Això no tocava (en la política)

Jordi Pujol

Pujol nos ha escondido durante 34 años una herencia en negro de su padre. Nadie duda de la relevancia política del personaje y de la convulsión política que puede comportar. ¿Qué consecuencias tendrá en pleno crecimiento del soberanismo en Catalunya?

Yo creo que el catalanismo se haría un flaco favor si pensara que esto es neutro. No señores, esto puede cambiar una parte de la ecuación. Y de una parte importante; aquella parte de indecisos que inclinarán la balanza a un lado o a otro. Para saberlo con seguridad, deberíamos contestar dos preguntas; ¿Qué harán los partidos catalanes a partir de ahora? Y, ¿Qué han hecho nuestros representantes hasta ahora?

Que nadie dude que el ataque a Pujol  es, a la vez, un ataque a una concepción de Catalunya y al «proceso». Sería naif pensar que esto ha salido a la palestra justo ahora por casualidad. En derecho penal existe lo que se conoce como el principio de oportunidad; ¿en qué momento se hace público que se está investigando un hecho?

Por eso Jaume Barberà ha repetido muchas veces que a la independencia se va «net i polit» (limpio y pulido). Porque es evidente que el Estado utilizará todas sus herramientas para destruir nuestros símbolos y ganar la batalla. Si nuestros líderes no van «nets i polits», nos saldrá toda la suciedad.

Por eso, que se trate de un ataque, no puede ser excusa para no hacer lo que se ha de hacer. Si Pujol tenia cosas escondidas, con independencia de si es o no un ataque a las pretensiones de una parte de la sociedad catalana, hemos de actuar con contundencia. Esto responderá a la primera pregunta que me hacía: ¿Qué harán nuestros políticos?

Por lo que parece, CDC ya está poniendo el cortafuegos. Creo que no tenemos alternativa: CDC ha de distanciarse de su figura y debería desaparecer el cargo de presidente honorífico del partido. Y respecto al govern, retirarle los beneficios de los expresidentes, también la consideración de MHP.

Los medios de Madrid aprovecharán todo este escándalo para hacer descarrilar el proceso. Las portadas de estos días demuestran que continúan sin entender (o sin querer explicar) lo que pasa. Insisto: este proceso no lo controlan los políticos. Es la calle. Si los medios de la capital del Estado quieren respuestas, que salgan a la calle…

Dice Eduard Voltas en su libro «Carta a un indeciso» que la independencia no es la solución a todos los problemas. Esta parte del discurso indepedentista, que yo considero mayoritario entre los que quieren la secesión y que está alineado con lo que dicen nuestros líderes políticos, en Madrid no se explica.

Pero de la misma forma que reconocer que la independencia no nos hará vivir en un paraíso nos refuerza, si nuestros políticos son débiles en este caso, el argumentario unionista se reforzará.

Aún queda por contestar la segunda pregunta. Si los negocios de Pujol quedan en esto; una herencia no regularizada, yo creo que la historia será indulgente con él. Al final, es una figura muy poliédrica. Si resulta que los negocios iban más allá, entonces dependerá del volumen. Pero la mácula costará que se vaya, si es que alguna vez lo hace.

Ahora, si los negocios de Pujol salpican toda la estructura de CDC y esto afecta de manera directa o indirecta a la actual cúpula, preparémonos. Porque esto desestabilizará al partido de gobierno. Si no hubiera consulta (escenario más que posible) y todo esto acaba en plebiscitarias, ERC no podrá pactar para presentarse junto con un partido con la imagen de sus líderes manchada por la corrupción. ¿A quién votará la derecha catalanista? ¿Quién ocupará este espacio político y qué posicionamiento tendrá frente a una posible DUI? No lo sabemos.

Francesc Marc Àlvaro escribió un libro en 2003 donde hablaba del clan Pujol y ya apuntaba que algunos hijos tenían negocios opacos. En especial Junior, Jordi Pujol Ferrusola. El famoso hijo de la Camarga. Dentro de la ansiedad que tengo, me tranquiliza que alguien escribiera en aquella época (y no ahora) que Mas puso distancia entre Junior y él.

Si al final del camino, el independentismo no tiene operatividad política, aunque sea mayoritario, la independencia no será viable. Por descontado, un fracaso de este tipo de razones no haría que todo el mundo se borrara del proyecto. Pero oportunidades como la que estamos viviendo no aparecen cada día. Quizás deberemos esperar algunos lustros.

