Desde las mejores épocas del PSC, la caída del partido socialista catalán es espectacular. Y aunque hay diversas causas, es evidente que una de ellas son las constantes discrepancias internas que muestran día sí, día no. El alma catalanista del partido parece no aceptar sus derrotas internas. Tratando de dar un golpe de autoridad, Pere Navarro ha convocado al partido este fin de semana de forma extraordinaria.
Entiendo perfectamente los motivos que le han llevado a este extremo. Estoy de acuerdo con ellos en que la democracia en los partidos debe ser a puerta cerrada. Cara a fuera, la gente necesitamos saber qué opinan de verdad los partidos. Por tanto, sería bueno que los que pierden las votaciones dentro del partido callen… O se vayan.
El problema es que todo ello acaba en un documento, para mi, difícil de digerir. En lo que el PSC se equivoca es en elaborar un discurso precrisis, plagado de trampas lógicas. Resulta que quieren consulta y la quieren legal y pactada con Madrid, aunque están en contra de solicitarlo al parlamento español de forma legal. ¿Por qué? Porque está abocada al fracaso.
Los partidos en la oposición hacen constantemente propuestas de ley condenadas al fracaso. ¿Por qué las hacen? Porque el ritual también importa. Por tanto, ¿qué entendemos todos? Que están en contra. Además, da la sensación de que buscan el cuerpo a cuerpo con Ciutadans. Yo creo que esa es una batalla perdida porque el discurso del partido de Rivera es mucho más “moderno”, sin el cinismo que acumulan los partidos de toda la vida.
Dicen que se convertirá en un nuevo Plan Ibarreche pero olvidan que aquí el movimiento lo inicia la gente, no los partidos. Y que, CiU y ERC están, además, olvidando que España está gobernada por el PP. Por tanto, habría que esperar a que gobernara el PSOE, que por cierto, ya ha dado su no. Por lo que la propuesta del PSC se traduce en un sí pero NO! con un argumentario más bien pobre y tramposo.
El PSC, cada vez, se agarra a la Declaración de Granada. Según ellos, el PSOE ya se ha postulado a favor de sus posiciones. Pero este documento, como ya dije, desde el punto de vista catalán tiene serias deficiencias. El PSC se fue a Granada con 3 reclamaciones básicas: ordinalidad fiscal, reconocimiento nacional y derecho a decidir. Y volvió con… Nada. Bueno sí, un federalismo nada definido. Un documento como aquel no frenará la marea independentista.
Ni una sola referencia al derecho a decidir. Y hace sólo unos días votación en contra de la mano del PP y UPyD. Parece dominado por el PSOE andaluz, radicalmente en contra. El documento sí hacía una apuesta por el autonomismo pero porque “ha sido y tiene que seguir siendo uno de los pilares más sólidos de la unidad de los pueblos de España” (sic). Califica al independentismo de “tentación” (sic). Y todo lo que consiguen respecto al reconocimiento nacional es un “respeto a las identidades diferenciales dentro de España, compatible con un compromiso colectivo con el proyecto común”. Todo sin poner el nombre de la cosa. O sea, la misma indefinición que en la Constitución.
La prensa dijo (y yo escribí en el blog) que la ordinalidad quedaba recogida en el documento aunque especificando que no sería ley. Falso. Ni siquiera se menciona. La pregunta es, ¿con qué fuerza puede defender el PSC que el PSOE es diferente al PP en este tema? Esperar al PSOE, ¿para qué? ¿Para que nos diga que no? ¡Pero si ya ha dicho que no!
Con estas enseñas, los catalanistas es imposible que confíen su voto al PSC, porque parece un discurso escrito desde Marte. Y para los que quieren unidad a toda costa, la opción Ciutadans es mucho más clara. El PSC acabará unido, pero será irrelevante. Con el peso de la historia pero con un presente y futuro liviano. El PSC no puede pretender gobernar Catalunya siendo importante sólo en 3 de las 41 comarcas catalanas. Por pobladas que estén.
Pero todo esto no justifica hashtags que pretendan echar a nadie, ni puede negar el derecho a gestionar el partido de los que ganan legítimamente elección tras elección. Estoy de acuerdo en que el ciudadano necesita saber qué vota. No es de recibo perder y, el segundo después de la votación, criticar a los que han ganado por más del 80% de los votos.
El PSC, como cualquier otro partido, ha de poder decidir sus propias líneas estratégicas. Serán los ciudadanos los que decidan si debe o no cambiar su dirección en las próximas elecciones.