El paso en falso del PP

Xavier Garcia Albiol

Las elecciones catalanas de este septiembre puede que sean las más importantes que se han producido nunca en España. Todavía sin encuestas fiables, la incerteza sobre el resultado es total. Depende del resultado que se dé, España cambiará de forma radical.

A este hecho incontrovertible se suma la crisis en la que han entrado los partidos «clásicos». A su relativa irrelevancia habitual en Catalunya, se suma la falta de credibilidad general en España. La lucha con Ciudadanos ha llevado al PP a sus peores expectativas en Catalunya.

Con el objetivo evitar una debacle, el PP aceptó poner de líder en Catalunya a un racista, que se ha aupado a base de criminalizar a los inmigrantes de su ciudad. Sabían que una confrontación entre el duro Albiol y una casi desconocida Arrimadas podría mejorar algo los resultados de las catalanas.

Pero Albiol necesitaba algo más de munición y Rajoy le ha entregado una modificación express del Tribunal Constitucional para que este pueda inhabilitar a cualquiera que no cumpla sus dictámenes. Ganando un puñado de votos, han dado un paso en falso que el unionismo puede pagar caro.

La estrategia del PP, como he denunciado muchas veces, sólo piensa en los votos. No deben dar por seria la amenaza de separación porque, si no, no se entiende. Sí, quizás Arrimadas está preocupada por los resultados que pueda obtener. Pero el catalanismo está descorchando botellas de cava…

Hace unos días, el gobierno lanzó una redada política contra sedes de Convergència. No valoro si hay o no hay corrupción detrás de la operación porque no lo sé. Pero que se hiciera coincidir con la presentación de Junts Pel Sí demuestra que había, sobre todo, intencionalidad política.

Con todos los medios delante, la operación policial consiguió desplazar de las portadas de los diarios la presentación de la coalición, que aglutinó varias decenas de miles de personas. Incluso en los diarios catalanes contrarios a la independencia, que son los de más difusión.

Desde entonces, el debate en Catalunya había sido si los socios de candidatura debían o no exigir explicaciones a Artur Mas. Habían conseguido desplazar el foco, por lo menos, hasta el 11 de septiembre.

Con la aventura de la modificación del TC, el debate se ha desplazado de nuevo a un terreno donde el soberanismo se siente cómodo. El gobierno de España quiere hacer una reforma legal ‘ad hoc’. Es decir, con el objetivo de enjuiciar a una persona en concreto. Se me ocurren pocas cosas menos democráticas.

Lo peor para el unionismo es que la aprobación se producirá el día después de las elecciones catalanas. Expresado en otros términos; el debate durará tanto como la campaña electoral.

Muchos hemos creído que el PP cometería algún error pre electoral enorme. Quizás los resultados de Albiol serán algo mejores de lo que dicen las encuestas. A cambio, se ha garantizado la mobilización masiva del soberanismo.

Corrientes de fondo

Pedro Sánchez

En las tertulias de bar, a las que soy un adicto, es bastante común la pregunta: «¿Tú crees que el 27S habrá independencia?». Hay respuestas de todo tipo. Desde el que sólo recurre al que la ley lo impide, al que cree que la voluntad lo es todo, pasando por los que defienden que la cuestión es bastante más compleja.

Honestamente, no tengo ni idea de qué pasará después del 27S. Aunque Podemos modifica bastante las condiciones de la contienda, considero plausible una victoria en diputados soberanistas y un empate técnico en votos. Probablemente, con algunos votos más a favor de las fuerzas unionistas. Eso nos lleva a un escenario difícil. Pero se dé el que se dé, suelo terminar la frase añadiendo que la independencia es inevitable a largo plazo.

Muchos españoles estarían de acuerdo conmigo en que estamos viviendo una segunda transición. Con voluntad de ser preciso, creo que estamos cerrándola. Aunque no considero que estemos en sus últimos compases, sí interpreto que empieza a sonar la coda final.

No cabe duda que la crisis está catalizando este proceso. Quizás, sin ella, todo esto hubiera llegado mucho más tarde. Pero su corriente transformadora es anterior a la crisis. Abro un pequeño paréntesis. No deja de ser sorprendente cómo se ha utilizado la crisis para legitimar las opciones de cambio político en España y, a la vez, para deslegitimar el proceso soberanista catalán. Cierro paréntesis.

Los vectores de cambio son, básicamente, tres. Se está exigiendo un cambio político. No creo que sea exactamente hacia la izquierda, como percibo es el sentir popular. No cabe duda que Colau y Carmena han logrado un gran éxito. Pero no hay que perder de vista que representan un 25 y un 32% de los votantes respectivamente en dos grandes ciudades. En mi opinión, lo esencial es que las marcas de siempre, o se transforman o serán sustituidas. Seguirá habiendo una España que exige políticas sociales y otra que apuesta por el conservadurismo. No rompemos, por tanto, con las políticas de derechas sino con la estirpe o la «casta», como les gusta decir a algunos, que ha heredado el gobierno tras la caída del régimen. Es decir, vector número 1: queremos romper con el caciquismo franquista.

