DISTRITO 9

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En un futuro próximo, una nave extraterrestre se posa sobre la capital de Sudáfrica y los humanos confinan a los extraterrestes en un gueto justo debajo llamado distrito 9. 20 años después, la población exige que se separe a los alienígenas de la ciudad y una organización que se encarga de mantener contacto con ellos, prepara el traslado.

Distrito 9 explora el debate de la segregación pero desde un punto de vista nuevo; esta vez los repudiados son alienígenas a los que los humanos llaman bichos. En realidad, no deja de ser un tema recurrente en las películas de ciencia ficción. El futuro, en muchas películas, es explorado desde el punto de vista que el mundo acaba segregado, con una fuerte estratificación social por un motivo o por otro. En el fondo, no deja de ser la clásica antiutopía.

Parte como un falso documental. En base a una serie de entrevistas, plagadas de tópicos, y de grabaciones en directo en el momento de ejecutar la deportación, nos narran la historia desde el punto de vista del hombre encargado de llevar a cabo la operación; un Wikus Van De Merwe interpretado por un desconocido Sharlto Copley.

La película parte de algunos elementos interesantes; el hecho de que la acción se produzca en Johannesburgo y no en las clásicas ciudades de Estados Unidos es de agradecer. Además, encaja perfectamente para contrastarla con lo que pasó allí mismo no muchos años atrás con el apartheid, que no deja de ser la misma historia pero cambiando negros por aliens.

También ha habido buenas intenciones al querer recrear las estructuras que parecen inevitables en los guetos; policía represora, mafias al amparo de la no ley o grupos que trabajan desde dentro para acabar con el sistema opresor. Incluso me parece un detalle fantástico que la organización que se encarga de tratar con los extraterrestres tenga tantas similitudes con la ONU, la que llaman; MNU (Multi- National United).

El problema es que la historia es tan esquemática, tan plana, tan de buenos y malos, con tantos vacíos de guión y tan terriblemente cobarde con algunas de las decisiones que han tomado, que me he aburrido con ganas. Las interpretaciones son de lo más justito (aunque yo creo que el gran culpable es el guión), y quiere abarcar tanto, que apenas profundiza en nada interesante convirtiendo la película en un montón de tiros y, eso sí, imágenes de un sadismo gratuíto que no ayuda en nada.

Si no la has visto, no te recomiendo seguir leyendo.

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La película empieza planteándose como un documental, con un montón de entrevistas de personas próximas a los hechos que narra la película. Aunque no es una idea nueva, a mi me gusta mucho ese tipo de planteamientos. Lo que me gusta de los falsos documentales es que sepan jugar con el hecho de que yo debería conocer los hechos pero, en realidad, no los conozco.

En este caso, ese aspecto no está mal. Pero como todo el film, cuando tiene que elegir entre buen discurso y excesos, escoge la segunda opción. La cantidad de gente entrevistada es tanta, que empieza a ser difícil aceptar el juego que propone.

De todas formas, este es sólo un pequeño detalle, porque el problema real es cuando aparece el protagonista interpretado por Sharlto Cople. Nos enseñan a un patoso, casi idiota. No pasan 10 segundos de film que no cometa una torpeza. Eso sólo puede ocurrir por 2 motivos; o los guionistas no tenían confianza en ellos y dudaban que se entendiera que no era un tipo brillante, o nos toman por tontos.

No es un problema del protagonista sino de todos ellos; los malos malísimos y los buenos buenísimos están tan excesivamente definidos que una historia que pretende tener una cierta profundidad se queda en nada.

Además, la buena decisión de trabajar como si fuera un documental, en seguida se echa al traste. Supongo que les era demasiado complicado seguir con el juego y, a partir de cierto punto, la película pierde la referencia de si se trata de un falso documental o de una narración más clásica. El problema no es que mezcle las dos cosas. De hecho, algunas películas lo han hecho con gran destreza. El problema es que, en este caso, no queda del todo definido y la película pierde encanto.

Cuando la historia empieza a retratar el gueto aparecen, una tras otra, las inconsistencias del guión. Cuando la brigada entra, se encuentra con 2 elementos que no hay por donde cogerlos; resulta que los extraterrestres tienen armas que sólo ellos pueden utilizar. Como espectador asumes que necesariamente no tienen munición porque, en caso de tener, es incomprensible que no las usen para acabar con la injusticia que están sufriendo. Pero luego sabemos que sí podrían ser utilizadas.

En vez de eso, las cambian por… latas de comida de gato. Sí, habéis leído bien. Latas de comida de gato. Es decir, tienen unas armas fantásticas y, en vez de salir a la calle y conseguir las latas por la fuerza, las intercambian con unos mafiosos a precio de oro. Incomprensible.

¿Ofrecen una respuesta? Sí, todos los líderes alien deben haber muerto porque, los que quedan son cortitos de entendederas. Eso queda parcialmente contradicho por la presencia del protagonista alien. Pero, en todo caso, desde luego los aliens no son humanos porque el más tonto de los humanos hubiera querido usar las armas (y lo hubieran aniquilado, eso sí).

