¿Qué es un instante?

¿Te habías hecho alguna vez esta pregunta? Tranquilo, yo tampoco. Pero Albert Einstein sí. Por eso Einstein es Einstein y nosotros… En fin…

La pregunta puede parecer baladí. Intuitívamente nos parece que un instante no es más que un punto en el tiempo. Las fotografías retratan instantes. Sí, ya, diría el sabio. Pero, ¿cómo puedo saber si dos cosas pasan en un mismo instante? Y no se vale decir que si salen en la foto es porque pasan a la vez. A ver, ¿qué le pasó al famoso físico para que se preguntara estas cosas tan absurdas? Hagamos un poco de retrospectiva.

Isaac Newton, algo más de tres siglos antes, había desarrollado un conjunto de leyes que explicaban con mucha exactitud lo que pasa en nuestro mundo. Sus leyes tenían una gran ventaja y es que son deterministas. Eso quiere decir que, en base a unas condiciones inciales podíamos saber con exactitud lo que pasaría. Por ejemplo, si nos dicen de qué ciudad sale un coche y a qué velocidad va, podemos saber a qué hora llegará a nuestra casa para recogernos.

Una de las deficiones más útiles de la física newtoniana es la de velocidad, que no es más que una distancia que recorremos entre el tiempo que tardamos en recorrerla. En expresión matemática, la distancia dividida entre el tiempo.

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Esta teoría se basa en que hay dos cosas absolutas; el espacio y el tiempo. Dicho con otras palabras, el tiempo avanza de forma constante e inexorable sin que nada pueda hacerlo ir más rápido ni más lento. Y tanto más de lo mismo con el espacio. La distancia entre dos puntos ha de ser siempre la misma, con independencia de las condiciones que se den en ese momento. Esta idea tenía todo el sentido del mundo porque era más que intuitiva. Es lo que nos dice el olfato.

Pero el olfato falla, por lo menos el mío. Y no siempre lo que parece es. Durante años se estaban efectuando experimentos que iban en contra de toda lógica. Imagina la siguiente situación. Vas subido en un tren de cercanías que, claro, no pasa de los 40 Km/h. Ves que se acerca tu estación y decides levantarte de la silla. Y caminas en la misma dirección que lleva el tren a 10 Km/h.

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Pero el maquinista se duerme y tu madre, que te estaba esperando, ve pasar el tren a 40 Km/h. Si además tuviera la vista de Superman y pudiera ver a través del barro que se acumula en los cristales, a ti te vería pasar a 50Km/h. Ella, desde fuera, sumaría la velocidad del tren (40Km/h) y la tuya propia (10Km/h), por lo tu velocidad respecto a ella es de 50Km/h.

Ahora vamos a subirnos en un AVE, pero como todo el mundo sabe que a la alta velocidad le cuesta coger la velocidad punta, vamos reducir (y mucho) la velocidad de la luz. La velocidad de la luz es de 300 mil Km. cada segundo. No está mal. Casi como yo cuando hago los 100 metros lisos. Pero, para nuestro problema, vamos a suponer que es de 20 m/seg. El vagón tiene 40 metros de largo y el tren se desplaza a 10 m/seg. Y entonces, en la punta trasera del vagón, encendemos un foco. Al otro lado del vagón, un amigo calcula cuánto tarda en llegar la luz hasta allí. Como hemos impuesto la velocidad de la luz a 20 m/s, en 2 seg. recorrerá los 40 metros del vagón. Justo lo que esperábamos.

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Pero tu madre, que es muy paciente sigue en la estación preparada para medir ella también la velocidad de la luz. Siguiendo la misma lógica que antes nos llevó a la conclusión que íbamos a 50Km/h respecto a tu madre, ahora la luz debería viajar a los 20 m/seg que lleva la luz más los 10 m/seg del tren. Es decir, a 30 m/seg. Pero tu madre se lleva una sorpresa cuando ella mide exáctamente la misma velocidad que tú subido al tren, es decir 20 m/seg. ¿Cómo puede ser?

Y lo que es aún más extraño; vamos a tratar de entender qué recorrido ha hecho, según tu madre, la luz en el tren. Si, para ella, la luz también iba a 20 m/s, pasados los dos segundos que antes le permitían llegar hasta la otra pared del tren… ¡ahora sólo habrá recorrido la mitad del vagón! Porque el tren sigue avanzando a un ritmo de 10 m/seg, así que después de 2 segundos, habrá avanzado 20 metros más. Luego, los 40 que tenía que recorrer, más los 20 que ha avanzado, menos los 40 metros que ya ha recorrido, le quedan otros 20 metros.