El segundo vector, quizás menos obvio en España. Franco hizo que los españoles se avergonzaran de sus símbolos. Tras la dictadura, se han escondido. Aunque los usaban y ha molestado cualquier gesto de no adhesión más o menos duro o explícito, el hecho cierto es que han preferido cohesionar a través de otros símbolos.

Pero esa vergüenza ha ido menguando. Poco a poco, la izquierda le ha perdido el miedo. Lo alimentan tres cuestiones; las políticas de Aznar, creo que es su gran victoria y herencia. Los éxitos deportivos de la última década con cánticos desacomplejados como «yo soy español». Por último, el proceso independentista catalán. Esta suma de cuestiones es lo que explica, por ejemplo, el slogan que usará el PSOE de cara a las generales; «Más España» o también que Pablo Iglesias sea el político que más utiliza el concepto patria.

Quiero hacer notar es que estos valores ya estaban ahí. Subyacían. No es cierto que los únicos nacionalistas en España fueran los franquistas. También hubo exposiciones duras en contra del catalanismo por parte de Azaña.

Yo nunca he sido españolista ni patriotero. Pero ante estas cosas me indigno. Y si esas gentes van a descuartizar a España prefiero a Franco. Con Franco ya nos entenderíamos nosotros, o nuestros hijos o quien fuere. Pero esos hombres son inaguantables. Acabarían por dar la razón a Franco.

Dejo de lado que este comentario certifica que, en parte, la guerra española era una guerra contra Catalunya. Si no era suficiente,  a posteriori, Negrín hizo comentarios en la misma línea cuando era presidente de la república en plena guerra civil.

No estoy haciendo la guerra contra Franco para que nos retoñe en Barcelona un separatismo estúpido y pueblerino. De ninguna manera. Estoy haciendo la guerra por España y para España. Por su grandeza y para su grandeza.

Es decir, sólo reflota lo que ya existía. Nada nuevo ni exclusivo de la derecha. Muy anterior a la propia guerra civil. Por tanto, segundo vector: recuperación del orgullo nacional español.

El tercero, obviamente, es el proceso catalán. El catalanismo se siente, en general, maltratado. Como decía Germà Bel en una cena a la que asistí, el Estatut del 2003 nació con voluntad de articular una España federal y acabó convertido en un muro de contención para no perder competencias. Las tensiones con el ya exministro Wert demuestran que no fue útil ni siquiera para eso. La sentencia del TC fue, para muchos, una ruptura emocional con España muy difícil de reconstruir.

Lo que provoca a ojos catalanistas esta tensión, es la percepción de que los españoles viven como una agresión una fórmula que no sea la del estado centralizado. Bajo esta premisa, el desacomplejamiento identitario de la izquierda española, la emergencia de Ciudadanos, que nace para luchar contra el nacionalismo catalán, y el persistente uso de los símbolos patrios por parte del PP, no hacen más que alimentar dicha percepción.

A eso cabe sumar que, a pesar de lo que publican los medios, el peso de las fuerzas soberanistas elección tras elección, se mantiene. En las elecciones municipales, las fuerzas soberanistas vuelven a sumar un 45%. Sumando todo el voto Colau al unionismo, están sobre un 44%. Es decir, el ánimo ha decaído, pero en 5 años, el soberanismo mantiene el pulso. Esto difícilmente es un soufflé.

España tiene derecho a recuperar la normalidad de sus símbolos y a hacer un cambio político profundo. Más cuando responden a corrientes de fondo. Ahora bien, se me hace difícil imaginar una Catalunya acomodada en esa realidad. Ni veo a España dispuesta a cambiar su ruta ni a Catalunya renunciando a su identidad. Si no hay cambios, el desencuentro se producirá. Tarde o temprano.

El relato de la derrota

cataluña

Me he resistido mucho a escribir un post en la línea del que ahora leeréis. Lo hago a regañadientes, pero encuentro que es imprescindible una mirada serena sobre la situación en que se encuentra el secesionismo a menos de 100 días de las elecciones. Las redes sociales y la calle vive en un permanente estado de histerismo que no augura nada de bueno para el catalanismo de cara al 27S. Creo que los datos se tienen que mirar con serenidad, o nos haremos daño.

Muchos decían que si no queríamos perder la iniciativa política, las elecciones tenían que ser antes de las municipales. Ahora sabemos que tenían razón. Es posible que hayamos dejado pasar una oportunidad histórica de ganar. Quizás sí. Ahora, quien surfea la ola, es Podemos. Ya no tenemos el control que teníamos sobre el tempo político, y ésta era una de las pocas herramientas que teníamos a nuestro alcance ante las armas que tiene un Estado poderoso. En todo caso, ya está hecho. Hay que mirar hacia adelante.

El catalanismo no ha sabido encontrar una fórmula ilusionante de cara a las elecciones que vienen. Defendí la lista unitaria, y a pesar de que no digo que ésta tuviera que ser la fórmula definitiva, sí que es cierto que hemos perdido atractivo. Lo cierto es que hasta el 9N nuestra gran fortaleza era la percepción de unidad del catalanismo, y hoy esta unidad no existe. Bajo ninguna fórmula. La gente se acusa sistemáticamente de ser los culpables de la división. No hablo sólo de los políticos, sino de la gente de base. Difícil sumar adhesiones cuando, entre nosotros, tenemos esta guerra fratricida.

