Anticristo es la historia de una mujer (Charlotte Gainsbourg) que, tras la muerte accidental de su hijo, sufre una profunda depresión. Para superarla, ella y su marido (Willem Dafoe), un psiquiatra, deciden ir a una cabaña en medio de un bosque.
Es casi imposible emitir una opinión sobre esta película sin que defensores o detractores de Lars Von Trier te ataquen sin piedad. Ya cuando pasó por el festival de Cannes la cosa acabó en abucheos sazonados con declaraciones polémicas del director del tipo; «soy el mejor director de cine del mundo».
No me cabe ninguna duda que Anticristo no es, ni de lejos, la mejor obra del director danés. No es comparable ni a una Rompiendo las olas, Bailando en la oscuridad o Dogville. Si se trata de comparar con su gran pasado, es cierto que tiene puntos de enorme debilidad (algunos rozan lo patético).
Ahora bien. Cuando leo artículos de prensa por ahí, percibo algo que no es exclusivo con Von Trier. Basta ser un poco crítico o practicar una cierta suficiencia frente a los periodistas para que, a la que tengan una oportunidad, te salten a la yugular. Y no puedo, sino pensar, que este es uno de esos casos.
Decir que a esta historia le falta densidad dramática es no entender en qué consiste el género del terror. Por cierto, que algunos de estos expertos en cine critican que es rentable. Es lo último.
Esta no es una película más en su filmografía. En este caso el discurso es mucho más expresionista, con un esteticismo a veces extremo pero de gran belleza. Los escenarios reducidos a nada en Dogville se han convertido en un bosque casi más propio de los cuentos de Tim Burton.
Pero el tema central de Anticristo es el mismo de siempre, el que con tanta maestría aborda; la mujer torturada. En otros casos ha sido por la maternidad o el profundo amor a un marido que la ignora. En este caso es la muerte de su hijo. El dolor nace de su seno, de una depresión que la consume por dentro. Su marido tampoco la ayudará, con una actitud fría, distante. Más propia de un psicólogo ajeno al dolor que de un conyuge preocupado por su padecimiento.
Lars Von Trier explora en diversas fuentes;
Una de sus constantes es la inspiración en los grandes directores suecos, destacando por encima de todos Ingram Bergman y Carl Theodor Dreyer. Sus historias episódicas, en un claro crescendo de dolor. Y una cierta influencia de la obra mestra de Bergman, Secretos de un matrimonio.
Siendo todo eso cierto, esta vez explora con mayor profundidad a Strindberg, autor teatral y novelista de principios del s.XX iniciado en el oscurantismo y en la alquimia. Su obra Infierno, según el mismo autor, ha sido fuente fundamental en su última película.
Un ingrediente fundamental en la historia es una terrible depresión que ha golpeado a Lars Von Trier durante 2 años. Según él mismo explica, veía imágenes inconexas, al más puro estilo de David Lynch (de hecho, esos sonidos terroríficos de la banda sonora, son profundamente lynchianos) que, finalmente, han tomado cuerpo.
No te recomiendo continuar si no has visto la película.
Las primeras imágenes del film, en la que practican sexo mientras el niño se lanza (no sin antes apartar a los tres vagabundos ya presentes, como no podía ser de otra manera, anunciando la muerte del niño) rodado en cámara superlenta, en blanco y negro y con el «Rinaldo, lascia ch’io pianga» (déjame llorar) de Händel, me parecen de una gran belleza. Además, transmite todo el dramatismo y crudeza sin necesidad de mostrar lo que luego sí hará; la sangre.
Y, tras el desmayo de ella, empieza la historia mostrando muy pronto el conflicto entre ellos dos. En uno de los mejores aciertos de la película, el casting es genial porque te induce a pensar lo que no es jugando, además, con toda la filmografía pasada de Lars Von Trier. Todo apunta a que él es el elemento negativo de la relación y ella la desprotegida que va a tener que sufrir.
Con la llegada al bosque, se produce la eterna dualidad y contraposición de la vida y la muerte. El zorro matando a la cría, el ciervo pariendo, y el cuervo que alimenta a la cría con otros muertos. Todos ellos, además, representan a los tres vagabundos que preceden siempre a la muerte. No sólo estos sino multitud de otros elementos acabarán por representar tal dicotomía, como las bellotas en la mejor metáfora del film. Y son estos elementos los primeros que empiezan a indicarnos a ella como la portadora del mal.
El momento, de lejos, más débil de la película es cuando el zorro habla y dice; «el caos reina». No debió pensarlo bien porque resulta hilirante y te saca de la historia. Sin ese error de bulto, la película hubiera ganado unos cuantos enteros.
Me encanta el episodio «genocidio» en el que ella ya se muestra como fuente de mal y se equipara a las brujas de la edad media considerándolas también a ellas como culpables. Se produce el curioso fenómeno que es él el que defiende a las mujeres y ella la que las ataca.
Los elementos sexuales y sádicos del final del metraje a mi no me molestan en absoluto. Como digo, somos capaces de tolerar perfectamente los muertos al principio de la sobrevalorada Liberar al soldado Ryan o en las películas de Alexandre Aja (las colinas tienen ojos) sin tanto problema. No veo por qué no podría hacer Lars Von Trier lo mismo.
El descenso a los infiernos que sufre él queda perfectamente representado cuando entra en la madriguera. Allí ella sólo puede sacarlo como si, directamente, estuviera enterrado en el suelo.
Quizás el elemento que más me ha sorprendido de Anticristo es el final; cuando él se cruza con todas las mujeres que van en busca de ella. De alguna manera, está aceptando la tesis de la maldad femenina, claro elemento de influencia strindbergiano. Y me choca, sobre todo, porque entiendo la filmografía de Lars Von Trier como feminista.
Eso sí, la elección de cerrar el film exactamente con el mismo tema de Händel que lo abría me parece un acierto que cierra el círculo.
Creo que, junto con Déjame entrar, es la mejor película de terror del año. Lars Von Trier es una cierta garantía de calidad y Anticristo no es una excepción, aunque no se cuente entre uno de sus mejores de su filmografía.