Julia Garner interpreta a una secretaria junior que trabaja para un gran magnate del mundo del cine. Ella sueña con convertirse en una productora. Sin embargo, su sueño puede tener un precio alto. A través de una de sus largas jornadas laborales, descubrimos con ella los indicios que apuntan a que su jefe es un depredador sexual.
Inspirada en el famoso caso de Harvey Weinstein, Kitty Green dirige un relato sutil, donde casi todo lo relevante sucede por elipsis. Parece como si tratara de construir la antítesis de los macguffins de Hitchcock. Cada pequeño objeto y cada silencio es significante y aporta un pequeño detalle para reconstruir a un depredador. Son estas nimiedades las que describen a un personaje que se mantiene siempre fuera de campo.
Esta propuesta, bien ejecutada, impulsa la película hacia un guion con mucha materia prima para su actriz protagonista. Precisamente la falta de texto pone el foco en el juego expresivo y Garner lo desarrolla con solvencia. Situaciones cotidianas y conversaciones intrascendentes las aprovecha para mostrar cómo aumenta su desasosiego a cada nueva revelación. Todo ello no hace más que remarcar los diálogos que sí son fundamentales para empujar la historia. Rebosan de dramatismo y complejidad. Es muy notable la escena donde ella expresa sus impresiones a un ejecutivo.
La fotografía, muy naturalista, pero, a la vez, muy subjetiva, se alinea con el punto de vista de la aspirante a productora. La banda sonora es acertadamente inexistente. Historias así no necesitan subrayar lo que ya es, de por sí, dramático y real.
“The Assistant” pone sobre la mesa un retrato con el que explorar los déficits que nuestra sociedad aún tiene por resolver para ser igualitaria.