No es serio acusar a otros de hacer bien las cosas. Los críticos con que ICV pacte con Podemos no están más que demostrando su impotencia. La izquierda españolista, por acto u omisión, se está organizando bien. No tienen ninguna obligación de apoyar nuestras propuestas. Si las fuerzas de izquierdas españolistas son más atractivas que las catalanistas para los catalanes, algo pasa. Lo que hace falta no es cambiar ni ICV ni Podemos, sino abrir una reflexión en ERC y en la CUP.

No todo es dramático. Quizás haya que mirar los datos otra vez. El 9N decíamos que hacían falta unos 300 mil votos más a favor de la independencia. Ahora, cuando escucho a los tertulianos que han matado el proceso infinitas veces decir que el independentismo se deshincha, no puedo más que reír. El voto claramente catalanista se mantiene sobre el 45%, al cual se tendría que sumar voto de otras fuerzas, como ICV, que aglutinan voto a las dos bandas del eje nacional. Así ha sido en las elecciones municipales, aunque no se puedan extrapolar directamente sobre las catalanas. Y así es en la encuesta de El Periódico publicada esta semana pasada.

A pesar de que toda la encuesta busca deslegitimar el tono plebiscitario de las elecciones con preguntas tramposas, el hecho cierto es que la encuesta es creíble. Pero insisto, el voto catalanista se mantiene sobre el 45%. Con un añadido. Este voto es, cada vez, más claramente independentista. Los partidos han ido clarificando sus posiciones. No perder voto es una buena señal.

Por lo tanto, no hay que ponerse tan nervioso. Lo que hace falta es trabajar estos 3 meses para convencer a los que el 9N votaron SíNo. El gran drama no es que la gente haya perdido las ganas de tirar adelante el proceso, sino que después de medio año, estamos donde estábamos.

Tampoco tenemos que olvidar el contexto en que se celebrarán las elecciones. Llegaremos con toda la inercia post 11S. Será una inercia de victoria. Si conseguimos que los partidos catalanistas no se saquen los ojos en plena campaña electoral, si hacemos el que hacíamos, si defendemos el derecho de la gente a dudar, si defendemos el derecho de la gente a opinar diferente y seguimos insistiendo, tenemos mucho ganado. Si no, podemos abandonar ahora mismo.

Si el catalanismo quiere tener opciones de victoria, tiene que abandonar este histerismo propio de quien teme que las cosas pueden no irle bien. Sin quererlo, estamos alimentando el relato de la derrota cuando, objetivamente, no estamos mal. La propuesta tiene que mantener la ilusión que tenía. O dejaremos pasar una oportunidad que nadie nos garantiza que se vuelva a producir en el tiempo, digamos, de una legislatura.

Confluencias el 27S

Rajoy

CDC y ERC pactaron que el 27 de septiembre se celebrarían las elecciones catalanas. El acuerdo se produjo después de desencuentros evidentes a la vista de todo el mundo. Y aunque no conozco a nadie que hace unos meses estuviera por la independencia, ahora haya cambiado de opinión, es evidente que no hay el ánimo ni la seguridad anteriores al 9N.

Según ha dicho RAC1, Rajoy podría estar planteándose adelantar las elecciones generales para la misma fecha. De esta manera, buscarían hacer pivotar las elecciones sobre el eje identitario, donde está seguro que obtendrá mejores resultados que si estan monopolizadas por el caso Rato.

Parece que, llegado el caso, CDC teme que el debate con Podemos pueda hacer daño al proceso y que preferiría posponer las elecciones catalanas. ERC no lo ve igual, por lo que los dos principales partidos catalanes podrían tener un nuevo encontronazo. Algunas reflexiones:

Algunas voces ya habían dicho que, si las elecciones catalanas no se producían antes de las municipales, el catalanismo perdía la iniciativa política. Perder esa ventaja ha sido un error estratégico en toda regla. A la vista de que la unión es más estética que real, el precio probablemente será alto. Si la decisión de convocar en Catalunya queda condicionada a lo que haga Rajoy, Artur Mas deberá esperar al último día, porque los dos tienen la obligación de convocar con la misma antelación.

Según como le vayan al PP las elecciones municipales, Rajoy va a tener serios problemas para aguantar en el poder. Aunque hoy lo haya negado, puede que convocar rápido, más que una opción, sea una obligación.

Buscar la coincidencia con las catalanas demostraría dos cosas: que sabe que en el terreno del conflicto territorial el PP se mueve como pez en el agua. Lo segundo es que, como siempre, los partidos piensan más en ellos que en el país y en el proyecto que dicen defender. Lo que es evidente es que alimentar la confrontación no ayuda al fin último del unionismo.

¿Y a la contra parte catalana? Unas elecciones donde el PP entre en la brega supone que, al menos, dos partidos demostrarán una enorme hostilidad. Eso movilizará las bases de todos. Y aunque sin el ánimo de hace unos meses, este fin de semana la ANC, Omnium y la AMI han llenado todo un Sant Jordi. Y hace 5 meses escasos, consiguieron 1,9 millones de votos netamente independentistas y 300 mil por un cambio de statu quo.

