Europa recarga las pilas al independentismo

Junqueras y Maragall

Desde que se fijó fecha y pregunta para el referendum de autodeterminación en Catalunya, todo el debate sobre la soberanía ha girado en torno a lo que debía pasar en las elecciones europeas. Hoy, con los resultados en la mano, ya podemos hacer algunas valoraciones rápidas.

En primer lugar, se visualiza la enorme implantación de las tesis de Junqueras. ERC está consolidando el rol que tuvo en tiempos de la república; un partido casa de mucha gente. ERC ha multiplicado sus votantes más que por 3; de 181.213 a 594.149. Pero hay un dato aún más relevante. En las elecciones europeas la participación es siempre menor. En cambio ERC ha recibido más votos que en las catalanas, donde hubo más de 1 millón de votos más. En las catalanas obtuvo 498.124, lo que refleja un enorme crecimiento y fidelización.

Demuestra también que Maragall y la NeCat tomaron una opción estratégica acertadísima. Las siglas del partido han aparecido en todas partes asociadas a la victoria. Conduce a una lectura interesante: los votantes del PSC que entendían el país de una cierta forma, tienen una nueva casa.

CiU ha aguantado el chaparrón. A pesar del desgaste de gobernar, a pesar de Duran i Lleida y a pesar de no haber ganado las elecciones, ha ganado en voto absoluto (de 441.810 a 548.718). El gran riesgo del partido es que a Mas se le conteste desde dentro. No haber ganado lo aumenta, pero parece haber aguantado el tipo.

Los grandes derrotados; PSC y PPC. Que en este contexto de más de medio millón de votos más, el PSC pierda casi la mitad de los sufragios (de 708.888 a 358.539) y el PPC el 30% (de 354.876 a 246.220) los desacredita absolutamente como referentes para entender la realidad catalana. La paradoja es que son los partidos que tienen opción de gobernar en España. Esto acentúa la distancia entre las dos realidades.

Dudo que Navarro y Camacho aguanten mucho más al frente. Pero el problema no son sólo ellos sino la lectura que hace el partido. Intuyo que los sustituirán por perfiles aún más duros. Y será un error.

De los datos no podemos extraer ninguna conclusión definitiva respecto a lo que los catalanes quieren porque la participación es baja. Sí que se evidencia el estado de movilización de unos y de otros. ERC+CiU+IC suman el 65% de los votos (1.401.421 frente a 762.632 del resto). De hecho, la suma de PSC+PP+C’s (762.632) apenas suma algo más que solo el PSC en las elecciones de 2009 (708.888).

El objetivo de los soberanistas era que en Europa se hiciera la lectura que los catalanes están interesados en Europa y en ser escuchados. Es cierto que Catalunya ha aumentado su participación una barbaridad, más de 10 puntos (de 36,9 a 47,6). Pero con dos «manchas». Ni se ha superado el 50%, que era el reto, ni se ha sobrepasado a España de mucho (no llega a 2 puntos). ¿Creo que llamarán la atención? Creo que sí.

Eso sí, la lectura que se hará entre los poderes madrileños es que Mas ha perdido y, por tanto, el proceso. Desde hace unos meses tengo la impresión que estos poderes ya entienden de qué va esto. Ya entienden que es el pueblo quien empuja. Por eso atacan más a entidades que representan a la sociedad y no tanto a los partidos.

Pero de cara al pueblo español, de cara a las publicaciones, seguirán «vendiendo» que Mas nos ha abducido. Y que, por eso, el proceso ha entrado en un impasse. De nuevo será mentira. Que en ciudades como Terrassa, Sabadell, Tarragona, Lleida, Girona y… Barcelona haya ganado ERC-NeCat tiene un calado enorme, por muy elecciones europeas que sean. Incluso en Cerdanyola, mi ciudad, que es eminentemente castellano parlante y de familias emigradas del resto de España. Por muy baja participación que sea. Sergi Castañé ha colgado este mapa del área metropolitana (históricamente socialista y menos permeable al nacionalismo). Lo dice todo.

Area metropolitana

La sociedad catalana ha dado un nuevo paso hacia ser consultada. Cuando los pueblos claman, los poderes pueden retrasar los sucesos pero nunca pararlos definitivamente. El precio de la dilatación para el poder es ir perdiendo el control. Cada día que pasa sin oferta española y sin una solución que evite la consulta, es una pequeña victoria del soberanismo. Veremos si la breve calma hasta las próximas elecciones (en 1 año hay elecciones locales) permite a Rajoy alguna oferta.

La constitución y los catalanes

Constitución

Desde hace tiempo, tengo la convicción de que la independencia llegará a Catalunya más pronto o más tarde porque todos los diagnósticos que leo en la prensa de Madrid o entre los tertulianos unionistas son completamente equivocados.

En muchas ocasiones se señala que la comunidad autónoma donde mejores resultados obtuvo el apoyo a la constitución fue, precisamente, en Catalunya. En realidad, Canarias, Andalucía y Murcia por este orden, obtuvieron más síes y Canarias, de nuevo, es la que menos negativas dio. Pero aunque en rigor no sea cierto, es verdad que Catalunya es de las que más dijo sí (la 4ª y un 90,46%) y menos dijo no (2ª con 4,62%).

Lo que se preguntan los columnistas es; ¿cómo puede ser que los catalanes, que apoyaron de forma masiva la constitución, ahora no se sientan representados? Hay que tener en cuenta que en aquella época se veía a Catalunya como la más activa contra el franquismo, con más industria y más moderna. En resumen, éramos gente guay.

El último día de este 2013 ya superado, Enrique Gil Calvo se preguntaba esta cuestión que planteo en estos términos en El País: «¿Cómo es posible que el pueblo más culto, moderno e ilustrado de la península Ibérica haya caído en semejante regresión irracional?».

