Ryu (Rinko Kikuchi), una chica solitaria y poco dada a hablar de su vida, gana un dinero extra como asesina a sueldo. Es contratada por un empleado del señor Nagara para que asesine a David (Sergi López), que estaba casado con la hija del Nagara y al que, tras que esta se suicidara, culpabiliza de su muerte.
Isabel Coixet suele atraerme al cine porque las historias intimistas, en algunos momentos terribles, que cuenta me llegan muy hondo. Para mí, sus elementos fuertes suelen ser la dirección interpretativa y la capacidad de generar mucha tensión en las escenas clave del film.
En el caso de Mapa de los sonidos de Tokio, creo que los actores y el trabajo de Coixet con ellos está a la altura habitual de sus films. Sergi López suele gustarme y no ha sido una excepción. Son interpretaciones contenidas, sin excesos. Rica en pequeños detalles. Para papeles complejos, donde es difícil saber si es bueno o malo, el catalán lo borda.
Rinko Kikuchi creo que también está a un gran nivel. Su personaje transmite la frialdad que se le supone. Ella apenas habla de lo que siente, aunque se hace evidente que, por dentro, corren muchas emociones contrapuestas representadas por el eje central de la historia; enamorarse de alguien a quien debes matar. Pero, como digo, no es la única contraposición, sino que, más bien, actúa como metáfora del resto de sus emociones extremas.
El problema, para mi, radica en que la narración es algo esquemática. Las cosas pasan como de golpe. Así como en La vida secreta de las palabras o Mi vida sin mi uno de los valores es, precisamente, esa evolución que da credibilidad a la historia, en Mapa de los sonidos de Tokio el resultado no es el mismo. La historia discurre en secuencias casi estantes sin dar una continuidad suave a la historia.
El valor preponderante de la película es, más bien, el estético. No es extraño que Coixet haya escogido Tokio, la capital nipona, para rodar su nuevo film. No hace falta casi ni explicar las influencias que el cine y la estética de este país ejerce sobre su filmografía. El ritmo de la historia es un buen ejemplo, además de la famosa iluminación de neon de Japón, que es utilizada en algunos momentos como si se tratara de la iluminación de una obra de teatro. Y, en los interiores, ha mantenido la continuidad con una fotografía muy barroca.
Donde mejor funciona el film, tanto a nivel estético como de guión, es en las escenas de erotismo. No hay duda de que los juegos que proponen hacen participar al espectador y las imágenes son de una belleza indudable. Yo creo que tienen la capacidad de transmitir la actitud contrapuesta de los personajes frente a la relación que establecen.
El hecho de que la historia no acabara de enganchara desde un primer momento hizo que el clímax fuera uno de los más flojos que recuerdo de las películas de Isabel Coixet. A pesar de ser un final terrible, que podría ser una apoteosis emocional, me dejó frío y me pareció previsible.
En definitiva, Mapa de los sonidos de Tokio me parece uno de los films más flojos de la directora catalana, pero no hará cambiar mi interés por su cine, por sus historias y por su manera de ver las relaciones humanas.