Aunque hay una segunda lectura posible. El futuro parlamento español estará más fragmentado. Será más débil. Si gana la suma PP+Ciudadanos, la hostilidad al catalanismo será alta. Si, en cambio, ganan las fuerzas de izquierdas, el PSOE ya no tiene credibilidad entre el catalanismo. Y Podemos, por las cosas que han dicho Errejón (el tránsito de aquí a aquí es espectacular), Monedero (diciendo que la independencia es un disparate) o Iglesias (diluyendo la cuestión nacional), no parece probable un cambio de actitud en lo territorial. Algunos líderes del nacionalismo piensan que lo mejor es esperar a que se demuestre que, ni siquiera Podemos, tiene verdadera voluntad de resolver el complejo encaje territorial.

La respuesta de hoy de Rajoy a los medios de comunicación demuestra que todo lo improvisa. Ni siquiera estaba preparado para la pregunta. ¡Alucinante!

El problema del catalanismo está, como siempre, en su escasa capacidad de unirse por un objetivo común. Con una confluencia real, casi es irrelevante lo que haga Madrid. Será esta legislatura, la siguiente o la otra. Si, en cambio, se sigue en este camino, Madrid lo tendrá muy fácil. Sin ánimo de resolver nada, sólo confluirá con el catalanismo en la fecha y para ganar unas elecciones.

El momento del para qué

Los para qué

Dos años discutiendo sobre el 9N. Dos años durante los cuales unos han exigido ser escuchados y los otros les han negado el derecho. Dos años donde el estratagema, el regate en corto, las evasivas y las amenazas han copado todo el debate. Tanto hemos puesto el foco en qué pasó el fin de semana pasado que ahora nos preguntamos: «¿y ahora qué?».

Todo el mundo coincide en que en Mas ha salido reforzado de esta partida. Donde no hay tanta unanimidad es en qué dicen los datos del 9N. Sinceramente, creo que los resultados son buenos por el soberanismo, pero no tanto como para pensar que ya han ganado la partida.

También está claro que ahora vienen las elecciones. Ya dije que, desde mi punto de vista, tanto CDC cómo ERC tienen unos incentivos enormes a llegar a un acuerdo. Desde mi punto de vista, la mejor opción es una candidatura única. Las bajas expectativas electorales de CDC (quizás ahora mejoradas por el éxito del 9N) por un lado, y el riesgo que CDC abandone el discurso secesionista después de las elecciones por el otro, hacen que si no hay candidatura única, el riesgo sea más alto.

Es cierto que la relación entre Mas y Junqueras está muy tocada y las relaciones personales son muy importantes. También lo es que Junqueras puede tener miedo al hecho que se publique alguna información respecto a CDC en plena campaña. Pero esta candidatura, con nombres de la sociedad catalana, no creo que sufriera tanto como si CDC fuera suela. Y, además, la prensa de Madrid está abusando tanto de mentir, que están perdiendo fuerza y credibilidad en Cataluña.

Las condiciones que se ponen mutuamente no me parecen insalvables. Mas quiere encabezar la candidatura. Cierto que su partido está en horas bajas, pero él no. Y Junqueras quiere la DUI en el Parlamento inmediatamente después de las elecciones. Ahora que ha matizado que esto «sólo» implica actuar como un estado, encuentro que es asumible por CDC (ir construyendo las estructuras, lo cual implica una rotura más progresiva).

Si llegan a un acuerdo (con o sin candidatura única) y, como parece, los resultados acompañan, en teoría este gobierno haría la DUI y abriría una negociación para repartirse los activos y pasivos con España. Es previsible que Madrid ni siquiera reconozca esta negociación. Y todo seguirá «igual» pero será «diferente». Tal como ahora, que la celebración del 9N ha roto algo. Además, el PP teme el giro del debate político hacia el regeneracionismo. Preferirán que el debate esté centrado en Cataluña. Alta tensión.

Si son inteligentes, durante unos meses descubriremos que la hacienda catalana está lista y nos pedirán que paguemos los impuestos en Cataluña, empezarán a asumirse competencias hoy del Estado sin preguntar y se tendría que convocar un referéndum. Esta vez sin necesidad de pedir permiso en Madrid.

Cómo acabará esto no lo sé. Me parece imprevisible. Tengo la sensación que muchos independentistas creen que con los ataques que recibiremos del PP será suficiente para seguir con el crecimiento que tiene el soberanismo. Sinceramente, me parece que esta vía ya está agotada.

Nos han llamado insolidarios, egoístas, ladrones, nazis, pro etarras, filo terroristas, manipuladores, asesinos… Quien no se haya convencido ya con estos argumentos, no lo convenceremos. En mi opinión, el sobiranismo ahora se tiene que acercar donde más cuesta que llegue su mensaje. Aquí Súmate y otras entidades cercanas al cinturón rojo de Barcelona tienen un importante papel.

Por eso creo que, ahora sí, es el momento de dejar de debatir del el proceso y hacerlo sobre por qué queremos que esto pase. ¿Qué modelo de estado queremos? Suecia, Dinamarca, Massachusetts, Venezuela… Hablo de modelos de país, de cuál queremos que sea nuestra fórmula para conseguir que la gente tenga una vida mejor. Estos argumentos poco románticos son los que nos pueden ayudar a convencer a mucha de esta gente.