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Según las leyes que escribió Newton, ya os lo digo yo aunque es muy fácil de calcular, para tu madre, la luz tarda 4 segundos en cruzar todo el tren. Y aquí viene la clave de todo. Vamos a la ecuación de antes de la velocidad. Si v=distancia/tiempo y la velocidad de la luz (los físicos la llaman c) es constante para los dos observadores, necesariamente tiene que haber cambiado la distancia, el tiempo o las dos cosas. ¡Sorprendente! Y otra evidencia, las leyes de Newton no nos funcionan. Nuestro mundo se desmorona.

Bueno, no es para tanto. Es muy contraintuitivo, pero lo que realmente sucede es que, a velocidades próximas a las de la luz, el espacio y el tiempo dejan de ser constantes para volverse elásticos. Hablando en cristiano, a altas velocidades, el tiempo se dilata, es decir, pasa más poco a poco. En cambio, el espacio se contrae. Pero cuidado con esto y aquí viene lo más incomprensible y, claro, más abrumador y divertido.

Esto no quiere decir que el vagón y tu os hagáis más pequeños. Depende de para quien. Tu madre ahora, si midiera la longitud del tren, le saldría inferior a los 40 metros que hemos dicho que tiene el vagón. Pero tú, que vas a la misma velocidad que el tren, seguirías midiendo 40 metros. ¡Por eso Einstein llamó a esto Teoría de la relatividad! Porque las reglas de medida (tanto del espacio como del tiempo) son relativas y varían en función del que las mide.

Imagino que alguno puede pensar que esto es una paranoia que les ha dado a los físicos, que están un poco locos. Algo de razón tiene. Pero que sepáis que está comprobadísimo. En 1971, J. C. Hafele y R. Keating, subieron un reloj atómico (son los más precisos) a un avión supersónico y lo sincronizaron con otro en la Tierra. Hicieron volar al avión durante 40 horas y, cuando aterrizó de nuevo, los relojes ya no estaban sincronizados. El del avión iba algo atrasado.

¿Sorprendido? Esta nueva concepción de la física, Einstein la publicó en 1905. En realidad esto es sólo lo que llamó Teoría de la Relatividad Especial porque sólo funciona con objetos que van a velocidad constante. A la que algo acelera o se frena, todo se va al traste. Pero no os preocupéis, que años después, Einstein descubrió cómo tratar también a los objetos que se aceleran. Pero esa ya es otra historia; la de la Teoría de la Relatividad General.

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Principio de indeterminación

¿Os acordáis de cuando llegabais a los temidos exámenes de matemáticas? Imaginad que el profesor hubiera llegado con los enunciados de los problemas y, una vez repartidos, os hubiera dicho algo así como; delante vuestro tenéis una serie 5 de problemas. Con que hagáis tres basta porque, de hecho, sólo 3 tienen solución. El tiempo empieza… ¡YA! ¡Menudo estrés! ¿A cuáles dedicas tu tiempo?

Eso es algo que le pasa a los matemáticos, lo llaman teorema de la incompletitud de Gödel y tiene mucho con que en el enunciado se hable del propio problema. Si yo digo; «Siempre miento», además de dejar de leer el blog ipso facto, ¿podréis decirme si es cierto o falso? Si siempre miento, la afirmación debiera ser falsa. Pero, de ser verdad, debería mentir siempre.

Esto, que en este caso parece muy obvio, no siempre tiene por qué estar tan claro. Tiene mucho que ver con una cierta autorreferencia en el enunciado. Lo que los informáticos llaman (y tanto temen) recursividad. Mmmm… A los informáticos seguro que les ha recorrido un escalofrío todo el cuerpo.

Pues por si los informáticos y los matemáticos se sentían solos, a los físicos les pasa algo parecido con lo que se conoce como principio de incertidumbre o indeterminación. Y si ya altera la idea de que no todos los problemas puedan ser resueltos, cosa que acaba con la esperanza científica de explicarlo todo, lo que les pasa a los físicos es aún más doloroso.

Pensad que, para explicar lo que un objeto (o partícula) va a hacer en un futuro próximo, bastaría con saber su posición y su velocidad. Me explico. Si yo sé dónde está un coche y la velocidad que lleva, podré calcular cuánto tardará en llegar a un cierto punto.

Y un día Heisenberg, un gran físico cuántico, se dijo; vale, entonces, quiero saber la posición de un electrón para poder predecir qué va a pasar con una partícula en concreto. Pero, ¿cómo? Un electrón es algo muy pequeño. Imagina que, para verlo, lanzamos un fotón (la unidad mínima de luz posible). El problema es que, aunque el fotón sea pequeño, el electrón también lo es. E, inevitablemente, lo desplazaremos y variaremos su velocidad.

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Es como si tuviéramos una canica que, para verla, sólo tenemos la opción de lanzar otra y que choque contra ella. Está claro que la canica de la que queremos saber la posición y velocidad verá variada tanto la velocidad como la posición. Y la solución no pasa por mejorar nuestras máquinas porque no tiene nada que ver con la sensibilidad de estas, sino con cómo es la materia. Porque el observador altera lo observado. Ya vimos un ejemplo de esto, ¿no?

