Las elecciones y la teoría de la gran inflación

Hace algo más de medio siglo que los cosmólogos aceptan como cierta la teoría del Big Bang según la cual, el origen del Universo se debe a una especie de estallido que escupió la materia en todas direcciones. Como buena teoría, adolece de dificultades y predice un universo distinto al nuestro. Una de ellas se superó gracias a lo que se conoce como Gran Inflación. Según esta, instantes después del Big Bang, la materia se dispersó a una velocidad muy superior a la de la luz. Sólo eso explicaría las grandes distancias que separan a las galaxias.

No puedo evitar pensar que algo parecido pasa en nuestra política. Por un lado, los políticos sólo saben tirarse los trastos a la cabeza para, una vez pasadas las elecciones, ganar todos. Los periodistas no se sienten responsables y critican a los políticos por su distancia con el pueblo a la vez que dedican todo su tiempo al último exabrupto. Y los ciudadanos, más que abstencionistas parecemos ausentes. Y la distancia entre los tres no para de crecer.

La cosa se agrava si el fondo está pintado de azul moteado de estrellas amarillas de 5 puntas. En las críticas de las tertulias más lúcidas se insinua que un buen candidato hubiera atraído más a los suyos. Pero, en realidad, ¿alguien cree que si Mayor Oreja hubiera hecho un buen trabajo, le hubieran votado los 9 millones de españoles que tiene el PP fijos en las generales? No creo. Va más allá de los candidatos. Es estructural.

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Los políticos montan campañas pensadas en clave interior y, pasadas las elecciones, mandan a sus mamuts a Bruselas para olvidarse de ellos. Europa sale lo justo y, casi siempre, como un elemento peligroso, que nos sanciona o nos prohibe intervenir en nuestros sectores «estratégicos» (¿qué querrá eso decir?). Casi nunca nos hablan de las inversiones que Europa ha hecho en nuestro país. Pero eso no interesa, porque el que gobierna aprovecha esos fondos en favor de su propaganda.
Los periodistas sí que repiten que las decisiones que se toman allí afectan mucho a nuestro día a día. Pero la verdadera cuestión es, en qué cambiará mi vida votar a la derecha o a la izquierda. ¿Cuál es su programa? ¿Qué más me da votar a unos o a otros?
Y nosotros también somos responsables. No nos interesa hasta que alguien dice que igual nos prohiben usar la pirotécnia como hemos hecho toda la vida o cuando nos recortan las cuota de producción bobina.

Los científicos predicen 2 posibles finales para el universo; Conocido como Big Crunch, algunos creen que irá perdiendo la energía de esa explosión inicial y por pura gravedad, acabará por contraerse hasta volver a caer en un sólo punto. Otros, en cambio, opinan que, en realidad, la gravedad está dificultando la expansión pero que, superado cierto umbral, una fuerza descubierta hace poco llamada antigravitatoria, acelerará la distancia entre galaxias hasta que ni siquiera puedan verse entre ellas y mueran en una total soledad al final de los tiempos.

No sé qué camino tomará nuestra política. Pero parece claro que debemos cambiar paradigmas. Si me preguntan, la clave es la figura de un candidato a presidente por partido que se comprometa con un programa. Eso aumentaría nuestra empatía a pesar de la dificultad idiomática. Eso sí, siempre con la confianza puesta en que no hayamos superado el umbral.