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Pero hay una aún más divertida. La MNU pretende mover a los aliens de sitio. Pero en el gueto hay unos mafiosos (y esos son humanos, así que los conocemos bien) que tienen montado un buen negocio. ¿No crees que debería preocuparles que se llevaran a los aliens a otro lado? Como mínimo, hubieran tenido que negociar con ellos. Nada, ni palabra. Ellos sólo están preocupados por comer carne extraterrestre. Da risa.

Lo que ya me parece más interesante es la transformación del protagonista, que le convierte en un fugitivo y en una pieza realmente valiosa. Pero eso conlleva otro de los problemas de la historia; hay que cazarlo vivo o vivo. Por lo que, hasta el final, no le disparan nunca con balas de verdad. Yo sé que, aunque él no lo sepa, no hay que padecer por su vida. Y eso reduce mi intriga.

Para conseguir el fluído de marras, salen del gueto y acaban acorralados por las fuerzas policiales. Resulta que el alien nunca había salido del gueto, pero, en el peor de los momentos dice algo así como; «tengo una idea». Y hace estallar una bomba en una pared. Teniendo en cuenta que es un subterráneo, podría perfectamente haber hecho explotar una pared que escondiera un montón de tierra. Pero no, el plan era perfecto; reventar una pared que da… a un parking. Cuando estudiaba guión, a eso le llamábamos Deus ex machina. Con mis amigos, le llamo patilla.

Podría seguir con un buen puñado de secuencias que no se sostienen por ningún lado, como ese final a lo Matrix pero en lamentable, pero creo que no merece la pena. En mi opinión, se queda en medias tintas en todo; intentan hacer un falso documental, pero a la hora de la verdad es muy narrativo, intentan profundizar en la estructura de un gueto y se queda en gente pegando tiros…

Creo que deberían haber optado por una solución más elegante parecida a lo que hicieron en hijos de los hombres; como las relaciones sociales del film son tremendamente complejas, narra muchas cosas en segundo plano, enriqueciendo la historia.

Yo no recomiendo en absoluto ir a verla. Estoy seguro de que seréis capaces de encontrar otro título mucho más interesante en la cartelera.

HIJOS DE LOS HOMBRES

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A menudo la industria cinematográfica nos ofrece títulos de factura comercial que no merece la pena perder ni un segundo en su visionado. Pero en este caso, Alfonso Cuarón, nos atrapa en esta película que, he de confesar, no me atraía en absoluto.
Para empezar presenta una plantilla de actores con un nivel muy notable. En mi opinión, especialmente Clive Owen y una de las mejores interpretaciones de Michael Caine. Reconozco que no disfruto tanto con la guapa Julianne Moore.

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La narración, claramente postmoderna en muchos aspectos por la tridimensionalidad de los personajes, sus estructuras «antisistema», como esos largos planos secuencia o, incluso, las claras influencias que los videojuegos tienen sobre la película, es espectacular. No es tampoco muy habitual films donde las sorpresas son en realidad eso, sorpresas. Los giros son constantes y las escenas que generan nuevos problemas a los protagonistas tampoco resultan nada previsibles.
La profundidad de las descripciones es enorme. Sólo con lo que la película nos muestra en segundo plano podríamos realizar un análisis profundísimo sobre el modelo de antiutopía que el film ofrece; los conflictos con la inmigración, la manipulación mediatica, el conflicto seguridad vs. democracia, los ideales vs. pracmatismo… Sólo queda un pequeño espacio donde la indolente oligarquía del control del poder queda diluída. Sólo allí donde los coches y los enormes pisos se transforman en una gran finca hippie y liberal, los miedos a la vigilancia total, desaparecen.
Me parece que hay muchos momentos en la película sobervios, pero destacaría 3;
– En primer lugar, hay una jugada a tres bandas muy interesante. Antes de poder ver la primera imagen escuchamos diversas noticias que nos intrucen en la antiutopía. Es el sonido de un mundo sin niños. A la hora de película, la comadrona en una escuela ya vacía, recalca el mensaje con una de las frases importantes («es muy raro lo que sucede en un mundo sin voces de niños»). Pero todo eso quedará ligado con un último plano en el que la esperanza se hace posible y, cuando los créditos aparecen, se materializa con el sonido de un grupo de niños jugando.

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– También destacaría la brillante persecución del coche que no arranca. Estamos acostumbrados a escenas de persecuciones con continuos cambios de plano, en la urbe, y a 5000 revoluciones. En este caso, Cuarón juega con la convención de género y hace justo lo contrario; plano secuencia, en el campo y con coches que se niegan a arrancar.
– Un último elemento. La película tiene 2 clímax, cosa poco habitual y, en mi opinión, arriesgada. Y, en cambio, el resultado es genial. Consigue emocionarnos tanto cuando los protagonistas salen del edificio, como cuando a la película le queda apenas 1 minuto.
En definitiva, uno de esos pocos títulos donde los cinéfilos y los consumidores de productos comerciales, podemos encontrarnos.