El famoso #tenimpressa creo que no ayuda a sus objetivos. Esto se tendrá que cocer a fuego lento. Costará que toda esta gente haga una rotura sentimental con aquello con el que siempre se han sentido identificados.

Dicho esto, si el unionismo se mantiene en la lectura de que sólo votó una parte pequeña de la sociedad catalana, se estarán haciendo trampas al solitario como hace 6 años que se hacen. Esto los continúa poniendo en una posición de extrema debilidad. Y puede facilitar aquello que era casi imposible; la independencia.

Creo que se ha acabado la época del discurso basado en la táctica, en el que las partes tendrán que tomar verdaderos discursos constructivos. Los unos para convencer a aquellos sentimentalmente muy unidos en España. Los otros tendrán que abandonar los discursos apocalípticos y buscar entre su oferta, qué puede interesar a los que, en los últimos años, han desconectado de su proyecto. Es la hora de los para qué.

Lectura post 9N

Consulta cues

Después de una jornada como la de ayer, las lecturas sobre los resultados son inevitables. La jornada fue tan parecida a una jornada electoral que, al final, todo el mundo ha ganado. Pero miremos los datos con algo de tranquilidad.

2.305.290 personas votaron. El 80,72% votaron por el Sí-Sí (algo más de 1’8 millones de votos), un 10% votaron por el Sí-No (algo más de 225 mil votos) y un 1% por el Sí-En blanco (unos 20 mil). Es decir, más de 2 millones de votos por un cambio del statu quo.

Estos datos no son comparables directamente con unos resultados electorales normales porque no votó el censo electoral. Tenía derecho a voto más gente; mayores de 16 años e inmigrantes. Los más jóvenes posiblemente se movilizan más de lo normal. Los inmigrantes, menos de lo normal. Eso hace imposible hacer transposiciones directas entre la consulta y un referendum «normal».

En todo caso, sí que son datos significativos. En las elecciones del 2012 a la Generalitat, votaron fuerzas catalanistas 1,75 millones de personas. Aunque algunos partidos se habían significado por un Sí-Sí, no estaba claro del todo que sus votantes estuvieran al 100% por la independencia. Los resultados de ayer vienen a alimentar la idea de que, poco a poco, se confirman como partidarios claros de la independencia. En mi opinión, eso hace que los datos sean muy buenos para el soberanismo. Entre otras cosas porque, con resultados peores, han ganado las elecciones al Parlament.

El error de lectura que hace el españolismo es caer en la falacia de «todos los que no han votado no están por la independencia» o, más aún, «quieren seguir en España». Catalunya tiene un abstencionismo estructural del 25%. Es decir, que la partida no se juega sobre los 5’4 millones que pueden votar sino sobre 4 millones. Es decir, que en el mejor de los casos, el españolismo no tiene tanto margen como pretende.

Además, dan por hecho que los del Sí-No, llegado el caso, votarán en contra. Ahora están en medio pero, llegará un momento en el que deberán optar. Hagan o no las instituciones españolas una oferta, el Sí-No acabará sin contenido. Que nadie piense que se sumarán a una u otra opción sin más.

Ni siquiera puede deducirse que los que no votaron están por el no. En primer lugar, todavía queda gente por votar. En las mesas en las que yo estaba, echamos a unos cuantos para atrás por tener el DNI caducado. Y tampoco se pueden descontar algunos votos de libertarios independentistas, que optaron por un No-Sí, que convertía su voto en «otros» (el equivalente al voto nulo). También fueron un puñado.

Además, me parece mucho deducir que absolutamente todos los que se quedaron en casa no quieren la independencia. La Iglesia lo tenía claro: «los caminos del Señor son inescrutables».

Obviamente cualquiera de estos grupos que he comentado son los menos. Y esto no sería relevante si la cosa no estuviera tan ajustada. Pero es que lo está.

El independentismo puede caer en la misma trampa. Esto no lo tienen hecho. Los datos no dan un Sí-Sí definitivo y sin dudas. Suponiendo que pudiéramos contar los 1,8 millones de votos como si fuera del censo electoral, serían suficientes si la participación no supera el 67% (más alta que la mayoría de participaciones para las elecciones catalanas). Pero para ganar con seguridad, le hacen falta 2,1 millones de votos (75% del censo electoral).

Fundamental es tener en cuenta que no hubo debate sobre las opciones porque ha sido imposible. Hasta 3 días antes no sabíamos si podríamos votar o no. En caso de que hubiera debate electoral, estos resultados se verían alterados con toda seguridad.

Todavía hay partido. A las partes les va a tocar moverse con celeridad. En mi opinión, el independentismo lleva la ventaja de la iniciativa. Si el españolismo no abandona la actitud defensiva, esto va a ser imparable.

Legitimando el no el 9N

Papeleta

Si eres una de las personas que creen que lo mejor para Cataluña es que cambiamos la relación con España pero siempre dentro de sus fronteras o, incluso, si piensas que la relación entre Cataluña y España tiene que continuar siendo la misma que hasta ahora, te invito a votar el domingo. Sé que, entre todos, no te lo estamos poniendo fácil. Pero, por favor, dame confianza y lee hasta el final.

