Alberto Lacasa

Audiovisual, política y más allá

Pensamientos, acciones y emociones de los personajes

(NOTA: Si has aterrizado aquí buscando en un buscador, que sepas que este post es parte de una colección de artículos para aprender a escribir, que puedes encontrar aquí)

Hay un detalle muy importante. En general, cuando pensamos en cómo es alguien hacemos el siguiente proceso inconsciente; vemos lo que esa persona hace y dice y, en base a esto, sacamos conclusiones sobre su forma de pensar y sus sentimientos.

En el caso de construcción de personajes es justo a la inversa; decidimos cómo son y los hacemos actuar en consecuencia, pero después no podemos explicar de forma verbal cómo son. Si tenemos un personaje introvertido debemos demostrarlo a través de acciones. Esto, que es obvio, es uno de los mayores dolores de cabeza de los guionistas.

Tenemos la tendencia a hacer decir a los personajes lo que piensan y sienten. Eso puede estar bien para una conversación sincera entre dos amigos, pero es fatal para dos personajes. Mientras dos amigos pueden hablar horas y horas sobre un tema, una ficción tiene un tiempo finito. Además, eso implica olvidar que el cine es sobre todo visual, por lo que, si caemos en la trampa, estaremos pervirtiendo la propia esencia del medio.

Por eso, primero hemos de decidir qué piensa nuestro personaje y cómo eso condiciona sus acciones. ¡Sus acciones! Olvida ahora lo que dice. Esto tiene dos ventajas. En primer lugar, respetas el medio. Y el segundo, y más importante, harás que el espectador participe.

Si un amigo, que lleva todo el día cargando paquetes de una mudanza, te dice; “estoy cansado”, tú recibes la información y ya está. En cambio, si le preguntas; “¿Estás cansado?” y te dice; “No” y, acto seguido, se deja caer en un sofá, tú pensarás; “Él dirá lo que quiera, pero está destrozado”. Así, tu actitud como espectador es mucho más activa. Más participativa. Eso es lo que queremos que les pase a nuestros espectadores.

Nosotros dotamos a los personajes de una psicología que condicionará lo que piensan y, en consecuencia, actuarán de una determinada forma. Sus pensamientos no son sólo sus convicciones (políticas, sociales, económicas, familiares…) sino cualquier tipo de pensamiento.

No podemos olvidar las emociones del personaje. Por supuesto, estas tendrán mucho que ver con su forma de pensar. Pero, además, se ven muy influenciados por todo aquello que hayamos decidido situar en el pasado de nuestro personaje. ¿Lo ves como merecía la pena pasar un tiempo construyendo el pasado?

Cuando hablamos de acciones, no me refiero a si se manifiesta o se aprovecha de sus amigos… Hablo de todas las acciones; a cómo deja las cosas encima de la mesa, a si pone cariño cuando hace la comida, a si les lee un cuento a sus hijos…

Además, todas esas emociones también se han de ver reflejadas en las acciones y no en lo que diga. Recuerda que el espectador debe participar. No le quites su función con unos diálogos muy explicativos. Esa es una tentación enorme, pero supone un enorme riesgo.

¿Te atreves a seguir? Descubre cómo evitar que la historia sólo te interese a tí.