La persecución de los Pujol se ha producido cuando más interesaba a las estructuras del Estado. Nuestra actitud pasada y futura marcará la influencia en el «proceso». Puede reforzarnos si hacemos bien las cosas. O destruirnos y hacer que perdamos muchos años. Decía una campaña de la época del Pujol presidente: «el trabajo mal hecho no tiene futuro, el trabajo bien hecho no tiene fronteras». Ahora más que nunca.

«Això no tocava» (en los medios)

Jordi Pujol

(Acertadísima fotografía de portada de la edición digital del diario Ara)

Desde que el President Pujol confesó no haber regularizado una herencia de hace más de 30 años, los medios de comunicación y las redes sociales hierven. No creo que pueda aportar mucho más que la que ya se ha expresado este fin de semana respecto a la moralidad de un hecho de estas características y de cómo esto mancha la carrera de un los de los políticos más relevantes de nuestra historia. En cambio, sí creo poder poner el contexto el trato que se le está dando en los medios y, sobre todo, las consecuencias que esto puede tener en lo que eufemísticamente llamamos «proceso».

La gente que me conoce sabe que profeso una enorme admiración por la figura del expresidente de la Generalitat. Siempre he visto muchas más virtudes que defectos. En especial, su enorme capacidad para aglutinar alrededor de un proyecto de país a gente con sensibilidades políticas muy diferentes. Hablo de políticos y hablo de la población. Por esto no puede llevarme, como algunos están haciendo estos días, a suavizar lo que acaba de confesar. Con un punto de dolor, sólo puedo decir que Pujol me ha decepcionado. E, incluso, acepto que el grado de decepción puede aumentar si las explicaciones que ha dado no recogen toda la verdad sobre este dinero.

Dando por buenas las explicaciones de Pujol e, incluso entendiendo que puede ser humano que, unos meses después de asumir el cargo de President, prefiriera dar una patada a la pelota frente a regularizar dinero negro de su padre (con un probable coste político enorme), no es en absoluto aceptable que hayan pasado casi 35 años. Tampoco lo es ver, de forma evidente, que sólo lo ha dicho y regularizado cuando era la única salida.

Por eso ser pujolista no puede llevar a portadas de ridículo mayúsculo como la de El Punt Avui del sábado titulando «Con mucho dolor«, como añadiéndose a las disculpas. Ni encuestas patéticas que acaban contestando los fans del personaje y que, en realidad, lo caricaturizan.

En cambio, me gusta la portada de La Vanguardia: «Jordi Pujol admite más de 4 millones sin declarar en Andorra«. Me gustan los titulares neutros. Este me gustaría aún más si el diario siguiera esta línea en todo lo que trata. Me gustaría más si no tuviera la sensación de que el titular neutro sólo ha servido para, casi, defenderle en el contenido y si el titular del domingo («La familia Pujol ya ha pagado 2 millones al fisco«) no fuera como si tuviéramos que darles las gracias.

Este tipo de tratamiento nos hace daño. Porque si, por desgracia, la figura del expresidente no es como yo siempre he creído que era, pues no lo era y punto. Y ahora lo que toca es asegurarnos de que la historia es tal como se ha explicado, y que no se ha aprovechado del cargo que ostentó durante 23 años.

En cambio, comparto  mucho la portada del diario Ara («Pujol confiesa«) y su contenido. El Periódico titula igual. Del contenido no puedo hablar porque no lo he leído.

Los catalanes tenemos tendencia a redimirnos con el: ¿Y Madrid qué hace? Lo tenemos fácil porque acostumbra a ser un drama. El más suave, El País abrió con un titular neutro («Pujol admite que tuvo dinero en paraísos fiscales durante 34 años«) y con un editorial que intenta salpicar, sin aportar pruebas, a la actual CDC («Difícil de tragar que sea un “tema personal”, el mismo día en que el partido da a conocer el nombre de quien sustituye a Oriol Pujol. El caso Pujol promete declinarse en plural.»)

A parte de este medio, el resto le dan un trato infame. El más divertido La Razón, acompañando el titular «Pujol confiesa que ocultó dinero en el extrangero durante 34 años» con una foto de… ¡Mas! El domingo, el ABC abría con: «La confesión de Pujol deslegitima el desafío soberanista catalán«. Sin comentarios. El Mundo abrió el domingo con un artículo del «moderado» Salvador Sostres («El pacto de la vergüenza«) que busca constantemente relacionar Mas con los hechos.