El artículo no se quedaba ahí. El propio título del artículo escondía la lectura que él hace de la situación: El misterioso caso catalán. Él mismo explica el por qué de este título: «surge como precedente lo que una historiadora catalana (Rosa Sala Rose) llamó ‘el misterioso caso alemán’: ¿cómo se entiende que el pueblo más avanzado de Europa inventase el nacionalismo völkisch?». Que nadie se asuste, que no nos está llamando nazis a los catalanistas, que eso El País no lo hace. Él mismo aclara a continuación que «al decir esto, no pretendo recurrir a la llamada ‘banalización del nazismo’, pues de ninguna forma cabe pensar que el catalanismo pudiera caer nunca en la criminalidad nazi». Pero unas líneas más abajo insiste: «deseo subrayar la flagrante contradicción que existe entre una sociedad vanguardista que en lo material y lo cultural siempre ha estado a la cabeza de España, como es la catalana, y una ideología política tan regresiva e involucionista como es el nacionalismo völkisch».

En definitiva; no nos acusa de nazis pero nos aplica terminología asociada al nazismo. Muy fino… Por supuesto, a continuación nos llama egoístas volviendo a vincularnos a los alemanes, por supuesto dejando para los españoles el igualitarismo solidario («Y esto explica tanto la insolidaridad de la Alemania de Merkel […] como la negativa de los catalanes a compartir la caja común española del igualitario café para todos.»). Y que, en todo caso, no podíamos esperar que «Rajoy y Rubalcaba se comportasen como mansos cristianos, caritativamente dispuestos a poner la otra mejilla para que se la sigan abofeteando».

Yo entiendo el desconcierto; ¿qué demonios ha pasado en 40 años para que los catalanes quisieran tanto una cosa y hoy la desprecien de forma generalizada? Todos los análisis de la prensa de Madrid apuntan a que nos hemos convertido en borregos que se dejan llevar por el liderazgo de Mas y Junqueras.

Si tuviera Gil Calvo delante le diría que, quizás debería buscar las respuestas en otro sitio. En honor a la verdad, él mismo apunta una de las causas: la sentencia del TC contra el Estatut. Pero le dedica la última línea después de descalificarnos a lo largo de todo el artículo.

Quizás debería plantearse qué lectura se hizo en Catalunya del texto constitucional: aperturista y de recuperación de instituciones. Y, a continuación, el uso que se le da hoy: negación a cualquier demanda. Y no hablo de la independencia. De hecho, ésta no hubiera llegado jamás si antes no se hubieran cerrado muchas puertas. Y en todos los casos, usando el texto que aprobamos con ilusión. ¿Espera que aún lo sintamos como propio?

También le explicaría que llamarnos insolidarios cuando el 40% de nuestros impuestos nunca vuelve es algo que en Catalunya no sienta bien. Él llega a la conclusión de que el problema el sistema de herencias catalán (según dice idéntico al alemán). Pues no sé hasta qué punto eso afecta. La pregunta es: ¿no afectaba hace 40 años? ¿De verdad la distribución fiscal no tiene ningún peso en todo esto?

Y, sin duda, lo que más separa, lo que más nos aparta emocionalmente son las constantes apelaciones al nazismo, a nuestra insolidaridad, a tratarnos como unos borregos manipulables, a considerarnos filoterroristas (como han hecho ministros), a la impunidad con la que, sobre todo, la derecha nos insulta y a la pasividad, en el mejor de los casos, de la izquierda. Quizás la respuesta está en el tono de su propio artículo. Léalo detenidamente y entenderá por qué.

Lo que sucede es que probablemente me consideraría uno más de la masa. Un adoctrinado al que Mas y Junqueras le han lavado el cerebro y ha caído en lo étnico. Aunque eso no explica cómo yo, que la mitad de mis genes tienen la misma «etnia» que la suya, hayan concedido a la otra mitad todo el poder. Adoctrinadas también. Seguro.

Las encuestas tras la pregunta

Después de que los partidos favorables al referéndum pactaran la doble pregunta, era inevitable que los medios hicieran encuestas para conocer la reacción de los catalanes. Así, la semana pasada El Periódico y esta La Vanguardia han publicado sus resultados.

Portada encuesta de El Periódico

La portada de El Periódico demuestra aquello de que «hay mentiras, grandes mentiras y estadísticas». Para entenderlo hay que tener en cuenta 2 aspectos: el primero es que en Catalunya todo el mundo tiene claro que la victoria del sí ha de ser clara. Por supuesto, el 50% no es negociable. Atención al titular: «El sí a la independencia gana sin llegar al 50%». ¿Perdón? ¿Cómo es posible ganar sin llegar al 50%? Yo os lo explico…

Aquí entra el segundo aspecto: En todo referéndum hay abstención. Gente que no lo tiene claro o que, sencillamente pasa. Tengo entendido que en casos tan importantes, las participaciones están sobre el 80%. Fijaos que en la encuesta, el 19,7% no se define. Cuando votamos, la gente que no lo hace, no cuenta de cara a hacer mayorías. Y ahí reside la clave. En esa encuesta sólo el 80,3% votaría. Eso convierte el insuficiente 44,1% en casi un 55%.

En el interior del diario, separa los indecisos de los que quieren abstenerse. Incluso considerando que todos los indecisos votaran que no, el independentismo seguiría ganando con un 52% de los votos.

Encuesta de La Vanguardia

También en la portada de La Vanguardia tratan de colar su mensaje. El titular: «Empate» y, ocupando el espacio principal, los dos gráficos de la izquierda de la imagen. Según su encuesta, los que votan Sí+Sí y la suma de los que votan Sí+No y No suman lo mismo. No sólo eso; un pacto fiscal (lo que La Vanguardia defiende de siempre) arrasaría.

No hay que perder de vista un aspecto. La doble pregunta resuelve un asunto importante: une a los favorables al referéndum en una pregunta. Pero desde el punto de vista independentista creo que añade una dificultad, si el referéndum llega a producirse. Algunos descontentos próximos al independentismo renunciarían a la independencia si se les diera una opción de pacto diferente con España. La opción Sí+No responde a esa llamada, aunque sea puro humo porque las instituciones españolas no han ofrecido nada ni parece que lo vayan a hacer. Si la pregunta sólo fuera binaria y sin oferta española que contrapese las ofertas de la independencia, algunos se sumarían al Sí.