Es un cambio enorme en la forma de entender la física. Hasta el s. XX, la física había sido determinista; sabiendo la posición y la velocidad del coche y podíamos determinar dónde estaría pasado un tiempo. Pero ahora es probabilística, porque lo más que sabemos es con qué probabilidad está una partícula en un punto.

Además de dar un vértigo horrible desde el punto de vista intelectual, el principio de indeterminación permite cosas increíbles. Un fenómeno curioso es que impide que haya un sólo punto en el Universo vacío, libre de partículas. ¿Por qué? Porque este principio sólo nos permite saber la probalidad de lo que hay, pero restringe la certeza. Y, de haber un punto vacío,sabríamos lo que hay (nada). Por tanto, no es posible.

Recuperemos al profesor de matemáticas, pero esta vez dando clase de física (era típico que el profesor de ciencias repitiera en alguna asignatura). Llegaba a clase y, sin decir nada antes, soltaba; «a ver, problema; lanzamos una pelota desde un sexto piso. Cuando bote, ¿a qué altura llegará?». Y entonces cometías aquel error imperdonable de que la energía no fuera igual al principio que al final. Y tocaba escuchar aquel peñazo de frase; «niño, la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma».

Pues eso es porque tu profesor no conocía las partículas virtuales, que se distinguen de las reales básicamente porque se dedican a saltarse a la torera todas las leyes de conservación, entre ellas la de la energía. El problema es que tienen una vida tan corta que, por culpa del principio de indeterminación, no somos capaces de detectarlas (aunque sí podemos medir sus efectos).

Años después de salir del colegio, cuando descubrí esto, me quedé con las ganas de volver al colegio y decirle a aquel profesor, que en mi caso tiene nombre y apellidos, que mi pelota era virtual y que, por eso, no sólo no cumplía la ley de conservación de la energía sino que, además, era imposible saber a qué altura había llegado. Sí, me hubiera echado de clase, pero me hubiera quedado tan a gusto…

Engañar a un electrón

El otro día, hablando con Amaia de yunu, me pidió que le explicara el experimento ese que en el que un electrón acaba pasando por dos sitios a la vez. Intenté explicarlo, pero no sé hasta qué punto lo conseguí.

Se conoce como el experimento de Young, el nombre de un tipo de hace más de 200 años. Poco antes, Isaac Newton, probablemente el físico más importante de toda la historia, había impuesto cátedra en casi todo. Supongo que por eso a todas las organizaciones pseudo secretas les encanta decir que era su gran jefe en aquella época.

Entre muchas otras cosas, Newton decía que la luz eran un montón de particulitas y como buenas partículas viajaban en línea recta (en algún momento entrará aquí un físico y me va a poner de vuelta y media. En fin…). Pero la cosa es que, en aquella época, algunos defendían que la luz eran ondas. Y ya sabéis lo que pasa cuando tiráis una piedra a un lago, que las ondas viajan en todas las direcciones y, además, interfieren entre ellas, es decir, que cuando se cruzan, o se suman (y la ola se hace más grande) o se anulan (y la ola desaparece).

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Y ahí llega Young, más chulo que un ocho, proponiendo un experimento que daría la respuesta definitiva; ¿es la luz una partícula o una onda? Sé que es largo, pero lo bueno, como en una buena peli, llega al final. Así que aguantad un poco.

Se le ocurrió la siguiente solución. Proyectamos luz sobre una pared con dos rendijas que dan a una habitación oscura. ¿Qué pasará si son partículas? Pues que en la pared de enfrente obtentendremos dos franjas de luz, porque hemos dicho que las partículas se desplazan en línea recta.

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Pero, en cambio, si son ondas… ¡Ah, amigo! Si son ondas, estas se desplazan en todas las direcciones y, además, interfieren. Así que lo que veremos en la pared de enfrente serán franjas de luz y franjas de oscuridad.

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Así que montó el circo con sus amigos en la Royal Society que, por cierto, montó él con otros, y observaron lo que pasaba. ¿Y qué fue? Pues que el bueno de Young tenía razón.

Desde entonces hasta principios del s. XX la cosa quedó clara. La luz es una onda y se comporta como tal. Pero el problema es que la realidad es muy tozuda. Y muchos experimentos entraban en contradicción con esa forma de entender la luz. En especial en química, donde en muchos casos, la luz parecía empeñarse en comportarse como una partícula.

Así que Gilbert N. Lewis le puso nombre a la criatura (fotón), y Planck lanzó una hipótesis según la cual la luz sólo interacciona con la materia en cantidades discretas. Eso no quiere decir que la luz sea vergonzosa, sino que lo hace en intensidades concretas. Es como si la luz llegara en paquetitos (los físicos lo llaman cuantos). Tú puedes tener un paquetito o dos, pero nunca 1 y medio. Y claro, eso parece más propio de las partículas que de las ondas.

