¿Quién no se ha emocionado de niño viendo al auténtico coche fantástico en la película de Zemeckis Regreso al futuro? Sus idas y venidas al pasado y al futuro hacían las delicias de los que crecimos en los años 80. Pero, ¿cómo funcionaba?
Durante este mes de agosto, en el blog he explicado un montón de cosas básicamente sustentadas sobre la teoría de la relatividad de Einstein. La gente, cuando se habla de viajes en el tiempo, suele pensar en agujeros negros. Pero la verdad es que estos viajes serían mucho más probables en unos primos hermanos del los agujeros negros que son los agujeros de gusano. ¿En qué consisten?
¿Os acordáis de la ameba que pensaba que vivía en un mundo 2D cuando, en realidad, lo hace en un mundo 3D? Vamos a imaginarnos otra vez que somos esa ameba. Un día la madre del niño se pasa a ver la cabaña y ve el plástico que hace de tejado (y donde vivimos) hecho un asco. Así que se lo lleva y lo limpia y, antes de volver a ponerlo en su sitio, lo tiende. Podría ser que, en algún momento, puntos muy alejados del plástico, gracias al pliegue, se toquen. Y nosotros, que somos la ameba y paseamos tan rícamente por su superficie, podríamos pasar de un lado al otro sin darnos cuenta.
Como ya explicamos que el continuo espacio-tiempo puede deformarse, en nuestro universo pasa lo mismo pero en un 4D que percibimos como 3D. Cuando este sufre un pliegue que hace que dos puntos muy alejados del Universo se vean unidos lo llamamos agujero de gusano.
Alguno puede decir a estas alturas que yo lo he planteado como viaje en el tiempo y, hasta ahora, no voy más allá que lo que hacen las naves de Battlestar Galactica. Efectivamente, esto es lo que deberían hacer sus naves. Y paciencia, que ahora cuento los viajes en el tiempo.
Imaginad que somos capaces de «abrir» agujeros de gusano. Entonces, algún avispado descubre un negocio; lanza una nave al espacio y abre una entrada en la superficie de la Tierra y otra dentro de la nave. Un montón de turistas van locos a pagar para ver el espacio sin pasar por el incómodo despegue de una nave espacial.
Así que abren el agujero de gusano, pasa la gente, lo cierran y dan un paseo con la nave por el universo. Pero un día, al «botones» del agujero se le olvida cerrar el agujero de gusano antes de mover la nave. Así que, mientras una puerta del agujero está parada en la superficie de la Tierra, la otra está moviéndose por el espacio.
¿Recordáis aquello de que, a velocidades muy altas, el tiempo pasa más despacio? Eso significa que, si la velocidad de la nave es cercana a la de la luz, para la entrada de la nave el tiempo ha pasado más despacio. Esa es nuestra máquina del tiempo.
¿Eso quiere decir que las máquinas del tiempo existen? No tan rápido… En realidad, los agujeros de gusano son un resultado de las ecuaciones de la relatividad de Einstein, pero están en un punto que, como los agujeros negros, se tocan con la mecánica cuántica. Y es justo ese espacio el que la ciencia está investigando ahora.
Uno de los grandes problemas es justo lo que genera el conflicto en Regreso al futuro; el libre albedrío. Si los viajes en el tiempo son posibles, nada impediría que fueras al pasado y mataras a tu madre impidiendo tu nacimiento. Es lo que Thorne, el físico que más ha trabajado sobre el tema, llamó la paradoja del matricida.
Cuando Thorne presentó su teoría ya intuía que era poco factible. Hawking hizo una conjetura que se conoce como la conjetura de la protección cronológica que, en su habitual tono de broma dijo que «mantendría el mundo a salvo de los historiadores».
La protección que el Universo podría tener contra ese tipo de objetos estelares es el siguiente; en los espacios vacíos se producen oscilaciones aleatorias. Las que se produjeran dentro del tunel del agujero convertido en máquina del tiempo, según sus cálculos, podrían amplificarse tanto que acabarían por destruirlo.
El problema es que, para saber la intensidad real de esas amplificaciones, y por tanto concluir si los destruyen o no, deberíamos conocer mejor lo que parece que en un futuro unificará las dos grandes teorías actuales; la relatividad y la mecánica cuántica, en lo que se conoce como gravedad cuántica, tema del que ya hablaré más adelante.
Si el tema os interesa os recomiendo el libro donde Kip Thorne explica sus investigaciones sobre agujeros de gusano en Agujeros negros y tiempo curvo. Me encantó porque explica todo lo que suelen explicar estos libros (relatividad, mecánica cuántica, evolución de las teorías a lo largo de los años…) pero, además, añade la experiencia personal en el desarrollo de la descripción de los agujeros de gusano. Con sus pasos adelante y sus pasos atrás, sus miedos a perder la credibilidad delante de la comunidad científica, las malas interpretaciones de la prensa a su trabajo…
Así que ya sabéis qué es lo que provocaba el consensador de fluzo y, de paso, el final de Lost. Siento haberlo reventado [NOTA: Es broma. Cuando escribí este post, Lost aún no había acabado. Básicamente, me anticipaba al final. Errando mucho, por cierto.]