Lo que ninguno de nosotros sabe es qué hará la gente del Sí+No cuando se haga evidente que es una propuesta vacía de contenido. ¿Migrarán a opciones más diáfanas o se quedarán donde están? Nadie lo sabe. En mi opinión, si el gobierno de España no lo llena de contenido, se irá despoblando. ¿Hacia dónde? Mayoritariamente al Sí + Sí. ¿Por qué?

Parlamento catalán encuesta noviembre 2013

En más páginas interiores, La Vanguardia publica más datos. Uno de los interesantes es el que se ve en esta imagen a la izquierda; cómo evoluciona la identidad catalana. Según esta encuesta, la identidad catalanista (más catalán que español y sólo catalán) suman un 56,5%. Aunque no creo que haya que interpretarlo de una forma rígida, el porcentaje coincide con los que votarán Sí a Catalunya como estado (independiente o no). Esta cifra ha crecido en dos meses más de un 1% (las cifras de octubre las tenéis entre paréntesis). Y el sentimiento de «más catalán que español» pierde apoyos en favor de «sólo catalán». Creo que quedan claras las tendencias.

Enric Juliana, el enviado a Madrid de La Vanguardia y una de las mejores plumas del diario, vaticina un decrecimiento del independentismo porque la «cuestión catalana», a la vez que se materializa, va en contra del realismo moderado catalán. Toda su argumentación se basa en que el apoyo a la consulta se reduce. Mucho. Alrededor de un 10% en dos meses. ¿Tiene razón Juliana? Yo creo que no.

Hace aproximadamente un mes (por tanto, entre esta encuesta y la anterior), el PSC salió del pacto por el referéndum. Estaba cantado. Para el PSC es un problema gestionar tensiones enormes con el PSOE. Y eso hace que muchos que, como el PSC, defendían la consulta por higiene democrática, hayan abandonado masivamente esta opción. Para mi, no cambia nada; en realidad, ya estaban en contra.

Líderes unionismo

De hecho, tanto el PSC como el PP tienen un grave problema con Ciudadanos, que empieza a configurarse como 3ª fuerza política. Fijaos en la valoración de los líderes en función del partido al que votan. Los votantes del PSC valoran casi tan bien a Albert Rivera (3.76) como al propio Pere (3,86). En el caso del PP es aún más sangrante. Los votantes del PP valoran mejor a Albert (5.69) que a la propia Alicia (4.76). Ni los propios votantes de Rivera lo valoran tan bien (5,29).

Y como parece difícil que la consulta pueda realizarse, parece que vamos hacia elecciones y, en caso de mayoría independentista, declaración unilateral de independencia. La encuesta (en la penúltima imagen) habla de una mayoría sobre los 2/3 de los partidos favorables a la consulta entre 87 y 92. Hoy suman 87.

Yo casi diría que los resultados son incluso más favorables a la independencia de lo que hubiera esperado. La opción del Sí+No es muy atractiva desde el punto de vista de los catalanes. Pero no descuidemos que la verdadera migración de los catalanes se ha dado, precisamente, de ese Sí+No al Sí. En mi opinión, la apuesta de la sociedad sigue su curso.

El consenso sobre la pregunta

la pregunta

Esta tarde, los partidos que representan de forma mayoritaria a Catalunya han acordado que, si Madrid deja hacer la consulta, se harán dos preguntas: «¿Quiere que Catalunya sea un Estado?». Y en caso de contestar sí, «¿Quiere que Catalunya sea un Estado independiente?». Y ya hay una fecha: 9 de noviembre de 2014. Mariano Rajoy ya ha dicho que no la autorizaría. Algunas reflexiones:

En primer lugar, debo reconocer que estoy sorprendido. Cuando empezaba la legislatura catalana dije que me parecía imposible. Dije que el parlamento no tenía operatividad política. Además, los catalanes tenemos cierta experiencia en ver cómo nuestros políticos acaban peleándose cuando menos toca.

Hace unas semanas estaba convencido que la pregunta sería lo que probablemente pararía el proceso. Algo me dice que las élites madrileñas estaban convencidas de lo mismo. Por ahora, y probablemente porque Catalunya tiene una generación política de mayor altura que en otras épocas, el proceso sigue los pasos establecidos.

En segundo lugar, la única opción posible para los catalanes hoy por hoy es independencia. Y con esto no quiero decir que los independentistas irreductibles sean mayoritarios. Más bien pienso lo contrario. Pero en Catalunya hay mucha gente huérfana políticamente hablando. Las instituciones españolas no les dan espacio. ¿Qué hacer cuando el maltrato es obvio y, desde Madrid, dicen que no piensan cambiarlo?

Yo soy poco amigo a creer en los complots. Pero hablo con mucha gente que tiene empresas de sectores diferentes. Los hay independentistas y no independentistas. En 3 ocasiones y en 3 sectores diferentes me han confesado que hacienda empieza algunas inspecciones en Catalunya. ¿Qué puede sentir un no independentista frente a esa situación?

En tercer lugar, uno de los mejores argumentos en contra de este pacto es que CiU, ERC, Iniciativa y las CUP no suman dos tercios de la cámara, la mayoría necesaria para reformar el estatuto. Ahora bien, esa mayoría no se ha dado porque el PSC se ha quedado fuera. Quienes dicen eso, que no pierdan de vista que absolutamente todas las encuestas dan la mayoría cualificada (2/3) a la suma de los partidos que han dado apoyo a la pregunta.

En cuarto lugar, Artur Mas y CiU siguen cayendo en las encuestas. Mi opinión es que eso sucede porque toda una vida viviendo de el peix al cove dan poca credibilidad a Mas como timonel hacia la independencia. Pero atentos, su fuga de votos acaba en el saco de ERC. Si consigue ser creíble (y creo que poco a poco, los hechos lo reforzarán) creo que recuperarán en parte lo perdido.

En quinto lugar, el PSC sigue desnortado. Hasta ahora, era él el que garantizaba los 2/3. Hoy es su fuga de votos la que hace que la cámara siga sumando los 2/3 en las encuestas. Como españolistas, Ciutadans son mucho más creíbles. Y como catalanistas, no apoyar la consulta porque está abocada al fracaso no se sostiene. ¿No volverá a presentar ninguna ley que no vayan a ganar con seguridad?