Total, que Claus Jönsson decidió que había que repetir el experimento de Young. Eso ya fue en 1961, por si alguno piensa que hablo de algo antiquísimo, y se hizo con electrones. Y, en este caso, se añadió algo al experimento. Se hizo pasar a los electrones por una sola rendija. Si Young estaba en lo cierto, lo que se hubiera obtenido es un punto de mucha luz en el centro de la pantalla y luego, poco a poco, a izquierda y derecha la luz hubiera ido reduciendose. Claro, era una onda…

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Pero lo que se obtuvo fue una sola franja de luz, ¡lo que indicaba que eran partículas!

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En este punto los físicos ya aceptaban que las partículas tenían una doble naturaleza; por un lado de las de onda y por otra la de particula, sin entender muy bien el por qué. Y en un alarde de querer comprender esta locura se dijeron; lo que aquí está pasando cuando ponemos 2 rendijas es que, como lanzamos tantos electrones, unos pasan por una rendija y otros por otra y, pasada la rendija, entonces actúan como onda, interfieren y pasa lo que pasa. Dicho con otras palabras; pensaron que antes de la rendija se comportaban como partículas y después de la rendija se comportaban como ondas.

Solución; ¿Por qué no lanzamos los electrones de uno en uno? Entonces no tendrán con quien interferir y, necesariamente, veremos cómo los electrones generan sólo dos franjas o, lo que es lo mismo, se comportarán como particulas. O sea, esto;

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Y llegamos a lo bueno… A los físicos se les quedó cara de boniato cuando vieron que, en realidad, los electrones lanzados uno a uno, volvían a interferir. Es decir, que seguían obteniendo lo de esta imagen;

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Pero, ¿con quién interferir si cada electrón viajaba solo? Sólo podían interferir… ¡consigo mismos! Y ello llevaba a una conclusión necesaria. ¡El electrón debía pasar por las dos rendijas a la vez!

¡Eso no podía ser! Pero los físicos, que como buenos humanos pensaban que eran los más listos del parque, se dijeron; vamos a tomarle el pelo a los electrones estos. Muy bien, vamos a observar justo antes de la rendija si, antes de entrar, se están comportando como particulas o como ondas. Y el experimento se repitió.

Y sucedió algo mágico, casi maravilloso pero, a la vez, aterrador. El electrón sólo pasaba por una de las dos rendijas. Pero cabía esperar que, cuando alguien mirara a la famosa pared donde chocan los electrones, el resultado fuera el mismo que en la vez anterior. Pero no. Esta vez aparecían las 2 franjas que esperaron cuando lanzaban los electrones uno a uno. Pasada las rendijas, se estaban comportando como partículas.

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Y ese es uno de los resultados más increíbles de la física, al menos para mí. Es como si el electrón supiera que alguien le observa, lo cual parece absurdo. O no… En realidad, lo que quiere decir es que el observador afecta al resultado del experimento. Es de las cosas más bellas que he tenido la oportunidad de conocer porque me abruma.

Estoy seguro que, si habéis llegado hasta aquí, estaréis de acuerdo conmigo en lo mágico que resulta todo. Alguno puede pensar que esto es un rollo de los físicos para pasar el rato pero que la realidad no es así. Mirad este vídeo. La primera parte es un ejemplo de esto.

Y para acabar, os dejo un vídeo que explica todo esto de forma genial para niños sin tanto rollo histórico. Es de donde he sacado las imágenes. Vale mucho la pena y deja las ideas muy claras.

Mis queridos amigos, bienvenidos al misterioso mundo de la mecánica cuántica.

Física, la poesía de la ciencia

Cuando llega el mes de agosto, los medios de comunicación sufren una transformación curiosa. Las bajadas de audiencias se convierten en lógicas bajadas en los ingresos por publicidad. Y a ese proceso, ellos suelen llamarlo algo así como dar un tono fresco a los contenidos.

Básicamente consiste en hacer artículos de prensa o programas de televisión y radio en los que el interés del contenido es cero pero, eso sí, en color amarillo y naranja, que parece que encaja con la época del año. Ellos dicen que la gente tiene ganas de contenidos más ligeros. Total, que si durante el año ya tenemos que soportar a muchos personajes extravagantes, en verano se multiplican por doquier.

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Pues puestos a llevar la contraria, yo voy a tratar de hacer el camino inverso y además, con un tema que me apasiona pero que no suelo tocar; la ciencia. El tema es densito pero, a quién no le apetece un buen batido de fresa de esos que hay que ir al gimnasio para soberlo con la cañita.

Y si hay una ciencia dentro de las ciencias que me atrae es la física. ¿Qué tiene la física que no tengan otras? Pues que son incomprensibles, al menos para mí, pero de una belleza increíble. Muchas veces trato de explicar que son poéticas, pero no acabo de explicarme bien porque la gente no lo entiende.