No te engañaré. Yo quiero la independencia. Estoy tan implicado que me he hecho voluntario del 9N. No soy independentista. Lo estoy. Creo honestamente que no tengo alternativa. Sé lo que estás pensando. Llevan y llevamos días repitiéndolo; Si vas a votar el domingo, estás legitimando mi opción. Pero yo no lo creo.

Este domingo haremos una consulta. Una consulta que no quiere nadie. Tú, porque crees que esto es una fiesta que se han montado sólo una parte de los afectados. Y nosotros porque se nos queda corta. Pero, en realidad, estamos muy unidos. Querríamos una como la que tú querrías. Una de verdad, legal. Negociada y acordada con Madrid. ¿Quién puede creer que un independentista prefiere un sucedáneo a una de verdad?

La estrategia de Madrid nos ha traído a que muchos de los que, como tú, quieren la unidad, piensen que no ha habido debate. Han escondido medios todos los libros y todos los artículos sobre el tema. Toda la documentación. Incluso, han querido esconder las pocas respuestas que se han hecho a sus argumentos. Pocas porque los argumentos del unionismo han sido escasos. No han querido entrar en el debate y, cuando lo han hecho, han ofrecido datos tan exagerados que se desacreditaban ellos solos.

Esta misma estrategia es la que ha provocado que, incluso el día antes de la votación, no estemos debatiendo por el sí y por el no. Los que han impulsado la votación desde las instituciones y los que lo hemos hecho desde la calle, hemos malgastado el tiempo (ya lo admito) justificando que tenemos derecho. No hemos podido o no hemos sabido hacerlo mejor. Por la parte que me toca, te pido perdón.

El hecho que se impugnara la consulta que convocó la Generalitat en septiembre ha causado que todos dejáramos de poner el foco en el resultado. Como esto ya no tiene garantías, ahora ya no cuenta si el «sí/sí» sacará más votos que el «sí/no» y el «no». Ahora todo el mundo da por hecho que ganará el «sí/sí» porque gente como tú, que cree en un referéndum, no nos acompañará poniendo las papeletas.

Pero quiero decirte una cosa. A ti. Yo el domingo haré algo más que votar. Votaré «sí/sí». Porque el que legitimará mi opción política no es que participe mucha gente sino que mucha gente vote por la independencia. Es evidente que, si el voto unionista superara al independentista, por muy de broma que sea la consulta, la independencia no estaría más cerca. Más bien al contrario.

De hecho, pienso honestamente que, el hecho de votar por el «sí/no» o por el «no» no legitima la independencia sino el derecho a la autodeterminación. Sí, este derecho que has reivindicado toda tu vida y en el que crees honestamente. Necesitamos que la sociedad española, la  de los españoles de buena fe, que son muchos, entiendan que, en esto de votar, estamos juntos.

Yo voté a la consulta alternativa que se hizo en las europeas. Te aseguro que mi voto estaba lejos del que los gustaba a los organizadores. Pero lo hice porque me estaban dando voz con la única herramienta que tenían a su alcance; unas cajas de cartón, unos bolis, unos papeles y el valor que pusieron ante la prohibición de la administración.

Tu voto lo necesito no como independentista. No me servirá para lo que quiero hacer. Lo necesito como demócrata. Aunque esto sólo sea un acto simbólico. Como hemos hecho muchos otros, tú y yo. Cómo cuando nos paseamos por las asambleas del 15M. Cuando fuimos a manifestaciones en contra de la guerra, en contra de ETA, en contra de la violencia. Ahora está en juego nuestro derecho a decir la nuestra. Mucho más básico que la independencia o la unión.

Discúlpanos que no te podamos dar las garantías que mereces. Te ofrecemos todo aquello que tenemos en nuestra mano. Los papeles, las urnas y el espacio. No puedo darte nada más porque no está a mi alcance. Ojalá…

Si al final decides acompañarnos, has de saber que te estaré muy agradecido. Como demócrata. No veré qué votas. Pero sepas que, cuando estemos haciendo el recuento, agradeceré cada voto en contra. Espero que el tuyo sea uno de ellos. Quiero que sepas que mi futuro, sea qué sea, lo quiero construir contigo.

Por eso te pido, por favor, acompáñame.

Una semana normal

Negociaciones 9N

Las últimas 3 semanas y, especialmente esta, han generado miedos entre los defensores de la independencia de Cataluña. El gran baluarte de la unidad se ha roto.

Reconozco que las semanas pasadas he estado bastante preocupado por este asunto. Lo alimentaban inputs de que las tensiones no eran pura escenificación ni lectura interesada de los medios. Y no sólo se rompió la unidad sino que cada partido salió con un discurso diferente. Cada uno por libre. El lunes no fue un buen día.

Pero, a partir de martes, mi percepción ha ido cambiando hasta ser moderadamente optimista. Llevamos 2 años en los que 6 fuerzas políticas han caminado juntas. Desde la derechista Unió hasta la izquierda de la CUP. Lo hemos reivindicado porque «no es normal». Así que, creo que lo que ha pasado esta semana después de un punto de desacuerdo (admito que importante) es que hemos tenido una semana normal. Una semana donde ha primado un cierto tacticismo inherente a la política. Seríamos peligrosamente ingenuos si pensáramos que estos movimientos políticos no se dan a los partidos, incluso, en estas circunstancias.