En sexto lugar, ¿el PSOE y el PP seguirá tirándonos en cara la Constitución? Aunque sigo viéndolo muy difícil, cada vez tengo más la impresión de que, si siguen así, ganará. No será vía referendum, por supuesto. Eso pueden impedirlo. Pero siempre nos quedará convocar elecciones, donde es mucho más fácil que salga el sí.

En séptimo lugar, el 9 de noviembre, se convertirá en una trampa para Madrid. Desde el punto de vista catalán, será la inversa del 11/9 (diada nacional catalana), además de ser la forma de expresar el 11 de septiembre a la americana. Pero hay algo más significado: el 9 de noviembre de 2014 hará 25 años de la caída del muro de Berlín. En Catalunya se leerá como una fecha de liberación, del poder de la ciudadanía frente a las administraciones. Y en Madrid hablarán de que aquello unió, no separó. Pero eso les encorsetará en un discurso que en Catalunya no cuajará.

Los políticos catalanes están a la altura de las circunstancias. El interrogante sigue estando en qué harán las instituciones del estado para cambiar el rumbo de todo esto. O quizás tampoco sea un interrogante.

De vueltas al relato

Vía Catalana

He hablado varias veces en el blog sobre la importancia del relato en la política. Las sociedades tienen una mítica colectiva que otorga legitimades y poderes que se dan «de facto». Y los políticos tratan de llevar ese relato a su terreno tanto como pueden porque eso los convierte en centralidad política.

Un buen ejemplo de ello es Gibraltar. Los españoles, en general, sienten que aquel territorio es legítimo de España, aunque no forme parte de su mapa oficial. En cambio, los ingleses también lo sienten como propio. Ello lleva a un choque de legitimidades, que suele basarse en discursos más emotivos que, de verdad, racionales. Paradógicamente, la gente siente que sus opiniones son de lo más «razonadas». Esa es la gran fuerza del relato.

A raiz de un debate en twitter, he vuelto a sacar el concepto respecto al proceso independentista catalán. En alguna ocasión he justificado que la gran manifestación del 11 de septiembre de 2012 cambia por completo el relato. El derecho a decidir se convierte en centralidad. Y eso «centra» al independentismo. Por primera vez, los independentistas se miran y se plantean si son mayoría.

Recuerdo que en 2009 se presentó un libro «Jo no sóc espanyol» (Yo no soy español) donde gente conocida afirmaba que era independentista.Creo que el título dice mucho del independentismo pre sentencia del TC de 2010. La afirmación nacional era en negativo. Se hacía difícil sumarse a un proyecto en el que el objetivo principal no era ser catalán sino dejar de ser español.

Pero eso cambia radicamente en 2010. De los por qués no estoy muy seguro. Si sé que la reacción coherente con el pasado en aquel momento hubiera sido un cabreo monumental. Lo que pasó es que mucha gente dijo: «Basta». Pero fue un «basta» con voluntad de cambiar las cosas. De construir. Y eso traía como consecuencia abandonar el «yo no soy» para pasar al «soy y quiero afirmarme como». Diferencia sustancial.

Conforme el relato independentista ha ido calando, élites academicistas han dotado al independentismo de un cuerpo teórico muy potente. A cada argumento por la unidad, se ha enviado una respuesta razonada y razonable. Hasta el punto en el que mucha gente que se siente española se siente incapaz de contestar esas argumentaciones. Frente a eso, han tomado tres actitudes diferentes: los que aceptan los postulados de la independencia, los que lo entienden pero no pueden sumarse por el corazón, y los que se molestan porque son minoría, sin darse cuenta que antes les tocó a otros.

Una de las claves reside, precisamente, en que es factible sentirse español y, en cambio, querer la independencia. Porque el relato, a pesar de lo que publican en Madrid, no es anti español sino pro catalán. Sin ese click, hubiera sido imposible un cambio tan sustancial en una Catalunya donde, incluso los que se apellidan Puig o Domenech, de segundo apellido tienen Rodríguez, Martínez o Fernández.

En cambio, el relato español, paradógicamente, es profundamente excluyente. Ni los Martínez se pueden sumar a un «si os vais, os haremos la vida imposible». ¡Entre otras cosas porque viven aquí! No hay ni un solo argumento por parte de los «generadores» de relato (políticos, medios…), que vaya en la línea «España merece la pena». Algo sobre lo que los españoles deberían abrir una reflexión (con independencia del caso catalán).

Eso es lo que lleva a que gente muy cercana a mi hace muy pocos años lloraban (literalmente) al escuchar el himno de España (por ejemplo, en las olimpiadas de Barcelona, o después de ganar un Mundial de Fútbol) y hoy dudan. Cuando no, tienen claro que votarían un rotundo sí. Puedo equivocarme, pero mucha de esa gente está deseando un mensaje conciliador de España. Están deseando una buena oferta para tener una excusa para dar el no. Pero que llegue, se hace aún más imposible que la propia independencia (que ya es harto difícil).

A medio plazo y de seguir así las cosas, el relato catalanista ganará. Eso sí, su gran reto es que, ahora que se siente mayoría, no se pase al discurso excluyente. Sería un grave error estratégico hacer sentir a los que defienden el «no» que esta no es o no podrá ser su tierra si gana el «sí». Porque entonces muchos votarán «no». Y, sobre todo, porque aunque ganara el «sí», sus emociones van a seguir ahí. Donde estaban. Y han de tener el derecho que hoy no tengo dentro de España. O esto no merecerá la pena.

El federalismo del PSC

Consejo territorial PSOE Granada

Por lo que conozco de gente del PSC, su apuesta por el federalismo es real y sincera. Estoy convencido de que creen honestamente en que la única vía es el diálogo y la negociación. Incluso he expresado algunas veces que lo que proponen lo comparto e, incluso, lo secundaría.

El problema, como señalaba hace unos meses en el blog, es que, si no hay nadie al otro lado con quien negociar, es absurdo hacerse trampas al solitario. Mi tesis era que el federalismo en el sentido que se le está dando en Catalunya no tiene espacio en España. Lo que les decíamos algunos es que, una vez lancen sus propuestas a los partidos estatales, no les harán ni una sola concesión. Y, ante la negación rotunda de mis amigos del PSC, llega la declaración en Granada de este fin de semana.

