Con hoy se acaba el grueso del rodaje, ya que apenas quedarán resolver algunos planos y alguna secuencia muy corta. Pero para conseguirlo hemos trabajado desde las 9 de la mañana hasta casi las 2 de la madrugada. O sea, 17 horas. No está nada mal…
Al llegar a casa, necesitaba relajarme un rato mientras escuchaba buena música. En este caso le ha tocado el turno a Norah Jones. 🙂
Si contamos todas las horas que hemos compartido Esther, Sara y yo (muchas de ellas en solitario y las que compartíamos con más gente era con personas que estaban «poco» rato con nosotros comparativamente hablando) desde el viernes suman 46, es decir, casi 2 días enteros. O lo que es lo mismo, si le restamos las horas de sueño, le faltan 2 horas para los 3.
A pesar del buen clima con el que hemos trabajado, el cansancio ha hecho mella y hoy ha sido un día bastante más duro que el de ayer, tanto en el plano intelectual como en el emocional. Todos nos hemos enfadado en algún momento, hemos tenido que soportar críticas y la parálisis que produce el ver que no avanzas, mientras la aguja del reloj no hace un alto contigo.
En lo personal, he tenido momentos de parar el rodaje sine die. De hecho, en algún momento he llegado a compartirlo. En realidad, no me he sentido realmente cómodo hasta que no hemos empezado a rodar la última secuencia. ¡Y para entonces eran casi las 10 de la noche!
Aunque el corto no está, ni mucho menos terminado, ya puedo hacer una valoración del proceso de grabación;
La decisión que tomé de hacer el corto casi sin equipo técnico ha tenido un coste (demasiado) alto, porque las personas que debían estar a cargo del sonido y el script (que se ocupa de la continuidad) se han descabalgado a última hora y me he quedado «colgado». Pero a la vez el tener que tomar decisiones que, hasta ahora, otros habían tomado por mí, me ha hecho aprender muchísimo sobre el trabajo de estos. Aún así, no volveré a embarcarme tan solo en algo tan grande.
Valoro positivamente la comunicación con los actores. Hasta ahora no me sentía demasiado cómodo cuando me pedían cosas. Y llegar al matiz se me hacía difícil. Esta vez me planteé como un reto ser capaz de transmitir la intención que buscaba a cada una de las frases y gestos. Aún estoy lejos de llegar a tanto, pero he mejorado mucho. Eso en el trabajo previo, porque en el de acompañar al actor en la concentración previa en el momento de la grabación todavía estoy muy lejos de lo que aspiro a tener. En esta ocasión he sentido la impotencia de no saber cómo ayudar a las actrices en los momentos en los que el texto se les ha cruzado.
Es la última vez que planifico jornadas de rodaje de 10 horas, porque eso acaba por dilatarse hasta las 12 o 14 horas. Y eso me lleva a no poder emprender proyectos de corto más allá de los 6 minutos. 12 son demasiados para 2 días.
Nunca más volveré a producirme yo el corto. El productor es una pata en la que te apoyas cada vez que quieres. No tenerlo me ha hecho sentir «solo» en algunos momentos (antes y durante el rodaje).
Algo que hasta esta vez no había valorado suficientemente es el estar alineado en necesidades con el resto de imprescindibles del corto a la hora de diseñar el plan de rodaje. Porque una de las cosas que más me ha desorientado han sido los constantes cambio.
No puedo acabar sin dar las gracias a todos los que estos dos días han puesto su granito de arena; Lluis, un crack de la fotografía y que más que un granito ha puesto un buen puñado, sobre todo, en el desarrollo del proyecto; Maica que, como siempre, sólo he de decir su nombre para que venga corriendo a ayudar; a Borja y sus rarezas ;-); Puri y Toni por la escena del bar; a mi primo Óscar que, algún día, con toda la razón, me mandará a paseo; y a Xavi, por hacer de muerto y, encima, tener que cargar con la pértiga.
[ACTUALIZACIÓN: ¡Dios mío! Me he dejado a Sonia, mi prima, que en un claro acto de inconsciencia, me dejó su casa. ¡Gracias también a ti!]
Y, como no, a ellas. A las actrices; Sara y Esther. Esther ha sido una fuente de generosidad, aguantando anímicamente cuando los demás no estábamos bien, o repartiendo consejos para mejorar (y vaya si nos servirán). Y todo ello con una sinceridad, a veces dificil de soportar, pero que daban en el clavo y te permitían reenfocar tus planteamientos. Además, tiene una facilidad para plantarse delante de la cámara sobrehumana. Sara también seduce a la cámara como le viene en gana. Además, de trato es excelente y goza de una capacidad enorme de aprendizaje. En estos 5 días la he visto crecer una barbaridad. Ojalá ellas puedan decir algo parecido de mí.
Como ya dije, ahora me encierro en el despacho otra vez, así que vuelve el trabajo solitario. Pero estoy seguro que las voy a enontrar mucho a faltar. Y no lo digo por quedar bien, sino porque lo siento así. Hasta ahora, todas las veces que había conectado tanto con alguien acaba con un par de días terriblemente nostálgicos y unos cuantos más en «olvidarme».
Así que, desde aquí, un beso enorme a todos ellos. Y, ahora sí, me voy a la cama, que ya es hora.