La comunidad del no contenido

facebook

Estos días en el 3er campus de seedrocket participaban algunos proyectos que tenían componentes sociales. Y claro, la pregunta obvia que surgía es; ¿cómo vais a generar la comunidad? Cuando arrancan los proyectos, y ya no hablo de los proyectos de seedrocket que creo que lo tenían más claro, las respuestas suelen ser un vago; «vamos a ofrecer herramientas sociales».

Todos entendemos que toda herramienta que nos brinden y mejore nuestra sociabilidad es susceptible de ser adoptada por la masa. Pero en el fondo de la pregunta, lo que se esconde es; ¿Qué anclaje con el mundo real vas a establecer en tu mundo virtual?
La clave de facebook es que ha sabido concretar muy bien esa respuesta; socializando contenidos muy relevantes, desde el punto de vista emocional, para los usuarios. Las fotos es el mejor ejemplo que se me ocurre. Que, no sólo miremos las fotos en las que nos etiquetan, sino también las que antes nos daba pavor que nos enseñaran como las de los viajes, es significativo.
Como digo, la clave está en que el contenido, en este caso la foto, es emocionante y muy susceptible de ser compartida. Así, las etiquetamos de manera que nuestros amigos saben que pueden visitar nuestro álbum. Dicho con otras palabras, sobre el contenido pivota la comunidad.
Pero, como todo, evoluciona. Igual que en todas las ramas del arte, suele empezarse por intentar mimetizar la realidad. Sin ir más lejos, los pintores trabajaron mucho para llegar a la excelencia del barroco, por ejemplo, con Velázquez. Pero una vez llegado a ese punto, tiende a evolucionarse a puntos más abstractos y complejos, especialmente desde inicios del s. XX en el caso de la pintura.
Eso es lo que les ha pasado a las fotos del facebook y las etiquetas. En una primera fase, las etiquetas mimetizaban la realidad, es decir, servían para señalar a las personas que aparecían. Pero, como digo, el concepto evolucionó. Pronto, la gente aprovechó las etiquetas para enviar postales de navidad de forma masiva. La gente etiqueta a todos aquellos que quieren que reciba la postal y cada uno de esos amigos recibe la notificación en su muro. Aunque el contenido continuaba siendo importante, la etiqueta como herramienta para distribuir algo, gana peso.

Pero el proceso de abstracción no acabó ahí. A alguien se le ocurrió la idea de enviar imágenes sin nada. ¿Sin nada? No exactamente. Con un texto del tipo; «¿Cómo nos conocimos?». Y, tal como se hizo en las postales, etiquetaba a todos aquellos que quería que comentaran cómo se habían conocido.

¿Qué valor tiene, en ese caso, la foto en si? En realidad, nada. Lo único importante, el verdadero contenido reside en lo que los amigos, la comunidad, comenta respecto a ello. Y aquí llega lo bueno. El contenido fuente deja de ser relevante para dar todo el peso a la herramienta, que es la que de verdad genera comunidad. Lo que a los fundadores de facebook utilizaron para «generar» comunidad ha dado paso a algo más abstracto y creado por la propia estructura de su red social.

Respecto a eso, surgen preguntas que, probablemente, sólo el tiempo puede contestar; ¿Forma parte del proceso natural de una red social empezar por lo real para acabar por un uso más abstracto? ¿Requiere un aprendizaje ese proceso? Quiero decir, ¿sería posible que las redes sociales virtuales del futuro se desvincularan de ese anclaje en un elemento real para concentrarse sólo en lo relacional? ¿Cómo se establecerán esas relaciones cuando las fronteras entre lo real y lo virtual se difuminen?

Quizás llegue un día en el que, cuando un proyecto se lance, no queramos saber cómo se anclará con la realidad sino qué sólo nos interesaremos por el tipo de relaciones podremos establecer gracias a ella.