El PSC se presentó con lo que en su programa electoral de noviembre llamaron las 4 R’s: Reconocimiento nacional (la constitución ha de decir claramente que Catalunya es una nación), Reglas (separación clara de competencias sin interferencias mutuas entre administraciones), Representación (reorganizando el Senado para que sea una cámara de representación autonómica de verdad) y Recursos (agencia tributaria propia consorciada con el gobierno español y cumplimiento del principio de ordinalidad añadiéndolo a la constitución).

Esto lo compraríamos muchos. Muchísimos. Nos sentiríamos cómodos en una España así. ¿Y con qué ha vuelto el PSC de negociar con un PSOE que, hoy por hoy, ni siquiera gobierna? Con la reforma del Senado, aunque no en la forma en que el PSC proponía (de hecho, hasta donde yo sé, no se ha concretado ninguna fórmula).

Respecto al reconocimiento nacional, de ponerlo en la constitución, nada de nada. En todo caso, cada estatuto podrá formular si es o no una nación. El PSC dice que si el estatut en el preámbulo dice que somos una nación es que se ha conseguido la misión. Lo que no dice es que esto es un café tan descafeinado como sea posible para todos. Y si no, al tiempo. No hay ningún reconocimiento explícito al hecho diferencial en la constitución que es, no lo que estamos dispuestos a negociar, sino lo que exigimos. Y también olvidan decir que el TC dejó muy clara la validez que tenía que nos declaráramos nación en el estatut; ninguna. Por lo tanto, ningún cambio en este sentido.

Además, también llevaban el derecho a la autodeterminación. Me imagino que aún hay gente en el PSOE con ataques de la risa. Por supuesto, y por mucho que ellos insistan en la negociación, esto no se negocia. Los poderes de Madrid controlan la ley y jamás lo aceptarán.

Por lo que se refiere a los recursos, la cosa ha sido más jocosa, si cabe. En un primer momento, el PSOE dijo que ni hablar de añadir el criterio de la ordinalidad porque «algunas comunidades se pueden molestar» pero que «recogerían el espíritu». El criterio de ordinalidad es algo tan sencillo y obvio como que la posición en el ranking que cada comunidad ocupa en pago de impuestos per cápita debe ser la misma que la posición en el ranking de lo que la administración gasta per cápita. Es decir, si soy el tercero pagando impuestos, tengo que pagar más que el cuarto pero nunca tanto como para perder esa tercera posición (lo contrario quiere decir que el tercero es muchísimo más solidario que el cuarto, lo cual, no tiene sentido si el cuarto también forma parte de los ricos).

Que recoja el «espíritu» significa lo mismo que cuando el PSOE se comprometió a empezar a pagar la deuda histórica con Catalunya dos años antes de lo que decía el papel (se movió 2 años por el compromiso español), papel mojado. Esto provocó que la prensa catalana y la gente se echara al cuello de Navarro y supongo que eso le hizo endurecer los criterios. No, el documento debía recoger explícitamente el término si, en realidad, no aceptaban nada más.

Vistas las circunstancias, el PSOE aceptó añadir la ordinalidad. A cambio, explicitaron también que «nunca sería ley». O sea, que nunca tendrán la obligación real de cumplirlo, vaya. Es decir, que a los catalanes nos tratan de imbéciles. No se me ocurre otra explicación. Deben pensar que, a estas alturas, aún nos las pueden dar con queso.

Llevo tiempo diciendo que los poderes españoles (afincados esencialmente en Madrid y de un nacionalismo de matriz castellana) no están haciendo el diagnóstico correcto. Los catalanes no nos fiamos. Nos han engañado demasiadas veces. Incluso un no catalán que no esté de acuerdo con la independencia debería poder ver que estos tejemanejes de «te hago ver que lo acepto sin aceptarlo» es insultar a nuestra inteligencia.

Mientras tanto, y a la vez que el PP abre el melón del trasvase del Ebro (poniéndose en contra a la provincia menos independentista de Catalunya, haciendo más fácil el camino hacia el estado propio), ERC se iba al Baix Llobregat (uno de los feudos del unionismo) a proclamar las claves de la independencia y ha lanzar un mensaje sutil pero de gran calado: un partido que siempre ha hablado de «els països catalans» dice ahora que cada país (Catalunya, Baleares, Valencia y… el Rosselló en Francia) han de hacer su propio camino. ¿Sabéis qué significa esto? Que ERC se compromete a no molestar a los franceses, uno de los grandes poderes en contra de la independencia. Mientras unos juegan bien sus cartas, los otros…

Navarro decía ayer que había sido una «jornada histórica» y que esto provocará que el resto de partidos se posicionen alrededor de su propuesta. Yo no le doy más de 1 semana de vida (efectiva). Veremos quién tiene razón…

PD: Me ha llegado este vídeo a través de Jaume Clotet 10 minutos después de acabar el post. Esto es lo que sucede cuando te dedicas a molestar a los demás.

 

La caída de CiU

Artur Mas

Casi desde la misma celebración de las elecciones autonómicas catalanas, la rumorología ha apuntado a que CiU podría estar sufriendo un enorme desgaste. Por un lado, parece bailar al compás de ERC y dicen que la gente prefiere al «original». También CiU y Artur Mas están trasmitiendo un derrotismo que lleva a la gente a desapuntarse de una opción que no se percibe ganadora.

Lo sorprendente ha sido cuando alguien se ha atrevido a publicar los datos en forma de encuesta que luego el CEO ha confirmado. ERC sería la fuerza mayoritaria. Junqueras está haciendo un buen trabajo, eso es evidente. Pero que se giren las tornas tanto como para un cambio de este calibre llama la atención.

No puedo evitar pensar en aquellos que se burlaban de Artur Mas tras las elecciones y le decían que no había leído bien lo que decía la calle y añadían que el secesionismo había fracasado. Estos resultados no hacen más que consolidar que el camino a la consulta es imparable. Diga lo que diga la ley. ¿Cómo lo pararán? ¿Suspendiendo la autonomía? ¿Metiendo en la cárel a Mas por sedicioso? ¿Enviarán los tanques? ¿De verdad nos regalarán un error de ese calibre?

