Alberto Lacasa

Audiovisual, política y más allá

guion y cine

LA COMEDIA DE LA VIDA

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Para desgracia nuestra, es difícil encontrar buenas comedias en el cine. Por regla general, las comedias tienden a ser de chiste fácil sin ningún tipo de acompañamiento que dé algo de profundidad a la historia. Tienden a la banalización de la comedia que trajo el subgénero ZAZ, del que algún día hablaré, que son las comedias tipo Aterriza como puedas (1980) y que toma su nombre del trío de cómicos que crearon el concepto (los hermanos Zucker y Jim Abrahams).

la comedia de la vidaEso no impide la aparición y el, casi sin querer, encuentro con una preciosa pieza como la comedia de la vida. Se trata de un conjunto de unos 20 relatos, que se entremezclan sólo con timidez, y que tratan de retratar la condición humana en un tono sarcástico y, a ratos, hasta ácido. Sin un hilo narrativo y rompiendo con los tres actos clásicos de toda obra (inicio, trama y desenlace), su creador Roy Andersson, nos retrata como seres humanos. Con nuestras bajezas, con nuestras incomprensiones, nuestras dificultades y miedos. Con nuestras virtudes y, sobre todo, con nuestros sueños.

Roy Andersson no ha hecho demasiadas películas. Apenas 4 en casi 40 años. Y he de reconocer que es la única que he visto, pero intuyo que decida mucho esfuerzo a cada una de sus piezas. Cada detalle, cada pincelada, cada minuto esta cuidado con esmero. La cámara no se mueve si no es estrictamente necesario (hay muy pocos planos y sólo conté 9 movimientos de cámara, la mayoría de ellos casi imperceptibles), lo cual demuestra el esfuerzo de síntesis y la economía de recursos puestos en la pieza.

La comedia de la vida es como uno de esos buenos cocteles. Medido, no de grandes dosis sino de pequeñas que dan matices de sabor a cada trago. La mezcla se compone de un puñado de slapstick al más puro estilo Buster Keaton, sazonado de algunos momentos que recuerdan a los Monty Python. Sobre la mezcla, vierte unas gotas de Luis Buñuel y su profundidad onírica para acabar agitándolo al suave ritmo del cine de Ingram Bergman (Dios Padre, como algunos saben que le llamo).

la comedia de la vida

Cada uno de los planos del film es un cuadro de cuidada composición. Los espacios acaban convirtiéndose en un personaje más de la historia, como la marquesina del bus o la trompa. Además, estos espacios, en función del encuadre, se convierten en un lugar distinto. El ejemplo más claro es el bar, que aparece 3 veces y en cada uno de ellos aporta un significado distinto a la situación. La vimos en el XISC, el cineclub del que os he hablado algunas veces, y en el debate posterior a la película discutíamos sobre el color. Es cierto que los colores son muy apagados y discutíamos la conveniencia de esta decisión sin llegar a una conclusión clara.

No deja de sorprender los momentos de auténtico virtusismo más propio de Hollywood que de una obra de autor europeo alejada de los circuitos comerciales. Me parece deliciosa la escena de la casa de los recién casados y lo bien que utiliza los efectos especiales sin parezcan FX, integrados en la historia, completamente justificados.

Disfrutar de uno de los títulos más brillantes, inteligentes y divertidos que he tenido la oportunidad de ver me abre la puerta a conocer el resto de films de Roy Andersson.

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