Acceso ¿libre? a la cultura

En estos días en los que la cuestión del acceso a la cultura en internet está en las páginas (y a veces portadas) de todos los diarios, me parece pertinente tomar posición sobre este tema.

No han sido pocas las veces que me he significado a favor de las descargas. A mi, como concepto, ya me está bien tener tan a mano la posibilidad de ver/leer/escuchar lo que me apetezca just in time. Insisto en ello porque cuando no estás puesto en un extremo es fácil que algunos puedan perderlo de vista.

También he dicho muchas veces que ello requiere un matiz. Lo que, en realidad, me atrae, es que obliga a que todo se mueva mucho más rápido y como estoy convencido de que a la gente le sigue gustando que le cuenten cosas (sea en el soporte que sea), la industria acabará por encontrar modelo de negocio. Incluso me atrevo a decir que los que nos movemos en el ámbito de las nuevas tecnologías, tenemos claro, al menos, por donde debería intentarse.

Pero la industria todavía no lo tiene claro y hace todo lo posible por mantener el control de la situación. Aunque creo que se equivocan, entiendo que les de miedo dar el paso y, desde ese punto de vista, me parece razonable que no quieran que esto se les vaya de las manos.

La asociación de internautas, y la red en general entendida como el conjunto de sus usuarios «relevantes» han defendido que las medidas que se están tomando ponen en grave riesgo a la libertad de expresión o el modelo de negocio de algunos portales entre otros aspectos.

Uno de ellos es el acceso libre a la cultura. Según parece, el no poder descargar un film supone un recorte en la libertad del acceso a la cultura. Pero, ¿es eso verdad?

Analicemos con un mínimo de rigor qué significa acceso libre a la cultura. Este derecho es uno de los más importantes de las sociedades modernas y conlleva un buen puñado de cosas; educación para todos, universidades, no prohibición de publicaciones o películas, impedir la destrucción de ciertas obras arquitectónicas, literarias, escultóricas…

Visto desde este punto de vista es seguro uno de los derechos más importantes del ser humano y sólo después de algunos muy esenciales como el derecho a la vida. Así, el poder disfrutar de películas descargadas de internet no es sino una pequeña (pequeñísima) parte del sentido profundo de uno de nuestros mayores valores.

¿Qué significa libre? Libre significa que nadie por ningún tipo de razón tiene vetada la posibilidad de disfrutar de la obra artística. Implica universalidad. Nadie debería poder pararme en la puerta del museo del Prado por ningún motivo que no sea poner en riesgo las obras de arte que allí se exponen (o lo que es lo mismo, poner en riesgo el mismo derecho que exijo para mi).

Pero, ¿es lo mismo libre que gratis? No. Libre sólo significa lo que significa. Ni más ni menos.

Así pues, si la industria y el gobierno impideran de facto (algo imposible si no ofrecen algo mejor) las descargas ilegales, ¿estarían poniendo en riesgo el libre acceso a la cultura? En absoluto. Esas obras seguirían siendo accesibles libremente por cualquiera que quisiera verlas. Eso sí, previo pago en taquilla.

Para mi hay dos conclusiones importantes;

1º/ No podemos permitirnos el lujo de vanalizar conceptos tan importantes y trascendentes de nuestra sociedad para defender algo también de mucho valor pero que se situa lejos en relación a ello.

2º/ ¿No merecería la pena que defendieramos todo con más seriedad? Yo creo que sería positivo porque nos entenderían mejor. Cuando a mi padre le hablo del riesgo a perder libertad de expresión o de la limitación del acceso libre a la cultura me mira con cara rara. Soy consciente que en muchos ámbitos, cuando se reivindica algo, suele caerse en el lema fácil. Pero yo opino que es un error y aleja al que no está contigo.

La famosa disposición de la ley de economía sostenible es muchas cosas (un grave error irrealista, inaplicable, falaz), pero no pone en riesgo el acceso libre a la cutura. O hablamos con propiedad de las cosas o acabaremos por hacernos trampas al solitario.

