No es nuevo que al catalanismo le cueste encontrar puntos de acuerdo. A cada nuevo paso, añadimos nuevas dificultades. El 9N, el acuerdo de Junts Pel Sí y ahora la investidura de Mas.
Los que no somos de la CUP, hemos de reconocer que tienen toda la legitimidad para llevarnos a nuevas elecciones si no pasa lo que han defendido. Tienen un papel muy complicado. En campaña prometieron dos cosas que se han mostrado incompatibles: no investir a Mas y no parar el proceso. Hagan lo que hagan, fallarán a algunos de sus votantes.
El soberanismo tiene dos posibilidades: o encontrar una síntesis y ganar o implosionar y poner en stand by por una temporada muy larga el camino hacia la soberanía. Así de sencillo. A estas alturas, me parecen increíbles las posiciones consistentes en defender la expulsión del proceso de la CUP. También de los que defienden el fin de Mas, que es la forma de simbolizar que se expulsa a CDC y a las personas con posición de centro derecha.
Hoy esta decisión está en manos de la CUP. Les guste o no. Diga la Gabriel lo que diga. Y hay otro hecho: Junts Pel Sí ha hecho un documento con una propuesta de acuerdo. Este incluye un plan de choque social. Y la red básica universal. Y una fórmula de control total sobre la figura del presidente (con vicepresidencias que vacían de competencias la presidencia y con una moción de confianza en medio año). Todo esto suscrito por una fuerza de centro derecha. Mientas, ¿qué movimiento ha hecho la CUP?
La CUP se ha de definir. Y debería analizar los escenarios posibles. Imaginemos que vota no a Mas y vamos a nuevas elecciones. Desde el punto de vista de partido, perderán una parte de los votos que buscaban garantizar que el proceso tenía en cuenta políticas de izquierdas y, a la vez, seguía avanzando. Acabarán en Junts Pel Sí (o ERC, si se presentan por separado). Está por ver si esta vez la Colau se mojará en el proceso electoral, lo que probablemente haría daño electoral a la CUP.
Desde el punto de vista de país, el desencanto palpable de la gente haría los resultados de las hipotéticas elecciones imprevisibles. Pero sobre todo haría que los votos que se fugaran de la CUP a Podemos no trabajaran por el proceso, lo que dejaría el soberanismo sin capacidad de articularse políticamente.
Pongamos que Mas acepta el reto de la CUP y deja de optar al cargo de presidente. CDC hoy sólo tiene un activo; el presidente. De esto todo el mundo es consciente. Y algunos creen que matando al líder carismático, matas la ideologia. Es un error terrible. Efectivamente, hoy Mas es la única garantía que el proceso se hará teniendo en cuenta su sensibilidad política. Igual que hacer el proceso sin la CUP seria un error porque dejaría de interesar a una parte importante de Catalunya, apartar a Mas haría lo mismo con el centro derecha catalanista. ¿Por qué Unió va loca por nuevas elecciones? ¿Y Podemos-Iniciativa? ¿Hace falta que lo digan más claro?
Por lo que a mi respecta, si un gobierno con todos implicados me pide algo, lo haré. Si hace falta, asumiré riesgos. Ahora, si ganan los que defienden que Mas se vaya, que no cuenten conmigo. La razón es sencilla; si a un presidente que ha sido imputado por poner las urnas, que ha defendido el proceso, que le han buscado las cosquillas durante 3 años, que lo han presionado las élites españolas y también las catalanas (no olvidemos qué quieren el establishment catalán), el pueblo lo deja colgado, ¿qué me harían a mi? Que se la jueguen otros…
¿Y si la CUP encuentra la forma de dar el consentimiento a Mas? Pagarán un precio, como en el caso del no. Pero Catalunya tendría un gobierno que llevará a cabo algunas políticas que han defendido durante años (decreto de pobreza energética, inicio del proceso, e inicio de importantes políticas sociales). Posiblemente se desencadene el proceso de golpe. Veremos qué reacción tiene Madrid frente al acuerdo. Y frente a una agresión de Madrid, ¿qué hará el sector próximo al soberanismo de Podemos y sus líderes?
Mirant de huir de personalismos, la CUP ha caído en el peor de todos: el personalismo en negativo. Sin mirar ninguna de las propuestas que ha hecho para ser investido. Olvidando lo que hicieron ellos mismos la pasada legislatura.
Ahora han de resolver su propio dilema vital. La política consiste en esto: gestionar la frustración cuando tomas conciencia que, incluso con poder, las cosas no siempre son como te gustaría que fueran. O eso o vivir en la comodidad de ser residual.