Con el telón de fondo del conflicto palestino israelí, “El hijo del otro” explica la historia de dos familias (una palestina y otra israelita) a las que, por error, el día del nacimiento les intercambiaron los hijos. El error se descubre cuando los niños ya son casi adultos, lo que provoca un verdadero terremoto emocional de difícil aceptación.
A priori es una historia donde lo fácil hubiera sido incluir una pátina de posiciones muy extremas con el objetivo de acrecentar el conflicto. Esas soluciones, que predominan entre los films que acostumbramos a ver, tienden paradójicamente a amplificar mucho el conflicto pagando una pérdida de credibilidad y potencia. En la vida real el conflicto es enorme. Más allá de los muertos, hay muchos elementos que lo escenifican a diario. Por ejemplo, las colonias o, sobre todo, los enormes muros construidos no sólo tienen una función “práctica” sino simbólica. De una fuerza enorme.
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