González-Sinde no es tan mala opción

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Por fin se ha concretado la crisis de gobierno que, desde hace un buen puñado de meses, parecía evidente que se iba  a producir. La cosa está tan tensa, con un PP preparado (yo creo que ahora sí) para lanzarse al asalto del gobierno tan pronto como pueda, que los golpes han empezado a caerle con dureza ya al PSOE casi antes de la entrega de carteras.

La más polémica en la red es la de Ángeles González-Sinde, que asumirá la cartera de Cultura. No hacen falta muchas presentaciones, pero a grandes trazos diría que viene de una familia muy vinculada al mundo del cine, ya que su padre José María fue productor y primer presidente de la Academia del Cine, donde ella ostentaba el cargo hasta ayer, y su hermano, que es asistente de dirección.

Como presidenta de la Academia, guionista y directora, se ha significado a favor del canon digital y en contra del P2P. Así que el nombramiento ha sido recibido en la red casi como una afrenta. Bloggeros tan relevantes como Enrique Dans o grupos en facebook como el Ángeles González-Sinde pírate se han levantado considerando esto como una afrenta del gobierno a la libre circulación de archivos por la red.

La industria no está queriendo aceptar lo que ya es una realidad. La gente se descarga películas de forma gratuíta, si no consideramos el pago del ADSL. Quieran o no, nuestra forma de consumir ficción ha cambiado para siempre y cada vez va a ser más difícil encontrar a gente dispuesta a pagar por algo que ya reciben de forma gratuíta en su casa. El resto de valores que teóricamente aporta la sala (ambiente, sonido, tamaño y calidad de imagen…) son cosas que, parece obvio, la gente no valora. Así que da igual que lo repitan (repitamos algunos) hasta la saciedad. Hay que aceptarlo.

Pero independientemente de eso, ¿qué esperan los internautas? ¿un ministro de cultura que se enfrente a la industria? ¿Insinuan que, de ser ellos el presidente, pondrían a un ministro contrario al canon? Yo creo que no. Entre otras cosas porque provocaría muchísimas tensiones inútiles. Y digo inútiles porque tanto da qué diga el ministro de turno o los anuncios absurdos que pongan antes de las películas. La gente seguirá practicando la «piratería».

Lo que le debemos reclamar a la ministra es que nos escuche, que entienda por qué se está produciendo esta situación y que ayude a la industria en esa reconversión imprescindible para su supervivencia. No me estoy refiriendo a subvenciones, sino a una cuestión más de acompañamiento si la industria así lo reclama.

Es cierto que, desde mi punto de vista, ha demostrado su ignorancia sobre este y otros temas culturales. De hecho, Ángeles apoyó ese engendro partidista que fue el manifiesto en defensa de la lengua. Y cuando dijo «hay autonomías donde los niños saben desenvolverse sólo en su lengua materna», o se refiere a los manchegos, o tiene muy poco conocimiento sobre la realidad cultural del país, algo grave ostentando el cargo que ocupa.

Pero a pesar de todo ello, González-Sinde me parece, a priori, de personalidad tranquila. Mucho más que su antecesor, César Antonio Molina, que siempre me resultó algo intolerante. Y ese es un buen principio.

Igual que he dicho que no puedes poner un ministro contrario a la industria, también creo que ella es consciente que no puede ponerse en contra de la gente para defender ciertas cosas.Y ya ha empezado a dar pasos en esa dirección. No es que la aplauda, es que me congratulo de que aplique puro sentido común, cosa no siempre presente en nuestros políticos.

Si después su trabajo no nos parece bien, ya le cantaremos las cuarenta, confío que con algo más de elegancia de lo que lo estamos haciendo ahora. Mientras tanto, démosle algo de tiempo y no pretendamos que sea ella sola quien cambie el statu quo actual. Paciencia y realismo.