Decía Eisntein que, para que una ecuación fuera válida debía ser bella. A parte de que a alguno le pueda parecer que con esas pintas estudiaba algo más que la relatividad, el hecho cierto es que tenía razón. Entonces, ¿qué quería decir?

Yo, que no soy físico ni nada que se le parezca, estaría de acuerdo con él porque es curioso como procesos naturales supercomplejos, como la relatividad o muchos fenómenos cuánticos están descritos por ecuaciones más que sencillas. A un sólo golpe de vista, si sabes leer la ecuación, que es todo un arte, comprendes el fenómeno. Por ejemplo, algo que hemos estudiado todos en el colegio y que aún no acabamos de entender por qué pasa es la gravedad. No podemos ni imaginar qué debe suceder entre dos planetas (por ejemplo) que se atraen. Creemos (hasta donde yo sé sólo creemos) que se envían mutuamente unas partículas a las que hemos llamado gravitones. Y, en cambio, algo tan difícil de entender, se describe sólo por una relación (división en cristiano) entre las masas de los planetas y la distancia que los separa al cuadrado. Ya sé que hay una constante, pero es sólo una especie de «ajuste» matemático. ¿Cómo puede ser que un fenómeno que parece tan complejo es tan… sencillo que lo puede estudiar un niño de 12 años?

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Así que muchos de mis próximos posts serán sobre estas ecuaciones tan bellas y sorprendentes a ratos. ¡Ah! Y la próxima vez que veáis una, en vez de pegar un bufido, miradla a ver si sois capaces de encontrarles el encanto, que lo tienen.

Quién me pone la pierna encima…

Mítica frase de la historia de la tele, ¿no?

Más allá de la anécdota, yo creo que es muy descriptiva de la actitud de mucha gente delante de los problemas. Y eso se agrava en momentos de crisis como este. Cuando el tema sale en alguna conversación, no es raro que la gente, en seguida, hablen de las ganancias obscenas de los constructores, de la avaricia de los bancos y las cajas, de los ayuntamientos exprimiendo el precio de los suelos más allá de lo razonable. Y tienen razón.

Pero apenas escucho a nadie que diga que la gente «normal» también hemos vendido el piso tan caro como hemos podido. Y cuando el banco nos ofrecía más dinero que el de la tasación del piso, más que quejarnos, lo aprovechamos para comprar un coche por encima de nuestras posibilidades. Y cuando el miedo nos atenazó cuando se nos comían las deudas y las renegociamos, aprovechamos para volver a incrementar nuestros gastos.

No sé (y tampoco me importa mucho) si el grado de responsabilidad es igual o diferente para los unos y los otros. Pero lo que me parece grave es que, en el fondo, es muy fácil culpabilizar a otros de nuestras penalidades. Tendemos a pensar que alguien nos pone la pierna encima para que no levantemos cabeza.

Descargar la responsabilidad en otros es muy cómodo. El problema es que esa reducción de responsabilidad también nos hace menos libres. Y hablo sobre todo de la actitud mental. Si es verdad que hay alguien capaz de ponernos la pierna encima, ¿qué podemos hacer nosotros para salir de nuestros problemas? Y, a la vez, yo creo que también nos hace más tristes. ¿Por qué? Porque la sensación de impotencia de ver que no puedes hacer nada es terrible.

Así pues, yo creo que, después de lo que ha pasado, lo ideal es asumir nuestra parte de culpa para así, poder tomar medidas en la dirección correcta. Si nos endeudamos demasiado, dejemos de pensar en los errores que han cometido los bancos (que los han cometido) y actuemos por cambiar nuestra situación. Seguro que estaremos un paso más cerca de la felicidad.

Vídeo de Guardiola y la Champions

Hoy hace justo un mes que el Barça ganó la Copa de Europa. Pocas horas después del partido nos enteramos de que el de Sant Pedor había puesto un vídeo a sus jugadores.

Ya con la tranquilidad de haber superado las emociones de aquel partido, me gustaría analizar el vídeo como pieza motivadora.

No cabe duda que, desde el punto de vista de un jugador ya de por si cargado emocionalmente por lo que se le viene encima, el video debió tocarles, y mucho, la fibra. Según se dice, Gabi Milito, que no ha podido jugar en toda la temporada, acabó llorando.

Desde el punto de vista de tocar las emociones, el vídeo es impecable. Está bien montado, es visualmente muy atractivo, la música acompaña a las mil maravillas y las imágenes están cargadas de mucho simbolismo.

El montaje empieza casi superponiendo el estadio olímpico, donde una masa enloquecida espera a sus estrellas en un concierto con el Coliseo. Así, por tanto, la doble analogía donde, por un lado los jugadores son gladiadores y por otro la afición una comunión que les espera con los brazos abiertos, está servida.

