Mítica frase de la historia de la tele, ¿no?
Más allá de la anécdota, yo creo que es muy descriptiva de la actitud de mucha gente delante de los problemas. Y eso se agrava en momentos de crisis como este. Cuando el tema sale en alguna conversación, no es raro que la gente, en seguida, hablen de las ganancias obscenas de los constructores, de la avaricia de los bancos y las cajas, de los ayuntamientos exprimiendo el precio de los suelos más allá de lo razonable. Y tienen razón.
Pero apenas escucho a nadie que diga que la gente «normal» también hemos vendido el piso tan caro como hemos podido. Y cuando el banco nos ofrecía más dinero que el de la tasación del piso, más que quejarnos, lo aprovechamos para comprar un coche por encima de nuestras posibilidades. Y cuando el miedo nos atenazó cuando se nos comían las deudas y las renegociamos, aprovechamos para volver a incrementar nuestros gastos.
No sé (y tampoco me importa mucho) si el grado de responsabilidad es igual o diferente para los unos y los otros. Pero lo que me parece grave es que, en el fondo, es muy fácil culpabilizar a otros de nuestras penalidades. Tendemos a pensar que alguien nos pone la pierna encima para que no levantemos cabeza.
Descargar la responsabilidad en otros es muy cómodo. El problema es que esa reducción de responsabilidad también nos hace menos libres. Y hablo sobre todo de la actitud mental. Si es verdad que hay alguien capaz de ponernos la pierna encima, ¿qué podemos hacer nosotros para salir de nuestros problemas? Y, a la vez, yo creo que también nos hace más tristes. ¿Por qué? Porque la sensación de impotencia de ver que no puedes hacer nada es terrible.
Así pues, yo creo que, después de lo que ha pasado, lo ideal es asumir nuestra parte de culpa para así, poder tomar medidas en la dirección correcta. Si nos endeudamos demasiado, dejemos de pensar en los errores que han cometido los bancos (que los han cometido) y actuemos por cambiar nuestra situación. Seguro que estaremos un paso más cerca de la felicidad.