Alberto Lacasa

Audiovisual, política y más allá

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El fenómeno Susan Boyle y Forrest Gump

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Twitter ha integrado una herramienta muy viral que consiste en un top 10 de las palabras más escritas en su servicio. Desde hace unos días he estado viendo el nombre de Susan Boyle. Prometo que no tenía ni idea de quién era, pero decidí investigar y pronto di con ella.

En la versión inglesa de Factor X, Britains got talent, una participante parecía más adecuada para el mítico El semáforo de Chicho Ibáñez Serrador. Cincuentona, de pueblo, poco atractiva, con aire de no enterarse mucho de  la película. Vamos, ideal como pareja de Cañita Brava.

En cuanto salió al escenario, las risas burlonas y las caras socarronas del jurado, prometían un número patético que la haría volver al pueblo siendo el hazmereir de todos.

Pero sólo ponerse a cantar se produce la sorpresa. Detrás de un packaging horrible se esconde una voz que conecta con el público. Pero gente con buena voz es mucha. De hecho, por eso yo personalmente es algo que no valoro demasiado.

Entonces, ¿qué hace diferente a Susan? Para mi, la respuesta es; respecto a nosotros, nada. Está claro que nadie se identifica con un paleto de pueblo, pero sí nos identificamos con un ser kafkiano que lucha contra unas fuerzas superiores que no nos dejan evolucionar. Y ahí surge la identificación total del público con Susan.

De alguna manera, viéndola, el espectador siente algo parecido a como si feura él mismo el hiciera pagar a toda la gente que le ha hecho trabanquetas, que lo ha minusvalorado. En el fondo, es la clave del éxito de una película como Forrest Gump, por cierto, claramente sobrevalorada, o programas como OT. Lo curioso es que, en un principio, nosotros somos los “malos”. Todos participamos de la burla general. Y encima, la identificación se produce, sobre todo, por su patetismo.

No sé si todo esto puede ser un montaje del programa, pero en todo caso, tengo que reconocer que me emocionó verlo. Y es agradable ver como, algunas veces, lo inesperado suecede.

No puedo embeber el video, pero os paso el link; https://www.youtube.com/watch?v=U7ePBpHvq1A

Empresa y vídeo online

panel de webTV (2) – características del “espectador-creador”

En el anterior post sobre el panel de webTV comenté que no me gustaba la idea de llamar espectadores a los usuarios de nuestras webs. No me gusta porque un espectador está expectante, a la espera. Es pasivo. Y no creo que sea eso lo que define a los “espectadores” de mobuzz, que ya tiene una comunidad importante detrás. Mediante su newsroom, son los propios usuarios los que proponen los contenidos. Es por ello que no me parece buena idea ponerles ese nombre. Y lo hago sin ningún ánimo de despreciar una actitud espectante. De hecho, adoro el cine y es, con toda probabilidad, el arte en el que el receptor es más pasivo.

Este espectador-creador es alguien interesado en cocrear aquello de “consume”. Es alguien que se ríe con los resbalones de otros en youtube y luego cuelga los suyos propios. Estoy de acuerdo con Güell en que hay un evidente paso del espectador-pasivo al espectador-activo. Que decide qué ve, cuándo lo ve, dónde lo ve y que, incluso, propone los contenidos. Me ha gustado la forma en que Martorell ha expresado este concepto, al decir que será la mejor tele de toda la historia, por la libertad que esta aportará a sus usuarios.

Como dice Munyoki, es el paso de las élites al pueblo. Los costes se han abaratado tanto el proceso que cualquiera tiene una videocámara y un editor. Por eso, en un futuro deberemos ser capaces de integrar mucho mejor la voluntad del espectador-creador en nuestros propios contenidos.

Por supuesto, nosotros tendremos que aportar un valor añadido, porque para fusilar lo que hacen los usuarios ya existe el tubo. Pero no es menos cierto que estos tendrán que verse reflejados en lo que les ofrezcamos.

Hay un debate que me parece muy interesante. Para Güell, tendremos que ir educando al espectador-creador para que pase de consumir productos de baja calidad (los más vistos en youtube; caídas, y otro tipo de cosas tipo “videos de primera”, como lo define Gina) a productos mejor hechos. En cambio, Martorell, Munyoki discrepan y creen que el video-on-line-basura existirá siempre. Yo me alíneo con esta segunda opinión. En realidad, me parece que si la tv 1.0 ha sido una constante caída de calidad, no creo que suceda lo contrario en internet. Otra cosa diferente es que ahora mismo el público de calidad aún no conoce las posibilidades que le ofrece la red en lo audiovisual más allá del caca-culo-pedo-pis. Pero, aunque lleguen, la gran masa siempre irá a contenidos fáciles y “comerciales”. Y no está mal que sea así. Al fin y al cabo, no podemos aspirar a interesar a todo el mundo.

En definitiva, la clave estará en lo capaces que seamos de hacer partícipe al espectador-creador en la gama más variada de plataformas para permitir que se sienta lo más identificado posible.