En seguida aparece la frase «mi nombre es Gladiador», y empieza con el tema emocional de Gladiator, combinando imágenes de los jugadores a cámara lenta remarcando lo épico de la escena. Los porteros son acompañados por el famoso plano de la mano acariciando las espigas en el film. Las paradas que salen son muy relevantes, como las de Valdés a Drogbá o el penalty que paró Pinto que les llevó a la final de la Copa de Rey (el famoso Pinto de inflexión según los de RAC1).

Destacan las imágenes donde sale Gabi Milito. Creo que es significativo que en dos de los tres planos, besen al jugador sus compañeros. Fijáos que está montado de la siguiente manera; primero le besa Valdés, corta a un plano de entreno y luego le besa Keita en el mismo partido. No me interesan tanto los jugadores como el hecho de que ha aprovechado dos imágenes de mucho cariño. El plano de en medio parece más de recurso para evitar que parezca que ha eliminado parte de la secuencia de la que ha sacado los besos que para otra cosa.

También me llama la atención la parte (sobre el 1:45) donde sale Hleb. La verdad es que ha hecho una temporada floja y no debe ser fácil conseguir imágenes de jugadas finalizadas. Para darle continuidad a las jugadas, ha juntado los planos de dos partidos. Primero regatea a un jugador del Recre y, acto seguido, a uno del Almería. Casi ni reparamos en ello. Entre los dos planos, para que «pasen» bien, hay como un flash en blanco muy rápido.

Y llega el momento del Madrid. En el minuto 2:21, en un montaje magistral con el baile de Dani Albes, empieza la odisea del 2 a 6. Asimila el Bernabeu con el Coliseo, allí donde se echaba a los pobres cristianos frente a los fieros leones. Además, lo hace en ese segundo en el que la canción se vuelve más grave. El montaje mezcla el enfrentamiento entre el gladiador, que representa la honestidad, y el emperador, que representa la corrupción, el poder, la prepotencia… y, por cierto, viste del blanco.

En ninguno de los planos ataca el emperador, sino que siempre está tomando la iniciativa Russell Crowe, cosa que en la película no pasa. Y no salen todos los goles, solo 3 (los 2 más simbólicos, el de Puyol besando el brazalete, Pique mostrando los colores y uno del renacido Henry). Los otros dos goles son del Camp Nou. Por cierto, cuando Henry marcó el gol, iban 1 a 0, pero en las imágenes pone 1-1. Es decir, ha preferido tomar la imagen de la repetición que poner un resultado adverso en la pantalla.

Y, cuando los jugadores se funden en el enésimo abrazo y Gladiator tumba literalmente al Emperador, vuelve la música emocional sobre el minuto 3:30. Llega el momento de los rezos, al «no sabemos a qué vamos a enfrentarnos…» y a la preparación de la final de Copa. Cuando la música se vuelve más épica, imágenes de diversos partidos pero, sobre todo, los de la final de Copa.

La música sube el tono hasta que llega el momento más épico de toda la temporada, el gol de Iniesta en semifinales de Copa de Europa frente al Chelsea. Pero no lo hace con la imagen que estamos acostumbrados a ver el gol. Yo creo que lo hace porque, así, el gol, se convierte en una nueva experiencia. En realidad no lo esperas porque no reconoces la jugada. Y la comunión con el publico, con esas imágenes grabadas desde un móvil.

Y con el abrazo, llega el «sueño que era Roma». Los altavoces estallan con Nessun Dorma y las imágenes toman gravedad con los jugadores concentrados para saltar al campo y la cara de ilusión de Iniesta. Y, con todo ello, la analogía de nuevo entre gladiadores y los jugadores.

Los gladiadores saltan al campo y les impresiona lo que ven. Y, a continuación, imágenes del Camp Nou con petardos y, superpuesta, la Copa de Europa. Y la gente aplaude, pero como en un concierto, ligándolo a las primeras imágenes que vimos, como si todo hubiera sido el gran tema de un gran grupo de música.

Aunque la ejecución es brillante, creo que no consigue lo que busca. El final es demasiado sobrecogedor, impresiona, carga de gravedad al asunto. Cuando lo que hay que conseguir es justo lo que hace Al Pacino en Un domingo cualquiera. Que los jugadores chillen y tengan ganas de comerse el campo. Así, creo que el ritmo no está bien buscado del todo. Un pequeño error que, entre otras muchas cosas (e imagino que más importantes) afectara a esa salida tan floja al campo de los culers.

Me pregunto qué pasará si el año que viene el Barça llega a la gran final al Bernabeu. ¿Optarán por Sabina y el Pongamos que hablo de Madrid? ¿Y si llega también el Real Madrid? Quizás sería más adecuado la canción de Shakira Ahi te dejo Madrid. Sería muy adecuada, después del 2-6 esa parte donde dice «ahí me voy otra vez, ahí te dejo Madrid».

