El cine nunca ha sido mudo

chaplin

¿Es muda una piedra? Pues el cine tampoco. Para que algo sea mudo, debe tener potencialmente la posibilidad de hablar. ¿Acaso decimos que ahora tenemos cine hablador? El cine, en todo caso, puede ser sonoro o… silente. Lo sé. Es una pedantería, porque es un error más que aceptado, pero simpre me ha hecho gracia.

Como sabéis, cuando el cine nace no tiene sonido y, quitados algunos pequeños experimentos previos, la banda sonora no aparece hasta que en 1927 se estrena El cantor de jazz. Eso convirtió al cine en algo que se relegó a las personas más denostadas de la sociedad de la época por ser consideradas menores (niños, las mujeres, por ser inferiores, y los inmigrantes,  porque, a parte de parias, el idioma no era una barrera). Mientras, pasaban dos cosas; uno, los guionistas se veían obligados a explicarlo todo con imágenes, cosa que les obligaba a debanarse los sesos y enriqueció mucho el lenguaje. Y dos, para acabar de amenizar, un pianista acompañaba la proyección.

En Japón, en cambio, tenían una figura mucho más divertida que en Occidente; el Benshi o charlatán. Consistía en un tipo que, en vez de hacer música, iba explicando lo que pasaba en la película. Lo curioso es que acabaron por convertirse en las auténticas estrellas e incluso parece que llegaron a retrasar la llegada del sonoro porque la gente no quería que se perdiera esa figura.

Y el transito al sonoro no fue tan idílico como ahora puede parecer. Como siempre que aparece una nueva herramienta, se abusa de ella empobreciendo los resultados (ha pasado con el color, los FX’s…). Eso hizo que algunos cineastas lo rechazaran de plano, como el gran Chaplin. De hecho, Tiempos modernos siempre se ha interpretado como una crítica al sonido.