Fijémonos en un hecho. Ninguna de las fuerzas que, hasta lunes, iban unidas se ha pronunciado en contra del nuevo 9N, excepto hoy Herrera de Iniciativa (y ya veremos cuál es la reacción de los independentistas del partido si los ataques que están recibiendo no les generan anticuerpos).

Las 3 fuerzas por el Sí-Sí han defendido la jornada participativa, todo y no estar del todo de acuerdo en aspectos de esta. Por lo tanto, se les ha de reconocer que están practicando un tacticismo de baja intensidad. Pensemos en clave de futuro. Y en clave tacticista, si me lo permitís. 

¿Se puede permitir CDC seguir sola adelante con la legislatura (ahora que la ruptura con UDC está casi hecha)? ¿Cómo? ¿Pactando con el PSC? El coste político sería enorme. CDC aguanta porque Mas, que ha ido cumpliendo sus promesas, es creíble. Pero si ahora transmite que se pasa al peixalcovisme, compartirá futuro con el partido de Iceta.

ERC no ve clara la lista unitaria. Pero, si de verdad quiere la independencia, ¿se puede permitir una victoria en minoría simple? ¿Qué pasará en CDC si Mas, como es lógico, se ve obligado a dimitir después de una derrota electoral? ¿Sabemos qué pasaría adentro del partido? ¿Quién lo liderará? ¿Estará abierto a pactar con ERC? ¿Asumirá ERC tanta incertidumbre?

Esta semana normal (y quizás algunas que vendrán) los partidos las aprovecharán para fijar sus posiciones iniciales de negociación. Obviamente, hay el riesgo que acaben por no entenderse. Eso sí, cualquiera que haya llevado una negociación seria sabe que para obtener un buen acuerdo, ha de haber momentos en los cuales parece que todo se puede romper. Estamos en un momento de estos.

Mirad con optimismo pero realismo los hechos: el nueve 9N movilizará muchísima gente, esta negociación nos debería dar suficiente tiempo para terminar la hacienda propia (sin la cual una DUI es un tiro al pie), la candidatura única está siendo apoyada por la sociedad civil, cerca de las elecciones se escenificarán rupturas en los partidos que no quieren la DUI para pasar junto a la candidatura unitaria (del PSC, de Unió, y de ICV), y la CUP hará de receptáculo por toda aquella gente de izquierdas que, queriendo la independencia, se sienta incómoda votando una candidatura que tenga detrás a Convergència.

Que los hechos del día a día no nos hagan perder la perspectiva. Esta situación casi se tenía que dar en algún momento previo a unas elecciones. Tomémonos con calma todo esto. Y no pidamos a los partidos que actúen contra natura.

¿El curso de la verdad?

President Mas

Ahora sí. Ya empieza el curso político tras el cual todo habrá cambiado. Cuando digo todo, quiero decir todo. Algunos, después de las elecciones catalanas de 2012 creímos que no habría consulta porque no veíamos operatividad política en el Parlamento. Nos equivocamos y hoy podemos afirmar que difícilmente los catalanes no habremos expresado en los 12 próximos meses lo que queremos para nuestro futuro.

La incertidumbre en los detalles es tan grande que se hace difícil visualizar exactamente lo que pasará. En cambio, estoy convencido de que en lo esencial es difícil equivocarse. E incluso, me atrevo a decir que acabaremos con calendario definido a lo largo del trimestre que viene.

Los primeros meses serán de una tensión brutal. 11 de septiembre, que será un éxito a pesar del punto de angustia que ahora hay por el ritmo de inscripciones. Esta semana se disparará. Pregunta fácil a los amigos: ¿Tú volverás? Ninguno me ha dicho que se quedará en casa.

Hacia el 20 aprobaremos la ley de consultas y, si un recurso aún más rápido no lo impide, la convocatoria de cara al 9N. El gobierno español podría no recurrir o facilitar que el TC no bloquee la consulta. La nariz me dice que ahora en Madrid se sienten fuertes por culpa de su enésimo error de cálculo.

De acuerdo. Han tumbado uno de los símbolos del catalanismo. Algunos estamos muy decepcionados. Dan por hecho que los catalanistas ahora hemos perdido el gran argumento «España nos roba» y la percepción de que los catalanes somos moralmente superiores a los españoles.

Este es un discurso que funciona en el resto de España. No en Cataluña. Los catalanes distinguimos entre lo que roban los políticos y lo que supone un trato económico injusto. Respecto a las cuestiones éticas, el discurso catalanista no es supremacista. ¡Pero si quien no se dice Pérez se llama López! Hace muchos años que en Cataluña tenemos el caso Palau, y el caso Treball (ahora le llaman Pallerols para tapar las vergüenzas de Unió), y el caso Mercurio y una larga lista. Queremos que el nuevo estado sea más limpio, sí. Pero no porque somos mejores sino porque queremos cambiar unas leyes que, eso sí, dentro de España no tenemos poder para cambiar.

Si niegan, como pienso, la posibilidad de hacer la consulta, estoy seguro que las movilizaciones serán brutales. Ante gobernación civil y frente al Palau de la Generalitat. Como habrá nervios, deberemos ser especialmente cuidadosos. Estoy convencido de que será así.

