Las últimas 3 semanas y, especialmente esta, han generado miedos entre los defensores de la independencia de Cataluña. El gran baluarte de la unidad se ha roto.
Reconozco que las semanas pasadas he estado bastante preocupado por este asunto. Lo alimentaban inputs de que las tensiones no eran pura escenificación ni lectura interesada de los medios. Y no sólo se rompió la unidad sino que cada partido salió con un discurso diferente. Cada uno por libre. El lunes no fue un buen día.
Pero, a partir de martes, mi percepción ha ido cambiando hasta ser moderadamente optimista. Llevamos 2 años en los que 6 fuerzas políticas han caminado juntas. Desde la derechista Unió hasta la izquierda de la CUP. Lo hemos reivindicado porque «no es normal». Así que, creo que lo que ha pasado esta semana después de un punto de desacuerdo (admito que importante) es que hemos tenido una semana normal. Una semana donde ha primado un cierto tacticismo inherente a la política. Seríamos peligrosamente ingenuos si pensáramos que estos movimientos políticos no se dan a los partidos, incluso, en estas circunstancias.
Fijémonos en un hecho. Ninguna de las fuerzas que, hasta lunes, iban unidas se ha pronunciado en contra del nuevo 9N, excepto hoy Herrera de Iniciativa (y ya veremos cuál es la reacción de los independentistas del partido si los ataques que están recibiendo no les generan anticuerpos).
Las 3 fuerzas por el Sí-Sí han defendido la jornada participativa, todo y no estar del todo de acuerdo en aspectos de esta. Por lo tanto, se les ha de reconocer que están practicando un tacticismo de baja intensidad. Pensemos en clave de futuro. Y en clave tacticista, si me lo permitís.
¿Se puede permitir CDC seguir sola adelante con la legislatura (ahora que la ruptura con UDC está casi hecha)? ¿Cómo? ¿Pactando con el PSC? El coste político sería enorme. CDC aguanta porque Mas, que ha ido cumpliendo sus promesas, es creíble. Pero si ahora transmite que se pasa al peixalcovisme, compartirá futuro con el partido de Iceta.
ERC no ve clara la lista unitaria. Pero, si de verdad quiere la independencia, ¿se puede permitir una victoria en minoría simple? ¿Qué pasará en CDC si Mas, como es lógico, se ve obligado a dimitir después de una derrota electoral? ¿Sabemos qué pasaría adentro del partido? ¿Quién lo liderará? ¿Estará abierto a pactar con ERC? ¿Asumirá ERC tanta incertidumbre?
Esta semana normal (y quizás algunas que vendrán) los partidos las aprovecharán para fijar sus posiciones iniciales de negociación. Obviamente, hay el riesgo que acaben por no entenderse. Eso sí, cualquiera que haya llevado una negociación seria sabe que para obtener un buen acuerdo, ha de haber momentos en los cuales parece que todo se puede romper. Estamos en un momento de estos.
Mirad con optimismo pero realismo los hechos: el nueve 9N movilizará muchísima gente, esta negociación nos debería dar suficiente tiempo para terminar la hacienda propia (sin la cual una DUI es un tiro al pie), la candidatura única está siendo apoyada por la sociedad civil, cerca de las elecciones se escenificarán rupturas en los partidos que no quieren la DUI para pasar junto a la candidatura unitaria (del PSC, de Unió, y de ICV), y la CUP hará de receptáculo por toda aquella gente de izquierdas que, queriendo la independencia, se sienta incómoda votando una candidatura que tenga detrás a Convergència.
Que los hechos del día a día no nos hagan perder la perspectiva. Esta situación casi se tenía que dar en algún momento previo a unas elecciones. Tomémonos con calma todo esto. Y no pidamos a los partidos que actúen contra natura.