No deja de sorprenderme cómo los valores que hoy representan lo políticamente correcto, con el paso del tiempo transmutan y acaban por convertirse en lo pernicioso y casi tabú. No es tanto el hecho en si de que varíen sino que a veces parecemos no darnos cuenta de lo relativo de nuestra moral.
Esta semana me ha dado por recuperar musicales y, entre otros, me entusiasma Hair, sobre el movimiento hippie. Personalmente me encanta. Y es de esas películas que, cada vez que la veo, acabo con la lágrima a punto de caerme.
En ella, por supuesto, se hacen apologías al amor libre, a la libertad, a la paz, la ecología y toda la retahila de valores propios de la época. Una de sus canciones, a ritmo de colocón, se llama Sodomy. Básicamente, es un alegato al amor libre. Y la letra traducida dice así; «Sodomia,/ felación,/ Cunnilingus,/ pederastia./ Padre, ¿por qué estás palabras parecen tan repugnantes? / La masturbación /puede ser divertida,/ Únete a la Sagrada Orgía / ¡Kama Sutra / para todos!»
Con sinceridad, no sé qué percepción real tenían de la pederastia los auténticos hippies, pero sí sé lo que opinan ahora ellos y lo que opinamos toda la sociedad. Pero escuchándola me pregunto qué pasaría si ahora alguien hiciera un musical en el que incluyera un alegato de este tipo a una relación tan denostada por la sociedad. Probablemente se armaría un buen debate y la directa lapidación del creador de la idea.
Alguien podría decirme que, en realidad, la pederastia, según el diccionario de la RAE tiene una segunda acepción; Sodomía, es decir, coito anal. En inglés pasa algo parecido, ya que su significado se restringe, según todos los diccionarios que consulta ask, a la sodomía entre dos hombres cuando uno de ellos es menor. Pero el hecho cierto es que la imagen que todos tenemos en la cabeza (en castellano) es el abuso de menores.
Los lingüistas distinguen entre denotación y connotación. Denotación es aquello que objetivamente significan las palabras. Connotación aquello que ponemos de subjetivo. Cuando hablamos de una «vida de perro» no solemos estar refiriéndonos a la vida de los perros sino a una vida dura o mala. Así, parece que entre algunas palabras o conceptos la connotación negativa ha aumentado considerablemente mientras que en otras, como la mayoría de las que habla la canción, han hecho el transito a la inversa.
La pregunta que nace de todo esto es; ¿qué pasará dentro de unos años? ¿Qué pasara con todos esos conceptos que ahora tenemos denostados y con aquellos que ahora nos parecen maravillosos? ¿Dónde está el bien y el mal si, en realidad, nuestra forma de entender las cosas es tan volátil? ¿Y aquellos que, por su gravedad, consideramos que, ni siquiera, se puede bromear?
De tanto en tanto, me vienen a la cabeza dos sketches geniales hoy irrealizables. El primero de ellos es de Martes y 13 sobre el maltrato a las mujeres. Como digo, hoy sería absolutamente imposible hacer algo así;
Por último, uno sobre el suicidio de uno de los grandes entre los grandes; Joan Capri. Está en medio de un montaje y en catalán. Pero vamos, en resumen viene a reirse de las cartas de despedida y tilda a los suicidas de cobardes. Pero todo ello cargado de sentido del humor.
No niego que me incomodan, pero es parte de la esencia del chiste. ¿Por qué nos da tanto miedo tocar ciertos temas? ¿Por qué hemos de extralimitarnos? ¿Todo es tocable? Y si lo es, ¿bajo qué circunstancias lo permitimos? ¿Dónde empieza el mal gusto? Un buen puñado de preguntas difíciles de contestar.
Por cierto, si alguien recuerda algún sketch más de estas características que nos lo recuerde!