 €. Respecto a la película, explica la historia de Bruno, un tipo lamentable que al que un día le aparecen unos estigmas que le cambian la vida. Basada en un comic, creo que es un buen intento de hacer algo que va un poco más allá aunque , a ratos, carece de ritmo y peca de pretenciosa.

Siento decir que Manuel Martínez no me gusta nada como lo hace. De hecho, este rollito que tiene de artista total no acaba de convencerme. Me da la sensación que cuando alguien que no es actor hace un papel que no es ridículo, ya se le señala como sorpresa y gran trabajo. Yo esencialmente creo que eso es una perversión de la profesión del actor. No es que me parezca mal que no-actores hagan papeles, sino todo lo contrario. Pero lo que no se vale es exigir menos el trabajo de alguien sólo porque, en realidad, es un lanzador de bolas de hierro. Si no vale, no pasa nada. En lo suyo es un fuera de serie.

A pesar de todo ello, no deja de ser una ópera prima. La propuesta me interesa y limando un poquito de allí y de aquí, Adán puede acabar haciendo grandes películas.