Más allá de las bromas (inevitables por otra parte por lo culé que soy), he contabilizado 18 abrazos entre los jugadores, auténtico hilo conductor del vídeo. Y todos los jugadores que han marcado esta temporada han salido marcando, al menos, un gol. Sólo han quedado fuera los porteros, el lesionado Milito, y Hleb, Abidal, Pedro y Víctor.

Una pequeña pieza que creo que siempre asociaremos a Pep, a la final de Roma, y a la gran temporada blaugrana. Ya está. Ya no hago más sangre. 😉

Las elecciones y la teoría de la gran inflación

Hace algo más de medio siglo que los cosmólogos aceptan como cierta la teoría del Big Bang según la cual, el origen del Universo se debe a una especie de estallido que escupió la materia en todas direcciones. Como buena teoría, adolece de dificultades y predice un universo distinto al nuestro. Una de ellas se superó gracias a lo que se conoce como Gran Inflación. Según esta, instantes después del Big Bang, la materia se dispersó a una velocidad muy superior a la de la luz. Sólo eso explicaría las grandes distancias que separan a las galaxias.

No puedo evitar pensar que algo parecido pasa en nuestra política. Por un lado, los políticos sólo saben tirarse los trastos a la cabeza para, una vez pasadas las elecciones, ganar todos. Los periodistas no se sienten responsables y critican a los políticos por su distancia con el pueblo a la vez que dedican todo su tiempo al último exabrupto. Y los ciudadanos, más que abstencionistas parecemos ausentes. Y la distancia entre los tres no para de crecer.

La cosa se agrava si el fondo está pintado de azul moteado de estrellas amarillas de 5 puntas. En las críticas de las tertulias más lúcidas se insinua que un buen candidato hubiera atraído más a los suyos. Pero, en realidad, ¿alguien cree que si Mayor Oreja hubiera hecho un buen trabajo, le hubieran votado los 9 millones de españoles que tiene el PP fijos en las generales? No creo. Va más allá de los candidatos. Es estructural.

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Los políticos montan campañas pensadas en clave interior y, pasadas las elecciones, mandan a sus mamuts a Bruselas para olvidarse de ellos. Europa sale lo justo y, casi siempre, como un elemento peligroso, que nos sanciona o nos prohibe intervenir en nuestros sectores «estratégicos» (¿qué querrá eso decir?). Casi nunca nos hablan de las inversiones que Europa ha hecho en nuestro país. Pero eso no interesa, porque el que gobierna aprovecha esos fondos en favor de su propaganda.
Los periodistas sí que repiten que las decisiones que se toman allí afectan mucho a nuestro día a día. Pero la verdadera cuestión es, en qué cambiará mi vida votar a la derecha o a la izquierda. ¿Cuál es su programa? ¿Qué más me da votar a unos o a otros?
Y nosotros también somos responsables. No nos interesa hasta que alguien dice que igual nos prohiben usar la pirotécnia como hemos hecho toda la vida o cuando nos recortan las cuota de producción bobina.

Los científicos predicen 2 posibles finales para el universo; Conocido como Big Crunch, algunos creen que irá perdiendo la energía de esa explosión inicial y por pura gravedad, acabará por contraerse hasta volver a caer en un sólo punto. Otros, en cambio, opinan que, en realidad, la gravedad está dificultando la expansión pero que, superado cierto umbral, una fuerza descubierta hace poco llamada antigravitatoria, acelerará la distancia entre galaxias hasta que ni siquiera puedan verse entre ellas y mueran en una total soledad al final de los tiempos.

No sé qué camino tomará nuestra política. Pero parece claro que debemos cambiar paradigmas. Si me preguntan, la clave es la figura de un candidato a presidente por partido que se comprometa con un programa. Eso aumentaría nuestra empatía a pesar de la dificultad idiomática. Eso sí, siempre con la confianza puesta en que no hayamos superado el umbral.

Políticamente incorrecto

Estas últimas elecciones han batido records de abstención, a pesar de que los políticos se han esforzado en recordarnos lo importante que es ir a votar. Bueno, los políticos y… King África. En el programa Salvados, Jordi Évole, el follonero, lo ha convencido para que versione su canción Bomba e incentive el voto.

A parte de lo divertido que pueda resultar el vídeo, me interesa mucho cómo, poco a poco, vamos burlándonos cada vez más de temas sagrados. Hemos pasado de los discursos en los que los tertulianos de televisión y radio exponían lo mucho que nos había costado poder votar en este país, a que un programa de televisión se burle de el derecho adquirido. Donde la bandera de Europa ha acabado en el culo de las chicas. Donde votar sólo se conjuga con b y muy poca ropa.

Este fenómeno no es nuevo. Conocido es el caso de Miquel Calçada, Mikimoto, cuando en su Persones humanes se burló de la infanta Elena. Las consecuencias directas fue que le cerraron temporalmente el programa. Pero a la larga significó el fin de la intocabilidad de la familia real. Cayó otro sagrado.