De todas maneras, no lo puedo confirmar pero, hasta donde yo sé, es cierto que ese tipo de estupideces ya sólo se dicen para el populacho. Las altas esferas de poder de Madrid parece ser que están preocupadas. Y además saben que una España sin Catalunya no es económicamente viable. Y que por mucho que sea el único país europeo que se niega sistemáticamente a reconocer todas las independencias que se producen en el mundo, la cosa no estaría tan clara a su favor como podría parecer.

Por otro lado, y tímidamente, ya empiezan a publicarse propuestas muy inteligentes para dificultar el proceso. Algunos están estudiando hacer un referendum con tres opciones. Ya le colaron una así a Jordi Hereu cuando era alcalde de Barcelona. Y así le fue. Algunos, desde Catalunya, parece que estarían dispuestos a apoyar una propuesta así. Lo que me pregunto es si los catalanes nos meteremos un autogol histórico (otro más) de este calibre.

Es verdad que la situación es muy difícil para Artur Mas. Necesita colaborar con Junqueras porque, como se desmarque, las acusaciones de que no quiere llegar hasta el final se corroborarán. Este tren va muy rápido y bajarse en marcha es muy peligroso. ¿Y continuar? ¿Qué costes tiene?

Yo tengo dudas. Muchas. Los datos arrojan unas cifras muy malas para CiU. Desde luego, Artur Mas ha de preocuparse. Pero yo no tengo claro que Junqueras pueda dormir convencido de que será el futuro presidente. En primer lugar, los movimientos estadísticos tan rápidos me generan una gran desconfianza. ERC recibiría algo más de 1 de cada 4 votantes de CiU en las elecciones anteriores. ¿En sólo 6 meses? Y estas estadísticas pierden fiabilidad con cambios así porque obliga a que se «cocinen» mucho.

En sengundo lugar, cuando preguntan a los votantes de ERC qué opinión les merece la gestión del gobierno y, sobre todo, qué opinan de Artur Mas, el apoyo es anormalmente alto. Lo que a mi me sugiere este resultado (y esto no es nada científico) es que muchos votantes de CiU se van a ERC como garantía de que se consuma el proceso y que si Mas cumple su palabra, muchos de ellos volverán.

De todas formas, quizás lo que estamos viviendo es un vuelco histórico. Pero no respecto a CiU sino respecto a la estructura del voto. La historia tiene mucho más peso en el presente de lo que nos pueda parecer. Quizás la anormalidad histórica haya sido la residualidad de ERC durante 40 años de democracia cuando en la república había sido el partido transversal. Quizás esa sea la función histórica de Junqueras, devolver a ERC a su sitio natural.

Esto hará (y está haciendo) daño a Mas, pero a quien creo que más le afecta es a PSC. Al fin y al cabo, Catalunya independiente o no, necesitará una referencia conservadora donde CiU puede instalarse sin mucha competencia. Pero si ERC se hace con el centro izquierda moderado, ¿qué lugar le queda al PSC? Y, aunque no es el tema de este post, debo reconocer que me sorprendió un poco el tono de El Periódico respecto a la encuesta que publicó. Es evidente que hace daño a CiU. Pero, ¿será también un giño a ERC? ¿Estará descontando que el PSC se queda fuera de juego?

sorpasso de ERC

Sea como fuere, lo que no se mueve ni un milímetro son las respuestas respecto a la independencia. La centralidad política se mantiene en el derecho a decidir y en que se celebre una consulta (incluso los datos podrían considerarse altos en partidos del no). Eso sí, la esquizofrenia catalana se mantiene. De entre todas las opciones sobre el futuro de Catalunya, la mayoritaria es la independencia, pero la suma de preferencias por ser una región, una autonomía y un estado federal gana. Respecto a si estaríamos de acuerdo en que Catalunya fuera un estado independiente, arrasa (literalmente) la independencia. Y, finalmente, si creemos que la gente votará sí o no, empate técnico. Por cierto, para los que teman por la lengua española en una Catalunya independiente, gana por goleada una cooficialidad con el catalán, también entre los independentistas.

Nacionalismo y patriotismo

No son pocas las veces que hemos escuchado «yo no soy nacionalista, yo soy patriota». Pero, ¿cuál es la diferencia entre un concepto y el otro? Los que defienden la distinción señalan que el patriotismo tiene que ver con el amor a la patria, a lo propio. Un concepto que viene muy de lejos. En cambio, el nacionalismo es un concepto más moderno y tiene que ver con el desprecio a lo ajeno.

En cambio, esas mismas personas hablan sin tapujos que la única nación es la española. No dudan que España es una gran nación. Al gran debate político anual le llamamos debate del estado de la nación. Lo «otro», suponiendo que lo concedan, son «nacionalidades». ¿Cómo es posible que «nación» esté tan denostado para unas acepciones y, en otras, sea positivo?

El concepto nación nace con la revolución francesa unido al de ciudadanía y se expande en la época del romanticismo. Con él se forjan la nación y democracia francesa, las unificaciones alemana e italiana… Y cala la idea del estado nación. Los problemas del nacionalismo llegan cuando un señor con mala leche, que provocó 50 millones de muertes, decidió llamar a su máquina de matar nacional socialismo. Es curioso. El concepto socialismo quedó intacto, quizás porque tuvo un contrapoder. El nacionalismo estará unido para siempre al genocidio.

No es de extrañar que una mente tan privilegiada como la de Einstein recelara de una región al norteste de España donde unos tipos se hacían llamar nacionalistas. Lo cierto es que, cuando lo conoció de primera mano, dijo: «ahora os entiendo, pero no le llaméis nacionalismo».

De acuerdo, hemos convertido la palabra en pecado. Pero, ¿qué diferencia real hay? Quiero decir, ¿cómo puede alguien sentir con orgullo que él forma parte de la nación española, y luego añadir que no es nacionalista? De otra manera: ¿qué hace diferente a un patriota español y a un nacionalista catalán?

