Falacias sobre el independentismo: Un mundo feliz

La principal falacia de los medios españoles es que los catalanes nos creemos que Catalunya será una arcadia feliz. Un lugar donde los problemas no existirán. Donde todos seremos ricos y buenas personas. Donde las sonrisas se servirán a diario a cualquiera que pida una.

Lo que sucede es que eso sólo lo dicen ellos porque saben que tienen fuerza para imponer su discurso. Porque saben que, si ellos dicen que los políticos catalanes venden una utopía, muchos lo creeran.

Estoy seguro que Catalunya no será un lugar de cuento de hadas. Vamos a tener los problemas que tiene cualquier estado. Seguirá la lucha para que la gente más desfavorecida tenga más oportunidades. El paro juvenil no desaparecerá por arte de magia. Ni el fracaso escolar. Y el día uno de la independencia, las plantas de hospital que hemos cerrado seguirán con las luces apagadas.

Costará fijar las prioridades. A los partidos les costará ponerse de acuerdo sobre qué debe hacerse. Nos equivocaremos en algunas decisiones colectivas. En otros casos las acertaremos pero no serán ninguna solución mágica para nada.

No quiero la independencia porque crea que va a acabar con todos mis problemas. La defiendo porque creo que me acerca al poder. Porque quiero tomar mis decisiones como pueblo. Me cansa que atacar a Catalunya o afirmar que no nos harán concesiones, estimule el voto a favor de quien lo hace.

Hasta ahora siento que las decisiones se toman muy lejos de aquí y con criterios territoriales muy alejados de los míos. No quiero tener que discutir por cosas obvias como el corredor del mediterráneo o las inversiones en la red de Rodalies.

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