El hombre de las sombras parte de un dato real escalofriante. Cada año, 1000 niños desaparecen en USA. En base a ello, esta producción franco canadiense dirigida por Pascal Laugier, nos introduce en la historia de un pueblo decadente que, tras el cierre de una mina, sufre la desaparición de sus hijos. Algunos habitantes hablan del hombre del saco.
Difícil de definir, la película transcurre entre el melodrama y el género de terror. Con una brillante combinación de ingredientes, la historia es apabullante. El espectador se ve inmerso en una trama muy potente que no olvida abrir ciertas reflexiones. El ritmo de la película es muy inteligente y pervierte, desde el principio, los clichés del terror.
Desde aquí, prefiero avisar que voy a destapar los secretos del film. Así que, si no la has visto, te recomiendo que no sigas leyendo. Disfruta de la película y, eso sí, no olvides venir a compartir conmigo qué te pareció.
La propuesta de la película es provocadora. No sólo en los aspectos que es evidente (dando el protagonismo a la mala del film sin decir que ella es la responsable) sino desde muchos puntos de vista.
El film propone una hibridación de géneros que no es habitual. Empieza haciendo uso de clichés típicos del terror. Sugiere una voz en voz que no asociamos exactamente con nadie, aunque no tardemos en intuir que se trata de la niña «muda». La primera mitad de película es una película de género. Después del midpoint (escena central del film), y de que se resuelva que la protagonista es la culpable, gira al melodrama. Todo ello sin que el cambio resulte incómodo para el espectador. Al contrario, se agradece tras una revelación tan fuerte.
Aunque no está exenta la historia del cine de films así, es cierto que no hay demasiados films de terror con componentes éticas. El discurso es profundo, más dado a formular preguntas que a contestarlas. Trata al espectador como alguien adulto, como alguien a quien puedes darle elementos de análisis para cuando «vuelvas a casa».
Es obvio que el guión de El hombre de las sombras es sobresaliente. Como comentaba, la primera parte del film es la típica del género de terror. Todo ello hasta llegar a la mitad del metraje. Allí se produce un punto de giro con reminiscencias de Psicosis, donde la muerte de la protagonista cambia el foco de la historia.
En este caso, también se produce una muerte, si no varias. Muere la protagonista a nuestros ojos. Nos ha engañado durante casi 1 hora. Creímos que quería ayudar a los niños y resulta estar dispuesta a asesinarlos. El film nos deja tan noqueados que la inocencia del espectador también muere. De alguna manera, sucede algo tan terrorífico que el terror, como género, deja de tener sentido.
Como espectador, incapaz de recuperar el aliento, empieza a recibir señales que, quizás, la intención no es tan mala. ¿Por qué, si no, la adolescente querría irse con el hombre del saco? Y todo ello acaba en un fascinante clímax que nos tranquiliza como espectadores. Nos hemos identificado con alguien bueno, que «salva» a los niños. Dispuesto a hacer todo esto sin nada de dinero a cambio y sólo por las pobres criaturas.
Pero toda la reflexión vuelve a ser una manipulación. Puro cine. El director nos vuelve a llevar a donde quiere. Y, una vez allí, nos sacude. Es muy habitual en la ficción que nos identifiquemos con cosas que, en la vida real jamás aceptaríamos. Policías corruptos, mafiosos, asesinos… Y la voz en off final nos lleva a un terreno en el que podríamos llegar a decir: «si los niños ahora están fuera del pozo en el que estaban, ya me está bien». Pero la adolescente acaba su reflexión con un right? (supongo que doblada debe ser ¿verdad?) que pone en duda todo el planteamiento. Aunque sea bueno para el futuro de los niños, ¿es bueno para los niños? Y, dentro del propio film, volvemos a la realidad.
Personalmente me encanta el género de terror pero, en cambio, la mayoría de films tienden a aburrirme porque son repetitivos. En ese sentido, El hombre de las sombras es estimulante, inteligente y sobrecogedora. Una pieza que me hace recuperar la fe en el género.