Un patriota espalol disfruta viendo ganar a la selección española. Le gusta ver a Alonso en lo alto del podium y saca pecho cuando un científico español da con la clave del cáncer. Se enorgullece de los pintores que la historia ha decidido prestarle y se emociona viendo la riqueza paisajística de su país. Por no hablar de la gastronomía. Por supuesto, le duele que sus políticos tengan poca influencia en el mundo, o que le insulten porque es «vago».

¿Y un nacionalista catalán? Pues no puede ver la selección catalana, pero le gustaría. Le gusta que gane Pedrosa o Jaume Alguersuari. Valora sus científicos, paisajes, gastronomía. Y, claro, le molesta que sus políticos no decidan tanto como le gustaría a él, que le insulten… Es decir, lo mismo.

¿Lo mismo? De hecho, no. Porque él no disfruta de su selección. Tampoco puede decir que a él Alonso le importa tanto como a un español Romain Grosjean. Le miran raro. Por ley, sus símbolos son menos símbolos que los del patriota español. Por ejemplo, las banderas españolas han de estar en el sitio preeminente. Y, por supuesto, aunque proteja la lengua mucho menos que el patriota español, se excede. Es decir, que son lo mismo. Lo que les diferencia es que el patriota español está legitimado. El catalán, no.

¿De dónde emana la legitimidad? Del estado. Los sociologos se pasaron muchas décadas asimilando patriotismo y nacionalismo. Hace 30 años que dejó de ser así. Siempre encontraremos filósofos dispuestos a decir lo contrario y, curiosamente, son los mismos que se llaman a si mismos patriotas. Pero la mayoría reconocen que no hay distinción posible.

El debate lo abre el experto en psicología social Michael Billig, que construye el concepto nacionalismo banal. Banal no porque sea minúsculo, sino por lo contrario. Lo banal es tan habitual, forma tanto parte de la vida cotidiana, que se percibe como «lo normal».

Por ejemplo, es normal ir a la plaza de la Cibeles de Madrid y que esté llena de banderas. Y es normal que, cuando salen los toros, la plaza esté presidida por banderas españolas. No es que pase, es que es «lógico». No puede ser de otra manera.

cibeles

Hasta hay cosas preocupantes. En la semana santa, los pasos salen a la calle con el himno de España seguidos por la legión, que canta «el novio de la muerte«. Menudo cockel, ¿eh? Patria, fe y ejército.

Ya hablaré otro día de los medios de comunicación, pero hoy un apunte. Se dice que TV3 trata de imponer una idea de nación catalana. La prueba gráfica es el mapa del tiempo. Representan «els paisos catalans» y no sólo el principado. Lo que no dicen es que Tv3 se veía en las 3 comunidades hasta que lo impidió el PP. Es decir, que era el territorio de su audiencia. ¿No parece normal que una televisión dé el tiempo del territorio donde se emite?

mapa del tiempo

Muy bien, a pesar de lo dicho, acepto que un mapa del tiempo configura la percepción de la realidad. Si asumimos esto, ¿pensáis que el mapa del tiempo de TVE y del resto de cadenas no crea marco de referencia? ¿Qué le confiere al mapa de TV3 de un poder especial que el mapa de TVE no tiene? Son líneas, son mapas…

mapa del tiempo tve

La fuerza del nacionalismo banal es que, a través de su normalización, se incorpora con fuerza en el imaginario colectivo. Es así como niega su propia existencia. Se le detecta porque lleva a sus defensores a respuestas del tipo: «porque es lo normal», «¿dónde estamos?», «lo pone en tu DNI»… Razones que son más emociones que realidad.

El vídeo de Telemadrid y el nazismo

telemadrid

Esta mañana Jordi Basté hacía una comparación en la radio interesante que creo que explica muy bien algo en lo que he insistido algunas veces.

Hace unos meses TV3 hizo un vídeo lamentable sobre los jugadores del Madrid comparándolos con hienas.

 

Esto es lo que pasó una semana después en la propia TV3 y en el mismo programa.

 

Para los que no lo entendáis, una disculpa. El presentador dice: «cuando uno se equivoca hay que pedir disculpas, por eso no hay más remedio que pedir perdón si alguien se ha sentido ofendido». Y añade: «la comparación con las hienas ha sido desafortunada y entendemos que haya gente que se haya molestado». A todo esto hay que sumar que el canal 24 horas de TV3 hizo cada media hora un pequeño mensaje de disculpa.

Esto es lo que ha pasado con un tema absolutamente banal, como el fútbol. En un tema mucho más importante, esto es lo que se emitió hace 1 semana en Telemadrid, ese canal…

 

Es decir, que Telemadrid compara Hitler, Stalin y la banda terrorista ETA con los líderes que los catalanes hemos escogido a través de las urnas. ¿Y sabéis lo que hemos recibido como respuesta a las protestas catalanas? Pues esta es la de su presentadora:

Cristina Ortega

Yo ya me alegro de que los medios catalanes no practiquen este tipo de periodismo. Me alegra que cuando se equivoque, pida perdón. Ya sé que no todos los medios españoles tienen el mismo tono. Pero a mi me gustaría ver esos otros medios criticando a Telemadrid por decir esto.

¿Dónde está esa izquierda española tan democrática? ¿Dónde están esos discursos defensores de la libertad? ¿Qué pasa? ¿Que si llaman nazi a la Ada Colau tenemos que salir todos a defenderla pero cuando nos acusan a los catalanes no tiene importancia? Porque sí, atacar nuestras instituciones es atacarnos a nosotros, como cuando un medio alemán insulta a Rajoy lo interpretamos como un agravio a los españoles.

Suerte que hay gente con mucho sentido del humor. El ser humano tiene la capacidad de burlarse hasta de las cosas más graves. Y, como dice Woody Allen, «comedia es igual a tragedia más tiempo». Aún deberemos darles las gracias por aportar las dosis de tragedia suficiente como para reirnos hasta las lágrimas. ¿Cómo se pondría Hitler si supiera que lo comparan con unos tipos que piden votar?

 

PD: A ver si utilizamos entre todos el adjetivo nazi con un poco más de cuidado. A ver si de tanto banalizarlo, vamos a tener un disgusto.