Eurovisión ha sido también otro de esos elementos que con los años, le ha tocado recibir. La más conocida es la de Chiquilicuatre. En mi opinión, con el personaje, no sólo cuestionó al festival. El tema era un reaggeton, un tipo de música muy comercial, con una letra que parodia al género y con un actor que es, físicamente, la antítesis de lo que suelen ser los que se dedican a cantarlo.

Pero si hay uno que guardo con grato recuerdo es la campaña Catalunya a Eurovisió de Malalts de tele. Para los que no tuvisteis la oportunidad de vivirlo, os lo explico. En un programa que se dedicaba a hacer humor con imágenes de gazapos de televisión, convencieron al mítico Josmar, un cantante con una voz muy suave, chaqueta de cuero y en tanga, que cantara un tema que se llamaba Superfort (superfuerte). Además, iba a utilizarse para lanzar una campaña para que Catalunya pudiera participar en Eurovisión.

Recuerdo a la gente con banderas catalanas y con banderines que rezaban; Catalunya a Eurovisió. Lo que me gustaba más era que se burlaba a la vez de Eurovisión (de forma similar a como lo ha hecho Chiquilicuatre), y de una de las cosas más sagradas y que, vistas las elecciones europeas, más mueven la política de este país; la identidad. En el fondo, tanto el nacionalismo catalán como el español quedaban retratados por lo absurdo de la campaña. Ver a Josmar con una barretina bailando en algunos de los sitios más catalanes en las maquetas de Catalunya en miniatura no tiene precio.

Por cierto, la letra era un poema. En castellano;

«Yo era un alma en pena, / siempre llorando por los rincones. / Triste, pesimista de carácter, / malgastando ilusiones. /Pero ya he dejado de ser tímido, / he descubierto la verdad / soy un hombre sin límites, / ahora me he desmelenado.

ESTRIBILLO: Es superfuerte / cuando la gente me sonríe, / Es superfuerte, / cuando me baño en un río. / Es superfuerte / cuando como un melón, / es superfuerte, / cuando me das un beso / es superfuerte / superfuerte / es cuando me siento mejor.

La vida es una gran sorpresa, / te chupa como una compresa, / la vida es amor y alegría, / una party de noche y de día.
ESTRIBILLO»

Seedrocket y la creación de clima

Hace unos meses, asistí a una charla de Xavier Sala Martín, en la que dijo que los empresarios tenían que volver a ser los héroes. Y lo ejemplificaba con que mientras los niños americanos querían ser como Bill Gates, en España, los niños quieren ser David Bustamante. Todo es una cuestión cultural y estoy de acuerdo con Sala i Martín cuando opina que es justo esa concepción la que hace que las cosas nos vayan como nos van.

Un buen amigo me dijo una gran verdad hace tiempo; algo así como que educar a una persona es muy difícil, pero que si educas a un grupo grande es fácil prever cuántos acabarán haciendo unas cosas y cuántos otras. Un claro ejemplo de eso es cómo las series profesionales de televisión (tipo Hospital Central o Periodistas) modelan las vocaciones futuras de los niños.

Por eso es muy necesario crear un entorno, un clima o como queráis llamarlo donde la iniciativa privada se valore, donde resulte «fácil» arrancar una idea y donde el acceso a la gente que puede aportarte valor sea tan sencillo como dar un telefonazo. Además, es un sistema en bucle, es decir, cuanto más entorno generas, más capacidad tiene ese entorno de hacerse grande. En mi opinión, todavía es muy pobre, aunque me dicen que si comparo Barcelona con el resto de ciudades de España no tengo motivo para quejarme.

Seedrocket yo creo que es uno de esos elementos que catalizan una evolución más rápida de ese necesario clima, más en los tiempos que corren. Sólo hay que ver este video para comprender la potencia del proyecto arrancado por Jesús y Vicente; gente como Jesús Encinar (fundador de idealista), Lluis Faus (fundador de vlex), Carlos Blanco (fundador de grupo itnet), Nacho González Barros (fundador de infojobs y salir), Iñaki Ecenarro (fundador de Trovit), Eneko Knörr (fundador Hostalia) y un etcetera enorme de proyectos de éxito opinando y participando en Seedrocket.

Hasta ahora, los proyectos que participan me consta que van a buen ritmo; escapada rural, linkua y wedtool, los 3 proyectos ganadores del primer campus, ya se han independizado. Debugmodeon, ongest y habitissimo van como un tiro. Y el proyecto Monazen, que participó en el primer campus y, aunque no ganó, está siendo apoyado, también va a buen ritmo.

Por lo que he leído, parece que esta vez la apuesta es atraer aplicaciones cloud y movilidad. Estoy seguro que, cuando podamos mirar con perspectiva, veremos estos años como los generadores de un valor incalculable y que acabará por extender sus beneficios mucho más allá de sus oficinas.