Ante este escenario no creo que el gobierno de España mueva ficha. El catalán tendrá tres opciones: convocar igualmente el referéndum, convocar elecciones a corto plazo o intentar alargar la legislatura al máximo.

Convocar el referéndum tiene un problema grave. Supone saltarse la ley española. Este es un recurso que la Generalitat no podrá utilizar demasiadas veces. De hecho, algunos expertos dicen que sólo podremos hacer una insumisión. Artur Mas es inteligente y no creo que lo haga esta vez.

La segunda opción que tiene CiU es ir hasta el 2016 para intentar recuperar sus expectativas electorales. Pero la calle se sentirá traicionada y la situación se volverá inestable. No creo ni siquiera que puedan alargar hasta las elecciones municipales en mayo de 2015.

Estas nuevas elecciones tendrán un carácter plebiscitario. En Madrid, y los partidos unionistas catalanes, están obsesionados con la única herramienta que tienen; la ley. Creen que, repitiendo que unas elecciones nunca son plebiscitarias evitarán que la gente vote en función del futuro político de Cataluña.

Nos dejen hacer o no la consulta, el pueblo catalán expresará lo que desea. Esto, con independencia de la decisión que tomemos, lo cambia todo. Para que se materializará en un acto la percepción de que tenemos legitimidad para decidir nuestro futuro. Ya nada volverá a ser igual…

Si este deseo es encontrar un camino separado del resto de España, llegará el momento de desobedecer al ordenamiento jurídico español. Con él, el famoso choque de trenes de consecuencias, este sí, imprevisibles.

El curso político de la verdad.

El déficit fiscal de Montoro

Montoro

Este fin de semana pasado, el PP desembarcó en Barcelona. Hacía pocos días que el Rajoy había anunciado que tenía un plan para frenar el soberanismo. El espectáculo de dos días que nos ofrecieron los políticos de su partido dibujan un horizonte claro: buscan el cuerpo a cuerpo.

Entre otras cosas, Montoro ha anunciado que, finalmente, no presentará las balanzas fiscales de las comunidades autónomas. No olvidemos que el gobierno español se comprometió en sede parlamentaria a presentar esos números. No lo hizo en el mismo momento porque, según el presidente Zapatero, los números eran casi idénticos a los ya publicados de 2005. Eso implica 16 mil millones de déficit fiscal durante, al menos, 3 años más. Es decir, justamente lo que publica de forma periódica la Generalitat.

Montoro hubiera podido decir que eso lo dijo el gobierno de Zapatero y que no es su compromiso. Pero la realidad es que él también anunció que las publicaría a finales de 2013. Luego dijo que se retrasaría. Finalmente que estaban casi acabadas. Y ahora dice que no y que la causa es que sería utilizado de forma irresponsable por parte de los independentistas.

A cambio publicarán unas Cuentas Públicas Regionalizadas sin explicar en qué consisten. Como hoy explican en La Vanguardia Lopez- Casasnovas (consejero del Banco de España) y Joan Rosselló países como Australia, EEUU, México, Bélgica o Canadá han utilizado el método de las balanzas para analizar sus flujos económicos. Eso al ministro no le sirve. Tiene que inventarse un método.

Como ha publicado Germà Bel, esto no hará que los catalanistas se olviden del asunto y lo consideren una prueba de que están equivocados. No sólo eso. Genera, entre otras cosas, que el poco proclive a aventuras empresariado catalán salga exigiendo su publicación.

Más bien hacemos la lectura contraria; que la publicación de las balanzas sería un escándalo. Ni siquiera en la mejor de sus versiones para las posiciones del ministro es aceptable. Y hoy nos lo confirma Ángel de la Fuente, que es a quien el ministro ha encargado la elaboración de la nueva metodología.

Este giro sólo puede sustentarse sobre la prepotencia y la jerarquía. Como un padre cuando le dice a su hijo antes de cenar «no te voy a dar un caramelo».

Por supuesto, el mal uso que haríamos los catalanes se debe a que no tiene sentido hablar de las balanzas porque «los impuestos los pagan los ciudadanos, no los territorios». Supongo que es irrelevante que las carreteras se hagan sobre el territorio.

Hoy Ciutadans pedía que se publicaran las balanzas. Y también las balanzas comerciales. Como el flujo comercial es positivo para Catalunya creen que eso nos convencerá de que nos sale a cuenta ser «solidarios» porque luego ese dinero sirve para que nos compren. Es un argumento que el PP ha utilizado a menudo.

Pediré al Zara que me regale 1000€ y me comprometeré a gastarlo en su tienda. A ver qué piensa Amancio Ortega del asunto. Seguro que está muy interesado. Y que no se nos escape un detalle. Si las balanzas no se deberían tener en cuenta porque «los impuestos los pagan los ciudadanos y no los territorios», ¿no deberíamos olvidar las balanzas comerciales? Al fin y al cabo, los territorios tampoco venden.

Las instituciones españolas deberían pensar muy bien el camino que están tomando. Cada vez queda menos tiempo para que hagan un gesto y cada vez el descrédito mayor, por lo que el gesto también deberá ganar en tamaño. No duden que, después de este fin de semana, el secesionismo ha ganado en masa. Señor Montoro, siga usted alimentándolo.