Lost y el tiempo narrativo

No hay ninguna duda que uno de los factores de éxito de Lost es el tratamiento que hace del tiempo. Y no estoy hablando de nuestro tiempo sino del tiempo narrativo (que suele conocerse como tiempo cinematográfico aunque en este caso no se trate de cine todo y estar  rodado como tal).

Nuestro tiempo es rígido, impasible. Avanza siempre al mismo ritmo, con la misma cadencia. El tiempo narrativo, en cambio, es mucho más elástico. Una sola imagen pueden ser un montón de años mientras que un minuto puede dilatarse eternamente.

En el anterior post sobre Perdidos, he comentado que se ha conjugado muy bien la metodología de las mistery boxes (no vuelvo a explicar lo que es, pero puedes leerlo aquí) con el uso del tiempo. En esencia, parece evidente que un buen uso del tiempo puede ser muy útil para mostrar sólo aquella parte del pasado del personaje que te interesa y esconder aquello que luego será un recurso interesante para el futuro.

Si recuerdas, la primera, segunda y tercera temporadas ayudan a presentar a los personajes. Partimos de un presente en la isla y vamos retomando los pasados de los personajes siempre rebobinando hacia su pasado. Es decir, cada nuevo episodio nos muestra elementos más «viejos». Así, nos cuesta mucho descubrir por qué Kate es perseguida o cómo Desmont conoce a Penny.

No sólo era un buen recurso para tener preguntas abiertas (¿por qué Kate es perseguida?) sino que, a cada nuevo flash back cambiaban nuestra percepción de los personajes. Por ejemplo, Jin acostumbrábamos a leer muy distintas sus voluntades en cada uno de los flash backs.

Con el final de la tercera, llega uno de los mayores ejercicios de sutileza (con alguna trampa, es cierto). Todo el capítulo final asumimos que es un flash back hasta que nos descolocan con el encuentro entre Kate y Jack y descubrimos que se trata de un flash forward, es decir, un salto hacia adelante en el tiempo.

Con ello, la cuarta temporada juega con inteligencia una dialéctica pasado-futuro. Basándose en el equívoco, no sabemos si las escenas son del pasado o del futuro. La mayoría son del futuro, pero eso no es una garantía. Y, además, también juega con una de las mejores mistery boxes de toda la trama; los 6 de Oceanic. Sabemos que 6 han salido de la isla y esperamos que los flash forwards nos digan cuáles.

Todo ello con un añadido. Así como los flash backs iban del presente a un pasado más lejano, los flash forwards de Lost hacen el camino inverso; del futuro al presente (la isla). Es decir, otra mistery box; El «We have to come back, Kate» («Tenemos que volver, Kate») queda justificado después de, en los siguientes capítulos ver un montón de cosas mucho más próximas a la experiencia de la isla.

Llegado este punto, como espectadores dimos por hecho que ya no había más opciones de juego con el factor tiempo narrativo. Y nos equivocamos. Hasta el arranque de la 5ª temporada somos nosotros, los espectadores, los que mediante la estructura narrativa viajábamos al pasado y al futuro de los personajes. Pero en la 5ª temporada son los propios personajes los que sufren esos saltos. Así, toda la historia la vivimos en presente pero cambiando el «contexto histórico». Apasionante…

La sexta temporada empieza después que diéramos por hecho el estallido de una bomba nuclear en la isla. Eso llevó a la conclusión acertada de que los personajes volverían a coger el vuelo del avion como si nada hubiera pasado. Eso le dieron los guionistas para satisfacer las vanidades a los espectadores. Pero sólo era una nueva trampa…

Lo desconcertó sirviendo esta historia continuando también las tramas en la isla. E incluso comenzamos a utilizar una palabra que no sé si antes existía para describir un montaje en paralelo de presentes simultáneos en el tiempo pero no en el espacio para el mismo personaje; flash sideway. Y nos pasamos 15 capítulos convencidos de que se trataba de eso…

Volvía a ser interesante; pensamos que con los flash backs, los flash forwards y los saltos de los personajes no había más alternativas narrativas en relación al tiempo. Nos enseñaron que nos equivocábamos. También existen los flash sideways. Ahora sí, ya no había más opciones.

Pero a 10 minutos del cierre descubrimos que ese sideway no es un presente simultáneo sino una trama ¡atemporal! ¿Cómo llamaremos a eso?

Puede que si tuvieran que seguir la serie serían capaces de encontrar nuevas fórmulas pero, más allá de bromas, Lost ha significado un claro avance en el tratamiento del tiempo narrativo.

Los «excesos» en el uso exótico del montaje temporal obligaba a la serie a seguir dos reglas casi obligatorias;

Cada vez que había un salto temporal (esto puedo garantizarlo en los últimos episodios y diría que se repite en toda la serie) la banda sonora era la misma. Una especie de «música» (por llamarlo de algún modo) muy inquietante. De esa manera, como espectadores, se nos dispara el resorte de resituarse en el nuevo espacio-tiempo.

También obligaba a distinguir muy bien visualmente los flash del presente. Pero esto en Lost era relativamente fácil porque la trama principal transcurría en una isla tropical y el resto de historias en la ciudad. Así, sólo ver la ciudad sabíamos que habíamos cambiado de espacio-tiempo. De haber hecho los saltos dentro de la misma isla, nos hubiera sido mucho más difícil y confuso. De hecho, la quinta temporada, con dos tramas en diferentes épocas dentro de la isla era algo confusa. No estamos preparados para eso. Todavía…

Por último, añadiría que uno de los personajes ha parecido condensar algunas de las características de la isla y su relación con el tiempo. Desmond era, por ese motivo, uno de los personajes más importantes de toda la serie. Muy interesante su particular relación con el tiempo, que se articula casi como una auténtica máquina del tiempo; es la constante.

En cualquier caso, Lost es uno de los mejores ejercicios que jamás se ha hecho sobre el tratamiento temporal de la narrativa. Con él nos han manipulado, engañado y sorprendido. Pura esencia de lo que es contar un cuento…