No hace mucho, trataba de escribir un post desde mi móvil. Es verdad que es un trasto bastante viejo, pero tiene un teclado separado de la pantalla y lo bastante grande como para que escribir no sea un esfuerzo demasiado grande.
Cuando lo acabé, estaba orgulloso de lo que había escrito. Pensé que había podido aprovechar bien el tiempo del viaje. Y entonces llegué a la oficina…
Lo que me encontré al releerlo en el PC era un telegrama al que sólo le faltaban los STOPS. Los párrafos eran frases, y las frases dificilmente superaban las 7 u 8 palabras.
Creo que es una obviedad que el medio condiciona al escribir. No escribimos igual sobre papel, en un ordenador o en el móvil. Y eso abre un debate interesante; Con el incremento enorme de nuevas tecnologías que permiten escribir (sms, pda, formularios y comentarios online, nanobloging…) se están «creando», a su vez, nuevas formas de redactar. Pero, ¿está empobreciendo el lenguaje ese proceso?
Hay opiniones para todos los gustos; los unos dicen que los niños se están acostumbrando a que, en vez de escribir «qu», escribir «k», que donde ponían una «h» ahora, simplemente, no está. Otros se preguntan si todo eso, en realidad, tiene no tanta importancia y que, cuando necesiten escribir como «toca», lo saben hacer.
Personalmente, aunque sí que creo que hay un cierto empobrecimiento a la hora de escribir, no comparto para nada la idea de que los niños tienen menos recursos de los que tenían. Suele enmarcarse este «problema» en uno mucho más global en el que el eje del discurso es; «se ha perdido la cultura del esfuerzo» que es, para mi, uno de los mayores errores a la hora de afrontar un problema que se me ocurren. Como dijo hace poco en un artículo en La Vanguardia Salvador Cardús, no es la cultura del esfuerzo la que se ha perdido, sino la recompensa a ese esfuerzo.
Todo esto me lleva a que tendremos diversas formas de escribir en función del medio a través del cual transmitamos el mensaje. Al final, lo importante es comunicarse; cuando alguien quiera escribir una carta, novela o lo que sea que requiera unos mínimos estándares de escritura, los cumplirá. El que, por el contrario, se vea limitado, ya sea por el número de caracteres o por la «comodidad» del aparato a través del cual se transmita la información, intentará comprimir al máximo su texto.
Obviamente que habrá influencias y que algunas de las fórmulas que utilizamos en estas nuevas tecnologías, acabarán por adoptarse mayoritariamente en los textos «formales». Pero eso no tiene por qué ser malo necesariamente.
Por lo que a mi respecta, la próxima vez que trate de escribir un texto (post) en un medio (el móvil) que no sea para el que está destinado (la web), intentaré tener presente las diferencias.