Youtube está revolucionando nuestra forma de ver las imágenes. No creo que nadie pueda discutir eso. Años atrás, hubiera sido imposible que diarios de tirada nacional hubieran puesto en sus portadas fotografías tan pixeladas. Y de eso tiene una gran «culpa» internet. Entrecomillo la palabra porque no sé hasta qué punto se trata de una banalización de la imagen, o un aumento de nuestra capacidad de abstracción visual.
«REC», junto con la ya citada «Redacted», es hija de esa trivialidad de la imagen, más fragmetada y menos académica. La historia no escapa a la típica trama de zoombies. Un cámara y una periodista, haciendo un seguimiento de un equipo de bomberos, se ven encerrados en un edificio donde unos humanos ensangrentados y rabiosos les atacan sin saber muy bien por qué.
La estructura es la clásica de un film de estas características, con los tempos que acostumbran a tener, con las dosis de humor y con las clásicas persecuciones entre humanos y zoombies con el añadido vampírico de la contaminación sutil en sus presas.
¿Qué es entonces lo que hace diferente este film? Precisamente es su rechazo a mostrarse como tal. Desde una supuesta telerrealidad, parodia a la televisión, la cual también se jacta de realista. Creo que Plaza y Balagueró se aprovechan de la credibilidad de este género televisivo para transmitir un mensaje que va más allá del reality.
Uno de los retos de un film como este es el ritmo. Las escenas, necesariamente, se han de mostrar en tiempo real, así que el tiempo cinematográfico no es alterable. Por tanto, el único recurso temporal del que disponen es la elipsis. Es, para mí, uno de los grandes aciertos. A lo largo del metraje, hay una clara evolución hacia el tiempo real. Empieza con una narración muy fragmentada y acaba en planos secuencia extensísimos.
Otro reto es el de producir todo el desarrollo en casi una sola localización. No es fácil y, en cambio, hay una gran solvencia a la hora de repartir la información del guión y en el ritmo interno del propio discurso.
Cuando Filmax apostó por crear la ya quebrada Fastastic Factory, fichó a directores muy reconocidos del mercado del terror internacional como Brian Yuzna (con films gore como «El dentista»), o Jack Sholder («reanimator»). Fue, en cambio, el casi desconocido Jaume Balagueró con «Darkness» el único que fue capaz de dotar de estilo a las series B que esta producía. Sus posteriores películas han mantenido el nivel de manera notable. Así, se está convirtiendo en una de las pocas garantías de solvencia de nuestro cine.
«REC», junto con la ya citada «Redacted», es hija de esa trivialidad de la imagen, más fragmetada y menos académica. La historia no escapa a la típica trama de zoombies. Un cámara y una periodista, haciendo un seguimiento de un equipo de bomberos, se ven encerrados en un edificio donde unos humanos ensangrentados y rabiosos les atacan sin saber muy bien por qué.
La estructura es la clásica de un film de estas características, con los tempos que acostumbran a tener, con las dosis de humor y con las clásicas persecuciones entre humanos y zoombies con el añadido vampírico de la contaminación sutil en sus presas.
¿Qué es entonces lo que hace diferente este film? Precisamente es su rechazo a mostrarse como tal. Desde una supuesta telerrealidad, parodia a la televisión, la cual también se jacta de realista. Creo que Plaza y Balagueró se aprovechan de la credibilidad de este género televisivo para transmitir un mensaje que va más allá del reality.
Uno de los retos de un film como este es el ritmo. Las escenas, necesariamente, se han de mostrar en tiempo real, así que el tiempo cinematográfico no es alterable. Por tanto, el único recurso temporal del que disponen es la elipsis. Es, para mí, uno de los grandes aciertos. A lo largo del metraje, hay una clara evolución hacia el tiempo real. Empieza con una narración muy fragmentada y acaba en planos secuencia extensísimos.
Otro reto es el de producir todo el desarrollo en casi una sola localización. No es fácil y, en cambio, hay una gran solvencia a la hora de repartir la información del guión y en el ritmo interno del propio discurso.
Cuando Filmax apostó por crear la ya quebrada Fastastic Factory, fichó a directores muy reconocidos del mercado del terror internacional como Brian Yuzna (con films gore como «El dentista»), o Jack Sholder («reanimator»). Fue, en cambio, el casi desconocido Jaume Balagueró con «Darkness» el único que fue capaz de dotar de estilo a las series B que esta producía. Sus posteriores películas han mantenido el nivel de manera notable. Así, se está convirtiendo en una de las pocas garantías de solvencia de nuestro cine.