Pero ya sabemos cómo hacen las cosas los medios de Madrid. ¿Justifica esto el tratamiento catalán de los medios filopujolistas? En absoluto. Estamos en un momento delicado de nuestra historia. O somos muy escrupulosos en todo lo que hacemos, o nos destruiremos uno de los mejores ingredientes del «proceso»; la posibilidad de empezar de cero.

En el próximo artículo hablaré del interés que pondrán los medios de Madrid en todo esto. Dirán que no somos un país serio porque no perseguimos a nuestros corruptos. No les demos la razón o la gente abandonará el barco a medio camino.

MEMÒRIES (Temps de construir) de JORDI PUJOL (vol. 2)

La gente que me conoce sabe que siento auténtica fascinación por el personaje Jordi Pujol (no tan intensamente aunque también por su política y su obra de gobierno). Muchas veces pienso que, con independencia de las identificación que uno pueda sentir por él, ha conjuntado dos conceptos básicos en política que hace tiempo no veo en nuestro país; lideraje y decisión para tomar medidas más o menos populares.

El libro lo he leído en su lengua original; catalán. Desconozco si lo han traducido ya o no. De todas formas, hablaré de esta versión. Este segundo volumen está centrado en la época que se inicia en la transición hasta el 93, cuando el PSOE pierde la mayoría absoluta en Madrid y el papel de CiU toma relieve.

Es sabido que el libro se ha escrito en base a unas conversaciones y material que el expresident de la Generalitat ha pasado a Manel Cuyàs, director adjunto de El Punt y creo que íntimo amigo suyo. La mano y diligencia de Cuyàs se nota en la elección de las palabras, en el orden de las ideas y en la voluntad de aclarar hasta el último detalle. Tengo a Pujol por un personaje mucho más anárquico y apasionado. Pero, como lector, agradezco los esfuerzos por situar las cosas y por no dar por hecho que has leído el primer volumen.

En el fondo, el libro es un alegato en defensa de su obra de gobierno. Lo comprendo y, además, me parece lo razonable. En algún momento también deja escapar alguna autocrítica, pero de forma muy superficial. Insinúa que, a veces, la política te lleva a tomar decisiones contrarias a tu ideario, y en otros casos es categórico con su error, como cuando para no ayudar al PSOE, decidió dar libertad de voto frente a la entrada a la OTAN (probablemente provocando ello la derrota del referendum en catalunya).

Aún así, me hubiera gustado algún elemento más del tipo; aquí no llegamos (quizás porque no se pudo), aquí no negocié bien esto, o en esto perjudiqué los intereses de Catalunya y/o España. Y llega a molestarme algún punto del libro donde ataca al PSC asumiendo lo que este hubiera hecho en caso de gobernar. No creo que la figura de Pujol esté en discusión como para que haga falta algo así.

Acabarlo me ha dejado una sensación dual y contradictoria. Por un lado, hubiera agradecido algo más de «sangre» no con cosas que no pasaron sino con cosas que pasaron. Puntos conflictivos, con nombres y apellidos, crisis de gobierno, situaciones de tensión con Unió (que todos sabemos que hubo), o con el gobierno central… Es verdad que habla de las grandes crisis; Banca Catalana, los incendios del 94, el fracaso del proyecto reformista y cosas por el estilo.

Pero como catalán y como ciudadano le agradezco que los rencores se los haya guardado para él y no haya encendido el ventilador acusando al personal. Como persona me interesa mucho conocer los tejemanejes que se cuecen en la política pero sé positivamente que es malo para el país que alguien los saque a la luz.

Yo creo que el libro transmite los valores esenciales de la política pujolista o, al menos aquellos que él siente como propios (y he de decir que, en esencia, estoy de acuerdo en que eran la base de su política); un catalanismo no asentado sobre el conflicto sino sobre el respeto. Cree que España le debe más de lo que se le ha reconocido. Y doy fe que no siempre le ha venido bien desde el punto de vista electoral…

Al leerlo, no puedo evitar una cierta nostalgia. Sé que no todo era bueno ni en Catalunya ni en España. Pero tengo la sensación de que Pujol tenía los objetivos claros. Y, sobre ellos, hacía pivotar toda su política. No es crea que no aparecerán nunca más políticos como él (sería absurdo y, aunque de otro perfil, quizás Aguirre estaría en esta línea pero no puedo asegurarlo porque no conozco los detalles), pero hay que reconocer que a nivel estatal y a nivel catalán no tenemos ninguno a la vista.