Lo que Monago no cuenta

Monago, Extremadura

Estos días el presidente de Extremadura y su equipo se están acordando mucho de Catalunya. No es algo nuevo porque Rodríguez Ibarra también hacía constantes alusiones. Sus discursos se adaptan a las nuevas circunstancias y al relato. Extremadura, modélica, ha conseguido generar superhabit en su comunidad. ¿Por qué, si ellos han hecho los deberes, han de aceptar que las que no los han hecho reciban el premio de ver reducidos sus objetivos de déficit?

¿Saben qué les digo? Que le doy la razón. Es tramposo que aquellos que no cumplen con las exigencias se vean premiados con facilidades. Ello genera incentivos perversos: si al no cumplir con lo pactado consigo premios, para qué cumplir. Así, Catalunya no merece ningún premio por no haber llegado allí donde Extremadura sí ha llegado.

Ya que Monago quiere comparar la realidad catalana con la suya, podría ver que Extremadura tiene un paro superior al 35%, lo que le sitúa casi 11 puntos por encima del catalán. Es más, Extremadura este mes de marzo (de 2013, el último del que tenemos datos en el momento de escribir este post) es de las pocas que han crecido en parados. Extremadura tiene un superhabit fiscal equivalente al 18% del PIB anual. Es decir, que cada 5 años el resto de españoles hemos entregado el equivalente a «un año de PIB» a los extremeños. Por si esa perspectiva no es suficientemente significativa, sirva decir que equivale a añadir más de un 50% del gasto e inversión pública a lo que ya pagan los extremeños. Por cada euro que pagan los extremeños, el resto de españoles les damos en concepto de solidaridad más de 50 céntimos. En el año 2005, el único del que el estado español ha dado datos, los extremeños pagaron algo más de 4.000 millones de euros y recibieron casi 7.000 millones. Casi el 75% de lo que los propios extremeños han pagado.

Ya que le apetece compararnos, resulta que los catalanes hemos sufrido un déficit fiscal del 8,5% de media, lo que implica que cada 12 años perdemos 1 completamente. Y eso se corresponde al 40% de nuestros impuestos. Es decir, por cada euro que pagamos, sólo nos vuelven 60 céntimos. En realidad, es algo menos.

No sé qué se preguntan los extremeños. Sí sé lo que me preguntaría yo: ¿qué han hecho nuestros políticos con el dinero de la solidaridad? ¿Generar riqueza? ¿Crear una industria? ¿Posicionarse en el mundo? ¡No! A pesar de gastar por habitante más que Catalunya en política exterior. La única riqueza que han generado es… plazas de empleo público. En definitiva, lo que todos sabríamos hacer. ¡Y con el dinero de otros!

En Extremadura hay 1 funcionario por cada 11 habitantes  mientras que en Catalunya 1 por cada 25. La maginitud del drama es que, 1 de cada 4 empleados en Extreamdura es público. No sólo eso. Según un estudio del BBVA, el 40% del total de lo que se paga en forma de salarios en Extremadura son sueldos públicos. Si el 25% de los empleos son públicos y estos generan el 40% de los salarios, algo raro está pasando. El sector privado es incapaz de igualar lo que paga el sector público. Valiente política de crecimiento. Y ahora, señor Monago, ¿dónde están los incentivos perversos? ¿En la flexibilización del déficit a una comunidad que aporta al sistema muchísimo? ¿O en el subsidio sistemático de una región en la que sus presentantes demuestran una incompetencia total a la hora de generar riqueza? Tomando sus palabras: comamos, pues, todos del mismo menú.

Hay quien me dirá, con razón, que las balanzas fiscales no tienen nada que ver con los presupuestos de las autonomías. Pero es innegable que el hecho que el estado se encargue de sobreinvertir en una región libera al gobierno autonómico de ciertas tareas, lo que le permite gastar el dinero en otras cosas. Y es justo eso lo que ha sucedido. Los extremeños han recibido servicios que otras comunidades, teóricamente más ricas, no han podido poner al alcance de sus ciudadanos.

Así que, señor Monago, podríamos hacer la comparación de otra forma. Quizás más justa. Si los catalanes tenemos un déficit en la Generalitat del 2% y, a la vez, un déficit fiscal del 8,5%, en realidad estamos generando un 6,5% de superhabit. En cambio, ustedes tienen un minúsculo 0,7% de superhabit en su gobierno autonómico pero un 18% de superhabit fiscal, por lo que, en realidad, están ustedes generando un descomunal déficit. Un déficit que, de ser ustedes un estado, les hubiera llevado a la quiebra sin ninguna duda. Para dimensionar esa cifra, piensen que el rescate bancario español, que significaría la quiebra inmediata del estado, equivaldría a pagar 1 vez el 10% del PIB.  Aquí hablamos del 18% cada año.

Yo asumo y reconozco que las condiciones objetivas con las que juega la partida Extremadura son peores que las catalanas. Por eso es bueno y justo que haya un flujo de dinero desde los grandes polos económicos a las zonas con más dificultades. Pero de ahí a vender que son la leche, hay un trecho. ¿Qué deben pensar los extremeños cuando sale su presidente ha decir que su gestión es modélica y miran su realidad? Realmente, o los políticos son unos sinvergüenzas en el sentido más profundo de la palabra (que nada les da vergüenza) o es verdad que necesitamos discursos bien simplificados.

Me sorprende un poco esta fijación de Extremadura con Catalunya. Es verdad que los catalanes y nuestros representantes hemos hecho algunos comentarios lamentables que se califican por si solos. Debemos hacer autocrítica. Pero también es verdad que ese sanbenito le ha tocado sobre todo a Andalucía. Cuando escucho alguna memez, el ejemplo que se pone es el andaluz, no el extremeño. No acabo de comprender estas reacciones.

 Lo más grave es que, incluso cuando nos equivocamos, esas respuestas son terriblemente desproporcionadas. Cuando alguien ha llamado vago a los andaluces, la respuesta ha sido de una virulencia que escapa a llamar a alguien poco trabajador. Adjetivos totalitaristas se nos aplican con una facilidad que asusta. De hecho, lo que más me preocupa es que genere votos decir que los catalanes somos nazis. Desde luego, poca o nada simpatía encontrarán entre los catalanes. Tengan su origen donde lo tengan.